La revolución española no es más que uno de los
cuerpos del grande ejército de la revolución cosmopolita. El principio esencial
de ésta es una soberana negación de Dios en la gobernación de las cosas del
mundo; el fin a que tiende, la subversión completa de las bases, hijas del
cristianismo, sobre las cuales se asienta y afirma la humana sociedad.
No hay potestad legítima en el mundo que no esté
amenazada en sus derechos; amenazadas están en todos los pueblos la paz, la
justicia, la civilización cristiana y la libertad verdadera.
Por eso levanto hoy mi voz ante Dios, ante las potestades
legítimas, ante el pueblo español. Y ruego al pueblo español, con quien estoy
identificado por mi sangre, por mis ideas, por mis sentimientos y hasta por
comunes dolores, que tenga confianza en mí, como yo la tengo en él. Por la
memoria de nuestros padres y por la salvación de nuestros hijos, cumplirá ese
hidalgo pueblo con su deber, y yo cumpliré con el mío.
Protesta
de S.M.C. Don Carlos VII contra Amadeo de Saboya. 8 de diciembre de 1870
Cena de la festividad de Cristo Rey
Organizada por el Círculo Cultural
Antonio Molle Lazo (de la Comunión Tradicionalista) tendrá lugar en
Madrid, D.m., el 31 de octubre a las 21:00, en el restaurante PAOLO situado
entre las calles General Rodrigo 3 y Julián Romea 10.
Presencia de las Juventudes de la Comunión Tradicionalista, en la Marcha patriótica por la Hispanidad en Barcelona, este 12 de Octubre, Fiesta de Nuestra Señora la Virgen del Pilar. Plaza Cataluña. Cataluña resiste al nazionalismo.
Con el boicot de los partidos políticos y "asociaciones" (financiadas por estos) constitucionalistas; con la tremenda campaña de desinformación, intoxicación y manipulación de las instituciones y medios de comunicación controlados por el sistema; sin medios económicos, más que la decidida militancia de voluntarios que difundieron una humilde propaganda. Pese a todas estas circunstancias adversas decenas de miles de catalanes de forma natural y espontánea llenaron el centro de Barcelona desde primeras horas del día 12 de octubre. Al tiempo muchos balcones se engalanaban con los colores rojo y gualda, desafiando las amenazas y violencia de la extrema izquierda, okupa y proetarra, que tiene vía libre en Cataluña. La campaña del Goliath del sistema contra el 12-O pudo hacer algo de mella. Sirva como anécdota como muchos parroquianos de una céntrica casa de comidas barcelonesa, de ambiente rugbístico, en la que se improvisó una comida de algunos tradicionalistas se mostraron contrariados al comprobar a la llegada de estos con sus banderas que la concentración del 12-O sí se había realizado. La gran mayoría de los presentes hubiese querido asistir, pero por la campaña de los medios de comunicación pensaron que este año no se realizaba.
Desde la insigne casa de La Pedrera, obra del tradicionalista Gaudí que posee elementos de honda significación religiosa hoy día ocultados por las guías oficiales, descendió por el Paseo de Gracia una marea de banderas catalanas y españolas, junto a una notable presencia de Cruces de San Andrés o de San Jorge. Diversos grupos de tradicionalistas participaron en la marcha desde distintas alturas, desde el principio hasta el final, con un grupo mayoritario en la pancarta de SOMATEMPS. Fueron muchísimos los catalanes que se quisieron fotografiar con las Cruces de San Andrés, las boinas rojas o una preciosa imagen del Inmaculado Corazón de María portado por unos tradicionalsitas del Baix Ebre. Muchos catalanes entonaban canciones carlistas, daban vivas a Cristo Rey (de lo que se han hecho eco diversas crónicas de diferentes periódicos y medios digitales) o evocaban la existencia de algún antecedente familiar carlista en su familia. También recibieron el afectuoso saludo de muchos concejales de Plataforma per Catalunya que organizaron una muy vistosa y colorista comitiva. Diversos medios de comunicación entrevistaron a varios jóvenes tradicionalistas. Llegando a la Plaza de Cataluña algunos tradicionalistas aprovecharon para tomar un café en el mítico Navarra, fundado, como recordó su actual gerente, por los requetés de la Vª de Navarra que liberaron Barcelona el 27 de marzo y que siempre fue punto habitual de reunión y tertulia carlista.
En Plaza Cataluña otros tradicionalistas atendían los puestos de venta del cómic "Cataluña. La Historia" tanto en su versión en catalán como en castellano. Uno de sus autores, Manuel Acosta, no daba abasto para firmar tantas dedicatorias. Los discursos de Plaza Cataluña tuvieron un valor muy desigual, pero la intervención, vibrante de Javier Barraycoa fue sin duda la más celebrada y aplaudida. Una arenga sin medias tintas, dejando en evidencia a separadores y a separatistas, fundamentada en firmes argumentos de derecho natural, realizando un llamamiento a la resistencia a la tiranía y avisando que esta masa del pueblo catalán que se congregaba en Plaza Cataluña era el verdadero enemigo de Artur Más y de los nazionalistas, y no el gobierno cipayo y aliado de la devastación separatista de Madrid. Ideas fuerza que Josep Alsina, presidente de Somatemps, se encargó de subrayar en su discurso de cierre del acto, en lengua catalana. La interpretación de la Marcha Real fue el colofón de la parte más reivindicativa del acto. Tras este diversas asociaciones culturales de hispanoamericanos en Cataluña interpretaron muestras de folclore indígena, mestizo y criollo en la Plaza Cataluña hasta las 15 horas que fueron muy aplaudidas por el público que aún se mantenía en Plaza Cataluña con sus banderas catalanas y españolas y que siguieron dando colorido a todo el centro de Barcelona en terrazas, bares y restaurantes. La presencia de tantas asociaciones de hispanoamericanos indígenes de Cataluña sirve por si misma de mentis a las imbéciles declaraciones de la "pájara" que Barcelona sufre como alcaldesa al hablar, ni mas ni menos, que de celebración "de genocidio".. Quizás por eso en los territorios de la antigua Monarquía Hispánica hay 80 millones de indígenas americanos, asiáticos o africanos, muchos de cuales residen en España y no pocos en Cataluña manteniendo su cultura, costumbres e incluso lenguas gracias a la escritura que trajeron los evangelizadores españoles.
Por la tarde algunos tradicionalistas estuvieron en la presentación del libro "Cuándo éramos invencibles" con las ilustraciones del pintor catalán de estirpe carlista, y trasterrado de su tierra como otros miles de catalanes cuyo arte no es agradable al establishment nazionalista, Agusto Ferrer Dalmau y en la Santa Misa según el rito romano tradicional donde como en muchas parroquías y capillas de Barcelona se veneró a la Santísima Virgen del Pilar.
¡¡¡CATALANITAT ES HISPANITAT!!!
¡¡¡BARCELONA CAPITAL DE LA HISPANITAT!!!
¡¡¡VISCA CATALUNYA, VISCA ESPANYA, VISCA LA HISPANITAT!!!
1. Durante su juventud estuvo totalmente apartado de la Causa
carlista, hasta que vio en el Carlismo un movimiento popular que podía ser un buen vehículo para sus ambiciones personales.
2. Cuando llegó al Carlismo desplazó a Fal Conde y a sus
colaboradores de la jefatura delegado con el fin de acercar el Carlismo a
Franco, pues tenía todas sus esperanzas en ser sucesor de Franco en oposición a
Juan Carlos. Llegó incluso a ofrecer la jefatura delegada a Blas Piñar, que
nunca fue miembro de la Comunión Tradicionalista y que representaba la línea
más radical del franquismo. Por el expreso deseo de Carlos Hugo se inicia un periodo de colaboración con el
Régimen y se abandona la recia intransigencia antifranquista del carlismo mantenida desde la posguerra.
3. Su discurso de entonces era el de ser el "príncipe de
la Cruzada", para lo cual las revistas sobre las que directamente influía
el ex-príncipe Carlos Hugo eran prácticamente monográficos del esfuerzo de los
requetés durante la Cruzada y vertían enormes críticas contra cualquier pequeño
atisbo de libertad religiosa. Se llegaba a señalar que la libertad religiosa
era "una traición a los muertos de la Cruzada y la pérdida de la unidad
nacional".
4. Cuando Franco se decantó por Juan Carlos, Carlos Hugo comenzó
a tantear otras posibilidades de actuación política, esta vez hacia la
izquierda. Situación a la que coadyuvaba el cambio producido por el Concilio
Vaticano II y la traición de muchos clérigos como el Padre Juncosa S.J, pasados
al modernismo progresista de moda y que influyeron en el alocado y demagógico principe.
5. La situación fue usada por determinados elementos
izquierdistas para aprovecharse de la relativa tolerancia con que en ocasiones
operaba el Carlismo durante el franquismo para infiltrarse en el mismo. Estos
coparon muchos puestos directivos, pero a pesar de estar bien entrenados en
técnicas dialécticas y de propaganda a pocos carlistas convencieron. Comienza
el declive, muchos carlistas sin dejar de serlo dejan de ir a las actividades
políticas de la Comunión y los actos dejan de ser multitudinarios. Los cientos
de miles de personas que aún movilizaba el Carlismo en los 60 apenas llegan a
los tres millares a mediados de los setenta. Y la infiltración es cada vez más
evidente: se empiezan a ver banderas nacionalistas y socialistas. Carlos Hugo
expulsa a los jefes históricos de la Comunión y los reemplaza por jóvenes
izquierdistas sin militancia previa carlista. Las concentraciones del Partido
Carlista son la excusa para la reunión de maoístas, proetarras y nacionalistas
de toda condición. El pueblo carlista se disvincula en masa de la estructura política de Carlos Hugo.
6. En los 70 también comienza la reinterpretación de la
historia del Carlismo, introduciendo conceptos y términos ajenos a la recta
razón para explicar el Carlismo. Una postura que rechaza unánimemente la
comunidad científica y universitaria y todos los historiadores del Carlismo,
tanto carlistas como liberales. Solo una pequeña minoría de periodistas, que no
historiadores, publican en editoriales izquierdistas (lamentablemente de cierta
difusión) una visión tan manipulada del Carlismo que mueve a carcajadas, utilizada con fines políticos sin ningún escrúpulo y seriedad. El carlismo es entregado a la mitología nacionalista y a la interpretación materialista histórica del marxismo.
7. En
1977 fracasan tanto las candidaturas impulsadas por el Partido Carlista junto a
grupos maoístas (CUPS, FAA), como las que impulsan en solitario en Navarra,
Castellón o Valladolid. Los resultados son paupérrimos en estas elecciones para el neocarlismo revolucionario de Carlos Hugo.
7. En 1978, el Partido Carlista solicita el SI a la constitución española (atea, antiespañola, que consagra la monarquía liberal y el capitalismo), realizando campaña activa en este sentido. El propio Carlos Hugo mendiga la nacionalidad española al gobierno, reconociendo de hecho a Juan Carlos como Rey de España. A pesar de todos esos esfuerzos, "Roma no paga traidores", y el sistema no deja instalarse al nuevo Partido Carlista en el marco partitocrático.
8. La última esperanza para vivir de la política de Carlos
Hugo está en las elecciones de 1979, en las que el radicalismo de años
anteriores ha quedado matizado, planteando una campaña electoral izquierdista
pero no revolucionaria. Para ello Carlos Hugo intenta volver a contactar con
muchos antiguos mandos y jefes carlistas a los que justifica su deriva
aduciendo que "el Carlismo siempre fue un movimiento social y de masas y
había que actualizar el lenguaje" pero unánimemente le manifiestan que
siguen siendo carlistas, pero que a él no le pueden guardar fidelidad. Queda
desamparado asimismo por sus compañeros de viaje de izquierdas que con la
instauración de la democracia se van a sus propios partidos. En esta aventura electoral no obtiene representación, a pesar de gastarse en la aventura ochenta millones de pesetas. Los
resultados son ridículos, incluso en zonas antaño de fuerte raigambre carlista.
El Partido Carlista queda como un grupúsculo marginal en todo España, por la obra
demoledora de Carlos Hugo.
9. Tras su fracaso electoral Carlos Hugo renuncia a la Presidencia del Partido Carlista quedando como "militante de
base" (nótese su proceder antimonárquico) para en 1980 definitivamente
abandonar su Partido Carlista dejando tras de si una enorme deuda electoral que deberán
pagar sus traicionados seguidores durante años. Sin más explicaciones abandona toda labor política, se divorcia y se va a vivir a Estados Unidos, donde empieza a
defender una serie de ideas enmarcables en lo que con razón se denomina
pensamiento débil: democratismo, pseudoglobalización, etc...
10- Hoy día eso no fue más que un mal sueño, por más que subsista
un minusculísimo "Partido Carlista" que no pasa de juntar apenas un
centenar de nonagenarios junto a algún pobre alucinado una vez al año, en su
celebración del antaño glorioso Montejurra. Efecto de una sola causa: Carlos Hugo de Borbón Parma.