Editoriales

viernes, 29 de julio de 2016

La Cruzada de Liberación como lucha espiritual

Con ocasión del 80º aniversario del Al​z​amiento Nacional,​ Agustín De Beitia​ entrevistó al profesor Miguel Ayuso en el diario LA PRENSA sobre el verdadero sentido de la Cruzada de Liberación 1936-1939:​ La Guerra Civil como lucha espiritual​ Fuente AQUÍ

-El análisis de la guerra debe partir de la República. ¿Diría que hoy prevalece una visión romántica de ésta?

-Primeramente, en efecto, la República viene identificada de modo general con la democracia, pese a que desde el inicio se caracterizara por una política revanchista llena de odio, en particular a la religión. No hay que olvidar que antes de cumplirse un mes de su proclamación se produce la primera quema de conventos. Identificación que pronto se reduce a la izquierda sin más. De ahí la ecuación Republica=Democracia=Izquierda, que hace que pese a que las elecciones de 1933 las gane la derecha (la democracia cristiana por más señas) no pueda gobernar sino en coalición con el partido radical de cuño masónico y, aun así, se produzca de resultas una revolución, como la de Asturias, de 1934, atizada no sólo por el Partido Comunista sino principalmente por el Socialista, en la que muchos han visto el origen inmediato de la guerra civil. Las elecciones de febrero de 1936, ganadas por el Frente Popular en un clima pre-bélico, desencadenan un conjunto de desórdenes, con amenazas a los enemigos políticos que llevan incluso al asesinato de uno de los líderes de la oposición parlamentaria, José Calvo Sotelo, crimen en el que la policía y el gobierno aparecen implicados.

-¿Qué factores contribuyeron a que se haya impuesto esa lectura?

-Aunque parezca increíble a la luz de hechos bien contundentes, la visión idílica de la República se ha impuesto por el sectarismo de la izquierda, que lógicamente no perdonó su derrota y dedicó sus poderosas conexiones en el mundo de la cultura y los medios de comunicación para acuñar esta leyenda. Pero también por la "exquisitez" de los liberales, siempre dispuestos a entregarse a la izquierda para hacerse perdonar su condición de burgueses y que en consecuencia se muestran equidistantes entre las fuerzas en liza.

-Usted se ha referido a la existencia de una serie de mitos de la izquierda sobre el origen del conflicto. ¿Puede recordarlos?

-Se trataría, en la línea de lo que acabo de decir, de la destrucción de una supuesta democracia ejemplar por unos militares fascistas sostenidos por las fuerzas de la reacción y la oligarquía, con la Iglesia a su cabeza. Esto es insostenible, porque es la izquierda social-comunista la que estaba dispuesta a romper con la República burguesa, hasta el punto de hallarse preparada para la revolución, lo que los militares frenaron con el golpe. Golpe fallido que desembocó en una guerra. Unos militares además en su mayor parte masones y liberales pero que no estaban dispuestos a dejar que los comunistas se impusieran por la fuerza. En realidad, de haber sido por el Ejército se habría tratado de una simple reacción moderadora de los extremismos de la República, una especie de "buena República". Pero lo que dio el tono a la guerra fue la religiosidad del pueblo tradicional, de modo singular en el norte, en Navarra especialmente, donde el levantamiento fue imponente y henchido de fervor religioso y monárquico. Hay que tener en cuenta que el Carlismo era allí muy activo y sin su concurso no se puede explicar el sentido de la guerra. La Falange, en cambio, fascistizante, era prácticamente inexistente al principio, y sólo el signo de los tiempos y el oportunismo de Franco la convirtieron en una fuerza decisiva.
-¿Las explicaciones que se han dado a la guerra son insuficientes?

-Hay una serie de categorizaciones ampliamente difundidas que son insuficientes cuando no falsas. En primer lugar, por ejemplo, se ha querido explicar la guerra desde un ángulo sociológico como el campo "nacional" contra la ciudad "roja", pero no se trata sino de una diferencia cuantitativa, pues en los dos bandos hubo campesinos y obreros. O, a continuación, en términos económicos, ricos contra pobres, pero igual que en Extremadura o Andalucía los braceros pudieron estar con la República y las clases acomodadas con el Alzamiento, en Castilla o Navarra fue al revés y son las clases populares las que se adhirieron a la España nacional. Una tercera lectura, de cuño internacional, que ve en la guerra de España un anticipo de la II Guerra Mundial, con la lucha entre fascismo y comunismo o entre fascismo y democracia, tampoco es satisfactoria, por más que la situación agitada de la época en Europa pueda considerarse un factor concomitante pero en modo alguno decisivo.

-Lejos de esa interpretación, usted distingue unas causas coyunturales y otras remotas de la guerra. ¿Cuáles son?

-En efecto, a mi juicio no se puede entender el fenómeno de la guerra de España sin distinguir sus causas remotas de otras próximas. Las primeras nos llevan a un siglo y medio de tragedias que comienzan con la escisión espiritual de España producida de resultas de la invasión napoleónica y donde surge una lucha con motivación religiosa, cívico-religiosa mejor dicho, contra el liberalismo. Es el liberalismo, con sus raíces intelectuales en el protestantismo, el que a través de un error político provoca la cuestión social. De ahí que el pueblo, proletarizado por las desamortizaciones, y arrojado a la miseria, se convierta al menos en parte en masa volcada a la revolución. A lo largo del siglo XIX el proceso va madurando y en los años treinta del siglo XX, en el seno de una crisis profunda, esa sí coyuntural, prende de modo violento. La mecha radica en la II República, que exaspera y hace estallar el conflicto que la llamada Restauración, esto es, el sistema de la monarquía liberal establecido en 1874 y que se extiende hasta la proclamación de aquélla en 1931, había represado.

-¿Podría decirse que la fe está en el trasfondo del conflicto? ¿Por qué?

-Sí, pero debo decir que no se trata del acto de fe individual, comprendido al modo protestante, sino corporeizado comunitariamente según la tradición católica. Lo que se dilucidó con sangre en los campos españoles no fue una mera cuestión de poderío o dominio sino una lucha espiritual, de ideas, entre quienes pretendían fundar la convivencia sobre bases estatales y laicas y quienes se aferraban a la comunidad de base religiosa. La causa inicial fue pues el sentimiento religioso herido o, más exactamente, un catolicismo entrañado comunitariamente que no puede aceptar verse reducido a condición privado dentro de un orden civil o secularizado. El laicismo violento y perseguidor de la etapa republicana, prolongado en la zona roja durante la guerra (con el asesinato de trece obispos, cerca de siete mil sacerdotes y religiosos, sin contar los laicos), por tanto, alcanza particular relieve.

-La bibliografía sobre el período de la guerra es muy abundante. Hay quien dice que ronda los 40 mil volúmenes. ¿Es aún hoy la Guerra Civil española un campo de batalla ideológico? ¿Por qué sigue siendo así? ¿Qué es lo que está en juego hoy?

-Creo que la bibliografía sobre la guerra de España supera a la de la misma II Guerra Mundial, hecho que refuerza la interpretación que hemos ofrecido y que excede en cambio sus categorizaciones parciales. Es lógico, pues, que siga siendo un campo de batalla ideológico. Se dijo hace decenios respecto de los Estados Unidos, lo que admite traslado sin dificultad a otros ámbitos, que puede predecirse la posición política futura de periodistas e intelectuales a partir de su actitud ante la guerra civil española. Lo que se evidencia en muchos ámbitos. No es principalmente, me parece, el descrédito del régimen de Franco lo que se busca por cierta historiografía. Pues Alzamiento, guerra y régimen de Franco son hechos distintos en su origen y motivaciones, y consiguientemente deben también diferenciarse los juicios sobre ellos. Sin que pueda establecerse una convertibilidad entre la guerra y el régimen que le siguió, quizá porque se trató sólo de una Cruzada y no una verdadera guerra civil. Una guerra civil es fundadora y una Cruzada busca sólo la defensa de la fe. Es el fondo macabaico y no cainita del conflicto cuando se contempla dese las alturas de la teología de la historia el que sigue concitando el odio en muchas ocasiones.

jueves, 28 de julio de 2016

El ethos hispánico y las independencias hispanoamericanas

#‎BuenosAires‬, 27 julio 2016. Durante su visita a la capital argentina, el profesor Miguel Ayuso participó en el programa «8, 9, 10» del canal TLV1, dirigido por Juan Manuel Soaje Pinto, que versó sobre «El ethos español y las independencias hispanoamericanas». El programa contó asimismo con la participación de Patricio Lons, periodista e investigador en Historia Hispánica.

lunes, 25 de julio de 2016

Recuerdo de la visita de Don Sixto Enrique de Borbón a Santiago de Compostela

 S.A.R Don Sixto Enrique de Borbón ha visitado en diversas ocasiones  Santiago de Compostela, entre otras visitas, en el año Santo Jacobeo de 2004, Don Sixto peregrinó a la tumba del Apóstol Santiago, Patrón de España
 Don Sixto fue recibido en Santiago por un buen número de carlistas y de jóvenes de las Juventudes Tradicionalistas
 Su Alteza presidió la Santa Misa Tradicional en la Iglesia de San Martín Pinario, con la que culminaba una magna peregrinación tradicionalista con motivo del año Santo Jacobeo. Más de ochocientos peregrinos hicieron a pie el camino, con el recogimiento necesario para ganar el jubileo, y en el espíritu de Cristiandad propio del santuario del Hijo del Trueno.
 Don Sixto conversa con Paolo Caucci von Saucken Presidente de la Asociación Internacional de amigos del Camino de Santiago
 El Príncipe fue obsequiado, por parte de los carlistas gallegos, con diferentes productos típicos de la tierra gallega
 Los carlistas acompañaron en todo momento la presencia del Regente del carlismo en su estancia en Santiago
 Una joven margarita catalana, hizo entrega a Don Sixto del CD Voces de Gesta, con diversas canciones carlistas y patrióticas
Acompañaron a Don Sixto Enrique líderes del legitimismo portugués, Antonio Noronha Lorena y Luis de Castro Santos, junto al senador colombiano don Pablo Victoria, que años después escribiera unos magníficos libros sobre el héroe hispano Blas de Lezo, y Luis García Gallardo, de la Comunión Tradicionalista argentina, carlistas procedentes de Argentina, Asturias, Islas Canarias, Castilla, Cataluña, Galicia y Murcia; las peregrinas de la SAS (Sociedad San Andrés, asociación piadosa fundada por Celina García Gallardo inspirada en la organización carlista de las Margaritas y extendida por varios países hispanoamericanos); así como numerosos peregrinos de Francia, entre quienes se veía algún estandarte legitimista, y otras naciones europeas.
A continuación tuvo lugar una comida de hermandad, con asistencia del clero, los dirigentes carlistas y sus invitados, donde Su Alteza dirigió unas palabras e impuso boinas rojas a jóvenes carlistas

sábado, 16 de julio de 2016

HISPANIDAD por Miguel Ayuso

Magnífica exposición del profesor Miguel Ayuso Torres, Presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, frente cultural de la Comunión Tradicionalista, sobre la HISPANIDAD.

El Tradicionalismo es la continuidad venerable de la Tradición común de los pueblos hispánicos, esparcidos por los cinco continentes, el Carlismo ha venido a ser la prolongación de un modo de ser que sucesivamente han cancelado el absolutismo, el liberalismo y el socialismo. En este sentido profundo, como la vieja Cristiandad medieval se continuó durante el período de la Casa de Austria en el mundo hispánico, convertido en una suerte de Christianitas minor, el Carlismo es una suerte de reserva de esa Cristiandad menor.