Editoriales

lunes, 26 de diciembre de 2016

Un nuevo intento de reduccionismo del Carlismo

CARLOS HUGO ¿LA ALTERNATIVA FEDERAL A JUAN CARLOS?

Acabamos de leer con interés el último libro de Manuel Martorell Pérez “Carlos Hugo frente a Juan Carlos: la solución federal para España que Franco rechazó”. Tras su estimable "Retorno a la Lealtad", Premio Hernando Larramendi, esta obra propone un acercamiento a la figura de Carlos Hugo de los años 60 que en cierto modo es un resumen de la tesis doctoral del mismo autor.

La amplia documentación aportada en la obra vendría a demostrar la parcialidad del título del libro y su propia tesis central. En efecto como estrategia de marketing podría resultar sugestivo apelar a la posibilidad de un rey alternativo que vendría a solucionar los conflictos “catalán y vasco” (así se presenta en su campaña promocional dicho libro). Pero esa tesis así presentada es mendaz, y no se compadece con la verdad de la historia del carlismo y de España. Y resulta una pena esta contradicción tan flagrante entre lo aportado y lo propuesto como tesis conductora del libro. El federalismo, que si forma parte del acervo doctrinal del carlismo, nunca fue el nervio central de la alternativa presentada por Carlos Hugo en su presentación en España (entiéndase el federalismo en su acepción clásica en el pensamiento tradicional, como principio federativo radicado en la subsidiariedad). Posteriormente el propio Carlos Hugo en su escisión ideológica de los 70, cuando realmente ya no representaba una alternativa a Juan Carlos, por propia renuncia, pondrá el acento en un federalismo de matriz revolucionaria, larvado ya de nacionalismo y rendido a la mitología romántica del separatismo, pero lo mas importante de su argumentario fue sin embargo su sedicente socialismo autogestionario y el progresismo social.

Quizás lo único cierto del título sea que Franco rechazó a Carlos Hugo. No cabe duda de que pese a la mitificación que de buena fe algunos hicieron de su figura tras su muerte (fácil hacerlo en comparación con los efectos devastadores en lo moral y en lo social del llamado proceso democrático) y de que el tiempo que le tocó vivir le situó frente al comunismo internacional en el orden interno no dejaba de ser un espadón más de la convulsa historia del liberalismo español, con más honores militares por su participación en la guerra de África, pero políticamente igual de desastroso que un Narváez o un Pavía. La autocracia franquista tenía decidida de antemano la restauración de la dinastía liberal, intrínsecamente débil, sin simpatías populares y siempre necesitada de ser arropada por la fuerza de los ejércitos. Que no se decidiese por el sedicente Conde de Barcelona anteriormente no resta ni un ápice a la decisión que tenía planteada Franco. El legitimismo, tras el sacrificio brutal de la guerra y con el Regente presa de los nazis no lo tenía fácil. Su hijo mayor, apartado sus primeros años de adolescencia de la tutela efectiva de su padre por las circunstancias antedichas; era demasiado niño para vivir con conciencia lo que supuso la guerra de 1936-1939 y en el paso de la niñez de la adolescencia se vio sobrepasado por las circunstancias de la II Guerra Mundial. Cuando despuntaba su figura como Príncipe de Asturias estaba totalmente “por hacer”. Los mismos datos apuntados por Martorell lo señalan.
Rafael Gambra, el gran teórico del carlismo y de la Monarquía tradicional

El carlismo demostró audacia y capacidad política para leer los nuevos desafíos. Hay una figura esencial en la configuración de esta alternativa, es la de Rafael Gambra Ciudad. No sólo por el hecho de que fuese el propio Gambra quien presentase a los carlistas al Príncipe de Asturias desde la cima de Montejurra. Las obras de Gambra no sólo destacaban en el ámbito de la filosofía. En sede política vendría durante los años cincuenta a representar una actualización doctrinal que inspiró a las generaciones de jóvenes estudiantes tradicionalistas sobre todo a través de la obra “La monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional”. Esos jóvenes verían en el Príncipe de Asturias la encarnación de lo propuesto por Gambra y emprenderían con ese afán una gran labor de promoción explorando los más diversos ámbitos para llamar la atención de la opinión pública. Sin embargo en el orden de las ideas Carlos Hugo no fue únicamente una “alternativa federal” (ni mucho menos “la” alternativa federal por antonomasia). Con independencia de la discutible terminología “federal”, acogida no obstante por insignes tradicionales como Manuel de Santa Cruz[1], Gambra vendría a clarificar el concepto de los Fueros, con unas exigencias que sobrepasaban con mucho el mero reconocimiento del hecho folclorista regional. Pero no se perdía de vista su auténtica dimensión como todo el acervo legislativo anterior al mal llamado derecho nuevo, tal y como estableciese Don Alfonso Carlos I en los principios intangibles de la legitimidad española. La tesis de Martorell anunciada en el propio título de la obra eleva a categoría lo anecdótico y da una visión muy pobre del carlismo. El foralismo se podía defender sin el resto de principios del tetralema… desde posiciones liberales. En último instancia de ese modo fue salvaguardado por las oligarquías provinciales en Navarra y Vascongadas, con insignes teóricos del mismo. Piénsese en Guipúzcoa en el Conde de Villafuertes y su bandera Paz y Fueros para integrar el régimen foral en el nuevo régimen constitucional. O el radical anticarlista y fuerista vizcaíno Fidel de Sagarmínaga Epalza, el fuerismo liberal navarro de Juan Yanguas Iracheta y Hermilio de Oroliz o el fuerismo liberal alavés de Mateo Benigno de Moraza. ¿Iba a quedar el carlismo reducido a una mera protesta foral?

Políticamente el mayor título que se podía reclamar era el de ser el Príncipe de la Cruzada, el príncipe del 18 de julio. De forma solemne, cuando las más grandes concentraciones de Montejurra este era el lema unívoco de todos los carlistas. Y los manifiestos e intervenciones de Carlos Hugo no dejaban lugar a dudas. Frente a Juan Carlos siempre se esgrimía la cobardía de los alfonsinos en la guerra y en la república. Cuando Montejurra fue realmente un acto de masas fue cuando más se incidía sobre este carácter de memorial de la Cruzada. Las evoluciones posteriores vinieron después, primero con la confusión en el ámbito de los temas sociales, en entornos en los que la misma Iglesia también se vio trágicamente afectada. Así hasta una deriva absolutamente disolvente con la total infiltración de elementos izquierdistas (PULSAR AQUÍ). Pero ni siquiera en este periodo se puede conceptuar simplemente como una alternativa meramente “federal”. Carlos Hugo pretendió ser alternativa a los comunistas por la izquierda y luego buscar acomodo en la social democracia. Ya el pueblo carlista le había dado la espalda (PULSAR AQUÍ).
El Carlismo siempre propugnó la Monarquía Foral

Por otro lado está el infantilismo del autor al pretender que la supuesta alternativa federal iba a acabar con los contenciosos nacionalistas. La propia constitución de 1978 señala en su disposición derogatoria segunda

En tanto en cuanto pudiera conservar alguna vigencia, se considera definitivamente derogada la Ley de 25 de octubre de 1839 en lo que pudiera afectar a las provincias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya.

En los mismos términos se considera definitivamente derogada la Ley de 21 de julio de 1876.

Es decir deroga las leyes abolitorias consecuencia de la primera y tercera guerra carlista.

Y en su disposición adicional se reconocen y garantizan los derechos históricos de los territorios forales.

¿Quiere insinuar entonces que los fueros están salvaguardados y que la lucha del carlismo ya no tiene sentido? Pues yerra de plano, porque eso no son fueros, son fraudes de ley dentro del derecho nuevo y revolucionario. El propio Carlos Hugo acabó apoyando la Constitución de 1978, evidenciando su total alejamiento doctrinal y político del auténtico foralismo y del Carlismo (PULSAR AQUÍ).

lunes, 12 de diciembre de 2016

Consecuencias del protestantismo. A los 500 años de Lutero

El Protestantismo 

El protestantismo es el modulador del mundo moderno. Fue el origen de las monarquías absolutas que aparecieron en Europa al abrigo de su revuelta política, destruyendo la unidad orgánica de la Comunidad Política, punto de arranque del leviatán del totalitario Estado moderno. Fue el detonante de la liberación religiosa y jurídica de la usura y la rapiña que dio origen a los imperios bancarios y financieros de la plutocracia, su calvinismo fue la ética del naciente capitalismo dando carta de naturaleza a la explotación económica y al materialismo economicista. Fue caldo de cultivo del repugnante racismo holandés y británico que se evidenció en sus colonias factorías, producto de su predestinación religiosa. Colonización depredadora, imperialista y genocida.

Su fideísmo destruyó la síntesis armónica clásica de Fe y Razón, que sustentaba la civilización levantada por la inteligencia católica comunitaria. Pariendo el liberalismo y el modernismo, incubando el subjetivismo y el relativismo social. Su puritanismo rigorista asfixió a los pueblos que cayeron en sus garras, siendo padre del fariseísmo de la moralina burguesa moderna, derivando en abismo directo hacia el nihilismo más disolvente en la posmodernidad. Fue germen de la filosofía moderna desde su larvado nominalismo y su idealismo camino de secularización y laicismo. Fue senda de todas las ideologías totalitarias: marxismo y nazismo nacientes en las naciones de su suelo devastado. Fue el destructor del ethos occidental y configuró la actual Europa laica y plutocrática sobre las ruinas de la Cristiandad, a la cual dividió en honda fractura histórica, religiosa y política. El error religioso llevó al error político y este al error económico.

 Para ampliar: (PULSAR AQUÍ, AQUÍ, AQUÍ y AQUI)
 Coloquios de Fuego y Raya en Madrid

En el marco, en esta ocasión, del Rastrillo carlista de Adviento (PULSAR AQUÍ) organizado por el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo se reanudan los «Coloquios de Fuego y Raya», que tanto éxito tuvieron en ediciones anteriores. El Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II invita al séptimo (primero de este curso, D.m.), que tendrá lugar el día 17 de diciembre de 2016, sábado, a las 19:30 horas (siete y media de la tarde), en sus locales de Madrid, calle de José Abascal (antes del General Sanjurjo) 38, bajo izquierda (Metro Alonso Cano o Gregorio Marañón, L-7; Iglesia, L-1).

A propósito de los dos últimos libros (PULSAR AQUÍ) sobre el 500º aniversario de la mal llamada Reforma, publicados por Marcial Pons y patrocinados por el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II y la Fundación Francisco Elías de Tejada dialogarán el profesor Miguel Ayuso (coautor y editor de uno de los libros y traductor al español del otro), el profesor José Miguel Gambra y el escritor y periodista Juan Manuel de Prada.

Fuego y Raya, revista semestral hispanoamericana de historia y política (PULSAR AQUÍ) es una publicación del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, que evoca ya desde su título la gesta de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Con los «Coloquios de Fuego y Raya» se pretende ofrecer nuevos elementos de reflexión sobre la tradición hispánica y su papel en el mundo actual.


LA VERDAD SOBRE LUTERO, por Juan Manuel de Prada (PULSAR AQUÍ)

martes, 6 de diciembre de 2016

Carlos Hugo o la colaboración con el liberalismo: Sí a la Constitución de 1978

"La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don  Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. (…)"

Artículo 57 Constitución de 1978

Tras el fracaso estrepitoso (PULSAR AQUÍ) de su demagógica y aventurera estrategia de convertir el carlismo en un movimiento a la izquierda del partido comunista, al servicio de su ambición personal, Carlos Hugo demostró cuál era el núcleo y centro de su verdadera ideología política, el más craso y simple oportunismo. Fracasada la “ruptura política” y su intento de convertirse en líder de la revolución. Sin el más mínimo escrúpulo y rubor, Carlos Hugo impuso a su partido carlista el voto afirmativo a la constitución de 1978, en un nuevo bandazo ideológico desde sus alianzas con los maoístas y el marxismo más radical (PULSAR AQUÍ), a la colaboración más servil con el liberalismo. De querer ser la izquierda del PCE a ser un apéndice del PSOE.

Los desvaríos ultraizquierdistas del huguismo quedaron, pues, atemperados en 1978 con la intención de encontrar un acomodo dentro de una socialdemocracia moderada, “europea” y vacía de contenido y ser aceptado así en en juego electoral neo-liberal. Línea en la que se mantuvo el propio Carlos Hugo aún cuando abandonó la actividad política y qué pretende continuar su hijo Carlos Javier. Sin embargo ni los socialdemócratas se lo tomaron en serio ni los carlistas aceptaron ese nuevo bandazo. En este sentido se produce la campaña del Partido de Carlos Hugo por el SÍ al proyecto constitucional que se votaría el 6 de diciembre de 1978. Campaña donde el llamado partido carlista se gastó nada menos que treinta millones de pesetas, inversión en este intento de lavado de cara y comprar su asiento en el marco del nuevo régimen partitocrático. El partido carlista se constituyó así en un colaborador del sistema burgués, del que irónicamente se sentía agredido y atacado (así lo pregonaban) en los sucesos de Montejurra 1976. Esta incongruencia, fue contestada incluso dentro de sus desorientadas filas, donde y a pesar de todo, latían aun desnortadas ciertas pulsiones de la radicalidad antisistema del tradicionalismo visceral. En Navarra los abandonos de militantes fueron abundantes, el diario El País daba la noticia de la deserción de unos doscientos (PULSAR AQUÍ), en Cataluña muchos huguistas votaron en blanco contra las directrices de Carlos Hugo, como recoge Jaume Campás en su texto Apunte biográfico de Salvador Campás; y el dirigente huguista valenciano Xavier Ferrer escribe al respecto:

“A partir de 1976, el partido carlista se convirtió quizás influenciado por el grupo posibilista en mero colaborador (quizás lo fuera de forma inconsciente) del Neoliberal-capitalismo (…) El partido, luego, en un nuevo error, pidió a sus militantes, afiliados y simpatizantes, el voto afirmativo a una constitución enemiga del espíritu carlista que, entre otras cosas optaba por el sistema político liberal, consagraba el sistema capitalista, decidía que el Jefe de Estado fuera D. Juan Carlos de Borbón (el Príncipe de España del franquismo) y sus herederos, elegía el Estado autonómico, sinónimo de Estado descentralizado administrativamente y como burla al Estado Federal en Autogestión global que, siempre, el Carlismo propugnó. El que en  diversas nacionalidades no se hiciera caso de esa petición, votando en contra o absteniéndose, fue por iniciativa de los votantes, que, en ese momento, fueron rebeldes e indisciplinados. Y no lo dudemos, ¡hay que aplaudir esa rebeldía y esa indisciplina!”.
El hecho cierto fue que Carlos Hugo mostró su verdadero rostro, sólo atento a sus intereses y ambiciones particulares. La conclusión la da el propio Carlos Carnicero, el que fuera hombre de máxima confianza y estrecho colaborador de Carlos Hugo, en aquel entonces Secretario de Organización del partido carlista, en un artículo a propósito de la muerte de Carlos Hugo.

"colaboró (Carlos Hugo) en la consolidación de la Constitución de 1.978 y se abstuvo de plantear en todo momento un pleito dinástico con el Rey Juan Carlos para facilitar una democracia parlamentaria sólida".

Para esto y sólo para esto, sirvió el partido carlista de Carlos Hugo, y para ello destruyó el carlismo en su ambición personal sin límites. El epígono, a tanto dislate, fue el fracaso electoral de Carlos Hugo en las elecciones generales de 1979, fracaso de ese último intento de buscarse un lugar político bajo el sol, con esa claudicación humillante de acatamiento del texto constitucional que consagraba el restablecimiento del liberalismo en España, contra el cual tanto había luchado el carlismo.
El pensamiento tradicional catalán siempre opuesto al "constitucionalismo" liberal

El auténtico carlismo, siempre se opuso a cualquier proceso constituyente (PULSAR AQUÍ) por ser la radicalización del principio liberal de la soberanía. La de 1978 además era digna continuadora de la II República de 1931, incoando grandes males sociales (divorcio, aborto, centralismo-separatismo, capitalismo, etc.) contra los que siempre se alzaron los carlistas. Y como colofón se establecía por la vía constitucional la pseudolegitimación de la Dinastía usurpadora y se consagraba el parlamentarismo liberal tan nefasto para la verdadera representatividad social (PULSAR AQUÍ). Por eso los carlistas se opusieron con todos sus medios a la Constitución e hicieron una gran campaña por el NO. Además se agraviaba especialmente a Navarra con la Disposición Transitoria Cuarta, con lo que la campaña de los carlistas del Viejo Reyno fue heroica en esta oposición enfrentada a los intereses de los etarras, así como muy destacable la labor de El Pensamiento Navarro, lo que a la postre supuso su estrangulamiento económico por los poderes centrales.

lunes, 21 de noviembre de 2016

La Doctrina Social de la Iglesia en el corazón del Carlismo

Pulsa en la imagen

"Tened presente, señores, que el orden económico actual no es obra de los principios católicos, no corresponde al ideal de la Economía cristiana, sino más bien a la Economía individualista liberal triunfante en la Revolución francesa, a la inaugurada en parte por la Escuela fisiocrática y desarrollada por la inglesa de Smith y de Ricardo y la francesa de Bastiat.

Nosotros creemos que deben coexistir las dos formas de la propiedad: la individual y la corporativa, y creemos que una red de Sindicatos agrícolas y obreros, formando Federaciones y extendiéndose por los valles y montañas, puede, no sólo emancipar los municipios, sino mejorar la condición de los trabajadores".

Juan Vázquez de Mella
"En la nueva lucha, los liberalismos individualistas y eclécticos serán apartados por los combatientes con desprecio, para que ambos adversarios puedan dirimir sin estorbos enojosos la suprema cuestión. Y es preciso estar ciegos para no ver que los nuevos y únicos contendientes serán el verdadero socialismo católico de la Iglesia, que proclama la esclavitud voluntaria de la caridad y el sacrificio, y el socialismo ateo de la Revolución, que afirma la esclavitud por la fuerza y la tiranía del dios Estado”.

Juan Vázquez de Mella
Programa completo de Lágrimas en la LLuvia, sobre la Doctrina Social de la Iglesia, con la intervención de don Miguel Ayuso Presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, frente cultural de la Comunión Tradicionalista

viernes, 18 de noviembre de 2016

Sanjurjo: La legitimidad del Alzamiento contra la tiranía

SANJURJO: LA LEGITIMIDAD DEL ALZAMIENTO CONTRA LA TIRANÍA

En una anterior entrada glosábamos cómo con la profanación de los restos de los que descansaban en la cripta del Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada esconde el acto más ideológicamente totalitario: la obligación de asentir ante cualquier imposición de los poderes constituidos, los cuales no respetan ni a los muertos. Frente a esa pretensión siempre se alzó el concienzudo pensamiento moral de nuestros juristas teólogos. Por el contrario los charlatanes de la libertad abstracta acaban imponiendo las meras potestades de turno, con el único criterio del uso de la fuerza pública como medida de moralidad. Se llenan la boca con la libertad religiosa pero profanan tumbas, destruyen templos y prohíben cultos.
Cripta con los restos del General Sanjurjo

La profanación de los restos del Teniente José General Sanjurjo Sacanell es además una afrenta execrable a la Historia de Navarra. José Sanjurjo Sacanell, nacido en Pamplona en 1872 era descendiente de una ilustre saga de militares carlistas navarros.   

Su madre, Carlota Sacanell Desojo, era hermana de dos oficiales del ejército carlista, Enrique y Joaquín, que habían servido en el Batallón de Guías del Rey. Su abuelo materno, Joaquín de Sacanell, agraciado por Su Santidad con la orden de la Espuela de Oro, preciada dignidad de la Santa Sede que llevaba asociada el título de Conde Palatino, había participado en la Guerra de la Independencia, siendo oficial de la Guardia Real de Infantería durante el reinado de Fernando VII. Posteriormente se distinguió mucho por su bravura y pericia en el campo carlista, en el que llegó a mandar, con el empleo de Coronel, el Batallón 4º de la División de Navarra durante la Primera Guerra Carlista, obteniendo dos cruces de San Fernando. Él y su hermano José Antonio de Sacanell, tío abuelo de Sanjurjo, habían empuñado muy jóvenes las armas para hacer frente a los franceses. En 1820 formaban parte de las fuerzas expedicionarias que se preparaban para acabar con la insurrección de las provincias americanas cuando tuvo lugar la sublevación de Riego, pero tras una azarosa fuga consiguen unirse a los jefes fieles a Fernando VII participando en la defensa de Cádiz. Condenados a muerte por el régimen liberal permanecieron presos en las cuatro torres de la Carraca, sufriendo torturas continuas por los liberales hasta el día de su liberación, con la entrada del ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis. Poco tiempo después pasarían a servir como oficiales de la Guardia Real de Infantería. José Antonio será nombrado ayuda de cámara de Don Carlos. Detenido el 26 de diciembre de 1832 bajo la acusación de ser el autor de una carta donde se proclamaba a favor de los derechos del entonces Infante, al año siguiente su nombre volvió a salir otra vez a la palestra en una causa seguida contra un grupo de oficiales que conspiraban a favor de los derechos del hermano del Rey. Condenado de nuevo a muerte, consiguió fugarse a Portugal al lado del reclamante Don Carlos, al que acompañaría en todas las vicisitudes de su vida, tanto en los frentes de guerra como en los consejos políticos, hasta darle sepultura en Trieste.
Su padre era el Coronel Justo Sanjurjo, héroe del Ejército carlista de la Tercera Guerra, vencedor de la batalla de Udave contra la columna del liberal Castañón, en el valle de Basaburua, en Navarra, que afianzó el alzamiento carlista, aunque murió en la batalla. Tenía entonces José dos años.

Empezó José Sanjurjo su carrera militar en la guerra de Cuba, siendo varias veces condecorado y gravemente herido. El abandono de las Españas de Ultramar fue un durísimo golpe para Sanjurjo, que a lo largo de su vida pesará en su ánimo, redoblando su patriotismo y desconfiando de la diplomacia y de la clase política liberal.[1] Con el empleo de comandante de regulares fue premiado por su acción en el combate de Beni Zaiem (Tetuán) el 1 de febrero de 1914. En la reconquista del territorio perdido en Melilla después del desastre de Annual alcanzó el grado de General de División. En 1922, estando al frente de la comandancia militar de Larache, investigó los casos de corrupción en la Intendencia e Intervención militar, acabando tajantemente con ellos. Nombrado jefe de operaciones del desembarco de Alhucemas, el ejército expedicionario bajo su mando consigue una importante victoria en la que es estudiada y alabada en las más importantes academias militares del mundo como la primera operación anfibia de la historia. Antes de acabar el año es nombrado alto comisario de España en Marruecos, convirtiéndose así en la máxima autoridad del Marruecos español. Después los duros años de combates en el África española, donde Sanjurjo se gana el sobrenombre de El León del Rif,  fue nombrado Director General de la Guardia Civil en 1928.

La sociedad navarra sigue con muchísima atención todos los acontecimientos de la guerra de África. Hermilio de Olóriz, que con cierta exageración cantaba las glorias de Navarra y representaba un fuerismo acérrimo (hay quien lo llama “independentista navarro”) junto a Fructuoso Munárriz llenan la prensa local de ardorosas soflamas belicosas y patrióticas. Muchos mozos navarros marchan a aquella guerra, con ciertos tintes de lucha civilización contra el islam. Tuvo destacado protagonismo por ejemplo el pamplonés Genaro Imaz Echeverri, uno de los fundadores de la Legión, padre del Comandante Joaquín Imaz Martínez, asesinado por la banda terrorista ETA el 26 de noviembre de 1977. Para celebrar la pacificación de Marruecos y el África española se lanza la idea de erigir un monumento a Sanjurjo por una asociación creada ad hoc que abre una suscripción popular. Rápidamente se obtienen los fondos para el mismo, siendo inaugurado el 13 de julio de 1929, acto al que no pudo asistir el homenajeado a causa de una enfermedad, acudiendo su hijo en representación del General y una enorme multitud de vecinos. Durante el franquismo el monumento acrecentaría su carácter simbólico, pues la figura de Sanjurjo era para los carlistas, especialmente para los navarros, la del verdadero organizador del Alzamiento, mientras que el franquismo imponía su narración de aquellos acontecimientos históricos limitándose a nombrar a Franco como Caudillo y a engrandecer la figura de José Antonio como el Ausente. El conjunto monumental estaba compuesto por un monolito de piedra en el que se inscriben los relieves alegóricos en mármol de un hombre y una mujer que ofrecen su homenaje al General Sanjurjo, cuyo busto en bronce, actualmente retirado, culminaba la estructura. Su autor, el roncalés Fructuoso Orduna daba buena muestra en él del clasicismo realista que caracteriza la mayor parte de sus retratos y bustos, predominando la sobriedad y contención clásicas, a las que añade sus conocimientos de anatomía y el estudio concienzudo de los modelos.

El 26 de junio de 1972 se celebraba en Pamplona una importante cita cultural, Los Encuentros. Bajo el mecenazgo de la familia Huarte (que sería perseguida y extorsionada por ETA en los años posteriores). Se dieron cita en Pamplona los principales autores españoles e internacionales de las vanguardias artísticas. Los Encuentros fueron inaugurados por el alcalde de Pamplona Javier Rouzaut, que cedió los locales públicos para su desarrollo. También hubo una muestra específica y monográfica de Arte Vasco. Un artefacto explotó la noche de la inauguración de los Encuentros en el monumento a Sanjurjo y otra bomba estalló en el transcurso de los mismos frente al Gobierno Civil. Al día siguiente del estallido de la bomba, en medio de una enorme crispación los carlistas intentaron llevar margaritas y rosas rojas y gualdas hacia el monumento, pero la Policía Armada, que acordonaba la zona lo impidió, viviéndose momentos de tensión entre los agentes y los carlistas que improvisaron marchas de protesta ante la Diputación y Ayuntamiento. Las autoridades intentaron apaciguar los ánimos. 
Revista carlista QUINTILLO, 5 de abril de 1964

El día 10 de agosto de 1932 el General Sanjurjo intenta un primer alzamiento armado contra el régimen republicano. Para Fal Conde significó lo siguiente: «Era necesario un primer intento de sublevación contra el poder constituido y necesitaban también los espíritus templarse en la tribulación. Sin 10 de agosto de 1932 no hubiera habido el Alzamiento del 18 de julio de 1936, ni victoria de 1939. […] Si el 10 de agosto fue la preparación del 18 de julio, la presencia del Carlismo al lado de los perseguidos le había atraído medios de poder concebir sin quimera una sublevación carlista». Durante este alzamiento murieron los estudiantes carlistas Justo San Miguel y José María Triana cuando intentaban tomar el Ministerio de Guerra y el Palacio de Comunicaciones. Fracasada la conspiración, fue condenado a muerte, en medio de una gran movilización a su favor (llegó a interceder ante el gobierno la madre del Capitán Fermín Galán). Su sentencia fue conmutada por la pena de prisión en el Penal del Dueso y luego en el Castillo de Santa Catalina de Cádiz. Finalmente fue desterrado a Portugal..Numerosos carlistas fueron encarcelados: Manuel Fal Conde, Enrique Barrau, Bravo Dunipe, López Hierro, José García, Díaz Domínguez, Eugenio Garrido, Eduardo Benjumea, Antonio Maestre, Jesús Evaristo Casariego, Rincón y Ruiz de Castro. La lealtad de los carlistas fecundó la profunda relación entre Sanjurjo y la Comunión Tradicionalista. Pronto, la amistad entre Fal Conde y Sanjurjo fue más que un hecho: el General Sanjurjo enviaba, en mayo de 1936 por mediación del Infante Don Javier (más tarde Rey Javier I), el testimonio de su devoción y su homenaje al Rey Alfonso Carlos y el 18 de julio España se levantaba contra la República. Sanjurjo fue el jefe indiscutible del Alzamiento Nacional del 18 de julio, preparándolo desde el primer momento frente a la duda de muchos militares; acertó a unir al Ejército y al Requeté para ir juntos a la contienda. Él mismo intercedió personalmente con Manuel Fal Conde y Don Javier de Borbón para el cumplimiento de los mínimos exigidos por la Comunión Tradicionalista (única organización política que participó en los preparativos de la Cruzada) para el Alzamiento, a saber: restauración de la bandera de España, roja y gualda; confesionalidad católica y proscripción del parlamentarismo frente a las tendencias democráticas, laicas y republicanas de muchos militares.

El 20 de julio de 1936, cuando Sanjurjo despegaba desde Estoril para ponerse al frente de la sublevación para la liberación de España de la amenaza comunista la avioneta en sufrió un accidente en el despegue y falleció. Desde el 17 de julio de 1961 sus restos descansaban en el Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada, inaugurado nuevamente en medio de un gran entusiasmo popular. Don Marcelino Olaechea se encontraba entre los primeros promotores de dicho conjunto para honrar la memoria de los navarros que ofrecieron su vida en todos los frentes de España por la libertad de la Iglesia. En entonces Arzobispo, Don Enrique Delgado Gómez, insistía sobre el carácter fundacional. Desde el principio el monumento mostraba sus singularidades frente a la institucionalización del culto “a los caídos” de inspiración falangista que había acogido el franquismo. Lo que costó no pocos enfrentamientos con los gobernadores civiles de turno. Pero finalmente se hicieron valer unos estatutos canónicos que impidieron toda intromisión del poder político de turno… hasta la actualidad, en que un arzobispo que, para mayor vergüenza fue castrense, se ha rendido a las pretensiones de un alcalducho proetarra. Y es que ETA desde muy pronto lanzó su intención asesina y criminal contra dicho Monumento y ya en 1963 puso dos bombas contra el mismo.
La figura del Teniente General Sanjurjo, junto a sus glorias militares, representa la personificación de un deber moral de resistencia frente a los poderes ilegítimos y el sacrificio personal por la libertad de la Iglesia y de la Patria. Sin su decisión, y tras mucho derramamiento de sangre, la Iglesia no fue exterminada en España y sobre nuestra Patria no se instaló una dictadura soviética. Su prematura muerte determinó que el alzamiento derivase puntualmente por otros derroteros distintos a su espíritu inicial. Pero en eso no tuvo responsabilidad alguna la egregia figura del Teniente General José Sanjurjo Sacanell, que siempre será gloria y honor de la historia de Navarra.



[1] S.M.C. Carlos VII escribiría a su ayudante el General Sacanell (tío abuelo de Sanjurjo) a propósito del hundimiento de la flota en Cavite unas palabras que reflejaban muy bien la opinión del propio Sanjurjo: “Las llamas que consumían nuestros barcos, irrisoriamente protegidos en aquella bahía indefensa que tan a poca costa podía haberse hecho inexpugnable, han iluminado con siniestros resplandores la criminal imprevisión de los Gobiernos de la regencia, enseñando al mundo entero la ineptitud de los que explotan a España más que la gobiernan. ¡Qué cadena de crímenes de leso patriotismo es la cuestión colonial!”.

jueves, 17 de noviembre de 2016

La destrucción del Monumento a los muertos de la Cruzada o la obligación de quemar incienso al César (o Gran Oriente)

La execrable profanación de cadáveres realizada por el alcalde etarra de Pamplona y tolerada por el Arzobispo se ha amparado sobre una tremenda campaña de intoxicación informativa.

La Hermandad Canónica de Caballeros de la Santa Cruz es una selectísima hermandad fundada por carlistas voluntarios de la Cruzada y encargada de velar y mantener el espíritu de Cruzada en Navarra. Así su regla primera señalaba: El de mantener íntegramente y con agresividad si fuera preciso, el espíritu que llevó a Navarra a la Cruzada por Dios y por España, haciendo que no se desvirtúen estos ideales, los más caros, por serlo en sí y estar mantenidos a costa de la vida de los mártires y de nuestro sacrificio.

Esta “agresividad” de la que habla la regla primera quedó manifestada en innumerables defensas radicales del carácter de Cruzada de la contienda 1936-1939, incluso contra los sectores más oficiales del régimen de Franco y posteriormente contra los desmayos eclesiásticos. Para no abundar demasiado baste recordar la célebre polémica de la Hermandad contra el (entonces) falangista Laín Entralgo:
CARTA ABIERTA A D. PEDRO LAÍN ENTRALGO.
Sr. D. Pedro Laín Entralgo.
Subdirector de la Revista “ESCORIAL”.
Estamos enterados de su trabajo publicado en la Revista “ESCORIAL”, y conocemos su insistencia en querer demostrar “con buenas razones” que la guerra de España no ha sido una Cruzada. No tenemos porqué detenernos en refutar a V. semejante despropósito, que no se explica ni aún recordando que a pesar de su edad no pisó el frente. Más el agravio que su actitud “literaria” supone para nuestros hermanos Mártires, para España y para nosotros, nos hace salir al paso de V. y en V. a todos cuantos vienen incurriendo en ese mismo delito de lesa Religión y Patria, para advertirle, con toda la autoridad moral que supone nuestra actuación en la CRUZADA, que no estamos dispuestos a tolerar que se desvirtúe su espíritu y que “no consentiremos se traicione la sangre de los Mártires y Héroes”, porque así lo hemos jurado.
No queremos enemiga, pero si V. y otros como V. buscan a España, nos encontrarán en el camino y sepan que nuestra “literatura” es la de la acción.

AVE CRUX – SPES UNICA

Por la HERMANDAD DE CABALLEROS VOLUNTARIOS DE LA CRUZ y su CAPITULO SUPREMO.
EL CABALLERO PRIOR
Firmado: Narciso Ripa
                                 
La Hermandad Canónica tuvo un gran protagonismo en Navarra, estando siempre dirigida por carlistas voluntarios en la Cruzada o por descendientes de los mismos. Las autoridades franquistas siempre la vieron con cierto recelo, no es de extrañar que durante los sucesos del 3 de diciembre de 1945 en que los carlistas se enfrentaron a tiros a la policía armada la mayoría de los más de 200 carlistas detenidos fuesen miembros de la Hermandad. El prestigio moral de la misma, y la decidida intervención del Arzobispo, hizo que la represión contra los carlistas se matizara. Dicha Hermandad fue además la iniciadora de las peregrinaciones al castillo de Javier, en honor a uno de los santos patrones del Reino de Navarra, San Francisco Javier. Estas famosas Javieradas se continúan realizando hoy día con gran fervor religioso del pueblo navarro. La primera tuvo lugar el día de los mártires de la Tradición, 10 de marzo, de 1940, donde cinco mil peregrinos recorrieron el camino entre Pamplona y Javier con el propósito de “perpetuar el espíritu de Cruzada” con la bendición del Arzobispo de Pamplona Don Marcelino Olaechea.

Sus actuaciones han sido circunscritas al ámbito religioso y sus miembros personalidades admirables de Navarra. Quizás por ello la banda terrorista ETA atentó mortalmente contra dos de sus hermanos: Alberto Toca Echeverría y Jesús Alcocer Jiménez. Los mismos etarras que volaron en 1972 el monumento a uno de los más ilustres hijos de Navarra, el General Sanjurjo. Monumento erigido no por el franquismo, sino a fines de la década de los veinte del siglo pasado por suscripción popular de los pamploneses, como homenaje a su labor como pacificador de Marruecos y el África española.
Seguramente su único error haya el sido aferrarse al contexto inicial de su fundación. Cuando el Arzobispo defendía la libertad de la Iglesia y no tenía miedo a enfrentarse a un poder político entonces autoritario. Desde entonces mucho han cambiado las cosas. Empezando por la Iglesia, en su vertiente temporal y humana, que quebró en el Concilio Vaticano II los fundamentos doctrinales que empujaron al pueblo navarro a tomar las armas por los más excelsos ideales. Y a los combatientes a mantenerlos tras el desenlace de la misma frente a la tendencia fascistizante de quienes gestionaron la Victoria. Aquella libertad religiosa, que ponía en pie de igualdad la verdad y el error, tenía incoada la deriva más totalitaria y proféticamente quedó denunciada. Esa derivada ha terminado por dejar presa a la Iglesia de un poder político declarada y descaradamente anticristiano. Al Arzobispo molestaba la libertad de la doctrina católica que custodia la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz. Aunque su actividad se limite a actos privados y de carácter interno que ya no congregan las multitudes de décadas pasadas. Profanando los cadáveres se proscribe la doctrina católica sobre la obligación de acatamiento a los poderes constituidos y se nos obliga a quemar incienso al césar de turno, reducido a un alcalducho etarra títere del gran oriente de turno.


Tirad, pero tirad sin odio. La lucha de los Requetés fue una Cruzada


viernes, 7 de octubre de 2016

Nota de los Carlistas del Principado de Cataluña: Ni de Ejercicio Ni de Origen

NI DE EJERCICIO NI DE ORIGEN

Ante la anunciada visita de Carlos Javier de Borbón-Parma a Barcelona y para advertir al pueblo catalán y al resto de españoles frente a las más que posibles confusiones y heterodoxias de sus palabras y actos públicos los carlistas catalanes declaran:

    1-No hay constancia de la voluntad de Carlos Javier de aceptar los cinco fundamentos de la Legitimidad española que estableció el Rey Don Alfonso Carlos como una condición indispensable para su futuro sucesor: (1) la Unidad Católica, (2) la constitución natural y orgánica de los Estados y Cuerpos de la sociedad tradicional, (3) la federación histórica de las diferentes regiones de la Patria española, (4) la auténtica Monarquía Tradicional y (5) los principios, espíritu y mismo estado de derecho y legislativo anterior al llamado derecho nuevo.

     2-Ninguno de los manifiestos y declaraciones públicas de Carlos Javier de Borbón-Parma están en la línea doctrinal pensamiento político carlista, es decir, nada tienen que ver con el pensamiento tradicional catalán. Por el contrario todos ellos se inscriben en corrientes de ideologías de la modernidad, con ciertos guiños al nacionalismo que repugnan la conciencia de los carlistas catalanes.

        3- Su hijo carece de cualquier derecho al Trono de España. El legítimo Estado de derecho y legislativo de la Monarquía española establecía una sucesión semisálica agnada a la Corona, que además es la tradicional de la Corona de Aragón. Una pragmática contra esta norma no podía establecerse sin el concurso de Cortes convocadas expresamente al efecto. Contra ese abuso despótico de Fernando VII se levantaron los carlistas. La misma de abuso despótico supone considerar a los descendientes de un matrimonio desigual, no dinástico, como sucesores al Trono. Ese es el caso del hijo de Carlos Javier de Borbón-Parma.

Algunos carlistas catalanes hemos tenido ocasión de saludar en Barcelona en otras ocasiones a Carlos Javier de Borbón-Parma. Y hemos deseado que aceptase los principios intangibles de la legitimidad española. Lamentamos que no haya dado este paso.

Carlistas del Principado de Cataluña. Valls, 7 de octubre de 2016.
Festividad de Ntra. Sra. del Rosario.
NI D'EXERCICI NI D'ORIGEN

Davant l'anunciada visita d’en Carlos Javier de Borbó-Parma a Barcelona, i per a advertir el poble català i la resta d'espanyols de les més que possibles confusions i heterodòxies de les seves paraules i actes públics, els carlins catalans declaren que:

      1-No hi ha constància de la voluntat d'en Carlos Javier a acceptar els cinc fonaments de la Legitimitat espanyola que va establir el rei Don Alfonso Carlos com a condició indispensable per al seu futur successor: (1) la Unitat Catòlica, (2) la constitució natural i orgànica dels Estats i cossos de la societat tradicional, (3) la federació històrica de les diferents regions de la Pàtria espanyola, (4) l'autèntica Monarquia tradicional i (5) els principis, esperit i mateix estat de dret i legislatiu anterior a l’anomenat dret nou.

    2-Cap de les declaracions publiques d’en Carlos Javier de Borbó-Parma i els manifestos apareguts en el seu nom estan en la línia doctrinal del pensament polític carlista; és a dir, no tenen gens a veure amb el pensament tradicional català. Per contra, tots ells s'inscriuen en corrents de les ideologies de la modernitat, amb un apropament al nacionalisme que repugna als carlistes catalans.

   3- El seu fill no te cap dret al Tron d'Espanya. El legítim Estat de dret i legislatiu de la Monarquia espanyola establia una successió semisàlica agnada a la Corona, que és la tradicional de la Corona d'Aragó. Una pragmàtica contra aquesta norma no podia establir-se sense el concurs de Corts convocades expressament a aquest efecte. Contra aquest abús despòtic de Fernando VII es van alçar els carlins. El mateix abús despòtic suposa considerar els descendents d'un matrimoni desigual, no dinàstic, com a successors al Tron. Aquest és el cas del fill de Carlos Javier de Borbó-Parma.

Alguns carlistes catalans hem tingut ocasió de saludar a Barcelona en altres ocasions a Carlos Javier de Borbó-Parma. I hem desitjat que acceptés els principis intangibles de la legitimitat espanyola. Lamentem que no hagi donat aquest pas.

Carlistes del Principat de Catalunya. Valls, 7 d´octubre de 2016.
Festivitat de la Mare de Deu del Roser.

martes, 27 de septiembre de 2016

España, el Carlismo y la I Guerra Mundial

ESPAÑA, EL CARLISMO Y LA I GUERRA MUNDIAL

Se viene conmemorando desde 2014 el centenario de la Gran Guerra, sobre el que se han difundido los más diversos enfoques retrospectivos. Sin embargo entre los propios carlistas no ha llamado especialmente la atención dicha efeméride, la cual tuvo una serie de consecuencias de decisiva importancia a nivel de organización interna. No haremos un juicio sobre las mismas, nos limitaremos a ser lo más descriptivos posibles y a plantear una conclusión sobre la importancia de la opinión carlista a nivel social hace un siglo.

Manuel de Santa Cruz señala:

"Durante la Primera Guerra Mundial los carlistas, dirigidos en este punto por Mella, estuvieron a favor de Alemania o por lo menos en contra de las simpatías aliadófilas del monarca usurpador. En la Segunda Guerra Mundial se produce una inversión en su actitud: estuvieron, si no directamente a favor de los aliados, cosa imposible por el reciente apoyo de éstos a los rojos, sí, desde luego, y decididamente, en contra de Alemania, que gozaba de las simpatías del Caudillo y del Estado. (…) No fue decisiva en este punto la vinculación de Don Javier a los aliados, porque estos ya contaron con la de Don Jaime III en la Primera Guerra Mundial."
Apuntes y Documentos para la Historia del Tradicionalismo Español (1939-1966). Tomo I, pág. 52.
Esta fundamental obra sobre el carlismo más reciente nos da una idea cabal sobre la posición de los carlistas en la IGM. Los carlistas eran conscientes de la debilidad de España tras la tremenda crisis del 98. Y no se mostraron especialmente beligerantes. Sin embargo en el complejo tablero de Estados liberales de fronteras estrictas en los que había triunfado el paradigma de la soberanía popular y los nacionalismos étnicos mostraron sus abiertas simpatías por los restos del Sacro Romano Imperio, o el subrogado en que se había convertido.

Manuel Suárez Cortina propone la siguiente distinción en torno a las simpatías de los españoles por un bando u otro:

"Las principales voces germanófilas del país eran las del clero, el ejército, la aristocracia, los carlistas y los mauristas. Por el contrario, los partidarios de los aliados eran los regionalistas, los republicanos, los socialistas, los profesionales de clase media y los intelectuales, que vieron en la guerra un instrumento para forzar en España una transición hacia una verdadera democracia."
La España Liberal (1868-1917). Política y sociedad

Es necesario hacer una acotación a la denominación convencional en torno a los bandos contendientes. Por resumir las posturas se habla de “germanófilos” y “aliadófilos”, calificativos reduccionistas que requieren matices. El carlismo se había mostrado en muy diversas ocasiones partidario del concepto de latinidad que los poetas felibres empezaron a usar ( Aquí y Aquí ). Y se opusieron al germanismo, entendido como encarnación de las ideas políticas y filosóficas de la Prusia protestante (que en última instancia desembocarían en el nacionalsocialismo). Ese nacionalismo pangermanista fue la principal lacra del bando de los Imperios centrales, dificultando enormemente las gestiones para conseguir la paz por parte de Su Majestad Imperial, Real y Apostólico el Beato Carlos I de Austria y IV de Hungría. 
Carlos I de Austria y IV de Hungría, Emperador de Austria y Rey de Hungría, Bohemia, Croacia y Eslavonia, Dalmacia, Galicia, Lodomeria, e Iliria

El carlismo que simpatizaba con el Imperio Austrohúngaro, sumariamente se etiquetó como “germanófilo”. La Gran Guerra tenía muy diversos frentes, cada uno de los cuales merecía una atención determinada. Sirva como ejemplo que los monárquicos franceses se alistaban dentro del ejército de la III República, que pese al laicismo de la constitución estableció que capellanes católicos acompañasen a las compañías, persuadidos del peligro de la “hydra germánica”, tal como denunciaba la Acción Francesa. Don Javier y Don Sixto de Borbón-Parma, cuñados del Archiduque Carlos y exiliados en Austria piden que les deje marchar al frente, intercediendo este ante el Emperador Francisco José, que se lo permite, luchando en el ejército belga. Otros dos hermanos, Don Félix y Don René lucharon con las tropas de de los Imperios Centrales con la condición –que fue respetada- de no luchar en el frente occidental contra las tropas francesas. Asimismo la presencia de la Rusia zarista junto a los aliados por la tradicional amistad con Francia, la de los otomanos con los Imperios Centrales y el estallido de importantes cambios políticos durante el conflicto (revolución blochevique, abolición del sultanato, etc.) complicaron aún más los posicionamientos netos. En España los diversos posicionamientos son la extensión de una lucha de carácter doctrinal interna. Los grandes anticlericales y partidarios del republicanismo unitarista y antiforal como Alejandro Lerroux o Vicente Blasco Ibáñez son los principales defensores del bando aliado, por su admiración a la Francia revolucionaria, que los condecorará con la Legión de Honor. Sus simpatías respondían a un impulso ideológico. Contra el que los carlistas reaccionaban, reconociendo en Austria Hungría los últimos alientos de un orden político que se desmoronaba.
El Imperio Austro-Húngaro, la gran potencia católica de Europa

Interesa destacar el papel fundamental que jugó la prensa carlista en la opinión pública y su influencia. El usurpador Alfonso (XIII) y su consorte británica María Eugenia, eran unos grandes partidarios de intervenir junto a Francia, pese a que estaba dirigida por gobiernos republicanos de la peor calaña socialista y masónica. Así se lo hizo saber al embajador francés. Su hombre de confianza, con el que compartía el vicio de la pornografía, el Conde de Romanones desde el Diario Universal emprendió una campaña muy agresiva contra la neutralidad de España: “Es necesario que tengamos el valor de hacer saber a Inglaterra y a Francia que con ellas estamos, que consideramos su triunfo como el nuestro y su vencimiento como propio”, repetía como consigna.
La prensa carlista, que mantenía cientos de cabeceras por toda España y seguía gozando de gran influencia y predicamento, daba la contrarréplica. España tras los desastres del 98 se encontraba con la Armada prácticamente devastada y un Ejército en decadencia y con la moral muy baja. Haber entrado en la guerra, como deseaban usurpadores, liberales y socialistas, hubiese supuesto un sacrificio absurdo. La influencia de la prensa carlista sobre la opinión pública es, según Maximiliano Fuentes Codera (que estudia muy detenida y documentadamente el tema en la obra España en la primera guerra mundial. Una movilización cultural) determinante para que la dinastía liberal no embarque al país en una aventura aliadófila y asegura la neutralidad de España. Señala dicho autor la tremenda influencia que las opiniones de Vázquez de Mella y los periódicos carlistas ejercen sobre la opinión pública, apelando a un proyecto geopolítico panhispánico que tiene que pasar por la debilidad de Inglaterra para recuperar Gibraltar frente al seguidismo anglófilo de los liberales.
Juan Vázquez de Mella

Los liberales, asustados por el predicamento de las ideas de Vázquez de Mella, contestan con un extenso manifiesto escrito por Ramón Pérez de Ayala que pretende salvar los muebles ante Francia. Oyarzun, que vivió en primera persona los hechos, asegura que muchas gentes, aun fuera del partido carlista, veían en Mella el guardián de la neutralidad hispana, y dice del tribuno asturiano:

Mella fue el apóstol de la neutralidad y el adalid magnifico de la causa de los imperios centrales. Mella invocaba en sus propagandas el testamento de Carlos VII, el recuerdo de la gran Isabel, el despojo de Gibraltar...

No había apenas discrepancias en la Comunión Tradicionalista respecto a la postura neutralista y “germanófila”. Sería extenso hablar de las razones del cisma mellista de 1919, achacable en gran parte a Francisco Melgar, secretario de Don Jaime, y que tanto daño haría a la causa carlista. Baste decir que en Guipúzcoa, Vizcaya, Valencia y el resto de España, la mayoría de los tradicionalistas se fueron con Mella. Permanecerían en cambio leales a Don Jaime la mayoría de los tradicionalistas navarros y catalanes gracias a la resolución tomada por los periódicos El Pensamiento Navarro y El Correo Catalán, tras un periodo de indecisión, puesto que desde sus columnas también habían se habían sumado a la campaña germanófila. Gracias a Dios poco lustros después los mellistas volvían al seno de la Comunión Tradicionalista.
Don Javier de Borbón, Príncipe de la Cristiandad

Por último destacaremos el importante papel diplomático ejercido por Don Javier y Don Sixto de Borbón-Parma, cuñados del Emperador Carlos, para buscar una paz con los aliados, principio que siempre guió al mismo. Sin embargo la buena fe del Emperador se vio traicionada por los republicanos franceses. Don Javier y Don Sixto eran miembros de la Casa de Borbón y por tanto enemigos naturales suyos. Pese a la generosa oferta del Emperador a Francia la guerra continúo.