Editoriales

miércoles, 16 de septiembre de 2009

J.R.R Tolkien, católico...y tradicionalista frente a la modernidad

"En el ámbito de la historia católica moderna, encontramos ciertos arquetipos que, indiscutiblemente, se reflejan en El Señor de los Anillos en el modo por él descrito. Aquellos que examinaremos son A- la era de la fe, o el estado orgánico; B- Iglesia versus Estado; C- el gran rey; D- el advenimiento de la modernidad y el rey mártir; E- la restauración (con éxito o con distinta suerte).

El concepto de sociedad como un todo orgánico, sin conflictos de clase, con una estructura comunal, ha caracterizado el pensamiento social católico desde la época del Imperio romano. En muchos aspectos , la Comarca representa perfectamente los ideales políticos y económicos de la Iglesia , expresados por León XIII en Rerum Novarum y por Pío XI enn Quadragesino anno. Autoridad tradicional (el Thain), limitada excepto en momentos de crisis, representación popular (el Alcalde de Cavada Grande), igualmente limitada; subsidiariedad; y sobre todo, mínima organización y conflicto. Es la clase de sociedad imaginada por los distributistas Belloc y Chesterton...

En la era de la fe, aunque tanto Iglesia como Estado estaban consagrados más o menos a los mismos fines, a menudo diferían en los medios para alcanzarlos. También entonces la naturaleza humana y la avaricia sembraban la discordia. En ocasiones la lucha a vida o muerte con el Islam se vio entorpecida por esas disputas. En El Señor de los Anillos vemos un reflejo de esas luchas en la tensión entre Gandalf y Denethor II. De hecho Gandalf participa en gran medida de la naturaleza del Papado. Él no pertenece a ninguna nación, y en un sentido muy literal es el caudillo de todos los pueblos libres y fieles. Esto es así porque su poder es mágico antes que temporal, igual que el del Papa es sacramental. El interés de Denethor es enteramente nacional. A su afirmación de que "no hay en el mundo donde hoy vivimos una meta más alta que el bien de Gondor", Gandalf replica " Yo no gobierno en ningún reino, ni en el de Gondor ni en ningún otro, grande o pequeño. Pero me preocupan todas las cosas de valor que hoy peligran en el mundo...Pues también yo soy un senecal". Así podría haber hablado Bonifacio VIII a Felipe el Hermoso, o Gregorio VII a Enrique IV o Inocencio III al rey Juan. Gandalf tamabién recuerda al Rey Pescador de las leyendas del Grial, símbolo de Pedro en la barca.

Por otra parte la imaginación católica siempre estuvo perseguida por la imagen de los grandes reyes, como Arturo, San Fernando III y San Luis IX. A éstos se les tenía por prototipos de lo que debía ser un buen gobernante... Los levantamientos antes mencionados destruyeron la unidad católica, dividieron la sociedad y destruyeron muchas cosas hermosas. El cierre de fronteras y otras medidas económicas pusieron fin a la naturaleza comunal de la sociedad occidental. Las grandes manifestaciones actuales de esas fuerzas de la modernidad son el capitalismo y el comunismo, con todo lo que representan...

Las ideas sociales a las que nos hemos referido antes fueron desmentidas por los acontecimientos históricos. Su final como hechos las transformó en esperanza. Esta esperanza acabó concentrándose en la causa del depuesto soberano, que, con su regreso al poder, volvería a poner las cosas en su lugar... Así, los jacobitas lucharon por los Estuardo en 1689-1690, 1715,1719 y 1745-1746; en España los carlistas se rebelaron en 1833-1839, durante las decadas de 1840 y 1850 y en 1872-1876. También desempeñaron un papel fundamental en la guerra civil española en el bando nacional. Chuans y Vendées mantuvieron una guerra de guerrillas contra la república francesa a lo largo de toda la Revolución; incluso en la actualidad florece el realismo francés. Los miguelistas de Portugal continuaron con su campaña de agitación primero contra la monarquía liberal y después y hasta el presente contra la república. Despues de la caída del Imperio austro-húngaro, los partidarios de los Habsburgo han alimentado sueños de restauración...

Sea como fuere, esas gentes anhelaban la restauración para restaurar la prominencia de la Iglesia, contener la industria, y revivir a los pequeños propietarios de tierras y el antiguo orden social...

Aragorn tiene éxito allí donde Carlos y los otros fracasaron. En lugar de la derrota y el llanto en el campo de Culloden, tenemos la victoria y el regocijo en el campo de Cormallen. En la tierra Media, la "buena vieja causa" triunfa. Los Dúnedain, tan semejantes por su historia a los jacobitas, carlistas y legitimistas, obtienen al final la victoria. De joven Pretendiente, Aragorn pasa a ser Carlomagno, restaurador del Imperio. De hecho, su reino restaurado tiene mucho en común con el renacimiento carolingio. No sería exagerado decir que eso es lo que todo católico tiene en la mente cuando considera los asuntos políticos. En la Tierra Media todas las cosas acaban bien porque el rey se solaza por sus fueros.

Hay otros símbolos: las fuerzas del Señor Oscuro pueden representar no solamente la modernidad, sino también el Islam, anterior gran enemigo de la Cristiandad; la torre de Guardia, Minas Tirith, puede ser vista como un símbolo de la Iglesia militante, de la Res Publica Christiana...

Por todas esas marcas distintivas El Señor de los Anillos es una obra sin duda católica como su autor pensaba, pero no sólo eso. Es la gran obra épica católica de esta era, digna de estar junto a las leyendas del Grial, La muerte de Arturo y Cuentos de Canterbury. Tolkien concibió su obra a la vez como un gran consuelo para el católico como individuo y un tributo a la grandeza y el poder duraderos de la tradición católica. En una época que ha visto el casi absoluto rechazo de la fe por la civilización que ella mismo creó, la perdidad de la fe de muchos católicos laicos y la aparente incertidumbre entre su jerarquía, El Señor de los Anillos nos asegura, tanto con su existencia como por su mensaje, que la oscuridad no triunfará para siempre."

(Charles A. Coulombe. El Señor de los Anillos: Una perspectiva católica, en J.R.R Tolkien Señor de la Tierra Media. Edición de Joseph Pearce.Ed Minotauro)

4 comentarios:

  1. El Tradicionalismo de Tolkien es cosa bien conocida. De ideas monárquicas y legitimistas.
    Su adhesión a la Misa Tridentina también es cosa conocida, se acogió al llamado "indulto de Agatha Christie" que le mantuvo fiel al rito romano tradicional en los años turbulentos posteriores al Vaticano II.

    Es legítimo, pues, desde todo punto de vista, una lectura en clave "tradicionalista" y política de El Señor de los Anillos, porque responde perfectamente a la mentalidad de un católico tradicional anterior al C.V II, como Tolkien.
    Es la lucha de la modernidad contra el Orden Tradicional y la esperanza de restauración mediante los poderes legítimos. Es el heroísmo cristianao, y la lucha entre el bien y el mal. Es es suma la lucha de la revolución y la contrarrevolución.
    Los fragmentos del artículo de Coulombe son interesantes, y de hecho se podría sacar muchos mas símbolos.

    ResponderEliminar
  2. Hace unos años el profesor Alejandro Rodríguez de la Peña dió una charla en el C.C. Antonio Molle Lazo en la que insistía sobre esta visión de Tolkien. No obstante los fragmentos de Coulombe tocan aspectos muy interesantes y sugestivos. Hay "miga" para rato con Tolkien. http://nucleodelalealtad.blogspot.com/2009/09/tolkienmania.html

    ResponderEliminar
  3. Muy interesante este comentario sobre Tolkien e invita al seguirle el paradero.

    ResponderEliminar
  4. A riesgo de meter la pata, creo que también es de resaltar que en la obra tolkiniana se retrata una de las peores lacras para el mundo tradicional: la corrupción de las altas jerarquías: Saruman, el superior de Gandalf se vende a Mordor; Theoden está bajo el influjo de Saruman y no defiende su reino; el senescal de Minas Tirith está fuertemente perturbado. Y, además, Gandalf se rebela contra Saruman para poder luchar por los reinos libres; así como el hijo de Theoden se rebela para luchar contra los orcos. Creo que las analogías son claras.

    ResponderEliminar