Editoriales

martes, 11 de mayo de 2010

La muerte de la agricultura y el campo a manos de la voracidad capitalista.

Oviedo, 9 mayo 2010, mes de la Santísima Virgen María. Nota de la Diputación Permanente de la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista Carlista del Principado de Asturias:

¿LIQUIDAR LAS CÁMARAS AGRARIAS, O LIQUIDAR EL CAMPO? Lo que hay detrás de la política agraria del desgobierno autónomo

Se ha vuelto a anunciar estos días que se está a punto de subastar los inmuebles pertenecientes a la Cámara Agraria provincial situados en las calles Río San Pedro y Comandante Vallespín. Esta medida, que supone la desaparición definitiva de la Cámara, cuenta con la aquiescencia de los sindicatos ASAJA, COAG y UCA, cada uno de los cuales obtendrá locales para sus sedes, adquiridos con el dinero que se obtenga de dicha subasta.

No prejuzgamos las intenciones de los responsables de esos tres sindicatos, aunque no pueda evitarse la impresión de que se compra su silencio. Sí es necesario destacar que, de forma parecida a los sindicatos mal llamados mayoritarios en otros sectores, la representatividad de los mismos es escasa o nula. La mayoría de los agricultores no pertenecen a sindicato alguno.

Los problemas del campo asturiano, que amenazan su misma supervivencia, son en primer lugar fruto de la aceptación de la política agraria europea, la cual es abiertamente hostil a la vida rural y promueve la industrialización de la producción, al tiempo que impone límites absurdos mientras introduce en nuestras fronteras productos de pésima calidad a precio reducido. Política anti agraria que ha sido seguida disciplinadamente por el Gobierno de Madrid. El Gobierno autónomo de Asturias no tiene política: improvisa, ayuda a los especuladores amigos, contamina, derrocha y huye hacia adelante. De esta acción anti rural forman parte otros aspectos, como el constante cierre de escuelas en los pueblos --denunciado desde hace tiempo por las Juventudes Tradicionalistas Asturianas-- y la enajenación de sus edificios, ingresos que se aplican caprichosamente a los gastos suntuarios, a las subvenciones sectarias y a las inversiones injustificables para lucro de los empresarios amigos del régimen.

Pero está también en la raíz de los problemas la falta de asociacionismo y de verdadero cooperativismo en el ámbito rural. En otro tiempo el cooperativismo y el asociacionismo en el campo lo promovió el clero diocesano, especialmente el tradicionalista. Hoy, alejado mayoritariamente de la Fe el cada vez más reducido número de sacerdotes de esta diócesis, o bien actúan como influencia anti tradicional en las parroquias que tienen asignadas, o bien las abandonan, sumándose así a quienes están desertizando el campo asturiano.

La supresión de las cámaras agrarias locales e incautación de su patrimonio empezó ya la primera vez que el PSOE detentó el Gobierno nacional, con Felipe González Márquez a su frente. Hace dos años el Gobierno autónomo empezó también a enajenar los treinta y siete locales de las cámaras agrarias de toda Asturias, valoradas entonces en seis millones de euros. Un dinero que, naturalmente, no ha revertido al campo asturiano. Las cámaras agrarias jugaron un importante papel, y podían haber seguido haciéndolo. Pero no son compatibles con el disparatado modelo sindical que sufrimos. El patrimonio de las cámaras agrarias fue adquirido con la contribución y el esfuerzo de los agricultores. No es justo que termine en manos ni de la coalición frentepopulista que desgobierna Asturias, ni de unos sindicatos escasamente representativos.

La supervivencia de la agricultura no sólo es imprescindible para la supervivencia de Asturias: es una de las pocas esperanzas que nos quedan contra el desempleo galopante y la tercermundización en ciernes.

2 comentarios:

  1. Muito interessantes os argumentos do presente artigo sobre agricultura.
    Alexandre Augusto Afarelli

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  2. El liberalismo y toda la izquierda, han considerado siempre al campesinado y a la vida rural como realidades contrarevolucionarias; y en consecuencia han favorecido e impuesto la concentración urbana. Los objetivos el desarraigo, la masificación, la perdida de tradiciones y vida comunal; para crear el "hombre nuevo" de la modernidad cosmopolita. La vida natural, tranquila, equilibrada del campo tenía que ser destruida. Los revolucionarios siempre han tenido esta obsesión: desarrraigar al hombre. Destruir su libertad, quitarle la propiedad y concentralo en grandes urbes anónimas.

    Este proceso no ha sido una evolución normal, sino una imposición del capitalismo y sus plutocracias.

    El gran enemigo del liberal-capitalismo han sido las comunidades tradicionales arraigadas en la tierra, en la propiedad ,a sus libertades y tradiciones. Las grandes resistencias ante el liberalismo se han dado siempre entre el campesinado y comunidades tradicionales.

    POR LA DEMOCRACIA MUNICIPALISTA Y FORAL!!!!!
    POR LA MONARQUÍA POPULAR!!!!!!

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