Editoriales

jueves, 29 de marzo de 2012

El Humanismo Integral, de Jaques Maritain, una aventura que acabó en catástrofe


En 1936 se publica el libro del filósofo francés Jaques Maritain: Humanismo Integral. El filósofo y teólogo argentino Julio Meinvielle iniciará una viva polémica contra las tesis maritenianas. En su libro De Lamennais a Maritain, expuso la siguiente tesis: el humanismo integral de Maritain se asienta en las doctrinas de Lamennais, Marc Sagnier y Le Sillon, el catolicismo liberal, el intento de conciliación entre catolicismo y liberalismo, repetidamente condenado por los papas desde Gregorio XVI. Recomendamos la lectura de los capítulos VI a VIII de El liberalismo es pecado, del P. Sardá y Salvany, para conocer el catolicismo liberal, sus peligros y las condenas de la Iglesia.

Hemos encontrado una buena descripción del Humanismo Integral en palabras de H. Le Caron:

"El humanismo integral de Maritain es una fraternidad de hombres de buena voluntad pertenecientes a distintas religiones o a ninguna, incluyendo hasta a los que rechazan la idea del Creador. Dentro de esta fraternidad la Iglesia debería ejercer una influencia de fermento sin imponerse a sï misma y sin exigir ser reconocida como la única Iglesia verdadera. El cemento de esta fraternidad es la virtud de hacer el bien, y la comprensión basada en el respeto de la dignidad humana. Esta idea de fraternidad universal no es nueva. Fue ya adelantada por los filósofos del siglo XVIII y por los revolucionarios de 1789. Es también la fraternidad querida por la masonería. Lo que distingue el humanismo integral de Maritain es el papel que asigna a la Iglesia. Dentro de esta fraternidad universal la Iglesia deberá ser la "emperatriz", la hermana mayor. No necesitamos explicar que para que la hermana mayor se granjee la simpatía de los "hermanitos" no debe ser ni intransigente ni autoritaria. Debe saber como hacer la religión aceptable. Y para que las verdades de fe y moral sean aceptables el cristianismo debe ser práctico y pastoral más que dogmático."

Maritain creía ver que la fraternidad humana se reconciliaría en el amor, la justicia y la paz, a pesar de sus distintas creencias, encontrándose en una democracia universal y los derechos del hombre.

Mons. Montini, futuro Pablo VI quedó muy impresionado por este libro que llegó a impregnar su pensamiento. Si añadimos a esto el optimismo antropológico de las años 60 nos metemos en una aventura que acabó en catástrofe según los propios protagonistas. En 1966 Maritain publica El campesino del Garona donde describe a la Iglesia como "arrodillada ante el mundo". El cardenal Journet dice a Pablo VI en aquellos años que la situación de la Iglesia es "trágica" y el teólogo Louis Bouyer publica en 1969: La descomposición del catolicismo, un libro demoledor.

Muertos los protagonistas, el humanismo integral se ha instalado de tal forma en las mentalidades que parece no haber nada más, incluso para los conservadores.

Dios quiera que la crisis sistémica actual nos muestre la ingenuidad del optimismo antropológico y volvamos los ojos a las fuentes sanas de la doctrina tradicional.

Fray Jerónimo

lunes, 26 de marzo de 2012

El primer objetivo: Restaurar la Monarquía, para restaurar la sociedad


"Tal fue el caso de la tradicional monarquía española, por más que se haya querido ver en su historia una evolución constante y uniforme hacia la desaparición de las libertades y autonomías locales y sociales. Como dijimos, en poco o nada había variado de hecho nuestra organización municipal y gremial desde los primeros Austrias hasta Carlos IV, al paso que, desde la instauración del régimen constitucional, varía el panorama en pocos años hasta resultar hoy casi desconocida para el español medio la antigua autonomía foral y municipal.

La monarquía viene a ser así la condición necesaria de esa restauración social y política. Si todas las sociedades e instituciones que integraban el cuerpo social eran hijas del tiempo y de la tradición, en el tiempo y en la tradición deberán resurgir. Su restauración debe ser, necesariamente, un largo proceso. Para que se realice, se necesita de un poder condicionante que se lo permita y que las encauce y armonice en un orden jurídico. La Monarquía es la única de las instituciones patrias que puede restaurarse por un hecho político, inmediato; y ella es, precisamente, ese poder acondicionador y previo. En frase de Mella,

"...la primera de las instituciones, que se nutre de la tradición, y el canal por donde corren las demás, que parecen verse en ella coronada"


“Si esto es así, las exigencias de la restauración recorrerían un proceso inverso al que impuso la historia, y esta inversión del proceso parece imponerse en vista de la necesidad de romper, en primer lugar, las estructuras político-financieras de los poderes que dirigen la revolución y que hacen prácticamente imposible la restauración desde abajo. El poder estatal creado por la revolución es tan exclusivo, tan absoluto, que no se puede soñar con restaurar el orden social si no se comienza por poner los resortes de ese poder en las manos encargadas de la misión restauradora”.

Rubén Calderón Bouchet

lunes, 19 de marzo de 2012

Las Españas contra la "Constitución"

"Voluntarios Realistas haciendo su entrada en Barcelona"

Con pródigo dispendio de fondos públicos se está conmemorando una visión manipulada y acrítica del golpe de Estado liberal que acabó imponiendo temporalmente una constitución escrita a la usanza liberal. Una conmemoración especialmente injusta para Cádiz, caprichosamente situada en el centro de los actos, como si el pueblo gaditano hubiese tenido hace dos siglos una especial querencia liberal. Por el contrario fue mayoritariamente contrario a los principios establecidos en esa constitución escrita, fruto de maniobras oscuras y torticeras de una minoría de liberales por completo ajenos a la milenaria ciudad. Mientras los españoles se batían en el campo de batalla contra la Revolución francesa representada por Napoleón, en la retaguardia los señoritos liberales luchaban a su manera por esa misma Revolución, improvisando unas falsas Cortes y una constitución espuria, proclamada ésta hoy hace doscientos años.

De Jesús Evaristo Casariego. La Verdad del Tradicionalismo

Los Tradicionalistas en las Cortes de Cádiz

"En un mes de septiembre se celebraron en España las primeras elecciones políticas bajo el signo liberal. Desconocíase hasta entonces en nuestra Patria tal sistema que tanto y tan hondamente se diferenciaba de las antiguas instituciones políticas de la Tradición gloriosa y fecunda.

El 17 de septiembre de 1810 tuvieron lugar los primeros comicios generales en Cádiz, ya que por correr a toda prisa, estar América muy lejos y ocupada casi toda la península por los franceses, se nombró a los diputados al buen tum-tum, entre los naturales de las distintas provincias que allí residían. Es decir, que el primer instrumento de la después tan cacareada "soberanía nacional" nació ya con un gravísimo pecado de origen, pues, fruto de las tertulias, podía representar a un amable grupo de amigos, pero de ningún modo a la "voluntad nacional", empeñada entonces, con motivo de la guerra, en menesteres más nobles que "politiquear" y "caciquear".

Contra ese primer abuso del instrumento revolucionario surgió la primera reacción política del tradicionalismo. Los tradicionalistas de la Regencia, para oponerse al poder de la futura Asamblea, que prometía peligrosamente ser innovadora y turbulenta, pidieron con muy buen acuerdo el restablecimiento del Consejo Real, que examinase las actas y paliase la acción de los diputados, aunque luego en la práctica, no resultase tal propósito, que fue arrollado por la ofensiva revolucionaria. Mas quede ahí, constatado en la Historia, ese primer acto, certero y profético, del tradicionalismo español.

El 24 de septiembre se abrieron las Cortes con gran pompa de músicas, desfiles, aplausos y los consiguientes discursos, ya que comenzaba una época de verborrea a todo chorro. Muñoz Torrero, catedrático y canónigo, amigo de los masones y enemigo de los frailes, pronunció un discurso rimbombante y retórico.

Las Cortes de Cádiz, consideradas por el liberalismo como lo mejor de la Historia contemporánea, fueron en realidad un areópago tumultuoso de emboscados y de pedantes. La mayoría de los diputados liberales eran jóvenes, en lo que ahora se llama edad militar, y prefirieron jugar a la revolución en Cádiz que "ir al frente"; ser "padres de la Patria" que soldados. Incluso hubo algunos, como el después tan famoso Alcalá Galiano, que siendo oficiales no se molestaron en sacar la espada. ¡Eran ellos, con sus fraques ceñidos y sus botas de vuelta "a la francesa" demasiado elegantes y demasiado "filósofos" para mezclarse en los campos de batalla con el buen pueblo, que Toreno (uno de ellos), había de llamar "singular demagogia, pordiosera, afrailada, supersticiosa y muy repugnante". Claro está, que en tanto los "legisladores" peroraban esa singular "demagogia", el pueblo realizaba gestas colosales, de altísima gloria épica, batiéndose contra Napoleón a los gritos de ¡Viva la Religión! ¡Viva el Rey!

A los afeminados señoritos del liberalismo gaditano los pintó muy bien un periódico titulado El Burlón, en el siguiente soneto:

"¿Quieres ser liberal? Ten entendido
que has de traer muy bien compuesto el pelo,
gran corbatín, y como el mismo cielo
de las lucientes botas el bruñido.
Con las damas serás muy atrevido;
habla de la "Nación" con grande celo
y por gozar placeres sin recelo
echa a la "Religión" luego en olvido.
Siempre "Constitución" y "Ciudadanos",
siempre la ley resonará en tu boca,
a los serviles llamarás villanos,
pancistas, pitacines, gente loca.
Y serás sin empeño ni cohecho
un gran liberalón hecho y derecho"

Mal podían esos diputados sabihondos y parlanchines representar a la heroica España. Como dice muy bien el maestro Menéndez y Pelayo: "Que sabían de nuestros tratadistas de Derecho político, ni menos de nuestras Cartas municipales y Cuadernos de Cortes? ¿En qué había de parecerse un diputado de 1810...a Alonso de Quintanilla o a Pedro López de Padilla o a cualquier otro de los que asentarón en el trono a la Reina Católica o negaron los subsidios a Carlos V?."

Pero en esas Cortes actuó un lucido grupo tradicionalista, compuesto por sacerdotes y hombres maduros. Los jóvenes realistas prefirieron hacer la guerra a trenzar retóricas. Y mientras el joven Galiano discurseaba en Cadiz, el joven Zumalacarregui se batía en Aragón. (Por cierto que Zumalacarregui, siendo teniente, tuvo que ir a Cádiz con otros oficiales a exigir que las Cortes se ocupasen más del Ejercito, que tenían abandonado.)

Entre los diputados tradicionalistas que llevaron la voz campante en la defensa de la España auténtica contra los principios importados de Francia, son dignos de recordar los asturianos Pedro Iguanzo (despues Cardenal-Primado) y don Alonso Cañedo, a los que se debe el artículo II de la Constitución, de sentido católico. Brillantísima y erudita fue la defensa que Iguanzo hizo de la Inquisición.

De estas Cortes ha dicho el gran historiador Gebhardt, con acierto insuperable: "Ellas, legisladoras de España, cuyos pueblos habían llevado el guión por la senda de las libertades; ellas, representantes de esta tierra tan rica en instituciones libres, en garantías para todas las clases del Estado, no pensaron en volver a las mismas los ojos, no para copiarlas, que eso habría sido imposible e irrealizable, sino para tomar modelo para las nuevas leyes con que habían de dotar a España. Despreciadoras de todo lo antiguo, sólo por serlo, esclavas del espíritu racionalista y ciegos enemigos de la Historia, no vieron que en la misma península existían gérmenes de sublimes Constituciones, y que en un extremo de ella, en los antiguos reinos de Aragón , se encontraba una completa que había muerto, no por los abusos ni el descrédito, sino por golpe airado de Felipe V; no supieron, ya que los aguijoneaba el deseo de buscar ejemplos extranjeros, introducir en su obra las máximas del Gobierno representativo, experimentadas con tanto éxito en la libre Inglaterra, sino que fieles a los principios que los animaba, fueron a buscar por modelo un Código abortado en la fiebre de una revolución descreída y desacreditada hacia tiempo por sus funestos resultados, que había llevado a Francia al despotismo napoleónico"

De esa misma opinión era Jovellanos, el cual, frente a la actuación de los de Cádiz, opinaba que en nuestros antiguos reinos se debían buscar los elementos para la Constitución de la Monarquía, sin copiar servilmente los de la Revolución francesa. En este sentido escribió el inmortal asturiano una Memoria admirable."

sábado, 17 de marzo de 2012

El Carlismo y la Latinidad (III)


Afirmemos, pues, en toda su plenitud, íntegramente, las libertades regionales, y hagamos más. Llamemos a todas las demás regiones para que se levanten y anden a la voz de esta gloriosa Cataluña, que debe ser el eco de una voz más alta que las llama de nuevo a la vida; que rompan el sudario en que las ha envuelto el caciquismo; que recuerden las iniciativas de Cataluña, que representa hoy más que nunca la causa de todas las regiones de la Península española, el regionalismo, que pronto será la causa de los pueblos latinos, y, por lo tanto, la causa de Europa y del mundo.

Si, señores, la causa latina; que ya en Languedoc y en Provenza los poetas templan las liras para entonar sus cantos en el lenguaje que brotó del laúd de los trovadores, y en los campos de Bretaña despliega sus flores la planta regionalista, como una protesta contra el absolutismo jacobino; y en Italia el Congreso de Pavía de 1895 pide la autonomía de los grupos geográficos en frente de la opresión de un Estado uniformista y unitario.

El centralismo se ha formado como una nueva vegetación artificial y parasitaria sobre el polvo que ha acumulado la catástrofe; pero ha tropezado con los cimientos de roca viva del antiguo alcázar. Arranquemos esa maléfica planta, aventemos ese polvo, y sobre esa roca que ha permanecido entera reedifiquemos el alcázar en que quepan holgadamente todas las regiones, viviendo como hermanas, sin que el cetro de hierro de los poderes centralistas las mande como a una manada de siervos, porque somos ciudadanos honrados y queremos ser libres bajo una Monarquía tradicional y federativa que enlace a todas las regiones y las mantenga unidas tan sólo por los vínculos necesarios para no romper la nacionalidad común, pero reconociéndoles amplia vida para que crezcan y prosperen, dilatando su historia conforme a su ser. La tiranía es una planta que sólo arraiga en el estiércol de la corrupción social y sólo vive en los pueblos envilecidos, porque la atmósfera pura de la fe y de la virtud la secan y la matan. Que es una ley que demuestra toda la Historia que ningún pueblo moral ha tenido tiranos y que ninguno corrompido ha dejado de tenerlos.

Juan Vázquez de Mella. Llamamiento a las Regiones (en el Discurso pronunciado en el Teatro Principal de Barcelona el 24 de abril de 1903)

jueves, 15 de marzo de 2012

Rubén Calderón Bouchet: Iluminismo y Política

(Novedad editorial en Ediciones Nueva Hispanidad, Marzo- 2012)

La formación y desarrollo del pensamiento moderno con el consiguiente abandono de los valores tradicionales constitutivos del Occidente, para la consolidación de la sociedad materialista que vivimos. Desde Galileo Galilei hasta la fecha, otra obra imprescindible del maestro del tradicionalismo argentino.

"Cualquiera que haya seguido con cierta atención el nacimiento y el desarrollo de esa época que llamamos Edad Moderna habrá tenido la oportunidad, en más de una ocasión, de advertir el rumbo axiológico tomado por los estamentos burgueses a partir del siglo XVI. Habrá observado también el sello con que la moderna espiritualidad marca todas las otras actividades del hombre y les va imponiendo, poco a poco, el sesgo decididamente económico de sus preferencias. En algunos países con más celeridad y precocidad que otros, la política toma el tinte de una empresa capitalista; las ciencias buscan un conocimiento orientado a la posesión técnica del mundo físico; el arte se industrializa y da nacimiento al artista que hace de sus facultades un modo de vivir de acuerdo con el ritmo de su producción; la idea que el hombre tiene de su propia realidad cede también al influjo de esta disposición y surge la concepción del «homo faber» como si el único fin de la razón fuera la producción de cosas útiles."

(Rubén Calderón Bouchet)

Más información y pedidos en: Ediciones Nueva Hispanidad

viernes, 9 de marzo de 2012

Doctrina Social de la Iglesia frente al capitalismo


Magnífico programa de Lágrimas en la Lluvia sobre la Doctrina Social de la Iglesia, con presencia del profesor Miguel Ayuso Torres director científico del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, frente cultural de la Comunión Tradicionalista, con una brillante intervención denunciando el carácter nefasto y anti cristiano del capitalismo liberal y la usura.

jueves, 8 de marzo de 2012

El príncipe fiel que salvó al carlismo: S.A.R Don Sixto Enrique de Borbón

DECLARACIÓN DE S.M.C. DON JAVIER DE BORBÓN (París, 4 de marzo de 1977)

Ante ciertos rumores relacionados con pretendidas declaraciones políticas que se me atribuyen, quiero, en este día, dar a conocer una declaración mía para disipar toda confusión o malentendido en cuanto a mi posición y forma de pensar, en lo que al Carlismo se refiere, en su permanente línea ideológica derivada de los grandes principios que la informan y constituyen su razón de ser. Debo, por tanto, afirmar, ante todo, que si siempre me he esforzado por mantener la unidad en el seno de mi familia, no puedo consentir que se utilice mi nombre, pese a lo que se intentó hacerme decir para justificar un gravísimo error doctrinal dentro del Carlismo, haciéndolo aparecer ante la opinión pública como partido socialista o aliado del marxismo o del separatismo, que son incompatibles con su propia naturaleza y contra los cuales el Carlismo ha luchado siempre con la mayor energía; de la misma manera que también ha luchado contra el capitalismo liberal materialista, que todavía trata de imponerse en nuestra patria como ya trató de hacerlo en el pasado.

Así, toda concomitancia de aquellos que se llaman a sí mismos carlistas con el separatismo o el socialismo, constituye una provocación evidente y una clara voluntad de engaño. No puede haber por tanto carlistas ni carlismo fuera de la plena aceptación de los principios fundamentales que son, quiero recordarlo:

  1. La confesionalidad católica; es decir, la afirmación de nuestra condición católica como primera razón de nuestra causa: Dios.
  2. El mantenimiento del principio indiscutible de la unidad nacional y del conjunto de tradiciones específicas de la naturaleza de la España de siempre y que dan su pleno sentido al concepto de Patria.
  3. La defensa de los fueros, fórmula que no está en modo alguno en contradicción con el principio anterior, sino que lo complementa. Además de constituir unos derechos históricos indiscutibles, representan la libre y original evolución de cada región de España, y de los cuerpos intermedios, evitando así los graves inconvenientes del centralismo absorbente y paralizador.
  4. La afirmación de la necesidad de la Monarquía para España que se basa en nuestra convicción de que es herencia permanente de autoridad, responsabilidad, independencia y continuidad.

Todo esto, lo sé, puede parecer una exposición de verdades elementales, pero creo que es oportuno recordarlas para terminar con ciertos falsos razonamientos que pretenden hacer que se puede ser carlista sin ser católico ni monárquico, patente traición a las convicciones de todos aquellos que, obedeciendo las órdenes que tuve el honor de firmar en nombre de mi augusto tío el Rey Don Alfonso Carlos, lucharon con valor y murieron gloriosamente por la religión y por la Patria.

Pido a Dios que el Carlismo, sin desviación alguna, siga fiel a sí mismo para el mejor servicio a España y la Cristiandad.

La mezquindad de una traición: Carlos Hugo de Borbón o el intento de destruir el carlismo


DECLARACIÓN DE DOÑA MAGDALENA DE BORBÓN, ÚLTIMA REINA DEL CARLISMO
DE 8 DE MARZO DE 1977

Quiero expresar mi indignación por el hecho de que mi hijo Carlos Hugo haya sido capaz de acusar a su hermano Sixto Enrique de haber secuestrado a su padre, cuando precisamente esta mañana a las 7:30 horas y en contra de las consignas más estrictas de los médicos, nuestra hija Cecilia, de acuerdo con su hermano Carlos Hugo, se llevó a mi esposo fuera del Hospital Americano, centro en el que estaba hospitalizado desde hace ocho días, y donde yo he permanecido junto a él todo este tiempo, con el pretexto de acompañarlo a Misa. Quiero decir que además es imperdonable que Carlos Hugo no haya vacilado en arriesgarse a hacer salir del Hospital a su padre, sin ningún respeto a su edad ni a su estado de salud, para llevarle ante un notario desconocido a fin de obligar a mi esposo a hacer una declaración a favor de Carlos Hugo y contraria al auténtico Tradicionalismo.

Para conseguir que mi esposo firmara esa declaración, Carlos Hugo no ha dudado en emplear los chantajes y presiones más innobles, llegándole a decir que la vida de su hermano Sixto Enrique se vería amenazada si no firmaba esa declaración, sin haberle permitido regresar más que después de firmar ese texto. A última hora pudo llegar mi esposo al hospital, visiblemente afectado y trastornado por el hecho de haber sido obligado por su hijo a firmar un texto difundido en su nombre y tan contrario a sus ideas.

Hago constar que a partir de ahora estoy decidida a adoptar todos los recursos jurídicos que estén a mi alcance para preservar la salud de mi marido y el honor de mi familia.
Extractos de un artículo de Carlos Carnicero, ex-secretario de organización del grupo político de Carlos Hugo, escrito a raíz de la muerte de este: fuente aquí

"colaboró en la consolidación de la Constitución de 1.978 y se abstuvo de plantear en todo momento un pleito dinástico con el Rey Juan Carlos para facilitar una democracia parlamentaria sólida"

"...un ejemplo de valentía intelectual para una transformación política tan arriesgada y profunda y una acción audaz que impidió que se consolidara en España una ultraderecha tradicionalista que hubiera sido un factor añadido de desestabilización de nuestra joven democracia"

"Su sentido de la responsabilidad le llevó a permanecer lejos de España para no ser ni siquiera una sombra que amenazara la estabilidad constitucional y se marchó a ejercer la docencia en distintas universidades e instituciones norteamericanas, llevando siempre una vida discreta y respetuosa con la institucionalidad democrática española".

Es decir, el papel de Carlos Hugo fue el de impedir que el Carlismo pudiese oponerse a la consolidación del sistema liberal-capitalista en la "instauración franquista" de Juan Carlos y una vez conseguido su objetivo se retiró a vivir de las rentas… olvidando la lucha y resistencia secular del carlismo por las libertades populares y la Tradición de las Españas.

viernes, 2 de marzo de 2012

Monarquía popular y social contra plutocracia

"El poder del dinero es muy grande en el mundo de hoy. Un sacerdote conocido mío me dijo que ha leído un libro de un autor escocés La historia del dinero, en que prueba que el dinero, el capital, el dinero amontonado, ha vencido siempre en el mundo. Eso es históricamente falso: este sacerdote está al servicio del capitalismo y se consuela diciendo: "Siempre ha sido así en el mundo". Lo que es verdad es que el poder del dinero ha vencido siempre a los gobiernos débiles. El poder político de un gobierno fuerte lo puede al poder del dinero; pero gobierno fuerte no significa precisamente, entiéndase bien, ni tiranía, ni cesarismo, ni bonapartismo ni siquiera poder absoluto, significa simplemente gobierno bueno. Los gobiernos fuertes son los buenos gobiernos. El poder del dinero no puede contra un gobierno bueno; pero ese gobierno bueno tiene que luchar como un león si quiere dominar al dinero, es decir, si quiere ser bueno; tiene que luchar a veces hasta el martirio".

Padre Leonardo Castellani. "San Agustín y nosotros"

"Mi pensamiento fijo, mi deseo constante, es dar cabalmente a España lo que no tiene, a pesar de las mentiras vociferadas de algunos ilusos: es dar a España libertad, que sólo conoce de nombre; la libertad que es hija del Evangelio, no del liberalismo, que es hijo de la protesta. La libertad que es al fin, el reinado de las leyes, cuando las leyes son justas, esto es, conformes al derecho de la naturaleza, al derecho de Dios"

S.M.C Carlos VII