Editoriales
jueves, 29 de marzo de 2012
El Humanismo Integral, de Jaques Maritain, una aventura que acabó en catástrofe
lunes, 26 de marzo de 2012
El primer objetivo: Restaurar la Monarquía, para restaurar la sociedad
lunes, 19 de marzo de 2012
Las Españas contra la "Constitución"
sábado, 17 de marzo de 2012
El Carlismo y la Latinidad (III)
jueves, 15 de marzo de 2012
Rubén Calderón Bouchet: Iluminismo y Política
La formación y desarrollo del pensamiento moderno con el consiguiente abandono de los valores tradicionales constitutivos del Occidente, para la consolidación de la sociedad materialista que vivimos. Desde Galileo Galilei hasta la fecha, otra obra imprescindible del maestro del tradicionalismo argentino.
"Cualquiera que haya seguido con cierta atención el nacimiento y el desarrollo de esa época que llamamos Edad Moderna habrá tenido la oportunidad, en más de una ocasión, de advertir el rumbo axiológico tomado por los estamentos burgueses a partir del siglo XVI. Habrá observado también el sello con que la moderna espiritualidad marca todas las otras actividades del hombre y les va imponiendo, poco a poco, el sesgo decididamente económico de sus preferencias. En algunos países con más celeridad y precocidad que otros, la política toma el tinte de una empresa capitalista; las ciencias buscan un conocimiento orientado a la posesión técnica del mundo físico; el arte se industrializa y da nacimiento al artista que hace de sus facultades un modo de vivir de acuerdo con el ritmo de su producción; la idea que el hombre tiene de su propia realidad cede también al influjo de esta disposición y surge la concepción del «homo faber» como si el único fin de la razón fuera la producción de cosas útiles."
(Rubén Calderón Bouchet)
Más información y pedidos en: Ediciones Nueva Hispanidad
viernes, 9 de marzo de 2012
Doctrina Social de la Iglesia frente al capitalismo
jueves, 8 de marzo de 2012
El príncipe fiel que salvó al carlismo: S.A.R Don Sixto Enrique de Borbón
DECLARACIÓN DE S.M.C. DON JAVIER DE BORBÓN (París, 4 de marzo de 1977)
Ante ciertos rumores relacionados con pretendidas declaraciones políticas que se me atribuyen, quiero, en este día, dar a conocer una declaración mía para disipar toda confusión o malentendido en cuanto a mi posición y forma de pensar, en lo que al Carlismo se refiere, en su permanente línea ideológica derivada de los grandes principios que la informan y constituyen su razón de ser. Debo, por tanto, afirmar, ante todo, que si siempre me he esforzado por mantener la unidad en el seno de mi familia, no puedo consentir que se utilice mi nombre, pese a lo que se intentó hacerme decir para justificar un gravísimo error doctrinal dentro del Carlismo, haciéndolo aparecer ante la opinión pública como partido socialista o aliado del marxismo o del separatismo, que son incompatibles con su propia naturaleza y contra los cuales el Carlismo ha luchado siempre con la mayor energía; de la misma manera que también ha luchado contra el capitalismo liberal materialista, que todavía trata de imponerse en nuestra patria como ya trató de hacerlo en el pasado.
Así, toda concomitancia de aquellos que se llaman a sí mismos carlistas con el separatismo o el socialismo, constituye una provocación evidente y una clara voluntad de engaño. No puede haber por tanto carlistas ni carlismo fuera de la plena aceptación de los principios fundamentales que son, quiero recordarlo:
- La confesionalidad católica; es decir, la afirmación de nuestra condición católica como primera razón de nuestra causa: Dios.
- El mantenimiento del principio indiscutible de la unidad nacional y del conjunto de tradiciones específicas de la naturaleza de la España de siempre y que dan su pleno sentido al concepto de Patria.
- La defensa de los fueros, fórmula que no está en modo alguno en contradicción con el principio anterior, sino que lo complementa. Además de constituir unos derechos históricos indiscutibles, representan la libre y original evolución de cada región de España, y de los cuerpos intermedios, evitando así los graves inconvenientes del centralismo absorbente y paralizador.
- La afirmación de la necesidad de la Monarquía para España que se basa en nuestra convicción de que es herencia permanente de autoridad, responsabilidad, independencia y continuidad.
Todo esto, lo sé, puede parecer una exposición de verdades elementales, pero creo que es oportuno recordarlas para terminar con ciertos falsos razonamientos que pretenden hacer que se puede ser carlista sin ser católico ni monárquico, patente traición a las convicciones de todos aquellos que, obedeciendo las órdenes que tuve el honor de firmar en nombre de mi augusto tío el Rey Don Alfonso Carlos, lucharon con valor y murieron gloriosamente por la religión y por la Patria.
Pido a Dios que el Carlismo, sin desviación alguna, siga fiel a sí mismo para el mejor servicio a España y la Cristiandad.