Magnífico programa de Lágrimas en la Lluvia sobre la Doctrina Social de la Iglesia, con presencia del profesor Miguel Ayuso Torres director científico del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, frente cultural de la Comunión Tradicionalista, con una brillante intervención denunciando el carácter nefasto y anti cristiano del capitalismo liberal y la usura.
Muy bien Juan Manuel de Prada en su denuncia del capitalismo como un modelo antropológico y social antinatural y por tanto antihumano y anticristiano; que intenta destruir al hombre. Muy bien Miguel Ayuso en su claridad afirmando que el capitalismo es mucho peor incluso que el socialismo. Muy bien en su crítica a la poca claridad de la condena actual del capitalismo y su petición de una crítica global y estructural del sistema más allá de una condena moral de los efectos de tal sistema. Muy bien Miguel Ayuso en su defensa de un lenguaje claro sin ambiguedades de denuncia de la usura. Y de la necesidad de una doctrina de cambio "institucional-estructural" y no el mero llamamiento a la responsabilidad individual. Y muy bien su apunte sobre el actual sometimiento al paradigma liberal que sufre la Doctrina Social. Los otros tres contertulios me parecen más sometidos a lo "políticamente correcto".
ResponderEliminarEn todo caso, a mi me queda claro que la Tradición de la Iglesia era más clara y más rotunda en la oposición al capitalismo y que hoy se debe recuperar esa "contestación cristiana al mundo moderno" que fue la doctrina Social Católica del siglo XIX, con los grandes Papas anti-liberales: León XIII, Pío IX, San Pío X, Pío XI y Pío XII.Sólo la claridad puede dirigir una acción eficaz. Con un lenguaje propio que no este sometido a los paradigmas marxistas o liberales como bien apunta Juan Manuel de Prada.
No existe un "sano capitalismo", o una "sana democracia", como no existe un "sano laicismo".
Lo realmente existente es el capitalismo liberal, la democracia liberal, y el laicismo liberal. Son tres patas del mismo sistema liberal que destruye el Orden natural humano.
El liberalismo es individualismo, relativismo y egoísmo puro y duro. Y el capitalismo liberal es únicamente el control económico de las finanzas y del "poder del dinero" frente al trabajo y la comunidad. Es la plutocracia que controla a los Estados y a los pueblos.
ResponderEliminarLo que debe quedar claro es la contradicción interminis del llamado "catolicismo liberal". Los que pretender conciliar el catolicismo y el liberalismo, son sencilla y llanamente: LIBERALES Y NO CATÓLICOS.
ResponderEliminarHay que volver a la economía natural, al predominio del trabajo, de la propiedad familiar y comunal; a la economía regida por la política (en sentido clásico) y la ética frente al poder artificial de la finanza y el dinero, para ello es necesario un poder político al servicio del bien común y no de la plutocracia.
La monarquía popular y social tradicional es ese poder.
Ramón Nocedal y Romea. Discurso en el Congreso el 15 de mayo de 1892. (Pág. 293 del tomo II de las Obras Completas)
ResponderEliminarLo que he dicho, y repito, es que el socialismo, que la anarquía, que el comunismo, todas las ideas más horribles, más absurdas que se puedan imaginar, son consecuencias lógicas y necesarias de los principios liberales; y que los anarquistas no hacen más que seguir la conducta que les han enseñado y que han seguido, y que recientemente han enaltecido aquí los partidos liberales.
Atiéndase a lo que dice León XIII, con precisión y claridad,indicando las causas de la cuestión social:
ResponderEliminarSe impone concluir que la causa causarum es el liberalismo.
1. Destrucción del régimen corporativo.
2. Laicismo o secularización de las instituciones públicas.
3. Libre competencia ilimitada.
4. Usura y lucros desmesurados.
5. Concentración de la riqueza y proletarización creciente.
Consecuencias todas de las libertades tales como las entendió y practicó el liberalismo: corporaciones abolidas en nombre de una libertad de trabajo mal entendida; secularización y abandono de lós principios religiosos en la vida pública, para atender a una falaz libertad de conciencia; libre competencia, sin frenos, y usura, para asegurar amplia libertad de competencia.