Editoriales

jueves, 23 de julio de 2009

El naturalismo fundamento del liberalismo católico

El gran error naturalista que se encuentra en la doctrina modernista de los católicos liberales deriva de las siguientes enunciaciones: "la verdad no se impone, se propone" "la verdad no se impone de otra manera sino por la fuerza de la misma verdad".

Se suscitan tres errores. Se niega, por un lado, que la verdad católica sobrepuja la capacidad de nuestra inteligencia,y no pueden ser creídas sin la ayuda de la Gracia (por ser verdades divinas reveladas). Además se niega de hecho las consecuencias del pecado original sobre la inteligencia y la voluntad heridas y debilitadas por aquél y por tanto propensas al error y fascinadas por el engaño. Y por último se obvia la existencia de poderes e instituciones (el poder nunca es neutro),de tinte ideológico, que actúan como elementos corruptores sociales e individuales. Esta es la razón por la que una sociedad cristiana necesita instituciones cristianas que ayuden a la naturaleza humana a alcanzar su perfección, que ayuden al hombre a alcanzar el bien y la verdad.

Estos errores son el fundamento pseudoteológico de la democracia cristiana y de los católicos liberales. Con estos términos se engloban, más allá de las etiquetas, a los católicos que quieren influir en política, o que la política no sea contraria a la religión, pero renunciando expresamente a un poder católico, y a favor de la libertad religiosa y la democracia. Funesto error que no hace sino cosechar fracaso tras fracaso. Se diluyen tanto los perfiles que cualquier “inspiración”, apelación a “raíces cristianas”, etc. en la práctica acaba por carecer de influencia. Peor todavía cuando se rebajan las exigencias de un poder católico a favor de un teórico aumento de influencia o para realizar componenda con otros grupos políticos, sedicente católicos, pero que rechazan la existencia de la confesionalidad del poder. En este último caso además el objetivo por el que se renuncia a esta exigencia (sacar votos, salir en determinados medios de comunicación, medrar en institutos seculares o en la diócesis, etc.) paradójicamente nunca se consigue.

Pese a la aparente inactualidad de la doctrina católica clásica, su fundamento sigue siendo el mismo, y cualquier tentativa “moderada”, atemperada o renegada está empíricamente demostrado que acaba en el fracaso o en la esterilidad.

Por aquí se accede directamente a la idea de Cristiandad, situada en el centro del debate."No hay cristianismo de masas sin Cristiandad". No caben pueblos cristianos sin instituciones cristianas.

1 comentario:

  1. Estos errores naturalistas subyacen asimismo en la prédica oficialista de la mayoría de los clérigos, e incluso entre los Obispos. No quiere decir ello que la Iglesia los asuma, pues son errores contrarios al Depósito de la Fe y a la Doctrina Católica, por mucho que estén extendidos. La mayoría de las orientaciones pastorales incurren en estos errores naturalistas, muchas veces por un confesado complejo ante la ejecutoria histórica de la Iglesia, que apoyando poderes católicos consiguió la permanencia de pueblos católicos. La subversión de este orden nos ha llevado a pasar de vencidos a decadentes, con lo que la confusión está más que servida. Y de aquí, de la asunción por parte de muchos predicadores de estos errores deriva la crisis civilización cristiana y de la política católica. Pretender negar esta obviedad nos conduce a una postura necia e irreal. Por lo que en consecuencia, en el momento presente la política católica debe buscar necesariamente el amparo espiritual de la Tradición Católica frente a la devastación modernista. Es una consecuencia lógica, una exigencia obvia para mantener el combate sin incurrir en los errores citados. No hacerlo supone de facto contribuir a su extensión y ahondar en la confusión.

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