Resumiendo este “contenido
esencial” del pensamiento tradicional –y del tradicionalismo político- hemos
llegado a estas notas o determinaciones más comunes o generales:
-Concepción de la sociedad como comunidad, con un sobre-ti y una “ortodoxia pública” que en el pasado de nuestra
civilización fue el régimen de
Cristiandad.
-Fundamento familiar de la
sociedad, y sentido de pietas patria que
alcanza hasta la concepción del poder.
-Estructura corporativa e
institucional de la sociedad y jerarquización teleológica.
-Principio general de “subsidiariedad”
en la aplicación del poder con respeto a
la global “soberanía social” y a las foralidades locales, territoriales,
profesionales.
-Representación orgánica.
Rafael Gambra Ciudad. Tradición o mimetismo
Rafael Gambra luchó en defensa de
la unidad católica y la confesionalidad de España. Su doctrina política era
básicamente una renovación de los supuestos de Vázquez de Mella. Gambra concibe
la vida humana, no como autorrealización o liberación de trabas, sino como entrega
o compromiso e intercambio con algo superior que se asimila espiritualmente.
Ligado a esto se encuentra la concepción de la sociedad como una organización
en el espacio y en el tiempo. La sociedad es una proyección de las
potencialidades humanas, incluida la individualidad; y que tiene igualmente una
fundamentación religiosa, ya que sus orígenes se encuentran en unas creencias y
en una cosmovisión colectiva. Si el hombre es un compuesto de alma y cuerpo
llamado por la gracia al orden sobrenatural y, por otra parte, la sociedad
emerge como eclosión de la misma naturaleza humana, también la de un poder en
alguna manera santo y sagrado, es decir, elevado sobre el orden puramente
natural de las convenciones o de la técnica de los hombres.
A partir de tales planteamientos,
Gambra defiende una concepción organicista de la sociedad y el régimen
monárquico tradicional y federativo. El principio representativo se encuentra
encarnado en la corporación. El proceso federativo consiste en la progresiva
superposición y espiritualización de los vínculos unitarios, contrapunto del
Estado liberal o de la nación sacralizada de los fascismos y de los
separatismos nacionalistas. El federalismo es, según Gambra, algo radicado en
la misma historia de España, porque en su seno perviven y coexisten en su superposición mutua regiones de
carácter étnico, como la vasca; geográficas, como la riojana; políticas, como
la aragonesa o la Navarra. El vínculo superior que las une es la catolicidad y
la Monarquía.
La agonía de la “ciudad de los hombres "
ResponderEliminarLa “Ciudad de los hombres " que defiende Rafael Gambra estaba constituida por un conjunto de vínculos vivos y vividos que, a través de los diferentes niveles de la creación, mantenían al hombre unido a su origen y lo orientaban a su fin. La casa, la patria, el templo, lo protegían contra el aislamiento en el espacio: las costumbres, los ritos, las tradiciones, al hacer gravitar las horas alrededor de un eje inmóvil, lo elevaron por encima del poder destructor del tiempo. Hoy presenciamos la agonía de esta "Ciudad de los hombres". El liberalismo al aislar a los individuos y el estatismo al reunirlos en vastos conjuntos artificiales y anónimos, convirtieron la sociedad en un inmenso desierto donde las arenas sin rumbo los arrastran en los torbellinos del viento de la Historia. Y el hombre, víctima de este fenómeno de erosión, ya no tiene dirección en el espacio - se encuentra al mismo tiempo en la cárcel y en el desierto - ni un punto de referencia en un tiempo que corre cada vez más rápido sin saber a dónde va”.
Gustave Thibon en el Prólogo al libro "El silencio de Dios" de Rafael Gambra Ciudad