Editoriales

jueves, 21 de julio de 2011

19 de julio: Don Javier el Príncipe de la Cruzada.

Hoy hace setenta y cinco años. Si el Alzamiento Nacional general tuvo lugar el 18 de julio de 1936, y Melilla —la adelantada, como brevemente fue libre, leal y victoriosa en la I Guerra Carlista— se alzó contra el Frente Popular el 17, Navarra, la vencedora de la Cruzada, la nueva Covadonga insurgente, se alzó el 19. Los requetés del viejo Reyno, la fuerza decisiva, lo hicieron a las órdenes del Rey Don Alfonso Carlos, y bajo estas instrucciones in extremis del entonces Infante y Príncipe Don Javier, como Jefe de la Junta Carlista de Guerra, tras el acuerdo con los Generales Sanjurjo y Mola, el 14 de julio de 1936:

Obtenidas las prudentes garantías posibles sobre el futuro político, se ha acordado nuestra colaboración, por lo que en plazo brevísimo de contadas horas dispondrá todo lo necesario para que prestemos ahí esa colaboración de modo eficaz, ajustándose a las siguientes normas y supliendo cuanto sea necesario en cada sitio para el mejor éxito:

1. Estamos a la obediencia del Ejército y aceptaremos cuantos objetivos nos encarguen allí donde sus unidades inicien o secunden el movimiento.
2. Cuando actuemos encuadrados en unidades militares no se consentirá que vaya otra bandera que la bicolor o ninguna.
3. Cuando actuemos separados en unidades nuestras, llevaremos nuestra bandera, nuestros símbolos, vivas, organización y jerarquía.
4. En este caso, cuando ya se esté actuando se consagrarán al Sagrado Corazón de Jesús, y según sea posible harán aquellos actos de piedad o de prácticas de Sacramentos que se pueda.
5. La orden de actuar la darán los elementos militares con quienes ya está en relación y ellos indicarán el movimiento, y en el caso de que tarde, procurarán estimularles a decidirse.
6. Si en algún sitio fracasara la empresa, nosotros hemos de quedar actuando, concentrándonos dónde y cómo deben tener prevenido.
7. Apenas se triunfe, procurarán permanecer en armas en actitud expectante, para en lo posible, esperar orden especial para rendirlas todas a la vez solemnemente ante el nuevo Gobierno.

Más tarde, las «prudentes garantías» obtenidas no fueron respetadas. Fue traicionado el espíritu de la Cruzada de Liberación, y hoy seguimos pagando las consecuencias.

Pero, hoy como entonces, ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! ¡Viva el Rey legítimo!

Agencia FARO. 19 de julio de 2011.

miércoles, 13 de julio de 2011

Usurpación monárquica: "decoraciones heráldicas de la revolución que usurpan su nombre"

"El monarca conserva los honores, las apariencias y oficialmente el rango social de la antigua realeza; pero, en realidad, no es más que el remate heráldico de la nueva oligarquía. De modo que, sintetizando, podría decirse que el poder constituido en España es, no una monarquía, sino una poliarquía oligárquica y alternativa, exornada con las apariencias heráldicas de la realeza antigua"

Juan Vázquez de Mella. "La Iglesia independiente del Estado ateo" discurso pronunciado en el Teatro de Santiago. el día 29 de Julio de 1902

La Monarquía representativa tradicional frente a la falsaria "república coronada" actual

sábado, 9 de julio de 2011

La potestad política antiteocrática y la quiebra del principio de autoridad

El padre Bover escribe: "Podemos admitir como muy verosímil la interpretación tradicional de que el Imperio romano era lo que detenía el misterio de iniquidad, matizando esta afirmación en el sentido de que en él se encarnaba el principio del ejercicio de la autoridad". Es decir, en la destrucción del poder imperial en la historia de la humanidad se realiza la quiebra del principio de la autoridad. Es lo mismo que el padre Bover afirmaba sobre el advenimiento mundial de la democracia.

Hasta la reforma de Pío XII, la Iglesia , en la liturgía del Viernes Santo, oraba por el Imperio Romano: "Oh Dios, que riges los Imperios, contempla benigno al Imperio romano". Pero con la reforma litúrgica se comenzó a rezar por los que rigen los pueblos y ya no por el Emperador romano.

Estamos asistiendo al proceso de desaparición de todo principio unitario en el mundo. Hay una anarquía en el orden político, en el pedagógico, en el teológico, en el pastoral, en lo jurídico conónico, en lo familiar, en la vida escolar y en todas las dimensiones de la sociedad.

En el punto donde nos encontramos ahora sólo quiero añadir algunas sugerencias. San Pablo decía que cuando desapareciese el obstáculo, que durante siglos se ha afirmado que es el Imperio romano, el principio de autoridad quebraría. Esa aniquilación del principio de Autoridad, esa anomia, prepararía el enfrentamiento del hombre a Dios. Anomia quiere decir anormalidad o carencia de interna ordenación. En nuestro tiempo se generalizan posiciones éticas que niegan que exista la naturaleza humana. No pudiendo hablar de ella ¿cómo va a existir derecho natural? Si no hay naturaleza humana, tampoco hay bien humano: no hay nada que sea bueno o malo para el hombre. El Bien humano es un concepto aristotélico sobre el cual se funda toda noción de virtud y felicidad. Pero si no existe la naturaleza humana, tampoco hay fin para el hombre, ni nada que sea bueno o malo para él (...) Estos son los signos: la apostasía, el misterio de anomia, la remoción del obstáculo que es el principio de autoridad y del derecho(...)

La Bestia que sale de la Tierra es la que el Dragón hace adorar. El padre Bover dice que es la potestad política anticristiana en cuanto se consuma en un poder totalmente democrático. Democracia, en este contexto, no es un sistema de participación de los ciudadanos en el poder soberano (del que habla la Suma Teológica), sino que es una visión del mundo según la cual sólo la multitud es fuente de poder, ¡el hombre mismo!, y no hay ningún título trascendente ni absoluto frente al cual deba someterse.

Decía Spinoza que no hay nada justo ni injusto, bueno ni malo, más que lo que la multitud determina con el poder democrático. Democracia para muchos quiere decir un poder en que no hay ningún título trascendente: no hay ley natural, no hay naturaleza humana, no hay ningún poder que venga de Dios. Cuando se niega el origen divino del poder, se niega a Dios mismo; y el instrumento más eficaz para descristianizar el mundo han sido los errores políticos porque, derribado el principio divino de la autoridad, se hunde la vigencia de la moral cristiana, y se deshace la familia, la escuela y toda instancia social. He aquí la historia de la apostasía del mundo moderno, que se puede estudiar en Hobbes, en Spinoza, en Locke, en Rousseau y en otros autores modernos(...)

La Bestia apocalíptica, que es el Anticristo, es un poder político. El padre Rovira lo llama: "potestad política antiteocrática" . El padre Bover lo llama: "La potestad estatal anticristiana, que se consuma en el poder totalmente democrático" (...)

tomado de Francisco Canals Vidal. Mundo histórico y Reino de Dios

viernes, 8 de julio de 2011

La Monarquía Corporativa contra la plutocracia


Según Gil Robles (Tratado de Derecho Político. Salamanca, 1899; páginas 327 y sigs.), «el remedio más completo y eficaz para curar los males económicos y sociales de los tiempos modernos consiste en la restauración y constitución de los gremios», ya que «la sociedad tenía un poderoso instrumento de orden económico, social y político también en el gremio, y el Estado no necesitaba sino prestarle las soberanas condiciones de derecho que a las demás instituciones, cuya autarquía debe reconocer y amparar»; de acuerdo con León XIII quiere que se respete la iniciativa y razonable autonomía de las corporaciones libres que deben constituirse para todos los fines humanos y sociales, desde el religioso al político, sin olvidar que «todas estas sociedades tienen personalidad propia y natural no creada por el Estado». Define el gremio como la asociación permanente de los populares para todos los fines, necesidades e intereses legítimos de clase en corporaciones formadas por los industriales de un mismo o análogo oficio, y añade: «sin gremio no hay pueblo porque no hay organismos, sino átomos, polvo que huellan las plantas de los poderosos, cuando no lo levantan en furiosos y destructores remolinos el huracán de las revoluciones».

Reconoce las ventajas del gremio en una sociedad orgánica con valores, a se, en que las corporaciones son como Fueros sociales, como libertades concretas, pero nunca como órganos e instrumentos del Estado a estilo de los Estados totalitarios. Recapacitemos sobre esta doctrina llena de claridad y solidez: «Después de la familia es el gremio la sociedad más íntima y tutelar; una ampliación para todos los fines y necesidades del hombre y, por tanto, el vínculo más natural y espontáneo de cohesión y relación entre la sociedad doméstica y la sociedad política; un órgano intermedio entre la familia y el pueblo en toda la extensión y acepciones de la palabra; son los gremios los inmediatos elementos componentes del Consejo...»

Vio el catedrático de Salamanca que el gremio surge naturalmente, pero precisa un ambiente apropiado, el de la sociedad cristiana, y es incompatible con democracias anárquicas, liberalismos destructores, y totalitarismos absorbentes; por eso, dondequiera que la injusta arbitrariedad armada de la violencia o el torpe individualismo egoísta convertido ya en vicio hereditario y congénito no sofoca, destruye y arranca hasta los gérmenes y brotes del corporativismo gremial, éste es posible.

Y así, fue la Revolución, el liberalismo y la democracia inorgánica los que destruyeron en la Cristiandad el corporativismo: «El liberalismo, al proclamar la absoluta e igual independencia de todo hombre, y la Revolución, disolviendo con airado y feroz despotismo la vida corporativa, hirieron de muerte a la democracia, porque la desarticularon y dejaron sin hogar, plantel y baluarte». Es de advertir que cuando Gil Robles defiende la democracia se refiere a la de más allá de 1789, a la orgánica, la jerárquica, la del hombre concreto, la que parte de una concepción teocéntrica del universo: la cristiana, y de ninguna manera a la que nace con la revolución antifrancesa, la inorgánica, la igualitaria, la del hombre abstracto, la que deifica al hombre prescindiendo de Dios, la anticristiana. Para él «la democracia moderna es el sarcasmo cruel con que se disfraza y autoriza el tiránico monopolio del poder soberano efectivo que, de hecho, ejercen otras clases con irresponsabilidad absoluta y anónima».

Vuelve a repetir las nefastas consecuencias del Estado liberal: «Los poderes absolutos y tiránicos han hecho cuanto han podido para, destruir la democracia, demoliendo las corporaciones, y entre los primeros el gremio, y fomentando directa o indirectamente el capitalismo y la plutocracia, mueble e inmueble con toda clase de medidas»,

En estas breves líneas condensa el movimiento y desarrollo de los gremios hasta su decadencia: «Surgió en la Edad Media a impulso de una libertad previsora, de un individualismo recto, orientados y regidos por el principio e inspiración de la caridad cristiana. Se convirtió el gremio desde hermandad religiosa, en plena sociedad de cooperación económica, en potencia defensiva de los populares, en factor de vida política, en órgano representativo, en instrumento de educación política y de gobierno. El gremio no sólo fue aceptado por los poderes públicos, sino defendido y aún impuesto como corporación obligatoria. Con él procedió el Estado como con otras sociedades que tampoco crea, por ejemplo, la familia, y con otros círculos sociales intermedios entre ella y la nación. El gremio decayó y murió antes de que se fundase sobre él un sistema de representación política que virtualmente estaba contenido en la esencia de la institución» (ENRIQUE GIL ROBLES: El absolutismo y la democracia, págs. 133 y siguientes).

[...] Maeztu nos enseñó que «querer ser otro es lo mismo que querer dejar de ser»: lo que no es perfecto institucionalmente, no es; una Monarquía constitucional y parlamentaria no es Monarquía: unas Cortes sin representación no son Cortes; un Gremio o Corporación sin vida propia, sin libertad, no son tal, sino simples órganos del Estado...

Conclusión de El Matiner:
A día de hoy, solo una verdadera Monarquía popular y social, que convoque y escuche unas Cortes verdaderamente representativas, y que sostenga y ayude a los diversos Gremios o Corporaciones, es el único remedio cabal, eficaz y eficiente, contra la plutocracia conservadora, suplantadora de la iniciativa y la responsabilidad de las personas y de las corporaciones intermedias.

Fuente del cuerpo de texto:
MIGUEL FAGOAGA G.-SOLANA, Democracia, totalitarismo y corporativismo (Revista de Política Social – número 19, Julio/Septiembre 1953).

domingo, 3 de julio de 2011

La Comunidad orgánica frente al "hormiguero" individualista liberal

No ha de admitirse que sea el individuo suelto, disgregado, el punto de arranque de la sociedad, porque el individuo es ser sociable, pero no social, hasta que no se asocie, constituyendo la familia. No es el individuo, sino la familia la primera célula social. Es la familia la que contrae las primeras obligaciones, los primeros deberes; por eso le corresponden derechos. El individuo solo no es nada, y de la nada, nada sale. No es concebible el hombre aislado, y en cuanto, por inclinación o por necesidad, abandona su aislamiento, ya es ser social, porque de algún modo se ha asociado, al relacionarse, y toda relación es referencia, trato, enlace, concordancia. La sociedad, por tanto, la Nación ha de fundamentarse sobre núcleos vivos y efectivos, que son los núcleos sociales, los que, con acción social, deben y pueden influir y actuar en su propia atmósfera, en la sociedad nacional.

El voto aislado, el voto suelto, el voto universal inorgánico es contrario a la naturaleza del hombre pensante, porque se deja en cierto modo a la casualidad, a lo que salga; el voto corporativo, por gremios, por profesiones, por clases, por organismos, que tienen, cada uno, su ser y su razón de ser, su interés, su aspiración, es un voto lógico y consciente, además de ser natural, porque resulta conforme con la naturaleza de la sociedad, que es un conjunto de grupos sociales, con causas y efectos propios.

Tomado de: Melchor Ferrer. Historia del tradicionalismo español. Tomo 1

sábado, 2 de julio de 2011

Elena Calderón de Cuervo: Hispanidad y Tradición

Fragmento de la entrevista a la profesora Elena Calderón de Cuervo
por Felix Della Costa

-Elena, ¿qué es para vos la tradición?

¡¡Qué pregunta!!. Yo no entiendo por Tradición otra cosa que la que me enseñaron en el Catecismo, es decir, el acto y efecto de transmitir a otros lo que hemos recibido de la "autoridad". Pero acá hay dos cosas que aclarar: una que el traditum, es decir, eso que transmitimos, viene de Dios (qui locutus est per profetas) y sirve, por lo tanto, para la salvación del alma: "porque sólo Tú tienes palabra de vida eterna". Yo puedo enseñarles a mis hijas a hacer la carbonada criolla como me enseñó mi mamá, o a bailar el chachachá que no me acuerdo quién me habrá enseñado y, aunque en cierto sentido es un acto de tradición (transmito a unos lo que recibí de otros), no lo es en sentido propio, porque eso que enseño es creación del hombre y tiene, por tanto, fines limitados. En este paquete de tradiciones "impropias" entran la poesía, danzas, cantos, trajes, dichos, costumbres y cuanta cosa constituye el tesoro de nuestras nostálgicas "querencias" terrenales, que son obra de los hombres... y de la mujeres. No se ha conservado la melodía con la que el Rey David cantaba sus Salmos, ni los pasos y aires con que los bailaba (porque parece que los bailaba y muy bien, a juzgar por el entusiasmo de las espectadoras y la envidia de Saúl), porque ese aspecto, por muy hermoso que fuera, era obra de David; pero sí se ha conservado lo que dicen sus Salmos, porque allí el Rey cantor habló por inspiración del Espíritu Santo. Se ha inventado, recientemente, la palabra "folklore" para hablar de esta "manía" de la sensiblería popular (folk) o vulgar, de arrastrar viejas costumbres, debida a su falta de "capacidad para el cambio" con su consecuente negación al "progreso". Y esto se ha hecho con la pésima intención de meter en la misma bolsa y sin distinción de origen y finalidad junto con los bailes y las canciones, los "mitos", los ritos (o sea, la doctrina y los sacramentos) y, en fin, todo lo que la Iglesia Católica había impuesto en la vida de los pueblos, configurando en ellos, al mismo tiempo que un "programa de salvación", una cultura acorde con éste que se llama "civilización cristiana".

Lo segundo que hay que aclarar, es que, debido a que el traditum viene de Dios, es nuestro deber transmitirlo y sostenerlo. El "id y evangelizad..." es una orden, un mandato de Dios por medio del cual todos estamos obligados a ser transmisores de ese traditum y, más aún, a dar nuestra vida, si hiciera falta, en defensa de su integridad (porque a Dios no hace falta hacerle "adendas" ni ponerle parches) o en testimonio de su validez. Nuestra fidelidad a la Tradición es, en definitiva, una "cuestión de honor", de la cual dependen y derivan todos los otros honores de los hombres. Acá es donde yo distingo fidelidad de obediencia. Se es fiel a algo o a alguien y se lo sigue hasta el final, porque uno hace propio diríamos que hasta con orgullo, aquello a lo que se adhiere: Tus decretos son mi herencia para siempre, porque constituyen la alegría de mi corazón (Ps.118, 111-112). En cambio, muchas veces se obedece hasta con disgusto. El operario obedece, el vasallo es fiel. Por eso digo yo que nuestra adhesión a la Tradición es una cuestión de honor.

-¿Qué es para vos hoy concretamente la Hispanidad?

La Hispanidad es hoy y siempre la misma cosa. Es como hablar de la "Romanidad". Yo diría que la Hispanidad es la última versión que los hombres dieron de un orden político acorde con la Tradición acotado a los tiempos modernos: fue la respuesta de la Inteligencia Católica frente a la ruptura del sistema religioso. Y si le cupo a España y ésta le dio el tinte de lo español, fue porque Dios así lo quiso y porque los reyes españoles respondieron "con honor".

-Hay un punto que generalmente no se trata, y es que de una tradición religiosa común, surgen históricamente tradiciones políticas que están enfrentadas. Esto es por ejemplo cuando uno toma el grupo maurrasiano, (esto por no ir directamente a Maurras, por sus conocidos problemas religiosos), reivindicadores de la tradición religiosa y política de Francia, celebran cada derrota histórica de la España tradicional como un triunfo propio. Y la Hispanidad en sí, es difícil de concebir sin la secular enemistad con Francia. ¿Ésto tiene que ser necesariamente así, o supone que algo no se entendió?

El amor a la patria es un sentimiento legítimo, es parte de nuestro "honor" y, como yo lo entiendo, está inscripto en el Cuarto Mandamiento: Honrar al padre y a la madre. La nación, la de cada uno de nosotros, es la tierra de nuestros mayores y tiene que ver con la piedad filial amarla y defenderla. Pero no es, en sí, un valor absoluto sino relativo. Las naciones surgen al abrigo y por impulso de la Civilización Cristiana que las ordena y armoniza por medio del Magisterio de la Iglesia, de tal manera que lo nacional y contingente se subordine a lo universal y católico. En este aspecto, España dio el ejemplo cuando, por un lado completó el Orbis Terrarum y lo conquistó bajo el signo de la Fe y, por otro, lideró la última cruzada contra el Islam, uniendo en una acción común a todas las naciones cristianas. Era obvio esperar que donde primero los estados se separaron de la Iglesia (Inglaterra y Alemania) la idea nacional se convirtiera en un valor absoluto. Posteriormente, por contagio y por abandono de los principios tradicionales, los estados y los hombres en general, le fueron dando a la idea de nación ese mismo valor absoluto aunque, diría yo, restringido, porque limitaron sus fines a sí misma y, en este sentido, la volvieron un principio instrumental. Hoy los nacionalismos se erigen como el "instrumento" contra la "globalización", con todos los riesgos y fracturas que esto implica; porque entiendo que es un riesgo y es en vano contestar una cosa "general" con otra "particular", aunque la general esté mal y la particular bien, pero cada una en su ámbito. La única manera de detener la globalización que se nos viene, es con argumentos" globalizantes", pero ciertos y buenos, como la filiación a la Iglesia Católica y a su Magisterio, sin perder la nacionalidad -porque de hecho no la ataca- pero subordinándola a ese valor supèrior y universal.

Publicado en "La Santa Causa" Portavoz de las J.T.E

Obras de Elena Calderón de Cuervo en Nueva Hispanidad :

El discurso del Nuevo Mundo
Poética y Apologética en La Christiada de Fray Diego de Hojeda