La Monarquía tradicional, nacida al amparo de la Iglesia y arraigada en la historia, es magistratura tan magnífica y se presenta de tal manera rodeada de majestad y grandeza a la mente del filósofo y al corazón del poeta, que ninguno que se llame monárquico, aunque sea de las monarquías falsificadas que ahora se estilan, si poseen alguna ilustración y entendimiento, puede dejar de rendirse ante ella y cantar sus glorias y ponderar sus maravillas, si forzado por las circunstancias, tiene que luchar contra los secuaces de la forma republicana.
Porque defender el parlamentarismo monárquico contra el parlamentarismo republicano sin apelar para nada a la Momarquía representativa tradicional es tarea imposible, como lo demuestran evidentemente los doctores constitucionales cuando, por medio de un vulgar sofisma, procuaran hacer de la Monarquía histórica y la revolucionaria una misma institución, con el propósito de atribuir a la segunda las glorias y prestigios de la primera.
Pueden conseguir así efectos de momento entre la indocta masa liberal; pero la verdad no tarda en abrirse paso a través de las argucias y sutilezas, y concluye por ser objeto de mofa o desprecio el sofisma si lleva su temeridad hasta el punto de confundir en uno, según lo exigen y lo piden las necesidades de la polémica, el principio y el ser de la Monarquía cristiana y de la parlamentaria liberal. Un abismo las separa. Porque, mientras una reconoce y expresa de la manera más adecuada todos los atributos de la soberanía, la otra los mutila y divide, dándoles sujetos diferentes y sustituyendo la unidad, que los reduce al orden, con equilibrios y combinaciones que la convierten en máquina artificiosa y complicada, incapaz de excitar afectos ni de engendrar convicciones.
Porque defender el parlamentarismo monárquico contra el parlamentarismo republicano sin apelar para nada a la Momarquía representativa tradicional es tarea imposible, como lo demuestran evidentemente los doctores constitucionales cuando, por medio de un vulgar sofisma, procuaran hacer de la Monarquía histórica y la revolucionaria una misma institución, con el propósito de atribuir a la segunda las glorias y prestigios de la primera.
Pueden conseguir así efectos de momento entre la indocta masa liberal; pero la verdad no tarda en abrirse paso a través de las argucias y sutilezas, y concluye por ser objeto de mofa o desprecio el sofisma si lleva su temeridad hasta el punto de confundir en uno, según lo exigen y lo piden las necesidades de la polémica, el principio y el ser de la Monarquía cristiana y de la parlamentaria liberal. Un abismo las separa. Porque, mientras una reconoce y expresa de la manera más adecuada todos los atributos de la soberanía, la otra los mutila y divide, dándoles sujetos diferentes y sustituyendo la unidad, que los reduce al orden, con equilibrios y combinaciones que la convierten en máquina artificiosa y complicada, incapaz de excitar afectos ni de engendrar convicciones.
En el suelo feraz del derecho cristiano brotó el árbol de la Monarquía representativa e histórica; y cuando se desarrollo fecundando por la savía popular, bajo sus ramas frondosas comenzó a levantarse la nación, que de él recibió el ser; y de tal manera se confundieron en una de sus vidas, que la robustez y lozanía de la institución monárquica coincidió siempre con la grandeza nacional, y la ventura y prosperidad de la Patria fueron siempre en España florecimiento de la Monarquía y acrecentamiento del amor a la realeza.
Por eso la Monarquía española es sinónimo de Nación española. Y por modo tan maravilloso se identifican en un mismo ser social, que no se puede suprimir la Monarquía sin suprimir la historia nacional, y, por lo tanto, a la nación misma. Elemento esencial de la Patria son las tradiciones fundamentales; y siendo la Monarquía la primera tradición política, claramente se deduce que es parte esencial de la Patria, y que, por la fuerza de la lógica, los que se levantan contra la primera tienen que aborrecer la segunda.
(Juan Vázquez de Mella)
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Magnífico texto del gran "Verbo de la Tradición", nuestro gran Juan Vázquez de Mella.
ResponderEliminarLa monarquía falseada que hoy padecemos, meras y efímeras "decoraciones heráldicas de la revolución que usurpan su nombre", en palabras también de Mella, es hoy más realidad que nunca bajo el régimen de Juan Carlos, Jefe de Estado por la gracia del general Franco.
Ese mismo Juan Carlos que traicionó a su propio padre (don Juan), para poder acceder al trono y luego traicionó los principios del movimiento que juró defender para poder acceder a la jefatura del Estado. El mismo Juan Carlos que se "hizo irresponsable" con la constitución de 1978, para poder luego firmar leyes como la del aborto. Un Juan Carlos, que efectivamente encarna una república coronada incapaz de garantizar leyes justas, la unidad nacional y los principios históricos de la auténtica Monarquía española. Haciendo realidad la máxima de la filosofía clásica de que la corrupción de lo mejor se convierte en lo peor.
Esta parodia de Monarquía que hoy padecemos es en efecto una reedición a peor, del sistema de la restauración de los alfonsos, esos mismos alfonsos que en sus propias palabras eran "católicos como sus abuelos y liberales como su siglo", ahora ya ni la mascara de católicismo mantiene el usurpador Juan Carlos. El sistema eso si camina por los mismos derroteros de corrupción y caciquismo político, disgregación social y plena disolución nacional, camino quizás de una nueva intentona republicana?...sin una triste destacamento militar dispuesto a mantenerlo en el trono como sucedió con su abuelo Alfonso llamado el XIII ??
Esta dinastía liberal que siempre ha gobernado a base de golpes de estado y de las ballonetas de un ejercito repleto de masones; siempre al servicio de las plutocracias liberales que han destrozado España y ensuciado la imagen de la verdadera Monarquía española.
La Monarquía ha sido siempre en España una institución popular, lo que explica que en España el desarrollo del sistema feudal fuese mínimo y las libertades municipales y forales tuviesen en nuestras tierras una gran relevancia. La Monarquía tradicional está ligada esencialmente a la grandeza de las Españas aureas y a las libertades de nuestros pueblos.
ResponderEliminarSólo el debilitamiento de la Monarquía tradicional por efecto de tendencias absolutistas (influencia de la teología política protestante en el mundo católico), el regalismo y el despotismo ilustrado y finalmente la usurpación liberal, con la alianza entre los usurpadores y las nuevas oligarquías liberales han ido debilitanto la imagen de la Monarquía auténtica ante la burda falsificación de la institución.
Urge la clarificación y la denuncia del actual sistema como una falsa monarquía.
Otra Monarquía es posible: LA AUTÉNTICA.
Eso; Otra Monarquía es posible: LA AUTÉNTICA
ResponderEliminarUna Monarquía limitada por la ley de Dios y por la ley natural por un lado y por los fueros y las libertades de nuestros pueblos por el otro.
Una Monarquía Tradicional que evite toda tiranía, oligarquía y demagogia. Una Monarquía popular y federal con continuidad histórica que haga frente al poder del dinero, a las grandes corporaciones finacieras mundialistas. Un freno para el apátrida capitalismo financiero.
En una palabra recuperar las verdaderas libertades forales y municipales y la verdadera AUTORIDAD para la restauración de una comunidad política al servicio del Bien Común.
URGE EL RETORNO DEL REY!!!!!
"El monarca conserva los honores, las apariencias y oficialmente el rango social de la antigua realeza; pero, en realidad, no es más que el remate heráldico de la nueva oligarquía. De modo que, sintetizando, podría decirse que el poder constituído en España es, no una monarquía, sino una poliarquía oligárquica y altern...ativa, exornada con las apariencias heráldicas de la realeza antigua".
ResponderEliminarJuan Vázquez de Mella, "La Iglesia independiente del Estado ateo", discurso pronunciado en el Teatro de Santiago, el día 29 de julio de 1902.
Será una flasa Monarquía, pero ya la reemplazaremos por la auténtica CUANDO VENGAN TIEMPOS MEJORES. De momento, no le hagamos el trabajo sucio al enemigo. Dejemos de regalarle armas....
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