martes, 6 de diciembre de 2016

Carlos Hugo o la colaboración con el liberalismo: Sí a la Constitución de 1978

"La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don  Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. (…)"

Artículo 57 Constitución de 1978

Tras el fracaso estrepitoso (PULSAR AQUÍ) de su demagógica y aventurera estrategia de convertir el carlismo en un movimiento a la izquierda del partido comunista, al servicio de su ambición personal, Carlos Hugo demostró cuál era el núcleo y centro de su verdadera ideología política, el más craso y simple oportunismo. Fracasada la “ruptura política” y su intento de convertirse en líder de la revolución. Sin el más mínimo escrúpulo y rubor, Carlos Hugo impuso a su partido carlista el voto afirmativo a la constitución de 1978, en un nuevo bandazo ideológico desde sus alianzas con los maoístas y el marxismo más radical (PULSAR AQUÍ), a la colaboración más servil con el liberalismo. De querer ser la izquierda del PCE a ser un apéndice del PSOE.

Los desvaríos ultraizquierdistas del huguismo quedaron, pues, atemperados en 1978 con la intención de encontrar un acomodo dentro de una socialdemocracia moderada, “europea” y vacía de contenido y ser aceptado así en en juego electoral neo-liberal. Línea en la que se mantuvo el propio Carlos Hugo aún cuando abandonó la actividad política y qué pretende continuar su hijo Carlos Javier. Sin embargo ni los socialdemócratas se lo tomaron en serio ni los carlistas aceptaron ese nuevo bandazo. En este sentido se produce la campaña del Partido de Carlos Hugo por el SÍ al proyecto constitucional que se votaría el 6 de diciembre de 1978. Campaña donde el llamado partido carlista se gastó nada menos que treinta millones de pesetas, inversión en este intento de lavado de cara y comprar su asiento en el marco del nuevo régimen partitocrático. El partido carlista se constituyó así en un colaborador del sistema burgués, del que irónicamente se sentía agredido y atacado (así lo pregonaban) en los sucesos de Montejurra 1976. Esta incongruencia, fue contestada incluso dentro de sus desorientadas filas, donde y a pesar de todo, latían aun desnortadas ciertas pulsiones de la radicalidad antisistema del tradicionalismo visceral. En Navarra los abandonos de militantes fueron abundantes, el diario El País daba la noticia de la deserción de unos doscientos (PULSAR AQUÍ), en Cataluña muchos huguistas votaron en blanco contra las directrices de Carlos Hugo, como recoge Jaume Campás en su texto Apunte biográfico de Salvador Campás; y el dirigente huguista valenciano Xavier Ferrer escribe al respecto:

“A partir de 1976, el partido carlista se convirtió quizás influenciado por el grupo posibilista en mero colaborador (quizás lo fuera de forma inconsciente) del Neoliberal-capitalismo (…) El partido, luego, en un nuevo error, pidió a sus militantes, afiliados y simpatizantes, el voto afirmativo a una constitución enemiga del espíritu carlista que, entre otras cosas optaba por el sistema político liberal, consagraba el sistema capitalista, decidía que el Jefe de Estado fuera D. Juan Carlos de Borbón (el Príncipe de España del franquismo) y sus herederos, elegía el Estado autonómico, sinónimo de Estado descentralizado administrativamente y como burla al Estado Federal en Autogestión global que, siempre, el Carlismo propugnó. El que en  diversas nacionalidades no se hiciera caso de esa petición, votando en contra o absteniéndose, fue por iniciativa de los votantes, que, en ese momento, fueron rebeldes e indisciplinados. Y no lo dudemos, ¡hay que aplaudir esa rebeldía y esa indisciplina!”.
El hecho cierto fue que Carlos Hugo mostró su verdadero rostro, sólo atento a sus intereses y ambiciones particulares. La conclusión la da el propio Carlos Carnicero, el que fuera hombre de máxima confianza y estrecho colaborador de Carlos Hugo, en aquel entonces Secretario de Organización del partido carlista, en un artículo a propósito de la muerte de Carlos Hugo.

"colaboró (Carlos Hugo) en la consolidación de la Constitución de 1.978 y se abstuvo de plantear en todo momento un pleito dinástico con el Rey Juan Carlos para facilitar una democracia parlamentaria sólida".

Para esto y sólo para esto, sirvió el partido carlista de Carlos Hugo, y para ello destruyó el carlismo en su ambición personal sin límites. El epígono, a tanto dislate, fue el fracaso electoral de Carlos Hugo en las elecciones generales de 1979, fracaso de ese último intento de buscarse un lugar político bajo el sol, con esa claudicación humillante de acatamiento del texto constitucional que consagraba el restablecimiento del liberalismo en España, contra el cual tanto había luchado el carlismo.
El pensamiento tradicional catalán siempre opuesto al "constitucionalismo" liberal

El auténtico carlismo, siempre se opuso a cualquier proceso constituyente (PULSAR AQUÍ) por ser la radicalización del principio liberal de la soberanía. La de 1978 además era digna continuadora de la II República de 1931, incoando grandes males sociales (divorcio, aborto, centralismo-separatismo, capitalismo, etc.) contra los que siempre se alzaron los carlistas. Y como colofón se establecía por la vía constitucional la pseudolegitimación de la Dinastía usurpadora y se consagraba el parlamentarismo liberal tan nefasto para la verdadera representatividad social (PULSAR AQUÍ). Por eso los carlistas se opusieron con todos sus medios a la Constitución e hicieron una gran campaña por el NO. Además se agraviaba especialmente a Navarra con la Disposición Transitoria Cuarta, con lo que la campaña de los carlistas del Viejo Reyno fue heroica en esta oposición enfrentada a los intereses de los etarras, así como muy destacable la labor de El Pensamiento Navarro, lo que a la postre supuso su estrangulamiento económico por los poderes centrales.

9 comentarios:

  1. "La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. (…)" Artículo 57 Constitución de 1978

    Y a esto votaron SI los huguistas, ¡Increible!. No es otra cosa que el intento, de lo que nadie había conseguido, introducir a los carlistas dentro del sistema liberal capitalista, y el acatamiento de hecho de la Usurpación, lo que viene a suponer la liquidación pura y simple del carlismo. Y hay quien se atreve a reivindicar el legado de Carlos Hugo?...y promover a su hijo Carlos Javier que lo continua, al servicio de los mismos intereses: su ambición personal y la desvirtuación total del carlismo.

    No se puede reconstruir el carlismo desde los mismos errores que lo destruyeron. Hay que ser estúpido para no ver que la aceptación de la Constitución de 1978, aunque se pretenda argumentar que es un Si crítico, es una aceptación global del paradigma del liberalismo.

    ResponderEliminar
  2. El "SI crítico", el que la Constitución era un "punto de partido reformable" son argumentos falaces, que sólo pretenden esconder la realidad, que únicamente tiene un nombre: TRAICIÓN. O es que se pretendía cambiar desde dentro el liberalismo, aceptando sus premisas y fundamentos. Reformismo burgués y ABSURDO. El otro argumento que se vierte, es igualmente falaz: "evitar el peligro de involución"...como si el juancarlismo no hubiese sido la culminación del franquismo, pilotada por las mismas fuerzas económicas y políticas que sostuvieron al franquismo en su última etapa. Además es como decir que para evitar la vuelta a la I República los carlistas deberían haber apoyado a Alfonso llamado el XII. Esa dialéctica es demencial.

    En el fondo es no entender quien es el enemigo y lo que es el liberalismo. Y claro es no entender que es el carlismo. Y Carlos Hugo y los suyos de eso no tenían ni idea. Todos ellos acabaron en pocos años alabando la transición, el buen papel de Juan Carlos (empezando por la hermana de CH, María Teresa) y muchos de ellos militando en el PSOE.

    Sólo este hecho, el del SI a la Constitución, por si sólo, y sin recurrir siquiera a todos los demás desmanes cometidos, sentencian a Carlos Hugo y a su partido como anticarlistas.

    Y abrá todavía algún imbécil que diga que fue Montejurra 76, lo que destruyó al Carlismo.

    ResponderEliminar
  3. Lo que pretendía Carlos Hugo, era dotarse de un tono moderado de cara a las elecciones de 1979, tras el fracaso de los postulados radicales ultraizquierdistas en las elecciones de 1977. Para ello pretendió hacer de su partido, un mero partido socialista y autonomista en el juego electoral demoliberal. Una táctica electoral sin ningún principio político sólido, porque en definitiva Carlos Hugo y los suyos no dejaban de ser unos profundos liberales, aunque por algunos años habían jugado a revolucionarios izquierdistas siguiendo las modas del momento. Fracasaron , como no podía ser de otra manera, y todos ellos se fueron a su casa, su partido se volatilizo. Toda su camarilla, los Zavala, Carnicero, Clemente etc al no poder vivir del cuento de la política desaparecieron sin más explicaciones y otros buscaron cobijo y medro en el PSOE como Badía, Zufía y otros. De Carlismo eso ya no tenía nada desde los años 70. Su único "merito" fue evitar, mediante la confusión que crearon que el auténtico carlismo pudiese haber hecho frente al nuevo sistema liberal impuesto tras la muerte de Franco. Carlos Hugo es con mucho el hombre más nefasto que ha sufrido el Carlismo en toda su historia.

    ResponderEliminar
  4. Demencial. El partido carlista de Carlos Hugo argumentó en su versión de los sucesos de Montejurra 1976, que fue una agresión directa orquestada por las más altas esferas del Estado, con el fin de allanar el camino a la instauración del nuevo régimen y allanar la imposición de Juan Carlos como Jefe del Estado a título de Rey; sólo dos años después ese mismo partido carlista, pide el SI a la Constitución de 1978, que es la culminación de ese mismo proceso pilotado por las mismas fuerzas y las mismas esferas del poder, y que entronizaba al usurpador Juan Carlos como cabeza del Estado. Menuda estupidez o es que ellos mismos no se creían su propia versión de los hechos de 1976. Estupidez, miopía, oportunismo...que se yo. pero del todo demencial, colaborar con los mismos que se decía que querían borrarlos del mapa político.

    Lo evidente que el máxime responsable del declive del carlismo fue Carlos Hugo y sus bandazos políticos y personales.

    ResponderEliminar
  5. "AL NO PLANTEAR EL PARTIDO CARLISTA NINGÚN PROBLEMA DINÁSTICO NI MONÁRQUICO, CONVIENE SUPERAR LA INTIMA RELACIÓN O DEPENDENCIA DEL PARTIDO CONMIGO"

    (Declaración de Carlos Hugo al Consejo Federal del Partido Carlista, 24 de noviembre de 1979)

    Y el expríncipe con estas palabras abandonó su invento ( el llamado partido carlista), tras el fracaso de las elecciones de 1979. Dejó a sus abandonados militantes 30 millones de deuda electoral y se fugó a Estados Unidos. Este es final de todo el proceso iniciado por Carlos Hugo: La liquidación de su engendro político. Los más avispados se diluyeron en los partidos del sistema y el resto se fueron a sus casas ya integrados mentalmente en el sistema por el seguidismo de la linea huguista. La demolición quedaba completada, primero la rendición doctrinal, luego la política y finalmente la personal. La continuidad del Carlsimo, se debe a la acción del príncipe Sixto Enrique de Borbón, que mantiene la continuidad doctrinal, política y personal de la Causa, sólo en torno al Abanderado de la Tradición cabe reorganizar el Carlismo, superando radicalmente todos los desmanes de Carlos Hugo, sin ninguna debilidad ante sus mentiras y extravios. Sirva esto de aviso a los ilusos que hoy quieren ver a Carlos Javier, que reivindica el legado y herencia del traidor, un camino para la Causa. Construir sobre un legado de desmanes y errores es pretender levantar algo sobre las arenas movedizas de la traición y la falsedad. El Carlismo hoy sólo se encuentra en la Lealtad a S.A.R Don Sixto Enrique de Borbón.

    ResponderEliminar
  6. Otros grupos electoralistas maoístas también pidieron el SI a la constitución, como el PTE y la ORT. El MC pidió la abstención. Todos buscaban la imagen de moderación en vistas al rédito electoral. Todos fueron engullidos por el electoralismo y fueron fagocitados, desapareciendo al poco tiempo, el oportunismo tiene estos efectos.

    A favor UCD, PSOE, AP, PCE, PDPC, UDC-DCC, PSUC, PC, ORT, PTE, ID, ACL, PL, PSA, UGT, CCOO, USO, SU, CSUT

    En contra: ERC, EE, HB, OCI, PORE, LCR, POUM, PSAN, BNPG, FE-JONS, FN, AFN, UC, PCE (m-l), UNE, ADE, UPG, CT, EC

    Abstención: PNV, PSA, PCOE, AC, MC, OIC, OCE (BR), UCE, PUCC, PSC, PCU, ARDE, FA, PCT, MUM, ESEI, CNT

    ResponderEliminar
  7. La práctica totalidad de la llamada izquierda colaboró con el sistema, empezando por el PCE, salvando la continuidad del franquismo en su evolución hacia el juancarlismo, ayudando a la reinstalación del liberalismo en España, mostrando su esencia absolutamente burguesa.

    ResponderEliminar
  8. Otra similitud entre el maoísmo y el huguismo en la transición, fue la actitud semejante mostrada ante la constitución de 1978. Los principales partidos maoístas españoles el PTE y la ORT, enfangados en el electoralismo y el oportunismo político optaron por votar afirmativamente en el refrendo constitucional, en busca sin duda de un aire de moderación tras el fracaso de sus candidaturas en 1977. El partido carlista huguista siguió la misma estela votando también SI a la constitución liberal. Oportunismo y electoralismo igualmente. Los principios al servicio de la táctica y la componenda. A ninguno de ellos les sirvió para nada, y las candidaturas maoístas y huguistas fracasaron en las urnas en 1979. Su acción ayudó a consolidar el liberalismo y al sistema, a pesar de su retórica extremista de años atrás. El fracaso más estrepitoso fue sin embargo el del partido carlista que a pesar de gastarse 80 millones en la campaña sólo alcanzó 50.000 votos en toda España. El PTE se gastó 100 millones y la ORT 50 millones, sus resultados aunque más abultados tampoco les permitió alcanzar ninguna acta. El Movimiento Comunista (maoísta) el gran aliado del huguismo en 1977, se decantó por la abstención, con algo más de coherencia. En la extrema izquierda sólo destacó en su NO a la constitución el troskismo desde la LCR.

    Es interesante ver este nuevo paralelismo entre la táctica política del maoísmo y el huguismo.

    ResponderEliminar
  9. No soy experto en maoísmo, pero podría ser que esta decisión política del PTE, ORT y de los huguistas tuviera que ver algo con la tesis de Mao de "la Nueva Democracia"?, el lema y los carteles del partido carlista huguista pidiendo el SI a la constitución me suenan a algo así.

    “Nueva Democracia es un concepto maoísta basado en la teoría del Bloque de las cuatro clases de Mao Zedong en la China post-revolucionaria
    La teoría apunta a derrocar el feudalismo y lograr la liberación nacional, que se ve impedida por el gobierno de la clase capitalista, optando por el socialismo a través de una coalición de clases que luchan contra el antiguo régimen gobernante, unidos bajo el liderazgo y la guía de la clase trabajadora y su partido comunista.
    Mao tomó la perspectiva de Lenin en un siguiente nivel, señalando esencialmente que la democracia liberal y el socialismo podían combinarse en un sólo estado de construcción llamado Nueva Democracia.
    Una vez que la Nueva Democracia haya sido establecida, se puede afirmar que el país es ideológicamente socialista bajo el liderazgo del partido comunista, y su gente está envuelta activamente en la construcción del socialismo aun así el país mantenga varios aspectos de capitalismo para propósitos de lograr un rápido crecimiento económico. Es en esta forma que la Nueva Democracia se considera como una etapa para llegar al socialismo - un camino de dos etapas donde luego de la Nueva Democracia le sigue la dictadura del proletariado. Dado que la autoproclamada meta de la construcción socialista es la creación de una sociedad comunista sin estado y sin clases, la introducción de la Nueva Democracia hace que el proceso entero sea una teoría de tres etapas: primero la Nueva Democracia, luego la dictadura del proletariado y al final el comunismo”.

    Claro, que en este caso de la Constitución de 1978, el proceso no era guiado, ni liderado por ningún partido comunista o socialista, sino por las oligarquías burguesas y se ve más la impronta del oportunismo y el electoralismo más burdo. La deriva siguiente del maoísmo y del huguismo, refuerzan esta opinión. Más parece una claudicación al sistema.

    ResponderEliminar