...dentro de la nación, el hombre y la idea de libertad iba unida a las libertades públicas; no se hablaba de libertad sino de libertades. En lugar de ser una abstracción de donde todo puede engendrarse menos un beneficio cierto, la libertad era una idea concreta que se formulaba a través de derechos y costumbres. El príncipe juraba conservarlas y mantenerlas; el pueblo le prestaba, en compensación, juramento de fidelidad y cada uno se sentía suficientemente libre: el monarca en su trono, el magistrado en su Tribunal, el señor en su feudo, el mercader en su tienda, el artesano en su taller, el labriego en su manso, del mismo modo que el obispo en su cargo pastoral, el religioso en su convento, el canónigo en su capítulo y el parroco en su parroquia.
Cada uno se consideraba protegido, y al mismo tiempo sujeto, por las -reglas de su Estado- reglas nacidas de la costumbre, que es la forma más libre y más clara del consentimiento. Por otra parte, todos se movían en libertad dentro del cuerpo social al que pertenecían, sin entremezclarse confusamente en la sociedad, como si hubiesen caído de la luna y sólo el azar los reuniese. Los cuerpos sociales, a su vez, actuaban autonómicamente dentro de su órbita, cada uno según sus cánones, pero sintiéndose tan libres como el individuo, en el cumplimiento de sus destinos. Esta era la formación del cuerpo social, donde la libertad se entendía, más bien, como clave del normal juego de sus funciones, que como facultad de producir el desorden y fomentar la anarquía.
El marqués de La Tour du Pin
Cada uno se consideraba protegido, y al mismo tiempo sujeto, por las -reglas de su Estado- reglas nacidas de la costumbre, que es la forma más libre y más clara del consentimiento. Por otra parte, todos se movían en libertad dentro del cuerpo social al que pertenecían, sin entremezclarse confusamente en la sociedad, como si hubiesen caído de la luna y sólo el azar los reuniese. Los cuerpos sociales, a su vez, actuaban autonómicamente dentro de su órbita, cada uno según sus cánones, pero sintiéndose tan libres como el individuo, en el cumplimiento de sus destinos. Esta era la formación del cuerpo social, donde la libertad se entendía, más bien, como clave del normal juego de sus funciones, que como facultad de producir el desorden y fomentar la anarquía.
El marqués de La Tour du Pin
Las tres escuelas de economía, según el clásico de la contra-revolución, marqués de La Tour du Pin:
ResponderEliminar1) el que considera al hombre como una cosa - el liberalismo
2) el que considera al hombre como una bestia - el socialismo
3) el que considera al hombre como a un hermano - el corporativismo