(Don Sixto Enrique de Borbón con su pueblo. Pasto-Nueva Granada-Las Españas)
"España fue una federación de repúblicas democráticas en
los municipios y aristocrática, con aristocracia social, en las regiones;
levantada sobre la monarquía natural de la familia y dirigida por la monarquía
política del Estado"
(Juan Vázquez de Mella)
"Y aquí como en tantos momentos surge la diferencia
esencial entre la Monarquía tradicional y todos los demás regímenes de sello
revolucionario, que son de opinión o de partido. La Monarquía, precisamente por
estar vinculada al tiempo y a las generaciones, por situarse sobre los grupos e
intereses y no deberles nada, procura apoyarse en las más viejas y estables
instituciones y en las más nobles autonomías que, como ella misma, hunden su
prestigio en la Historia. Sólo la Monarquía no entra en rivalidad con la
sociedad, porque es, cabalmente, el único régimen social en el puro y profundo
sentido de la palabra"
(Rafael Gambra Ciudad. La monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional)
El siglo XIX es el origen en España de la moderna plutocracia y de la destrucción de la monarquía social. Proceso que en Europa es bastante anterior por efecto del protestantismo.
ResponderEliminarEn España con la desamortización de Mendizábal, en 1835, se produce una masiva “compra de conciencias” a través de la venta de las tierras robadas a la Iglesia y a las municipalidades; creándose así una “nueva” clase social soporte y apoyo del nuevo régimen y su monarquía liberal, al que deberá su prosperidad mediante este robo de tierras y propiedades.
Esta oligarquía, compuesta por los nuevos latifundistas, los burgueses enriquecidos y la nobleza “comprada”, el ejercito infectado de masonería y la nueva casta partitocrática, será puntal de la usurpación dinástica liberal a la que sustentará desde entonces. Este es el origen de la plutocracia española.
La desamortización será el origen de los grandes latifundios españoles, el origen de un empobrecimiento social enorme de las clases mas desfavorecidas, un desastre cultural sin precedentes…y de la creación de una crónica problemática social que envenerará todo nuestro siglo XIX y XX.
El marxismo y el anarquismo son los subproductos perversos de toda esta dinámica. Efectos disolventes y degenerados, que se explican sólo desde esta destrucción previa de todo el Orden social comunitario del catolicismo.
Esa es la disyuntiva: o poder anónimo, difuminado e incontrolable y en definitiva entregado a los grupos de presión del dinero o poder personal, responsable y visible. República en el primer caso, monarquía social en el segundo.
ResponderEliminarEl tema es muy importante y profundo. La monarquía social era un freno a la plutocracia y no por casualidad el grito de la burguesía fue: ¡Abajo los Reyes! junto al impío de ¡Abajo la religión! que era el vector intrínseco que sujetaba el poder del dinero.
El pacto realeza-pueblo, la alianza de la dinastía con el pueblo fue el freno histórico al poder de las oligarquías y los feudalismos. La Revolución aplanó el camino al nuevo poder oligárquico del dinero concentrado.
Sólo la monarquía social puede ser el poder restaurador de una sociedad orgánica que frene el poder financiero que nos ha llevado a esta crisis sistémica de la globalización tecnocrática. ¡DENTRO DEL SISTEMA NO HAY SOLUCIÓN!