El Matiner se complace en publicar esta colaboración del admirado Caballero de la Legitimidad Proscrita y gran historiador del Carlismo, don Manuel de Santa Cruz. Gracias y esperamos sea la primera de una larga serie.
La doctrina política tradicionalista de las relaciones del Estado con la sociedad fue resumida, genialmente, por el dirigente tradicionalista don José María Araúz de Robles en una sola palabra: "restitución". El Estado debe restituir a la sociedad tradicional las competencias y funciones que le ha ido usurpando progresivamente.
Telón de fondo de todo esta cuestión es el principio de subsidiariedad que dice que no puede sustraerse a las organizaciones sociales competencias y actividades que éstas pueden realizar por si mismas. Este principio, presente desde hace más de cien años en los principales documentos pontificios, es uno de los ejes del Derecho Público Cristiano y de la Doctrina Social de la Iglesia, que obligan en conciencia a todos los fieles. El Estado es subsidiario de la sociedad, y no al revés, como a veces parece y es, y se señala sin protestar.
El Estado en última instancia no es más que el soporte meramente burocrático que complica hasta la desesperación, con innumerables trabas por la multiplicación de las diversas administraciones (y por la falta de libertad municipal, aunque eso es otro tema), cualquier intento de vivificación de la sociedad. En estas condiciones, entre el puro individualismo liberal y el Estado burocrático, es muy difícil hacer presentes a las organizaciones de la sociedad, siempre condicionadas entre el mercado y el Estado. En cambio la restitución del principio de autoridad sería la garantía de armonización de las relaciones entre sociedad y Estado, sin el medro de la finanza y el capitalismo.
Ha habido situaciones en que las organizaciones libres y espontáneas de la sociedad estaban tan quebrantadas (guerras, catástrofes, etc.) que no podían realizar sus funciones, y entonces, el Estado, subsidiariamente, asumía competencias que normalmente no le corresponderían. Esto no quebrantaría el principio de subsidiariedad. Lo malo es que ese mismo Estado, vuelta la normalidad, retiene indefinida o injustificadamente esas funciones y en lugar de restituirlas las acumula.
Esta restitución es una operación necesaria para conseguir un equilibrio correcto entre las relaciones de la sociedad y el Estado. Pero a veces se produce un círculo vicioso. El crecimiento voraz del Estado debilita a la sociedad de la tal manera que, enferma de insuficiencia, se justifica, aparentemente, que el Estado siga "ayudándola" con nuevas confiscaciones. Hay que romper esa dinámica.
También forma parte de ese círculo vicioso que otras muchas veces la sociedad no alarga sus brazos hacia el Estado, mostrándole una terminal para recoger lo que éste le debe restituir. Faltan notables naturales, dirigentes, organizadores. Escasez o ausencia que al Estado le viene muy bien para justificar la retención y acumulación de lo que debería restituir. La sociedad en este caso es víctima culpable de sus propios errores.
Es, pues, nobilísima tarea fomentar desde la misma entraña de la sociedad las vocaciones de sus individuos a ser dirigentes en las más variadas actividades. Y vitalizar inmediatamente y ayudar a que se desarrollen los pequeños embriones de organizaciones libres que puedan surgir de manera silvestre, antes de que el propio Estado, voraz, las descubra y caiga en la tentación de aniquilarlas.
¿Cuáles son esas competencias que el Estado ha arrebatado a la sociedad? (Entiéndase que pregunto con curiosidad y no con ninguna mala intención).
ResponderEliminar¡Muchísimas Gracias!
En mi opinión siguiendo la doctrina tradicionalistas las únicas competencias "propias" del Estado deberían de ser la Defensa, el órden público y la diplomacia. Aún en las dos primeras cabria la colaboración subsdiaria de la sociedad a través de los cuerpos de reservistas voluntarios y la milicias concejiles, y en la segunda a través del Somatén. El resto de competencias (educación, sanidad, previsión social, etc.) deberian ser desarrolladas por la sociedad de modo autogestionario (en su sentido estricto, sin connotación progre o socialistizante alguna) y allí donde la sociedad no llegue debe ser el Estado quien actúe. No se trata de dejar a nadie desamparado, como querría el individualismo liberal, sino de evitar las costosas y pesadas intervenciones excesivas de "lo público" en los ámbitos en que la sociedad es autáquica y autosuficiente. Tampoco de que desaparezca el Estado, máxime cuando en el actual contexto y pese a su orígen, es un freno al mundialismo destructor.
ResponderEliminarEn cualquier caso, como acertadamente advierte el artículo es necesario como paso previo restaurar el principio de autoridad y una ortodoxía pública a través de la Unidad Católica que encauce esta reactivación social.
La doctrina señalada ha de ser lo suficiente dinámica para afrontar los cambios sociales y económicos concretos, no se puede señalar una lista a priori de competencias inamovibles. Añadiría a lo señalado por el anterior anónimo la realización o la promoción de las grandes obras públicas e infraestructuras así como mantener determinados estancos y sectores estratégicos de la producción nacional a los que actualmente se ha renunciado por asunción del neoliberalismo. El Estado, o "lo público" además de ser subsidiario de la sociedad (debería cubrir aquellos flancos a los que esta no llega) lo que debería promover es el "hacer hacer", es decir a través de una regulación mínima promover y fomentar la acción de la sociedad sin entrometerse. Por último, la restitución de la autoridad más que paso previo es una condición esencial para la restitución a la sociedad, pues el nihilismo liberal ha llevado, correlativamente a la destrucción de la sociedad, por lo que hoy en día seria muy polémico y complejo restituir a esta muchas competencias clásicas.
ResponderEliminarPor lo demás el artículo es simplemente magistral.
¿Podría alguien aclararme si el diputado y dirigente carlista Araúz de Robles tiene algo que ver con la familia de ganaderos de reses bravas del mismo apellido? Más que curiosidad es porque trabajo en el sector agropecuario y en alguna ocasión he coincidido con ellos y son gente magnífica.
ResponderEliminarEn efecto, así es. En 1945 José María Arauz de Robles adquiere la ganadería de Mariano García de Lora, ganadería fundada por los años 1910 a 1912 por Rufo Serrano con vacas de distintos orígenes. A la muerte de Rufo, García de Lara compra la ganadería, y ese mismo año se la traspasa a José María Arauz de Robles, el cual, modificó el anterior hierro y adquirió dos sementales, uno a Samuel Flores y otro a Juan Guardiola.
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