(...) Quieren curar las heridas que debilitan nuestra civilización, pero no pueden hacer viable su deseo porque el demo-cristianismo no es ni más ni menos que un acto de ignorancia histórica. La verdad es, simplemente, que los demo-cristianos no saben lo que ha ocurrido en Europa y, sobre todo, aquí en España durante el útlimo siglo y medio.
No saben que el liberalismo nació como un levantamiento de los ricos contra los pobres . No saben que el liberalismo echó raíces en España a costa de un mar de sangre y gracias a las bayonetas y el dinero de potencias extranjeras. No saben que el masón de Mendizábal, con su famosa ley de desamortización, literalmente robó a la Iglesia sus bienes , y así defraudó al pueblo español de lo que desde entonces se conocía como "el patrimonio de los pobres". No saben que se hizo este robo sin consultar al pueblo, que había donado tesoros y tierras de un valor inmenso durante siglos de piedad católica, a la Iglesia; un caudal administrado por la misma Iglesia en beneficio de toda la patria. La venta forzada de las tierras de la Iglesia creó una nueva clase, cuya existencia dependía de la perpetuación de este latrocinio enorme. Una sociedad de nuevos ricos se levantó por encima del cuerpo de España para apoderarse de su destino tan trágico como angustiado. Tampoco saben los demo-cristianos de hoy que esta misma clase despojó a las provincias de sus antiguas constituciones y suprimió las cortes, reduciendo así todo lo que no era Madrid a la esclavitud. Las provincias se marchitaron y se redujeron a unas entidades administrativas, mudas y sin personalidad propia. Ignoran nuestros hermanos, los demo-cristianos, que el liberalismo ni siquiera respetó la universidad, cuya antigua libertad se convirtió en una burocracia más y cuyos catedráticos se redujeron a funcionarios del Estado. No saben que esta misma clase de ricos liberales suprimieron los gremios y así despojaron a los obreros no solamente de todo instrumento de defensa de sus intereses y derechos, sino también de su dignidad personal. Tampoco saben los demo-cristianos que el sistema de partidos fue una máscara detrás de la cual trabajaba un puñado de hombres en la sombra para hacerse dueños de España. No saben que la dinastía de Isabel II, cuyo heredero hoy en día es Don Juan de Borbón, era nada más que un títere, una fila de cifras coronadas, adoradas e incensadas. También ignoran que los levantamientos carlistas tuvieron , como su bandera, las libertades y la religión del pueblo español.
El demo-cristianismo predica la justicia social, y todo el mundo debe aplaudir y ayudar en esta tarea tan noble; pero esta justicia social no puede realizarse a través del mismo mundo y el mismo sistema político y social que la aplastó el siglo pasado y que hizo posible las reacciones socialistas y marxistas (...) Así, el demo-cristianismo contiene dentro de su seno las semillas de su propia destrucción. Por haber aceptado el Estado centralizado establecido por el liberalismo y por haber entrado con gusto en el juego político de los partidos que hacen las veces de una sociedad estructuralmente cristiana...
Federico D. Wilhelmsen. El problema de occidente y los cristianos
No saben que el liberalismo nació como un levantamiento de los ricos contra los pobres . No saben que el liberalismo echó raíces en España a costa de un mar de sangre y gracias a las bayonetas y el dinero de potencias extranjeras. No saben que el masón de Mendizábal, con su famosa ley de desamortización, literalmente robó a la Iglesia sus bienes , y así defraudó al pueblo español de lo que desde entonces se conocía como "el patrimonio de los pobres". No saben que se hizo este robo sin consultar al pueblo, que había donado tesoros y tierras de un valor inmenso durante siglos de piedad católica, a la Iglesia; un caudal administrado por la misma Iglesia en beneficio de toda la patria. La venta forzada de las tierras de la Iglesia creó una nueva clase, cuya existencia dependía de la perpetuación de este latrocinio enorme. Una sociedad de nuevos ricos se levantó por encima del cuerpo de España para apoderarse de su destino tan trágico como angustiado. Tampoco saben los demo-cristianos de hoy que esta misma clase despojó a las provincias de sus antiguas constituciones y suprimió las cortes, reduciendo así todo lo que no era Madrid a la esclavitud. Las provincias se marchitaron y se redujeron a unas entidades administrativas, mudas y sin personalidad propia. Ignoran nuestros hermanos, los demo-cristianos, que el liberalismo ni siquiera respetó la universidad, cuya antigua libertad se convirtió en una burocracia más y cuyos catedráticos se redujeron a funcionarios del Estado. No saben que esta misma clase de ricos liberales suprimieron los gremios y así despojaron a los obreros no solamente de todo instrumento de defensa de sus intereses y derechos, sino también de su dignidad personal. Tampoco saben los demo-cristianos que el sistema de partidos fue una máscara detrás de la cual trabajaba un puñado de hombres en la sombra para hacerse dueños de España. No saben que la dinastía de Isabel II, cuyo heredero hoy en día es Don Juan de Borbón, era nada más que un títere, una fila de cifras coronadas, adoradas e incensadas. También ignoran que los levantamientos carlistas tuvieron , como su bandera, las libertades y la religión del pueblo español.
El demo-cristianismo predica la justicia social, y todo el mundo debe aplaudir y ayudar en esta tarea tan noble; pero esta justicia social no puede realizarse a través del mismo mundo y el mismo sistema político y social que la aplastó el siglo pasado y que hizo posible las reacciones socialistas y marxistas (...) Así, el demo-cristianismo contiene dentro de su seno las semillas de su propia destrucción. Por haber aceptado el Estado centralizado establecido por el liberalismo y por haber entrado con gusto en el juego político de los partidos que hacen las veces de una sociedad estructuralmente cristiana...
Federico D. Wilhelmsen. El problema de occidente y los cristianos
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