domingo, 12 de agosto de 2012

La usura, en el corazón de la modernidad

Pero la raíz de toda la falacia capitalista está en el principio de que el dinero está destinado a reproducirse: la usura. Con toda consecuencia, Aristóteles condena toda usura (obolostatiké) como contraria a la naturaleza de las cosas, concretamente, a la del mismo dinero. Porque el dinero tiene como fin el servir para el intercambio de bienes y no el de reproducirse, como parto (Jtókos) de sí mismo; los intereses del dinero son, pues, "hijos del dinero"(nómisma nomísmatos). Son, por lo tanto, el modo de adquisición más contrario a la naturaleza, y, por ello, justamente odiado.

A esta misma conclusión debe llegar la teoría jurídica no perturbada por la influencia crematística. Porque, siendo el dinero una cosa consumible, cuyo fin es su consumición jurídica, el "gastarse", y no siendo posible que las cosas destinadas al consumo se reproduzcan en forma de frutos, se concluye que el dinero no puede producir más dinero, a modo de fruto civil, es decir, de "renta".

No se trata aquí de poner un límite al préstamo de interés, como ha hecho la doctrina tradicional, sino de negar que el interés sea fruto del dinero prestado; la consecuencia principal de esto está en negar que el inversionista aporte a la sociedad un bien productivo que le pueda justificar como "socio"; siendo así que sólo es un prestamista, un acreedor que queda fuera de la sociedad empresarial.

Si el préstamo va acompañado de una obligación de intereses, tenemos una promesa que aumenta la cantidad prestada en razón del aplazamiento de su devolución, casi como una pena, aunque convencional, por el retraso; es la misma razón que justifica los intereses moratorios que puede fijar un juez, o el aumento del precio de una compraventa por el convenio de su pago "a plazos", porque también el precio aplazado es dinero acreditado, es decir, prestado.

Lo que aquí importa dejar aclarado es que el dinero, por su misma naturaleza de bien consumible, no puede, en buena medida, rentar intereses.

El fraude doctrinal a esta evidencia jurídica puede atribuirse a la Ética calvinista y, concretamente, a Demoulin, que llegó a negar el carácter consumible del dinero por la engañosa razón de que las monedas no se consumen físicamente por su uso, sin distinguir que la consumibilidad puede ser, no sólo física, sino también jurídica. Pero su doctrina ha sido fundamental para toda la Ética económica de la modernidad.

La palabra latina reddere significa "dar algo en propiedad a alguien". La lengua española deriva de ella dos verbos distintos: "rendir" y "rentar". El objeto propio de "rendir" son los "servicios"; el de "rentar", el "dinero". Tenemos en esta distinción la misma que debe hacerse entre los "servicios" de la Economía y las "rentas" de la Crematística, e, indirectamente, entre la felicidad y el placer: un gran reto para el hombre de nuestro tiempo.

El Capitalismo, partiendo de que el dinero ha de rentar, no sólo ha erigido al dinero —un dinero ya abstracto, no corporal— en patrón y medida del valor de todas las cosas, sino en estímulo y fin de toda la actividad humana. De este modo, el hombre ha dejado de ser considerado por sus "virtudes", para serlo por la rentabilidad de sus "valores". Consecuentemente, la "filosofía de los valores" debe ser entendida como la propia del Capitalismo. Cuando hoy se habla tanto de "valores", no conviene olvidar la genealogía y la malicia de este concepto, incluso, para seguir la expresión de Carl Schmitt, su "tiranía".

Álvaro D´Ors. La Crematística,(revista Verbo). Para leer todo el texto PULSA AQUÍ

7 comentarios:

  1. LA TRADICIÓN CATÓLICA CONTRA LA USURA

    Entre los padres de la Iglesia, mencionaremos a Gregorio de Nicea (Patrología Griega 46, 434); Juan Crisóstomo (Patrología Griega 53, 376: 57, 61 s); Agustín de Hipona (Patrología Latina 33, 664); Tomás de Aquino (Summa Theologicae II-II q. IXXVIII, y "De malo" q. XIII, t.2ª 14); Duns Escoto (In IV Sentet, d.15, q.2, nn. 17-20 y 26)...San Basilio magno etc. Tomás de Aquino realiza una comparación: prestar con usura es tan tramposo como hacer pagar por el vino y su uso por separado.

    El Concilio Luterano II (1139), se recalcaba la condena de la actividad usuraria, también si ésta se desarrollaba según el antiguo derecho romano. Es decir: la condena de la usura se refiere a cualquier tipo de interés, por pequeño que sea. Los usureros, tanto clérigos como laicos, eran considerados infames de por vida siendo privados de la sepultura cristiana. El Concilio de Letrán (1179) renovó la condena de la usura definiéndola como un crimen:

    "...nosotros ordenamos que los usureros manifiestos no sean admitidos a la comunión, y que, si mueren en pecado, no sean enterrados cristianamente, y que ningún sacerdote les acepte las limosnas".

    El Concilio ecuménico de Lyón (año 1245), tras expresar la gravísima preocupación por la "vorágine de intereses" (usurarum vorago) que había destruido muchísimos patrimonios prohibía de modo tajante contraer préstamos con interés.

    El Concilio ecuménico de Viena (1311-1312). Se establecía la excomunión de todos aquellos que mediante decretos o sentencias respaldasen el derecho de los usureros a cobrar los intereses estipulados. En el decreto 29 se lee:

    «Si alguien cayese en el error de afirmar con insistencia que ejercer la usura no es pecado, disponemos que sea castigado como hereje»

    El Concilio ecuménico Luterano V (año 1515) establecía que «en sentido propio se comete usura cuando del uso de una cosa que no produce nada, se pretende obtener, sin fatiga y peligro, una ganancia y un fruto». El Concilio ecuménico de Trento (año 1566), remacha la condena a los usureros «implacables y crueles en sus rapiñas, que robaban y desangraban al mísero pueblo». Se especificaba que la usura consistía en recibir una cantidad más, fuese la que fuese, añadida al capital prestado, tanto en dinero como de otras formas, y concluía diciendo que este delito siempre fue considerado odioso y mucho más grave que otros, incluso entre los paganos.

    Otra declaración oficial de la Iglesia contra la usura (entendida siempre como cualquier interés, por pequeño que sea) aparece en la Encíclica Vix Pervenit del Papa Benedicto XIV en el año 1745, en la que se condena:

    «ese género de pecado que se llama usura y que (...) consiste en que partiendo de un préstamo, el cual por su propia naturaleza pide que se restituya sólo la cantidad prestada, se quiere restituir más de lo que se recibió; y por esto mantiene que hay que añadir al capital una cierta ganancia debido al mismo préstamo. Debido a esto, cualquier cantidad de este tipo que supere el capital prestado, es ilícito y usurario».

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  2. Durante siglos la palabra judío fue sinónimo de 'usurero'. Esto empezó a cambiar cuando los reformadores calvinistas (en Suiza, Escocia, Inglaterra, Holanda y las colonias inglesas y alemanas en América) empezaron a sostener que el cobro de intereses era necesario para alcanzar la salvación. La tolerancia religiosa dio valor idéntico a las posiciones de aquellos que consideraban la usura como un crimen y las de aquellos que la consideraban una virtud. Liberado de la prohibición religiosa, el capitalismo estaba listo para florecer. Una vez que se legalizó la usura fue sólo cuestión de tiempo antes que todos los miembros de la sociedad, sin importar cuáles eran sus creencias, fueran forzados a someterse a la usura.

    Esta fue la obra de Lutero y Calvino; y de todos los iluministas liberales que cimentaron la ruptura del orden social católico: John Locke (1632-1704) firme defensor de la monarquía constitucional, del parlamentarismo y la usura, Adam Smith (1723-1790)calvinista que defendió la usura en su famoso libro La Riqueza de las Naciones ,Anne-Robert-Jacques Turgot (1727-1781),deísta francés y enciclopedista que abolió los gremios en 1776, Jeremy Bentham (1748-1832), padre del utilitarismo y su seguidor John Stuart Mill (1806-73).

    Todos ellos defensores de la esclavitud económica que era el resultado de la usura y su sistema derivado de la esclavitud salarial. Defendiendo la usura en contra de la tradición católica escolástica.

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  3. El liberalismo económico será ‘canonizado’ por el liberalismo político con la Revolución Francesa de 1789, una de las mayores masacres de la historia.

    Por ello, el mundo entero, las potencias de ese capitalismo emergente, se enfrentan a las Españas desde el siglo XVI, porque las Españas defendían el orden social de la Cristiandad, las leyes sociales del Evangelio.

    Las potencias protestantes, madres del Estado Capitalista, seguirán enfrentándose a las Españas hasta disolverlas, en el siglo XIX, en una España “Estado-nación” y los estados hispanoamericanos, con el triunfo del liberalismo y la dinastía usurpadora de Isabel "II" a su servicio.

    Y contra todo ello, se levantó el carlismo, firme defensor de la Tradición Católica, de las sociedades orgánicas federativas. De las comunidades y pueblos frente al centralismo y el liberalismo que ha llevado al mundo a la crisis terminal en la globalización controlada por la finanza.

    MONARQUÍA POPULAR CONTRA PLUTOCRACIA

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  4. Algunos modernistas han intentando justificar la usura definiéndola como “el préstamo de dinero con intereses excesivos”, algo diferente del mero préstamo con interés en sí, que sería legítimo. Sin embargo, esto es totalmente falso. Como demuestran el Magisterio y la Tradición, todo préstamo con interés es usura –incluso si el interés es moderado o el lucro tiene fines “sociales”– y está condenado por la Iglesia.

    René Charles Humbert, marqués de La Tour Du Pin-Chambly en su obra Hacia un orden social cristiano (1889)escribió: “todo préstamo con interés es usura, aunque la tasa sea legal, moderada o inmoderada”. El dinero no suda dinero sino por efecto de la usura y como consecuencia de una operación ruinosa siempre para la sociedad, pues alumbra fuentes de consumo improductivo, con daño del verdadero productor y del patrimonio social, donde repercute en forma deficitaria y como pérdida seca, sin compensación posible.

    La Tour du Pin pretendió reconstruir la sociedad humana, creando el moderno concepto de Estado corporativo, en el cual el crédito, préstamo sin interés, es un servicio social mantenido por el patrimonio corporativo de las asociaciones cooperativas.

    La totalidad del moderno sistema económico se funda sobre la usura. Los propios Estados, que con la Deuda pública, son los más formidables usureros, absorbiendo la riqueza de pueblos enteros y devastando sus economías. El capitalismo es, pues, el imperio de la Usura.

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  5. "Porque de todo eso previno el Carlismo y contra todo eso luchó, armas al brazo sus soldados, ideas al término sus pensadores. No se les hizo caso a los carlistas. Se les creyó “cazadores de brujas”. Pero sus profecías –para ellos disparatadas, para nosotros tan lógicas y perceptibles como un teorema- se han cumplido hoy"

    Francisco Elías de Tejada en ¿Qué es el carlismo?

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  6. Se dice a menudo que los usureros –que se benefician con el préstamo a interés– merecen un pago por sus préstamos debido a las oportunidades que pierden al no usar el dinero de otra manera. Pero eso asume que serían capaces de ganar dinero de otra manera. Más aun, asume que realmente tienen dinero para prestar. La verdad es que la mayoría de los préstamos son creados mediante artilugios financieros como el sistema contable de partida doble. Los banqueros crean de la nada documentos Pagaré. Luego nos prestan sus Pagarés como si fuera dinero.

    La usura es magia negra financiera. Una inversión de valores que destruye el orden natural. Este caos manufacturado luego contagia otros campos de la sociedad.

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  7. En su actual versión financiera y especulativa, el capitalismo laissez-faire es esencialmente usura promovida por el estado, como lo definiera el economista jesuita Heinrich Pesch.

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