(Propaganda de la revista "Unión Obrera" de los Sindicatos Libres carlistas en los años "20")
El Movimiento Obrero Tradicionalista, tiene su origen en los primeros años de la década de los sesenta en el seno
del carlismo. Sus primeros pasos se dieron en Murcia en 1963, con el claro
objetivo de enlazar con la tradición obrerista del carlismo, especialmente con
la experiencia de los Sindicatos Libres, creados por el carlismo en la primera
mitad del siglo XX.
Uno de los primeros inspiradores fue el sindicalista vasco Périco Olaortúa, antiguo militante de los “libres”, defensor de la propiedad sindical, pero no estatista y contrario al principio de la lucha de clases. En la circular de presentación, en 1963 del M.O.T, se leía:
Uno de los primeros inspiradores fue el sindicalista vasco Périco Olaortúa, antiguo militante de los “libres”, defensor de la propiedad sindical, pero no estatista y contrario al principio de la lucha de clases. En la circular de presentación, en 1963 del M.O.T, se leía:
“Este movimiento obrero de la Comunión Tradicionalista quiere
ser dentro de la interpretación católica de la cuestión social, el germen de un nuevo y renovado impulso en el
carlismo, para su proyección en el mundo del trabajo”
Su órgano difusor fue la revista “Vanguardia Obrera
Tradicionalista”. En 1964 el VOT transcribe en su número 3 un manifiesto de Ramón Sales, líder de los Sindicatos Libres carlistas, donde entre otras cosas se decía:
“Los Sindicatos Libres aspiran a la abolición del sistema
capitalista”
El M.O.T de Cataluña también se consideraba continuador de la
obra de Sales y de los Libres, y en un documento se definen como:
“No en vano es la vanguardia de la lucha obrera, la continuación de aquellos Sindicatos Libres, fundados en
los años 20 por Ramón Sales”. (El M.O.T de Cataluña y la Reforma Sindical)
En las Conclusiones del Tercer Congreso del M.O.T celebrado
en Madrid los días 31 de octubre y 1 de noviembre de 1965, se declaran
partidarios del Corporativismo, en la más genuina tradición social católica:
“El Cooperativismo es un sistema social cristiano por
excelencia, en donde el hombre vuelve a ocupar el puesto de primacía que le
corresponde en la actividad productiva, sometiendo el capital a su servicio y
reduciéndole a sus justos límites de instrumentos de la producción y no como
medio de dominio del hombre (…) Frente a la propiedad privada de unos pocos y a
la propiedad colectiva que es de uno solo, el cooperativismo supone la
propiedad privada para todos a la vez, que es una propiedad social al servicio
de los socios. (…) El Tradicionalismo, fiel a los principios sociales
cristianos que constituyen la esencia de
su doctrina, propugna el sistema cooperativo como una solución que contribuirá a
resolver el problema social económico de nuestros días.”
En el mismo Congreso se proponen como textos básicos de
formación para los militantes del M.O.T los siguientes libros: “Breve historia
del Legitimismo español” de Melchor Ferrer, “La Monarquía Social y
Representativa” de Rafael Gambra y “Antología de textos de Vázquez de Mella” también
de Rafael Gambra. Así como el Breve curso del M.O.T; en este texto tras una feroz crítica al capitalismo liberal y a los sindicatos verticales franquistas, se definía
de la siguiente forma al sindicalismo anarquista y marxista:
“Los anarquistas son fieles al ideal obrero del reparto y de
la propiedad en manos común. Pero dos fallos garrafales cometieron: 1-emplear
como única táctica la violencia, ejercida muchas veces contra inocentes 2- sus
dirigentes están al servicio de la burguesía masónica (la historia de España
los confirma). Los sindicatos marxistas representan la traición plena al ideal
obrero. Estatismo, materialismo dialéctico en oposición al recio humanismo de
la familia obrera, sacrificio de todo respeto a normas morales en aras de una
táctica absorbente. Como decía Marx y repetía Lenin el marxismo no es un
movimiento obrero sino una fuerza dirigida por intelectuales burgueses. La
subordinación ciega de estos sindicatos al partido los incapacita para
representar la causa obrera”.
Sobre el marxismo se añadía:
“La colmena es el resultado de la aplicación del marxismo a
una sociedad. Es otro intento de superar el liberalismo que conduce a una
masificación peor que la occidental. En la sociedad marxista pura, la China,
porque la rusa parece querer asomarse a Occidente, ha desaparecido hasta la
apariencia de libertad. Libertad ¿para qué? Decía Lenin.
Los caracteres de la colmena soviética son:
1-Solidaridad entre hombres, impuesta coactivamente, nacida
del odio a otros hombres. Los odiados reciben muchos nombres:
contrarrevolucionarios, fascistas, imperialistas etc. Nótese que lo que define
al enemigo no es el ser obrero o burgués, sino el estar excomulgados por el
dogma marxista. Hay burgueses marxistas y obreros anticomunistas, estos son sus
peores enemigos.
2-Las decisiones de gobierno pertenecen en exclusiva a una minoría
oficialmente definida: el partido.
3-Capitalismo de Estado. Las bases del capitalismo siguen en pie; el único capitalista, el único patrón
es ahora el Estado. El obrero sigue siendo una máquina; los peores salarios,
las jornadas más duras de trabajo son las comunistas.
4-Dictadura del proletariado. Oficialmente se llaman
democracias populares. Pero en realidad es un régimen totalitario en que todas
las libertades fundamentales del hombre están encadenadas.
5-Toda la información es arma de propaganda política. Hablar
de verdad o de mentira en cuanto lo que se diga coincide con la realidad de los
hechos, carece de sentido político aplicado a la propaganda soviética. Si
interesa decir que el descubridor de América fue un ruso, pues se dice. Si se
afirma que el Papa es un servidor, hoy, de los intereses capitalistas y mañana
que ha aceptado las tesis marxistas, no hay ningún rubor en proclamarlo.
6-El partido comunista verdugo y heredero de los antiguos
grupos de presión. Los mata, hereda sus privilegios, los incrementa y ahoga la
sociedad de forma total; controla todas sus manifestaciones religiosas,
culturales, artísticas, políticas etc.”
El M.O.T desapareció en 1970 no pudiendo superar la alocada deriva
huguista y la demagogia impuesta por la traición del ex-príncipe, truncándose así
una interesante experiencia, no carente de errores y mimetismos epocales, pero
muy sugerente en la proyección social anticapitalista del carlismo contemporáneo.
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