LA MONARQUÍA TRADICIONAL ES SOCIAL
EL término fué empleado primeramente por la Tour du Pin.
Después se ha venido usando, aunque sin definirlo. Unos han entendido
una democracia cristiana que si nos atenemos a sus orígenes sillonistas no son
de carácter tradicional. Otros lo convierten en una nueva edición del
despotismo ilustrado de los filosofistas del siglo XVIII. Otros, en fin,
pretenden, al amparo de la Monarquía una demagogia reñida con la tradición,
donde todo es orden y armonía. Sin embargo, La Tour du Pin había sido claro y
contundente. «El Rey presidente hereditario de las Repúblicas Corporativas»
.
No es pues la Monarquía Tradicional en su carácter social lo
que nuestros adversarios y los no tradicionalistas entienden. Nosotros
entendemos por Monarquía social la organización de las fuerzas sociales en
grandes Corporaciones, libres e independientes en su esfera interna, pero están
sujetas a la autoridad real en el bien común y en la defensa propia. En la Monarquía social hay corporaciones de Trabajo y hay corporaciones que podríamos
llamar Intelectuales. Corporaciones de Trabajo que tienden en su actividad a
que sus incorporados gocen de beneficios morales y materiales. No son los
Gremios antiguos, pero tampoco los Sindicatos modernos, aunque en ciertos
aspectos los Anarco-Sindicalistas tuvieron un concepto de la Confederación de
Corporaciones mucho más aproximado al tradicionalista que los partidarios de
los modernismos totalitarios. Se comprende: En muchos autores anarquistas hay
un claro reconocimiento de la tradición corporativa. Y hasta el mismo Karl Marx
tuvo que reconocer que el capitalismo es obra de la sociedad posterior a la Tradición.
LA Monarquía social no es pues la que levanta Universidades
Laborales, ni la que crea Escuelas Profesionales, ni edifica viviendas. Esto
depende de las mismas Corporaciones que sabrán hacerlo mejor y más barato, sin parásitos
y sin burocracia, porque son sus intereses los que se juegan. La Monarquía
tradicional en el orden social crea, protege, ampara y defiende las
corporaciones, y estas actúan coordinando sus esfuerzos uniendo sus recursos y
defendiendo sus prerrogativas. Ellas se gobiernan, se administran y se
desenvuelven independientes y en su esfera soberanas. Organizan su
beneficencia, su formación profesional, sus actividades culturales, sus normas
de trabajo, etc, es decir, todo lo que tiene un elemento vivo dentro de un
Estado Moderno. Pero el Estado, por el Rey, que es el representante, defiende
derechos, evita abusos que lesionan el bien común, es arbitro en las disputas
cuando hay dos distintos intereses en pugna o con dificultades, y como que el
Rey no depende de ningún litigante, como que el Rey es por sí mismo dispensador
de justicia, da la razón al más débil, no por ser más débil, sino porque tenga
razón, y sentencia contra el más fuerte, no por ser el más fuerte, sino cuando
su pretensión es injusta.
No hay necesidad de Ministros de Trabajo, no otras alharacas.
A lo más podrá crear el Rey el Consejo de Corporaciones, ya que un fuero nuevo
se ha creado; el fuero de la Corporación. Y el Rey dispensa sólo Justicia.
Brazo de Justicia para todo, encima de todos, al servicio de Dios y de la
Patria.
(FERRER)
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