sábado, 24 de marzo de 2018

Soluciones tradicionales para la España vacía (o vaciada por el liberalismo)

El Concejo del Roncal.
Joaquín Sorolla, Visiones de España. Hispanic Society of New York. 1913.

SOLUCIONES TRADICIONALES PARA LA ESPAÑA VACÍA (O VACIADA POR EL LIBERALISMO)

Despoblación y Abandono de la España Rural. El imposible vencido (Valencia, 2018) es el último estudio publicado del geógrafo y activista contra la despoblación valenciano Luis del Romero. Sus líneas de investigación están colectivamente desarrolladas desde el grupo Recartografías, que propone un diagnóstico y una terapéutica de la problemática despoblación en sintonía con la tradicionalista. Así en el comentario de la obra hecha por la propia Universidad de Valencia se señala

La investigación del profesor de Geografía demuestra cómo la construcción y configuración del estado nación español como proyecto liberal “se ha hecho a expensas de la explotación, desarticulación y a veces destrucción física de las culturas rurales”.

Una denuncia clásica del tradicionalismo, sobre la que actualmente Agencia FARO viene realizando una impecable labor de documentación y recopilación de datos históricos. Pese al que el carlismo no tuviese una única dimensión rural el liberalismo atacó a ciencia y conciencia esos núcleos por lo que suponían de custodia de las libertades populares y dimensión comunitaria de la transmisión de unas creencias seculares. Dejando sin vida lo rural se podía consolidar un sistema caciquil desde el centralismo de las capitales de provincia (muchas sin fundamento histórico o geográfico) que fuera desplazando la tradicional ortodoxia pública por la nueva ideología liberal. Esta pretensión plenamente ideológica tuvo una secuencia en el orden social, económico y demográfico. La instauración del capitalismo en España se hizo igualmente a expensas del campesinado y mundo rural, que tuvo que aguantar la reforma fiscal con la imposición monetaria y la desamortización de las tierras eclesiásticas y comunales en beneficio de una minoría liberal beneficiada por su sostenimiento del ejército isabelino. Caso por el ejemplo de los marqueses de Larios, título creado por Isabel (II) para premiar a unos industriales malagueños que actuaban como defensores de los intereses mercantiles de Inglaterra en Andalucía. Los mismos adquirieron cerca de Albacete unas tierras desamortizadas de un convento franciscano donde fue hallada la imagen de la Patrona de la ciudad a las que se unieron las comunales de los municipios cercanos como Pozohondo. La secuencia fue letal, pues pasaron a manos privadas unas extensiones enormes, desroturando tierras de labranza para convertirlas en coto de caza y privando a los pueblos de sus recursos naturales, con el correspondiente atraso económico y social, miseria donde antes había futuro, emigraciones de generaciones enteras y analfabetismo.

El ladino argumento desamortizador del marrano Méndez (alías “Mendizábal”) se demostró falaz, las tierras desamortizadas fueron mucho menos productivas que durante el Antiguo Régimen, lo que como patrimonio común era por su propia naturaleza indisponible quedó al arbitrio de la especulación.

Por lo que respecta a posibles soluciones el autor aborda la restauración de muchos métodos de vida tradicionales:

El investigador valenciano apuesta por la recuperación y nuevo uso de los bienes comunales, aquellas tierras en forma de bosques, prados, sendas y caminos, molinos, estructuras de piedra en seco o vedados, la gestión de los cuales tradicionalmente ha pertenecido a la colectividad de los individuos del municipio y que ahora suelen estar en manos privadas o de la Administración.
Caricatura de Juan Méndez (alias Mendizábal) en la prensa de la época. En el pie de la misma se leía:

¡Ah, muchachos, al hebreo!
Tira del rabo Juanillo. Aprieta tú, Periquillo.
Fuera, fuera el fariseo que a los templos entró a saqueo.  

Es decir, se trataría de revertir en lo posible la situación injustamente creada por la Revolución, con las actualizaciones necesarias. Sin la base de esa riqueza material que por orden natural corresponde a la comunidad -o en su caso correspondía a la Iglesia- y por ello mismo no puede disponer de ella cualquier programa de actuación sobre las zonas despobladas es una mera quimera. Las administraciones podrán mostrar ufanas carteles de inversiones con el correspondiente escudo a efectos publicitarios, pero no dejarán de recoger los frutos de lo engañoso de lo público como panacea, una opción falaz y que acabará sufriendo la sociedad (recordemos el desastroso PlanE de la última época de ZP). Es precisamente la sociedad la que se ha de dotar de instrumentos adecuados para poder organizarse por sí misma, evitando la especulación fruto del afán de lucro individualista del liberalismo y los ridículos parches socialdemócratas, dinero de todos gastado de forma cortoplacista y sin sentido. En esta línea crítica con el papel de las administraciones públicas:

El experto cita como principales causas de la despoblación existente en España “el entramado jurídico” y “la arquitectura institucional del Estado Español”, con diferentes administraciones poco coordinadas, realidades territoriales muy diferentes y una superestructura como la Unión Europea que (…), “no ha ayudado a aquellas no competitivas. Además, existen procesos históricos como por ejemplo la privatización de todo tipo de bienes comunales desde el siglo XVIII con varias reformas legales, que se han convertido en todo un mecanismo de expulsión de población, especialmente la más humilde”. 

Los tradicionalistas hacemos votos por vencer al imposible, como se señala en el subtitulo del libro propuesto. Se necesita legislar poco pero bien. Como también propone el autor la vuelta a una Carta Puebla, institución entrañable de nuestro Derecho Histórico. Promoviendo las Villas Francas como núcleos de atracción de mercados de los productos actualmente llamados de proximidad. Dignificando infraestructuras (aspecto este que ocupó muchos desvelos de Eloy Landaluce a través de sus escritos en Lealtad). Apostamos por la revitalización de los núcleos rurales como base de un desarrollo armonioso de la Patria sobre la preservación de los oficios tradicionales (otra de las propuestas de Luis del Romero), la vuelta a los comunales y a las libertades populares, al modo tradicional de autogobierno municipal (puede ser un buen ejemplo reciente de esto la época al frente del ayuntamiento de Belmonte de San Juan del tradicionalista Roberto Gonzalo Bayod en los 90, cuando restauró una suerte de Senado municipal) y devolviendo el protagonismo a la sociedad bien organizada frente al medro de los políticos del sistema, herederos de los causantes del vaciamiento de España.

La España vacía, el carlismo y sus confusiones

9 comentarios:

  1. El siglo XIX es el origen en España de la moderna plutocracia y de la destrucción de la monarquía social. Proceso que en Europa es bastante anterior por efecto del protestantismo.

    En España con la desamortización de Mendizábal, en 1835, y las sucesivas desamortizaciones, se produce una masiva “compra de conciencias” a través de la venta de las tierras robadas a la Iglesia y a las municipalidades; creándose así una “nueva” clase social soporte y apoyo del nuevo régimen y su monarquía liberal, al que deberá su prosperidad mediante este robo de tierras y propiedades.

    Esta oligarquía, compuesta por los nuevos latifundistas, los burgueses enriquecidos y la nobleza “comprada”, el ejército infectado de masonería y la nueva casta partitocrática, será puntal de la usurpación dinástica liberal a la que sustentará desde entonces. Este es el origen de la plutocracia española.

    La desamortización será el origen de los grandes latifundios españoles, el origen de un empobrecimiento social enorme de las clases más desfavorecidas, un desastre cultural sin precedentes…y de la creación de una crónica problemática social que envenerara todo nuestro siglo XIX y XX.

    El marxismo y el anarquismo son los subproductos perversos de toda esta dinámica. Efectos disolventes y degenerados, que se explican sólo desde esta destrucción previa de todo el Orden social comunitario del catolicismo.

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  2. La Tradición está viva. El tradicionalismo no consiste en adorar las cenizas, consiste en trasmitir la llama ardiente y luminosa que recibimos de nuestros antepasados.

    Tras siglos de lucha contra el modernismo deshumanizador, después de sufrir los robos de las desamortizaciones y de ser asolados por la avaricia sin límites de los modernos y sangrantes impuestos centralistas, el gobierno sigue legislando sin piedad ni descanso contra los últimos reductos de libertad y verdadera democracia, como nuestros concejos, pedanías y juntas vecinales. En definitiva contra nuestros Fueros, con los que los verdaderos reyes protegían a sus súbditos de los posibles abusos de nobles y señores.

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  3. Si la gente vivía peor tras la Desamortización, ¿por qué se produjo un aumento de la población y su esperanza de vida?

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    1. La esperanza de vida no empieza a aumentar en España hasta 1900 (son datos del historiador Santos Juliá). Y se reconoce en ello la implementación de los primeros instrumentos de Previsión Social Pública, auspiciados por Pidal (Ministro de Fomento, de orientación católica) y Maura. Las tasas de natalidad se mantenían porque el valor de la reproducción estaba firmemente arraigado pese a la remoción del campesinado y su proletarización.

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  4. Ya, y no tiene nada que ver el aumento de tierras en cultivo,¿no? No es muy lógico que cuando la situación económica va a peor la natalidad permanezca igual e incluso aumente la población.

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  5. Además, ¿de dónde sale el capital para llevar a cabo los planes de Pídal? Sin la transformación capitalista de España habría sido imposible.

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  6. ¿¿Aumento?? Tierras cultivadas se desroturaron para actividades no productivas. Los grandes cotos de caza surgen en aquellos años. Se enriquece una minoría de adictos al régimen isabelino, pero el pueblo no participa para nada de esa nueva situación, lo que lleva a crisis de subsistencia y enormes emigraciones a América. Ni siquiera a efectos "técnicos" funcionó lo más mínimo la desamortización, cuyo fundamento legal fue totalmente injusto. El expolio del patrimonio de todos quedó regalado en manos de cuatro con la secuencia letal sobre las clases populares.

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  7. El aumento de la población viene por la disminución de la mortalidad por los avances médicos y no por causas sociales o económicas. Es época de grandes avances de este tipo en todo Europa, progreso que no tiene nada que ver con el capitalismo.

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  8. Sobre la fuerza de la ley y de la costumbre y la destrucción actual de todo orden y autoridad23 de abril de 2018, 4:32

    Es legítimo cambiar una ley en cuanto con su cambio se contribuye al bien común. Ahora bien, por sí mismo, el cambio de las leyes comporta ciertos riesgos para el bien común. Porque la costumbre ayuda mucho a la observancia de la ley, tanto que lo que se hace en contra de la costumbre ordinaria, aunque sea más llevadero, parece más pesado. Por eso, cuando se cambia una ley se merma su poder de coacción al quitarle el soporte de la costumbre. De aquí que la ley humana no debe cambiarse nunca a no ser que, por otro lado, se le devuelva al bien común lo que se le sustrae por éste. Lo cual puede suceder, ya porque del nuevo estatuto deriva una grande y manifiesta utilidad, ya porque el cambio se hace sumamente necesario debido a que la ley vigente entraña una clara iniquidad o su observancia resulta muy perjudicial. Por eso dice el Jurisconsulto que la institución de nuevas leyes debe reportar una evidente utilidad que justifique el abandono de aquellas otras que durante mucho tiempo fueron consideradas equitativas.

    S.Th. I-IIae. c.97

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