lunes, 14 de febrero de 2011

La falsificación del ethos occidental, por obra del liberalismo.

El liberalismo modificó la sustancia ontológica y moral del país...¿Cómo es eso? ¿No es un sistema político y económico? ¿Qué tiene que hacer aquí la moral?

Que el liberalismo ha sido el sistema económico y político del capitalismo (libre cambio, individualismo económico, guerra comercial, resortes ocultos de la trata, trabajo a base de papel y crédito, Bolsa y Banca, Bolsa y Banca...con sus resultados sociales, por un lado; democratismo, Parlamento, división de poderes, sufragio universal...con sus resultados políticos por otro), eso es de sobra sabido; lo que no es tan fácil de ver son las condiciones de posibilidad de este sistema (que es en el fondo el surgir del poder del Oro y del ethos del comerciante- y no del buen comerciante , de adehala) consistentes en una profunda subversión de la ética de occidente; y más hondo todavía, en una nueva concepción del Hombre y del Universo, que se puede llamar "ontológica".

Werner Sombart y Max Weber han estudiado minuciosamente la ética del capitalismo y sus raíces en la teología calvinista: trabajo hecho.

Es preciso saber ver que la moral ha sido cambiada; la religión liberal creó su moral propia, trastornando profundamente la moral cristiana: es menester que la gente se entere de eso. Una cantidad de pecados y crímenes dejaron de serlo (como la usura, la expoliación subdola y las estafas financieras para empezar) y otros cobraron importancia desmesurada. La moral occidental no solamente se hundió, sino que en cierto modo se dio la vuelta: la popa y una chimenea se alzarón a las alturas al hundirse la proa, como el Titanic cuando zozobró. Y el "iceberg" fue una nueva concepción del hombre, el homo oeconomicus, el ser humano considerado solamente como sujeto de producción y consumo. Ahorcar a un hombre por robar una oveja (como se hizo en Inglaterra desde 1750 hasta 1890) y no ahorcar al dueño de las ovejas, que las robó todas a un monasterio con monasterio y todo, puede ser una imagen cruda de lo que vamos diciendo.

La misma santidad de la familia palideció en frente de la santidad de la Banca- y del Estado (...) Los delitos contra el espíritu se hicieron tan invisibles como el mismo espíritu: la herejía, de la cual los antiguos decían que era "parecida y peor que falsificar moneda", se volvió hasta un mérito; y hoy día, una indudable ventaja; en tanto que los reyes, por medio de la "inflacción" (el primero de todos Enrique VIII de Inglaterra) se dieron a falsificar moneda (...)

Si esto es catolicismo, yo soy musulmán(...)

P. Leonardo Castellani. Pluma en ristre.

Ética y negocios: El nacimiento de las plutocracias.

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