miércoles, 12 de abril de 2017

Manuel de Santa Cruz, Epílogo a "Una Resistencia Olvidada"

Manuel de Santa Cruz, protagonista, testigo autorizado y fedatario de la historia del Carlismo y de su Guipúzcoa natal a través de su monumental obra "Apuntes y documentos para la historia del Tradicionalismo Español". Pone el epílogo al libro “Una resistencia olvidada.Tradicionalistas mártires del terrorismo” (Ediciones Auzolan, 2017), de Víctor Ibáñez Mancebo.

EXTRACTO DEL EPÍLOGO

(...) En cuanto se firmaron los Acuerdos de España con Norteamérica en el verano de 1953, las Fuerzas Armadas de las dos naciones empezaron a hacer ejercicios conjuntos. En uno de ellos, los norteamericanos trajeron un ejército de catorce mil hombres con sus pertrechos desde las costas de Florida a desembarcar en las playas de Huelva, sin repostar ni escalas. Tuvieron catorce muertos. En una conferencia de prensa, al final, un periodista español mostró alguna extrañeza por ese número de bajas. El oficial norteamericano contesto que unas maniobras sin muertos no son verdaderas maniobras militares; son otra cosa, llámenle como quieran, pero para nosotros no tienen la consideración de verdaderas maniobras militares. Extrapolando aquellos criterios vemos que la existencia de daños materiales y de asesinatos atestiguan que el Carlismo se enfrentó decidida y valientemente a los separatistas; su oposición no fue en unas apacibles tertulias de casino de pueblo, sino un martirologio que es una gloria más de su historia. ¿Cómo enjuiciaría aquel oficial norteamericano la oposición del Carlismo al separatismo sin este libro? Pues como nosotros calificamos la conducta al respecto de la clase política dirigente de Madrid, como una pamplina. Este libro es una contribución notable a la salvación del honor del Carlismo, a veces olvidado porque la enorme superioridad cuantitativa de la propaganda enemiga de la España nacional.
¿Pudo el Carlismo haber hecho más? ¿Por qué no hizo más? El autor de este libro contesta pero con menos de lo mucho que sabe. Yo le tirare de la lengua para que extraiga más respuestas de su gigantesco archivo. Entre otras causas menores, el Carlismo, que hizo mucho, no hizo todavía más por las siguientes causas principales:

Porque había sido machacado permanentemente y sin misericordia por el franquismo. La política de éste respecto al Carlismo en general y sobretodo, en el País Vasco fue un enorme disparate político porque el Carlismo al que estrangulaba era el contrapeso natural del separatismo. Yo mismo se lo quise explicar a tiempo a Don Luis Carrero, pero él zanjó la conversación en cuanto olfateó a donde iban los tiros.

Por el menosprecio de la Iglesia, ya antiguo, discreto y sutil pero eficacísimo. En los pueblos de Vascongadas y de Navarra el señor cura era el notable natural que presidía pacíficamente aquellas sociedades elementales. Sobre aquellos sacerdotes santos empezaron a destilar su veneno, gota a gota el progresismo y el laicismo europeizantes no detenidos ni por Roma ni por la Jerarquía en España y el Carlismo vio que se esfumaba de manera misteriosa y alarmante uno de sus poderosos proveedores de hombres y de recursos, el clero.

Porque las dos causas anteriores afectaron también, además, al ambiente general de España y aún de Europa, que respiraban, sin haber sido previamente inmunizados por una buena preparación política, Don Carlos Hugo y su hermanita Doña María Teresa. Despechados por la conducta de Franco, y no sin motivos, perdida toda esperanza en la carrera dinástica, decidieron pasar a la oposición, pero no a la oposición domestica a Franco desde la propia España nacional sino sumándose a la oposición roja exterior, lo cual además de un disparate estratégico fue un gravísimo pecado contra el primer mandamiento de la Ley de Dios.

Pero como anunció con genial intuición el Rey Don Carlos VII en su testamento político, la dinastía de los buenos españoles sobrevivirá. De nuestro desahogo de hoy, «¡Aún vive el Carlismo!», pasaremos a cantar victorias cuando suene la hora de Dios en el calendario de su Providencia. España, la cristiandad, están hoy tan mal, que no puede estar lejos la salida de esta noche oscura. Entre los artífices de la resurrección del Carlismo estará en primera fila Víctor Ibáñez y como libro de consulta, este libro.

Manuel de Santa Cruz
El libro puede conseguirse en la página habilitada por Ediciones Auzolan en Facebook PULSAR AQUÍ o en el correo info@edicionesauzolan.net

2 comentarios:

  1. interesante como toda la historia del Carlismo

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  2. Ciertamente el franquismo con su política absolutamente anticarlista es una primera causa de la debilidad del tradicionalismo en el periodo de la Transición; primeramente expulsó de España a Don Javier y persiguió con saña al Jefe Delegado Fal Conde, impuso la forzosa y desastrosa Unificación con la falange, cerró y se incautó de los Círculos Carlistas que poblaban toda España, robó prácticamente todas las cabeceras de los periódicos y revistas carlistas. Alentó divisiones internas como la Octavista, alimentó una visión reduccionista, superficial, folclórica e historicista del Carlismo desde las Escuelas. Y lo redujo al silencio y al ostracismo político. Para finalmente instaurar la pseudo-monarquía liberal. Y con su política antiforal y centralista dio alas al nacionalismo.

    La segunda causa, el progresismo eclesiástico reinante de los 60 y 70 que segó los cimientos doctrinales de la Unidad Católica y del Orden Social Cristiano, desmovilizando a las masas católicas de la acción política, desnortándola hacia el progresismo y en muchos casos al nacionalismo.

    La defección de Carlos Hugo fue la puntilla que desmotivó y desmovilizó al pueblo carlista tras su pretendida desnaturalización de los fines políticos y doctrinales del Carlismo.

    Demasiados embates en tan poco periodo de tiempo, para que el Carlismo en los años 70 pudiera enfrentarse al separatismo. ETA se cebó cruelmente con el carlismo, debilitado profundamente por la traición política y doctrinal de Carlos Hugo. El carlismo se encontraba desmovilizado por la confusión total producida por Carlos Hugo; sus actos desnaturalizados, sus organizaciones antaño pujantes disueltas (Requeté, Margaritas etc). Las lealtades de años corrompidas. El Pueblo carlista desmotivado y desmovilizado por tanta confusión. ETA se encargó de destruir la posibilidad de reconstrucción tras la devastación de Carlos Hugo, asesinando y acosando a los tradicionalistas para evitar su reorganización.

    La resistencia en ese contexto quedaba muy debilitada y aun así se dio de forma heroica y martirial. El libro de Víctor Ibáñez es el acto de justicia para con todas las víctimas de aquel proceso salvaje de imposición del nacionalismo y la sangre derramada por el carlismo en defensa de la Tradición y de España.

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