Pero, y ese amor a los fueros y a las regiones, a lo vario, ¿no es perjudicial al amor y al sacrificio por lo uno, por la Patria: España? "Decidles, respondía Nocedal, que al amor y en la variedad de los fueros se formaban aquellas legiones de héroes que llevaron triunfantes y ensancharon por el Rosellón y el Franco Condado, y los Países Bajos y Milán, y las dos Sicilias, y Africa, y Asia, y Oceanía y por toda la extensión de América la unidad católica, la unidad de la Patria española y la gloria y la fama de nuestras libertades tradicionales, y que cuando el cesarismo regalista y galicano del siglo XVIII nos hubo hundido en las ignominias de Godoy, los Llorente y los González Arnao, padres y maestros del liberalismo en España, y Carlos IV y Fernando VII nos entregaron miserablemente a Napoleón , la Fe católica y la tradición foral, resucitada en las Juntas y en la defensa de las provincias, salvaron la unidad y la independencia de la Patria. Decidles que nuestros padres amaban a España y peleaban por su gloriosa bandera con doble amor y doblado entusiasmo: con el amor a la unidad de la Patria que tan grande les hizo en toda la redondez de la tierra, y con el amor a los fueros y libertades que tan dichosos los hacía en la región nativa, a la sombra cariñosa de su iglesia, al abrigo del privilegiado municipio, en el retiro de su hogar cristiano y libre".
(“El Tradicionalismo político español y la Ciencia hispana” de Marcial Solana. 1951)
En defensa de los Fueros (I)
En defensa de los Fueros (II)
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