Pero ¿cómo se restaura el espíritu que anima las tradiciones? ¿Cómo se restauran las creencias católicas, que eran centro del espíritu tradicional, y se las difunde por todos los miembros de nuestra sociedad, devolviendo la vida a los que están yertos o aumentando la energía de los que aun no han sucumbido, llevándolas hasta la cima del poder para que recobren en el Estado su imperio? No se puede contestar a esta pregunta sin examinar la última parte, por cierto importantísima, de la fórmula de la unión de los católicos, que se refiere al procedimiento y a la conducta para la reconquista de la tesis perdida.
Los medios legales y pacíficos, la evolución prudente, es lo que preconiza como el mejor método de restauración católica. Y a este procedimiento se le considera de tal modo importante, que, discrepar de la regla de conducta que él señala, es romper abiertamente con la fórmula de unión; por lo cual bien puede decirse que, más que procedimiento, es uno de sus principios capitales.
¿Y cuáles son los fundamentos en que se apoya? Un error de estrategia y una táctica opuesta a todas las que se han conocido en la historia de las luchas políticas y militares. El error de estrategia es precisamente, en lo que se refiere a la conducta, la causa principal del estado de la Iglesia en España y de la situación de los católicos españoles. ¿Y en qué consiste ese error de estrategia? Consiste, señores, en que estamos siempre a la defensiva y no tomamos la ofensiva nunca. Todo se reduce a parar los golpes fuertes, a resistir cuando nos atacan mucho, y mientras tanto a descansar en la inercia, esperando descuidados la nueva acometida. Aun los momentos heroicos de las luchas cruentas, a que debemos todo lo poco que conservamos, tuvieron más su origen en las agresiones de los adversarios que en las iniciativas propias. Y no hay que decir lo que ha sucedido en los largos períodos de paz material y de lucha moral. Esta es la razón, señores, de que nuestra historia contemporánea resulte una serie de treguas y de armisticios que suelen acabar en pactos que llevan aparejada una infamante servidumbre.
(...) Señores: con esta estrategia se puede hacer el recuento de todas las batallas que se han perdido, pero no es posible empezar la lista con una sola que se haya ganado (...)
¡Que se deben emplear los medios legales y pacíficos! ¿Quién lo duda? Pero ¿acaso esos medios son suficientes, no ya para restaurar la tesis católica, sino para mejorar, de un modo estable, de suerte, y poder poner en peligro al adversario? ¿Cuándo se ha hecho una revolución católica, es decir, una restauración de la verdad, dentro de la ley enemiga y contra el poder que la ha establecido y que la mantiene violando los derechos de la Iglesia? (...)
Juan Vázquez de Mella. La persecución religiosa y la Iglesia independiente del Estado Ateo. Obras completas, volumen quinto.
Los Principios no negociables: Dios, Patria y Rey.
Los medios legales y pacíficos, la evolución prudente, es lo que preconiza como el mejor método de restauración católica. Y a este procedimiento se le considera de tal modo importante, que, discrepar de la regla de conducta que él señala, es romper abiertamente con la fórmula de unión; por lo cual bien puede decirse que, más que procedimiento, es uno de sus principios capitales.
¿Y cuáles son los fundamentos en que se apoya? Un error de estrategia y una táctica opuesta a todas las que se han conocido en la historia de las luchas políticas y militares. El error de estrategia es precisamente, en lo que se refiere a la conducta, la causa principal del estado de la Iglesia en España y de la situación de los católicos españoles. ¿Y en qué consiste ese error de estrategia? Consiste, señores, en que estamos siempre a la defensiva y no tomamos la ofensiva nunca. Todo se reduce a parar los golpes fuertes, a resistir cuando nos atacan mucho, y mientras tanto a descansar en la inercia, esperando descuidados la nueva acometida. Aun los momentos heroicos de las luchas cruentas, a que debemos todo lo poco que conservamos, tuvieron más su origen en las agresiones de los adversarios que en las iniciativas propias. Y no hay que decir lo que ha sucedido en los largos períodos de paz material y de lucha moral. Esta es la razón, señores, de que nuestra historia contemporánea resulte una serie de treguas y de armisticios que suelen acabar en pactos que llevan aparejada una infamante servidumbre.
(...) Señores: con esta estrategia se puede hacer el recuento de todas las batallas que se han perdido, pero no es posible empezar la lista con una sola que se haya ganado (...)
¡Que se deben emplear los medios legales y pacíficos! ¿Quién lo duda? Pero ¿acaso esos medios son suficientes, no ya para restaurar la tesis católica, sino para mejorar, de un modo estable, de suerte, y poder poner en peligro al adversario? ¿Cuándo se ha hecho una revolución católica, es decir, una restauración de la verdad, dentro de la ley enemiga y contra el poder que la ha establecido y que la mantiene violando los derechos de la Iglesia? (...)
Juan Vázquez de Mella. La persecución religiosa y la Iglesia independiente del Estado Ateo. Obras completas, volumen quinto.
Los Principios no negociables: Dios, Patria y Rey.
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