
Se ha dicho, con gran exactitud, que el objeto principal de la fortaleza es el más grande peligro que el hombre puede correr. Esto se ve claro frente a la posibilidad de la muerte. La fortaleza consiste en la aptitud para enfrentar tales peligros: "propter aliquod bonum consequendum" (A causa de algún bien que debe conseguirse) como afirma Santo Tomás. Para esto, añade el Santo Doctor, debemos prepararnos mediante una larga meditación previa, a sacrificar todos los bienes particulares y, en primer lugar, la propia vida, en orden a la consecución de un bien más noble(Summa Theologica II, IIae Q. 123).
En esta perspectiva teológica, la fortaleza no es solamente capacidad para enfrentar eventuales peligros, sino la lúcida aceptación del sacrificio supremo, en la serena integridad de quien ha elegido el bien mejor y esto no puede suceder si no va acompañado de un profundo saber sobre el sentido último de la vida. Un coraje sin sabiduría, propio del temperamento bravío, no es fortaleza en sentido estricto y la ignorancia de los fines convierte el coraje en su deformación más vil que es la violencia. Violencia y poltronería son los vicios que conforman el ánimo de la irascibilidad burguesa.
Rubén Calderón Bouchet. El espíritu del Capitalismo
La AUSTERIDAD virtud social y militante.
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