El principio anticristiano, expresado en el naturalismo jurídico, ó sea en la ilimitación religiosa del derecho, que es franca ó hipócritamente la esencia del liberalismo que siempre va á parar á la ateocracia, ha recorrido casi á un tiempo en todos los pueblos latinos una serie de grados hasta llegar á encontrarse en todos á una altura semejante.
El error, invocando, no los derechos de la verdad, sino la benevolencia generosa para una opinión, pidió modestamente un sitio muy subalterno en la Sociedad en que imperaba la unidad de las creencias católicas. Ese fué su primer grado, y su primera conquista, el grado de la tolerancia. Después, una vez adquirido el puesto de la tolerancia, quiso mejorar de suerte, y rebajando las creencias ajenas á la medida de la opinión suya, prescindió de la benevolencia é invocó la justicia para ponerse al nivel de la verdad, que era bajar la verdad a nivel suyo. Ese fué el segundo grado, la segunda conquista, el grado de la igualdad. Alentado con el triunfo, ya no invocó ni la benevolencia, ni la justicia, ni la tolerancia, ni la igualdad, apeló al progreso, y como la verdad había descendido en la ley tanto como él había ascendido en ella, la calificó de reaccionaria y él se llamó progresivo y reclamó que constase en el Estado esa desigualdad en su favor. Ese fué el tercer grado, la tercera conquista, el grado del privilegio. Erguido en las alturas del poder, miró con desdén á la verdad, pero midiendo su fuerza social y las ruínas que él iba sembrando al ascender, queriendo evitar un desquite, trató de encadenarla á su albedrío para subir todavía más. Este fué el cuarto grado y la cuarta conquista, el grado del monopolio. ¿Qué le falta ya? Convertirle de monopolio político en monopolio social por medio del quinto grado, de la última conquista, la del exterminio por medio de la persecución.
Señores: Creo que se necesita estar ciego para no ver que en todos los pueblos latinos la negación anticatólica ha pasado del privilegio al monopolio político, y que se mide cautelosamente las fuerzas de resistencia de la verdad para tratar de convertirle por la persecución, variable según esas resistencias, en monopolio social.
Juan Vázquez de Mella. Leyes históricas que confirman las relaciones de la Iglesia y el Estado. Discursos parlamentarios tomo I
El error, invocando, no los derechos de la verdad, sino la benevolencia generosa para una opinión, pidió modestamente un sitio muy subalterno en la Sociedad en que imperaba la unidad de las creencias católicas. Ese fué su primer grado, y su primera conquista, el grado de la tolerancia. Después, una vez adquirido el puesto de la tolerancia, quiso mejorar de suerte, y rebajando las creencias ajenas á la medida de la opinión suya, prescindió de la benevolencia é invocó la justicia para ponerse al nivel de la verdad, que era bajar la verdad a nivel suyo. Ese fué el segundo grado, la segunda conquista, el grado de la igualdad. Alentado con el triunfo, ya no invocó ni la benevolencia, ni la justicia, ni la tolerancia, ni la igualdad, apeló al progreso, y como la verdad había descendido en la ley tanto como él había ascendido en ella, la calificó de reaccionaria y él se llamó progresivo y reclamó que constase en el Estado esa desigualdad en su favor. Ese fué el tercer grado, la tercera conquista, el grado del privilegio. Erguido en las alturas del poder, miró con desdén á la verdad, pero midiendo su fuerza social y las ruínas que él iba sembrando al ascender, queriendo evitar un desquite, trató de encadenarla á su albedrío para subir todavía más. Este fué el cuarto grado y la cuarta conquista, el grado del monopolio. ¿Qué le falta ya? Convertirle de monopolio político en monopolio social por medio del quinto grado, de la última conquista, la del exterminio por medio de la persecución.
Señores: Creo que se necesita estar ciego para no ver que en todos los pueblos latinos la negación anticatólica ha pasado del privilegio al monopolio político, y que se mide cautelosamente las fuerzas de resistencia de la verdad para tratar de convertirle por la persecución, variable según esas resistencias, en monopolio social.
Juan Vázquez de Mella. Leyes históricas que confirman las relaciones de la Iglesia y el Estado. Discursos parlamentarios tomo I
El problema es que el último estadio de estas categorías no sólo se ha impuesto, sino que para la población pasa inadvertida la situación. El sistema se ha dado cuenta que es fácil la persecución en silencio, provocando la apostasía e incluso han convencido a la masa católica que esta es la mejor situación.
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