viernes, 28 de mayo de 2010

La destrucción del matrimonio y la familia, camino a la nueva esclavitud del Estado Servil

"El tipo de sociedad de la que el matrimonio ha sido siempre el pilar más fuerte es lo que algunas veces se llama sociedad distributiva; la sociedad en la que la mayoría de los ciudadanos tienen una participación mediana de la propiedad, especialmente propiedad en mano. En todas partes del mundo la granja va con la familia y la familia con la granja. A no ser que el grupo doméstico entero se mantenga junto con una especie de lealtad o de patriotismo local, a no ser que la herencia de la propiedad sea lógica y legítima, a no ser que las peleas de la familia se mantengan fuera de los tribunales del oficialismo, la tradición de la propiedad de familia no puede ser trasmitida sin deterioro. De otro lado, el Estado Servil, que es el opuesto del Estado Distributivo, se ha encontrado siempre molesto con esta institución del matrimonio. Es una vieja historia que aquella esclavitud de los negros de "la cabaña del tio tom" tuvo su peor efecto en la destrucción de las familias. La misma historia se cuenta por ambos lados, lo que resulta curioso. Porque los apologistas de los estados de la esclavitud, o al menos, de los estados del Sur, hacen la misma admisión aun en su propia defensa. Si negaban la destrucción de la familia de esclavos era porque negaban que hubiera una familia de esclavos para ser destruida.

El amor libre es el enemigo directo de la libertad. Es el más obvio de todos los sobornos que pueden ser ofrecidos por la esclavitud. En sociedades serviles una cantidad enorme de laxitud sexual puede darse en la práctica, y hasta en la teoría, excepto cuando una u otra vez algún especulador chiflado o algún rico demente tiene el antojo de una casta especial de esclavos como una casta de ganado. Y aun con todo esa locura no durará mucho, porque los lunáticos son minoría entre los que poseen esclavos. La esclavitud atrae a la naturaleza humana con un atractivo mucho más sano y sutil que ése. Es mucho más probable que, tras unos cuanto antojos y modas caprichosas, el nuevo Estado Servil caiga en la resignación amodorrada del viejo Estado Servil, el antiguo reposo pagano en la esclavitud, tal como estaba antes de que la fe cristiana viniera a estorbar y confundir al mundo con los ideales de la libertad y de la caballerosidad. Uno de los inconvenientes de aquel mundo pagano era que, por debajo de un cierto nivel de la sociedad, nadie necesitaba realmente preocuparse en absoluto sobre genealogía o paternidad. Cuando los esclavos empezaron a preservar su dignidad como vírgenes mártires, empezó un mundo nuevo. La cristiandad es la civilización que esos mártires construyeron; y la esclavitud es el regreso del enemigo. Pero de todos los sobornos que la antigua esclavitud pagana puede ofrecer, este relajamiento y lascivia es el más fuerte, y tampoco niego que quienes desean la degradación de la dignidad humana han escogido aquí muy bien sus instrumentos."

G.K Chesterton. Ensayos sobre el hombre y la mujer, el amor y la familia.

6 comentarios:

  1. Del genial Chesterton:

    "Decir que debemos tener socialismo o capitalismo es como decir que debemos optar porque todos los hombres entren en los conventos y unos pocos tengan harenes… porque el gran ‘trust’ no tiene más derecho de absorber en un monopolio todas las fortunas privadas y afirmar que así defiende la institución de la propiedad, que el que tiene el Gan Turco de raptar a todas las mujeres y encerrarlas en un serrallo, afirmando que así defiende la santidad del matrimonio”.

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  2. http://distributist.blogspot.com/

    ¿Qué es el distributismo?

    El distributismo nace entre finales del XIX y principios del XX a raíz de las premisas vertidas en la encíclica Rerum Novarum, en la cual el Santo Padre León XIII hace un repaso a la situación social del momento, incidiendo en las condiciones inhumanas en que se encuentran los trabajadores por obra del sistema capitalista. Basándose en ésta, G.K. Chesterton y H. Belloc profundizan en la problemática económica de su tiempo y abren una tercera vía, alternativa al capitalismo y al socialismo, el llamado distributismo.

    Podemos ver tres puntos básicos en el distributismo, que serían:

    La propiedad privada como punto de partida, pero no cualquier propiedad privada. Al contrario que sucede en el capitalismo, en el que unos pocos tienen una gran cantidad de propiedad productiva, en el distributismo se apuesta por que muchos tengan su pequeña propiedad productiva. Se apuesta por una propiedad productiva justamente distribuida, equitativa.
    El distributismo sigue el principio de subsidiariedad, esto es, dicho de una manera sencilla, que lo que puede hacer una entidad más pequeña no lo haga una entidad más grande. La entidad más pequeña es el individuo, así es, que aquellas cosas que puede hacer el individuo no lo hagan grandes empresas. El principio de subsidiariedad debería regir tanto en la faceta económica como en la política. Este principio es básico y fundamental para el funcionamiento de un sistema distributista.
    La tercera premisa, y muy importante, es la solidaridad. Pero no nos referimos a la solidaridad vana y falsa, sino a una muy profunda, que más bien yo llamaría caridad.

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  3. Castellano viejo29 de mayo de 2010, 1:48

    Para su perpetuación el capitalismo necesita destruir la comunidad organizada, y para destruirla necesita destruir la familia y la religión que son el fundamento de toda verdadera comunidad, para dejar únicamente una masa amorfa de individuos. Fomentar el mas crudo materialismo,el vicio generalizado, el divorcio y la anulación de la familia son los caminos utilizados para generar una masa aborregada y sumisa. Una masa esclava, una masa servil. El progresismo revela aquí su verdadera faz capitalista. Una masa enviciada, ultraindividualizada y fragmentada: es decir sin FAMILIA, SIN PROPIEDAD,SIN LIBERTAD no cuestionará jamás los nuevos dogmas del capitalismo.

    ¿Qué permitirá a nuestras familias resistir ?: las enseñanzas del papa León XIII (Rerum Novarum), el papa Pío XI (Quadragesimo Anno) y los teóricos tradicionalistas: la posesión de propiedad familiar real. Solo es mediante la tenencia de propiedad real (esto es, no hipotecada al usurero moderno) que podemos establecer “reinos” fijos, baluartes de Cristiandad capaces de sostener por un período indefinido de tiempo familias dedicadas al Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.

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  4. Un artículo de Juan Manuel de Prada, que cada está en mejor línea:

    El fin de una idolatría
    JUAN MANUEL DE PRADA
    Sábado , 29-05-10

    HUBO un momento en que economía dejó de ser una mera «ciencia social» para convertirse en una religión; o, dicho más exactamente, en un sucedáneo de religión, una idolatría. La economía instauró un sistema de creencias, sometió el mundo a sus designios y nos explicó el papel que se nos había encomendado en ese mundo (que no era otro sino el de pobres esclavos a quienes se entretiene con el caramelo del consumismo); y, por supuesto, entronizó un dios omnipotente: el dios del mercado. La caída del comunismo -que, en términos estrictos, no fue sino una herejía del capitalismo- hizo más incontestable la omnipotencia de ese dios que extendía su dominio hasta el último rincón del planeta. Por supuesto, los sacerdotes de la idolatría se esforzaron en que sus crédulos adeptos no percibieran el carácter seudorreligioso del tinglado, pues de lo que se trataba era de que la idolatría siguiese siendo percibida como una «ciencia» tangible y cierta.
    Así la economía fue desempeñando el mismo cometido que antaño desempeñó la fe religiosa: el mercado era el dios providente que tenía un plan de salvación para la humanidad; plan que, a simple vista, no se distinguía muy bien, por lo que hubo de crearse una casta de sacerdotes que lo explicaran. O que más bien lo enturbiaran; porque, a medida que la idolatría iba conquistando los corazones de los hombres, esta casta sacerdotal fue desarrollando jergas cada vez más abstrusas que impedían desentrañar el embeleco sobre el que la idolatría se sustentaba; y cuando tal embeleco se tornó por fin impenetrable, la idolatría ingresó en una nueva etapa, que podríamos calificar irónicamente de «escatológica», por lo que tiene de consumación o desenlace, aunque sin la recompensa que las escatologías religiosas reservan a sus fieles. En esta fase escatológica de la idolatría, vivimos en lo que Santayana denominó proféticamente «la niebla de las finanzas», un dominio de naturaleza fantasmagórica, volátil, que los sacerdotes de la idolatría lograron instaurar haciéndonos creer que el dinero podía crecer exponencialmente desligado de la riqueza real, con tan sólo apostarlo en la ruleta bursátil; y nos dijeron que, si participábamos del juego, ingresaríamos en una nueva era de crecimiento perpetuo. De este juego participaron también los Estados; y, engolfados en la niebla de las finanzas, se dedicaron a crecer y crecer y crecer (o sea, a gastar y gastar y gastar), inflados por la levadura de la euforia y el optimismo.
    Pero riqueza no hay otra que la riqueza real; el tinglado financiero era tan sólo un invento de la idolatría que, como las chirlatas de los tahúres, mantuvo engañados a sus crédulos adeptos mientras los saqueaban; pues el llamado «capitalismo financiero», cada vez que vende sus valores bursátiles o reparte dividendos -cada vez que hace efectivas sus ganancias-, no hace otra cosa sino vampirizar la riqueza real, hasta dejarla exangüe. Y ahora los sacerdotes de la idolatría, que tienen cogidos por los huevecillos a los Estados que ingenuamente se pusieron a crecer y crecer y crecer (o sea, a gastar y gastar y gastar), confiados en aquel crecimiento exponencial del dinero que enjugaría sus deudas, exigen histéricos que el derrumbamiento de la idolatría se amortigüe saqueando a los pobres esclavos (ayer autónomos y pequeños empresarios, hoy funcionarios y pensionistas, mañana trabajadores). A Zapatero le toca hacer ahora de pobre pelele en manos de los sacerdotes de la idolatría, como una marioneta desvencijada que pronto será arrojada al baúl de los cachivaches insensibles; pero puede consolarse pensando que detrás de él otros muchos irán a parar al mismo baúl.
    Porque es el fin de una idolatría; y ya se sabe que las idolatrías siempre acaban muy malamente, provocando la inmolación colectiva de sus crédulos adeptos.

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  5. Boina Roja Montaraz BRM2 de junio de 2010, 8:51

    Estupendo el texto de Chesterton; muy buenos los comentarios y el artículo de Juan M de Prada. Poco o nada, por tanto, que añadir. Solo recordar una sentencia de N. S Jesucristo en el Santo Evangelio: "No podeís servir a Dios y al dinero"; Y otra del Espíritu Santo en el Apocalipsis(cita libre de varios vv):
    "la gran Babilonia de los últimos tiempos será destruida en una hora, castigada por Dios, pues se ha convertido en guarida de todos los demonios"
    Espero que ambas citas sirvan para fortalecer nuestra Esperanza. Un cordial saludo a todos.

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  6. Yo considero que la distribucion de la riqueza actual es la peor aberracion del homo pensante por lo que todo lo que esta detras de eso esta equivocado. Si el producto esta errado las premisas son erroneas.

    EL ECONOMISTA TRASCENDERA

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