sábado, 19 de diciembre de 2009

Deber de resistencia

“Pero si el poder supremo abusa escandalosamente de sus facultades, si las extiende más allá de los límites debidos, si conculca las leyes fundamentales, persigue la religión, corrompe la moral, ultraja del decoro público, menoscaba el honor de los ciudadanos, exige contribuciones ilegales y desmesuradas, viola el derecho a la propiedad, enajena el patrimonio de la nación, desmembra a las provincias, llevando a los pueblos a la ignominia y a la muerte, ¿también en este caso prescribe el catolicismo la obediencia? ¿También veda el resistir? ¿También obliga a los súbditos a mantenerse quietos, tranquilos, como corderos entregados a las garras de la bestia feroz?. Ni en los particulares, ni en las corporaciones principales, ni en las clases más distinguidas , ni en el cuerpo total de la república, ¿en ninguna parte podrá encontrarse el derecho de oponerse, de resistir, después de haber agotado todos los medios suaves, de representación, de consejo, de aviso, de súplica? ¿También en casos tan desastrosos la Iglesia católica deja a los pueblos sin esperanza, a los tiranos sin freno?. En tales extremos gravísimos los teólogos opinan que es lícita la resistencia…en tan apuradas circunstancias la no resistencia no es un dogma. Jamás la Iglesia ha enseñado tal doctrina; quien sostenga lo contrario que nos muestre una decisión conciliar o pontificia que lo acredite. Santo Tomás de Aquino, el cardenal Belarmino, Suárez y otros singulares teólogos conocían a fondo los dogmas de la Iglesia; y sin embargo, consultad sus obras, y lejos de hallar en ellas esa enseñanza encontraréis la opuesta….

Si los gobernantes por ser malos no pierden la potestad, ¿Cómo se concibe que sea lícito resistirles?. No lo será ciertamente en lo que mandan dentro del círculo de sus facultades; pero, cuando se extralimitan, sus mandatos, como dice Santo Tomás, más bien son violencias que leyes.

Al poder supremo nadie puede juzgarlo; esto es verdad, pero sobre él están los principios de razón, de moral, de justicia, de religión;…

Hasta los teólogos adictos al Sumo Pontífice enseñan una doctrina que conviene recordar, por la analogía que tiene con el punto que estamos examinando. Sabido es que el Papa, reconocido como infalible cuando habla excathedra , no lo es, sin embargo, como persona particular, y en este concepto podría caer en herejía. En tal caso, dicen los teólogos que el Papa perdería su dignidad, sosteniendo unos que se le debería destituir , y afirmando otros que la destitución quedaría realizada por el mero hecho de haberse apartado de la fe. Escójase una cualquiera de estas opiniones, siempre vendría un caso en que sería lícita la resistencia; y esto ¿por qué?. Porque el Papa se habría desviado escandalosamente del objeto de su institución, conculcaría la base de las leyes de la Iglesia, que es el dogma y, por consiguiente, caducarían las promesas y juramentos de obediencia que se le habían prestado. Spedalieri al proponer este argumento observa que no son ciertamente de mejor condición los reyes que los papas, que a unos y a otros les ha sido concedida la potestad in aedificationem non in destructionem ; añadiendo que si los sumos pontífices permiten esta doctrina con respecto a ellos, no deben ofenderse de la misma los soberanos temporales."

(Jaime Balmes. “ El protestantismo comparado con el catolicismo” Capítulo LVI-Cuestiones sobre la resistencia al poder legítimo)

1 comentario:

  1. Nótese que en este texto Balmes habla del poder "legítimo". En nuestro caso se da la circunstancia de que el poder del Jefe de Estado de facto es totalmente ilegítimo de origen y de ejercicio. El mero hecho no crea el derecho. Sirva el texto, sin embargo, para ilustrar, ya no el derecho, sino el deber en la mas acrisolada doctrina católica de resistirse a los abusos de poder. El aborto, la destrucción sistemática de nuestro fundamento católico...exige de los católicos unas ideas claras y una voluntad de actuar en consecuencia.

    Toda doctrina que defienda una pasividad, una "no resistencia al mal" es contraria a la doctrina católica; no creemos necesario recurrir a Santo Tomás, al magisterio continuo de la Iglesia etc.

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