sábado, 9 de enero de 2010

Tradicionalismo o conservadurismo (I)


El liberalismo es absolutamente incompatible con el catolicismo…No es menester que el Papa y los Obispos lo declaren, se declara ello mismo. La lógica más elemental sobra para confirmarlo basta con poner frente a frente la negación del liberalismo lógico y la afirmación de la Iglesia, para que se vea que no pueden coexistir juntos, porque se destruyen mutuamente. Querer conciliarlos es intentar la identidad de los opuestos”.
(Juan Vázquez de Mella)

Hoy hay quien piensa que el catolicismo conservador es una suerte de catolicismo tradicional más moderado, pero en realidad es un liberalismo más moderado. El conservador condena los frutos más extremos del liberalismo, pero no quiere profundizar en sus raíces, en la incompatibilidad radical y esencial entre liberalismo y catolicismo. El conservadurismo actúa así de polo de atracción de los católicos con ganas de luchar contra el laicismo pero los neutraliza al mantenerlos dentro de la órbita del liberalismo. El conservador tiene, pues, un núcleo revolucionario y una apariencia contrarrevolucionaria.

El punto de tropiezo y de clarificación de campos entre los católicos tradicionales, que siguen la doctrina secular de la Iglesia y los conservadores que pretenden una conciliación del todo imposible como enseña la realidad histórica, es hoy la defensa de la Confesionalidad Católica del Estado. La pregunta para detectar a un conservador debe ser: ¿Esta usted por la recuperación de la Confesionalidad del Estado? SI o NO. Y la repuesta debe ser clara y concisa, sin pretender diluirla en palabrería confusa y evasiva.
Dentro del mundo conservador podemos encontrar dos tipos de actitudes frente a la renuncia a la confesionalidad: los que simplemente no la creen necesaria o incluso perjudicial para la Iglesia, y los que afirman que la querrían y esta sería buena, pero consideran que esta no es posible hoy en día y renuncian a su defensa pública. Esta última posición es incoherente a todas luces, porque al renunciar a su defensa renuncian de hecho a toda posibilidad de reconquistarla, y se sitúan de hecho al lado de los de la primera actitud.

Aquí encontramos por tanto el punto de separación de campos. Los conservadores consideran la política como “el arte de lo posible” y los tradicionalistas como “el arte de hacer posible lo necesario”. Es decir los conservadores son liberales y los tradicionalistas católicos. Como enseña Manuel de Santa Cruz: “el cambio de circunstancias no afecta al imperativo teológico inmutable del culto público y colectivo a Dios, establecido en las encíclicas “Vehementer Nos” y “Quas Primas” de Pío XI, con el componente esencial del –por ser Vos quien Sois- “ fundamento de la Realeza Social de Jesucristo. La renuncia conservadora tiene un detonante real inspirado en los respetos humanos y en complejos de inferioridad ante le mundo moderno sin entender que el signo de la doctrina social de la Iglesia es levantar una “contestación al mundo moderno” no la adaptación-rendición al mismo. José Miguel Gambra ha dejado escrito: “Nos dirán sin embargo, que a que sostener cosa tan ajena a lo alcanzable según cualquier previsión. A lo cual sólo podemos responder que el hombre, alma inmortal en cuerpo transitorio, tiende a eternizar el presente, sin darse cuenta de cuan rápidamente pueden cambiar las cosas. Y también contestaremos que lo que siempre puede hacerse es decir lo que debe hacerse, aunque no pueda hacerse. Y quien hace lo que puede, no esta obligado a mas”.

Podemos concluir:

1-La Tradición es un principio, el conservadurismo una actitud.
2-La Tradición es permanente, el conservadurismo evolutivo.
3-La Tradición es providencialista, el conservadurismo historicista.
4-La Tradición es católica, el conservadurismo liberal.
5-La Tradición es contra-revolucionaria, el conservadurismo revolucionario.
6-La Tradición es española, el conservadurismo es foráneo.

Y la forma de convertir a un tradicionalista en conservador es:

1-Excluyendo la religión de nuestro pensar político.
2-Hacernos defender tesis liberales creyéndolas católicas: democracia, derechos humanos, libertad religiosa, pacifismo etc.
3-Hacernos olvidar el fin de la historia, del hombre y del mundo: la gloria de Dios y la salvación de las almas.
4-Hacernos evolucionar “con los tiempos” sin arraigo ni permanencia en el espacio y en el tiempo.
5-En arrancarnos los principios para dejarnos en opiniones.

10 comentarios:

  1. Yo incluiría:

    7-La Tradición es popular, el conservadurismo burgués

    El conservadurismo sólo se dedica a defender elementos dispersos; vida, familia, educación, pero todo ello desde una moralina burguesa, dejando intacto el liberalismo que es la causa de los ataques a esas realidades por lo que esa defensa es inútil y sólo distrae fuerzas con la ilusión de una posible convivencia catolicismo-liberalismo. Las posturas conservadoras con su porte y gentes burguesas y acomodativas impiden de afrontar el verdadero combate contra el liberalismo, porque de facto ya han aceptado muchos de sus principios, para luego llorar cobardemente los efectos y las consecuencias que de forma inevitable se devienen.
    No se puede dejar suelto a un león salvaje y luego esperar que no se coma a nadie...

    Y todo por defender su "vida acomodada", su bienestar panzón. Cobardes, hipócritas y tontos.

    ResponderEliminar
  2. Muy bien. La civilización burguesa es la enemiga de toda Tradición; ella ha encarnado el liberalismo, el racionalismo y el feroz capitalismo que ha arrasado pueblos,tradiciones, culturas y libertades. El dinero es su único dios. No olvidemos que la burguesía ha sido el soporte político y económico de la Monarquía liberal y de todos los totalitarismos.

    ResponderEliminar
  3. León XIII en la encíclica Libertas, distinguió tres grados de liberalismo condenándolos los tres.

    El "liberalismo de tercer grado", según León XIII es el liberalismo muy moderado, propio de aquellos que no quieren renunciar a su fe cristiana y que rechazan (o así lo creen) todo cuanto es contrario a la Revelación, sostienen, dice el Papa, que «se han de regir según las leyes divinas la vida y costumbres de los particulares, pero no las del Estado. Porque en las cosas públicas es permitido apartarse de los preceptos de Dios, y no tenerlos en cuenta al establecer las leyes. De donde sale aquella perniciosa consecuencia: que es necesario separar la Iglesia del Estado.

    Es decir es el liberalismo de los CONSERVADORES, y de los católicos liberales de todo pelaje...es igualmente, como queda claro,un liberalismo condenado por la Iglesia como erróneo.

    ResponderEliminar
  4. Me pareció muy bueno el artículo. Lamentablemente el actual Sumo Pontífice es un conservador. Pero paradójicamente el mal de la Iglesia actual es el conservadurismo. La Iglesia no debe ni puede permanecer en un estado de statu quo, sino proceder a una revolución, una Revolución Tradicionalista. El denominado conservadurismo es maquillar de tradicional al liberalismo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un conservadurismo muy poco conservador, pues lo que conserva es el espíritu jacobino, el de la Revolución. Defiende un liberalismo de sufragio universal para la elección de gobernantes, declarando legítima toda política que no se oponga a los llamados Derechos Humanos, concebidos de manera liberal, aunque admitiendo la posibilidad legítima de una economía oficial socialista. No se llaman a sí mísmos conservadores, sino progresistas y demócratas, y son acérrimos enemigos de los tradicionalistas o integristas católicos, a los que persiguen, hostigan y procuran arruinar. Adoradores de la humanidad plebeya y abyecta, fomentan el gobierno de los ricos plebeyos más abyectos, esclavizadores del pueblo. Hedonistas más o menos reprimidos, entronizan el culto yeyé, ceremonias guitarreras popistas, o rockeras, agapistas y comunitarias. La comunidad es la soberana, la autoridad es humana, no inalienable atributo de la Persona de Dios, y ven a Jesucristo como a un Charles Mason bueno, asambleario, hippy e internacionalista de ciudadanía del Mundo, de modo que todos somos hermanos y los negros, mahometanos, etc. tienen el derecho a instalarse libremente en todo país y recibir de éste todas las atenciones, incluso descuidando previamente a los auctóctonos, a los que teóricamente se pone al mismo nivel, o como los grandes cuidadores y mantenedores de la pobrería no cristiana extrangera.
      César Borgia (pseudónimo), Cardenal de S.S. Alejandro VI (blog ricardodeperea).

      Eliminar
  5. Roy

    Revolución y tradicionalista es una contradicción "in terminis". Lo nuestro no es una revolución de signo contrario, sino lo contrario de la revolución (como decía el conde de Maistre). Lo que hace falta en la Iglesia es una RESTAURACIÓN. Y eso es lo que aun de forma tímida esta empezando a hacer el Santo Padre Benedicto XVI. Que el ambiente general y "correcto", y por tanto aun predominante es el conservador; en eso de acuerdo.Pero cuidado con emplear bajo ropajes de Tradición metodos, actitudes e incluso principios revolucionarios. El tiempo es confuso, pero van saliendo algunas luces y hay que saber discernir con cautela. Además hay que confiar en la acción sobrenatural. Por lo tanto ESPERANZA.

    ResponderEliminar
  6. luis, no.
    No hace falta una restauración, que es traer lo viejo a la actualidad, sino una RENOVACIÓN -hacer nuevo lo viejo, con nuevas formas y nuevos métodos y, en algunas cosas, cambiar si es preciso y la Iglesia lo considera conveniente-. que no es lo mismo que revolución, ojo -esta implica ruptura-. por cierto, un joven católico les responde a la pregunta del texto: Está usted por la declaración de un Estado confesional? evidentemente NO. no hace ninguna falta. luchemos porque cada persona sea católica y dejemos el Estado en aconfesional (laico jamás), que muy bien está. la sociedad se transforma desde abajo, no desde arriba. así lo hicieron los primeros cristianos

    ResponderEliminar
  7. Anónimo anterior:

    Los primeros cristianos tenían claro que su misión era que el evangelio penetrara en todas las realidades sociales y del mundo. Y así se hizó cuando se pudo. Hay mucho mito sobre ese cristianismo primitivo. El recurso que hace a ese pretendido cristianismo es pura demagogia a nivel histórico, porque su práctica real fue la opuesta. Cuando pudieron se crearon Estados Católicos, como ARMENIA (que fue el primero).

    ResponderEliminar
  8. Luis: Revolución y Tradicionalismo no es una contradicción "in terminis". Chesterton dice que la revolución es dar la vuelta entera y regresar al Orden. ¡Viva la Revolución Tradicionalista!

    ResponderEliminar
  9. El conservadurismo pone,"Tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias" en frase de Vázquez de Mella. Es decir acepta los principios liberales, las Causas y se escandaliza luego de las consecuencias lógicas que se siguen inexorablemente de esas Causas. Aceptan la democracia liberal y luego se horrorizan del aborto, ideología de género, individualismo etc, que emanan pronto o tarde de las bases del liberalismo conservado y aceptado por ellos. Imposible desde el conservadurismo restaurar nada de nada.

    ResponderEliminar