martes, 13 de septiembre de 2011

El centralismo contra la nación y los pueblos. Los reyes legítimos en defensa de las libertades

El Rey defensor de todas las libertades

(En el primer texto histórico que a continuación transcribimos donde pone Madrid póngase cualquiera de las "capitales" de cualquiera de las artificiales y liberales "autonomías" nacidas del régimen ateo y antiespañol de 1978. El mero concepto de capitalidad estatal o autonómica no es más que un subrogado bastardizado de las antigua de la Corte que responde a una concepción de lo político diametralmente opuesto al enorme tesoro de la tradición política y jurídica de las Españas. El segundo texto, del Rey Carlos VII, deja claro las pretensiones perennes del carlismo en defensa de las libertades seculares de nuestros pueblos destruidas por el liberalismo)

Todos los intereses locales de la nación se negocian en la capital, o por dinero o por votos. Los pueblos no son dueños, ni de sus aguas, ni de sus edificios, ni de sus campos, y pueden decir a todas horas con Jeremías: Aquam nostra pecunia bibimus; lingua nostra pretio comparabimus. Si tienen sed, si tienen hambre, si carecen de vías de comunicación, la fuente, el hospital y el camino tienen que venir de Madrid; pero esto no viene nunca sin que los pueblos tengan que mandar antes atada de pies y manos su independencia política, adicionada las más de las veces con alguna otra cosa más tangible. Todos los resortes de la vida social y política vienen sometidos a la tiranía del expendiente, y por el expediente, agente principal de la centralización, se ha hecho a una nación sierva de la gleba de una sola ciudad.

El Cuartel Real, 24 de septiembre de 1874. Art. "Madrid". Boletín oficial del gobierno del Rey Carlos VII.


Hoy, que el Gobierno de Madrid ha realizado su obra de destrucción, yo, Rey y Señor de esas nobles provincias, debo recordar que recibí un juramento, que me han proclamado y que bajo el árbol sagrado de Guernica, como en las Juntas de Villafranca, juré guardar sus fueros, buenos usos y costumbres.

Los que creen que los fueros son contrarios a la unidad nacional se equivocan; nadie hay más español que yo; nadie desea más la unidad y vigor de la Patria; pero, por lo mismo, como custodio de los derechos de todos los españoles, alzo mi voz, y uniéndola a la del pueblo vasco oprimido y a la de los hombres de bien de España, protesto contra un decreto inicuo, contra un nuevo atentado de la Revolución a instituciones venerables consagradas por la ley y por los siglos.

El pueblo vascongado sabe que la Monarquía legítima ha sido su baluarte; la historia consigna la íntima unión que ha existido entre el pueblo vasco y los monarcas castellanos. (Carlos VII)

No hay comentarios:

Publicar un comentario