miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hacia un Orden Social Cristiano: el marqués de La Tour du Pin

Las tres escuelas de economía, según el clásico de la contra-revolución, marqués de La Tour du Pin:

1) el que considera al hombre como una cosa - el liberalismo
2) el que considera al hombre como una bestia - el socialismo
3) el que considera al hombre como a un hermano - el corporativismo

La Tour du Pin, René.
"Hacia un Orden Social Cristiano"


Después de haber reconocido en el régimen corporativo el único sistema capaz de vencer la decadencia económica y moral, es preciso considerarlo también como eficaz remedio al objeto de sobrepujar la decadencia política entre la que se debate el mundo, pues ofrece una base novísima de reorganización social cuyo vértice es la posesión de estado obligatoria para todos los elementos de la producción, fundamento básico de una cabal representación de los intereses.

Es postulado elemental que para hacer conservador al pueblo precisa darle algo a conservar. Ahora bien, es exactamente lo contrario de lo que hizo el liberalismo al suprimir las organizaciones sociales donde cada uno tenía algún derecho propio y un porvenir asegurado. Desde ese tiempo, el descontento es permanente y las revoluciones crónicas, pues no cabe sustentar un Estado político durable sobre un Estado social inestable, tanto más cuanto el primero no es sino la cúpula del edificio formado por la sociedad dentro de los límites de la nación. En otro lugar de estas notas hemos insistido sobre la diferencia fundamental entre Estado y sociedad; ahora es preciso considerar la conexión existente entre dichos dos organismos. El Estado existe únicamente para garantizar la conservación de la sociedad, pero si esta sociedad se halla perturbada, si sus miembros, lejos de tender a perpetuarla, trafican para destruirla, la misión del Estado se hace de imposible cumplimiento, y el pueblo que tiene su vista puesta en él, por ser como la forma externa de la sociedad, le toma odio, y confundiéndole con este no tiene otro afán sino su destrucción total.

Este es el resultado obtenido por la práctica del liberalismo desde que hace un siglo empezó a gobernar los antiguos Estados de la cristiandad. El descontento popular crece en sentido inverso a las promesas y en directa relación de los progresos anunciados. Todas las bellas frases y ditirámbicos conceptos no pueden impedir la constatación de este hecho histórico, ni retardar la evolución social, que pasar del mundo de la anarquía liberal al despotismo socialista, porque estos son dos períodos de una misma enfermedad que avanza entre crisis alternativas y oleadas intermitentes. El liberalismo ha engendrado al socialismo como consecuencia ineludible de sus doctrinas y reacción obligada de sus prácticas. La evolución se halla en período mucho allá adelantado de lo que se cree y no se trata ya de detenerla en su primera fase, sino en un período álgido de la segunda.

El régimen corporativo tornado como base de la reorganización social, no ocupa, ni mucho menos, una posición intermedia entre ambas doctrinas, como se ha dicho con notoria ligereza, porque nada tiene del uno o del otro, ni en los principios ni en sus formas. Tampoco representa un socialismo cristiano, porque el ensamblaje de estas dos palabras es un contrasentido manifiesto, sino un cristianismo social y, dicho sin pleonasmo, el verdadero cristianismo. Por encarnar, en lugar de los principios de la revolución, los del cristianismo, contiene en germen la salvación social, pudiendo decir que, únicamente, por deducción de las doctrinas de la Iglesia, hemos llegado a reconocer las excelencias del sistema. Mas para que este germen adquiera su pleno desenvolvimiento, es preciso que su aplicación sea lo más completa posible, haciéndole fructificar, no sólo en los variados campos del trabajo manual sino en todos los ámbitos de la actividad económica, porque contiene el único elemento verdaderamente conservador de un orden popular en su base, y aristocrático en la cumbre: es decir, el orden natural.

5 comentarios:

  1. René La Tour du Pin no se contentó con el postulado de reformas morales ( sino que proyectó una transformación económica y política, para superar los principios del liberalismo mercantilista, con su ídolo del «libre juego de las fuerzas» (laissez passer, laissez faire), que atomiza la sociedad y da la ventaja al más fuerte, no al necesitado. Creía que el Estado centralista e individualista, nacido de la Revolución francesa de 1789, debería ser sustituido por un Estado equilibrado por las corporaciones cristianas y sociales, reconocidas y privilegiadas en la Comunidad y, por tanto, en cierto sentido, «un Estado en el Estado, vinculado a él con obligaciones recíprocas». El sistema social de René La Tour du Pin es, por consiguiente, anticapitalista según sus principios, no sólo por consideraciones ético-sociales.

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  2. El marqués René La Tour du Pin [1834-1942] encabezó el modelo de Monarquía social católica desde la Francia finisecular. Frente al capitalismo burgués y el socialismo bolchevique, La Tour defendía la necesidad de un “Orden social católico” basado en la corporación profesional (de raigambre medieval): un orden que regulase corporativamente el mundo del trabajo (“organización corporativa de los talleres”), la economía y la política.

    La doctrina sobre un “orden social cristiano” de La Tour se fundaba en el magisterio pontificio (religión católica), la tradiciones medievales (monarquía tradicional) y la fenomenología social (corporativismo de Durkheim).

    Un orden que se encontraba en condiciones, para La Tour, de adaptarse a las mutaciones contemporáneas mediante un “régimen corporativo” que “no debe implicar el retorno a las corporaciones medievales, sino la formación de otras más adecuadas al tiempo presente, a base de patrimonio corporativo, de la intervención en su constitución y gobierno de todos los elementos productores y el ascenso dentro de los oficios por obra de la capacidad profesional"

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  3. "El socialismo se vale de la codicia y de la miseria; el capitalismo se vale de la codicia y de los vicios".

    (Nicolás Gómez Dávila)

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  4. El Estado moderno es un síntesis de tiranía y de anarquía. Tiranía porqué desconoce el derecho natural y anarquía porque disuelve el "ethos" social, destruyendo todas las Autoridades naturales (padre de familia, maestro, sacerdote) y a todas las sociedades intermedias infrasoberanas ( Familia, municipio, comarca, Universidad etc). El sufragio universal que representa a la masa (que no al pueblo o comunidad) es el reino del fraude y de la demagogia.El resultado no puede ser otro que el gobierno de una camarilla oculta que mediante la adulación y el engaño a la masa controle los todos los resortes del poder. Es la Plutocracia. Este sistema inorgánico secuestra la verdadera representatividad, al servicio de la finanza apátrida.
    Este proceso, sólo ha sido posible al destruir todo el fundamento cultural y ético-moral de Occidente, mediante la gran fractura del protestantismo que en su dinámica secularizadora ha derivado a través de la "modernidad" y el liberalismo, en la devastación nihilista actual

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  5. La Tour du Pin define la plutocracia como "poder de las riquezas, la forma de jerarquía social que sustituye a la de las aristocracias históricas...al ideal del honor sucede entonces el del interés"

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