Mártires de la Tradición 2014
Jesús de Castro
Ha pasado más de un siglo desde la instauración por S.M.C.
Don Carlos VII de Borbón y Austria-Este de la festividad de los mártires,
comunicada por carta a su secretario el marqués de Cerralbo, en el 10 de marzo
coincidiendo con el aniversario de la muerte de su abuelo S.M.C. Don Carlos V.
Festividad que Don Carlos instauraba dedicada –como indicaba en su carta al
marqués de Cerralbo- a “los mártires que desde principio del siglo XIX han
perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de
batalla y en el destierro, en los calabozos y en los hospitales”. Así cada 10
de marzo desde entonces los leales carlistas nos reunimos en torno al altar
para rezar por el alma de aquellos mártires y encomendarnos a ellos con el
corazón puesto en el Trono y el Altar.
Las boinas rojas y blancas subieron el pasado 8 de marzo al
Cristo del Pardo para conmemorar esta festividad. Los mártires desde el Cielo
los contemplan. Entre corazones valientes podría haberse inspirado Tolkien para
una obra pues el humo de las pipas lo inundará todo después de la Misa y los
saludos al Duque de Aranjuez que honra con su visita a los carlistas leales. No
hay carlismo sin Abanderado de la Tradición –como señalaría ese mismo día el
Jefe Nacional de las Juventudes Tradicionalistas de España, por si hubiera
alguna mente confusa- y así los carlistas se reunían alrededor del Abanderado
de la Tradición S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, esperanza de las Españas
haciéndole mostrar la entrega al Abanderado y a la Causa porque a diferencia de
otros falsos movimientos que se dicen carlistas, la verdadera Comunión se
congrega alrededor del Regente y no de personajes desacralizados. Y es que si
algo caracteriza al carlismo es la sacralización del poder, de a quién se debe
obedecer, conforme a la más católica doctrina y al corpus tomista que el
tradicionalismo toma como suyo.
Tras una Santa Misa celebrada con el mayor recogimiento se
respira a la salida la alegría de los carlistas que han recibido al Abanderado
y con entusiasmo llegan desde todos los rincones de las Españas. No se
distinguen caras a priori sino la boina roja que los hombres se calan y la
blanca que tantas margaritas leales llevan incluso dentro del templo.
Más que un acto político valdría decir con Valle-Inclán que
vienen en romería de todos los lugares. Pues aunque haciendo política, diría D.
Manuel POLO Y PEYROLÓN que “Peregrinando venimos por el desierto de las
persecuciones hace más de 74 años, y convencidos estamos todos de que la
política carlista amarga constantemente la vida del que la practica, y le sume
en piélago insondable de desventuras y sacrificios; pero precisamente la acción
es tanto más meritoria cuanto más erizada de obstáculos y sinsabores, llegando
a veces a heroica, cuando para la práctica del bien exponemos la hacienda, la
honra y la vida” .
A esa peregrinación al Pardo por los mártires de la
Tradición cabe unir un nuevo tipo de martirio que cada vez vemos más frecuente
en las filas carlistas, un tipo de martirio al que el historiador que escribe
como D. Manuel DE SANTA CRUZ se refería en su artículo Los nuevos mártires de
la Tradición en la revista Siempre p´alante . Quizá ya no haya –como señala el
historiador carlista- derramamiento de sangre, mas sí de tinta, saliva, sudor y
lágrimas engrosando así la lista de mártires con un martirio de “este tiempo”,
al que no le falta sutileza.
Pues tras esto, los carlistas bajamos al almuerzo con el
Abanderado de la Tradición y múltiples correligionarios de la Causa donde se
intercambiaron experiencias y opiniones sobre la restauración de la Comunión
Tradicionalista en España a través de diferentes círculos y asociaciones que
extiendan y hagan permanecer el sempiterno tetralema de Dios Patria Fueros y
Rey a pesar de las dificultades con las que se encuentra quien hoy es conocido
como carlista. Pudimos gozar de las palabras siempre emocionantes del Duque de
Aranjuez venido desde Francia como el Abanderado que es. Eran numerosos los
temas que Su Alteza quería tratar y poco el tiempo que tuvimos pero bien nos hizo
llegar su interés por los actuales conflictos internacionales de la Rusia que
renace, así como el aislamiento al que es sometida por el satélite de los
Estados Unidos de América llamado Unión Europea.También hizo referencia el
Abanderado a la realidad de la historia de Italia, pues tuvimos la presencia de
D. Francesco Maurizio di Giovine, refiriéndose a ella como las Italias.
Lamentaba la situación de España, mas ésta le hace tener esperanza en la Causa
y la restauración en las Españas. Era enorme el agradecimiento y la emoción que
Su Alteza Real nos transmitió a todos los carlistas que en torno a él nos
congregamos aquél día, pero es más el agradecimiento que nacía de los sanos
corazones tradicionalistas reunidos, viendo en el Abanderado la esperanza de las
Españas para que un día vuelva a restaurarse la Monarquía representativa y
tradicional frente a la enorme crisis a que el Estado kelseniano y acaparador
de las libertades está llegando pues dirá un servidor que es el paroxismo del
Estado revolucionario y del Derecho nuevo del que el Abanderado y la Causa la
sanarán un día.
Al son de guitarra y canciones tradicionales del carlismo,
que tanto alegraron a S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, un correligionario
venido de Canarias y entre el humo de pipas –donde podría haber estado un
Tolkien contemplando “el retorno del Rey”- parecía caer la tarde en los boinas
rojas que pronto marcharían a aquellos rincones de las Españas desde los que
habían venido. Pero no cayó la tarde espiritualmente, ni caerá, pues los leales
carlistas allí seguíamos congregados en torno al Abanderado antes de
despedirnos y aún una vez habiéndonos despedido ni la tarde ni la noche caen en
los nobles corazones carlistas que marchan a su tierra y a sus hogares para
trabajar y labrar cada día por la Causa aunque ésta les otorgue, en ocasiones,
el martirio de sangre, o –como antes recordaba del artículo de D. Manuel de
SANTA CRUZ- en “derramamiento de tinta, saliva, sudor y lágrimas”.
i D. Manuel POLO Y
PEYROLÓN, Siempre en la brecha carlista, Valencia, Escuela Tipográfica
Salesiana, 1907, pp. 11-12. Extraído de Banderas blancas, boinas rojas: una
historia política del carlismo, 1876-1939, Jordi CANAL I MORELL, Marcial Pons,
2006.
ii Artículo Los Nuevos
Mártires de la Tradición, por Manuel de SANTA CRUZ, Siempre p´alante nº 713, 1
de marzo de 2014, página 3.
iii Aunque ahora algunos
movimientos de cuño democratacristiano deseen volver a la “Europa de los
valores” y la “Europa de Schuman y De Gasperi” como ellos mismos reconocen
abiertamente intentando que algún carlista de buena voluntad se sume al
bandidaje. Ya escribió D. Manuel DE SANTA CRUZ que “no es que África comience
en los Pirineos sino que Europa acaba en los Pirineos”.