Deben desaparecer los partidos políticos como instrumentos de gobierno y elementos de
representación nacional. Representa a la nación lo que en ella
es permanente, y bajo algún aspecto se identifica en su propio interés con el interés nacional. Por eso el Tradicionalismo, al separar el Gobierno
de la Representación, hizo aquél
función de la Soberanía, y entregó ésta a los Cuerpos de la
Nación (Corporaciones), a los
del Estado y a las clases sociales. Y de la manera más sencilla resolvió el problema político de la organización del Estado, que coronó con el "Señor
que no se nos muera". Pero lo
hizo no de modo místicamente
revolucionario, sino serenamente racional. España sabe hoy
por dolorosa experiencia a dónde conduce la captación revolucionaria de la frase de San
Francisco de Borja. Quien la proclamó en el orden político
sirvió después a "señor que
mató". No; el Tradicionalismo
tiene "el Señor que no se puede
morir" en la única forma posible en política: en la forma de
institución. Y así la adoptó,
creando la Monarquía representativa hereditaria.
Víctor Pradera. El Tradicionalismo Español. Su ideario. Su historia. Sus hombres.