martes, 17 de febrero de 2015

Luis de Trelles, carlista, le pese a quien le pese

El día 22 de enero se firmó el decreto que reconoce las virtudes heroicas del carlista don Luis de Trelles y Noguerol (Viveiro, Galicia, 1819 – Zamora, 1891), apóstol de la eucaristía; jurista, político y periodista; ejemplo de caridad, celo apostólico y militancia contrarrevolucionaria; fundador de la Adoración Nocturna Española.

Tal reconocimiento debe producir, sin duda, alegría. Lo que vuelve a llamar la atención es el propósito manifiesto de los medios, eclesiásticos o no, de ocultar o desfigurar el carlismo de don Luis de Trelles.

Algunos destacan solamente las que hoy se llamarían «labores humanitarias» realizadas por Trelles a favor de los damnificados por la Tercera Guerra Carlista, como si el hombre de confianza del Rey Don Carlos VII hubiera sido neutral en esa contienda. Otros, como InfoCatólica, se permiten cosas como la siguiente: «Cuando el carlismo fue derrotado, Trelles comprendió que para defender la unidad católica de España y la Iglesia no servía la política, y que sólo la oración puede salvar a la Iglesia».

La realidad es bien distinta. Luis de Trelles, tras abandonar el partido moderado, abrazó con toda convicción la causa carlista, que ya no abandonaría hasta su muerte. Su obra principal, la Adoración Nocturna Española, estuvo estrechamente relacionada con el Carlismo. Los carlistas que pasan de los cincuenta años recuerdan cómo las directivas locales de la Adoración Nocturna a menudo casi coincidían con las juntas locales de la Comunión Tradicionalista. Y como tal, desde su fundación en 1877 (en Madrid, nada menos que frente al Congreso de los Diputados: frente a él, y en contra suya) los gobiernos de la usurpación liberal persiguieron a la Adoración Nocturna, sospechosa de ocultar conspiraciones carlistas.
Los vínculos continúan en la actualidad. Por poner un ejemplo señero: el profesor Miguel Ayuso (quien fuera jefe de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón y es en la actualidad presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II) ha participado con la Adoración Nocturna y con la luego constituida Fundación Luis de Trelles en distintas jornadas para difundir la figura y pensamiento de éste: en el Monasterio de Poyo (1991), en Segovia (1995), en Plasencia (1997), en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (2007) y en San Lorenzo del Escorial (2013). El propio Abanderado de la Tradición, el Infante Don Sixto Enrique, estuvo alojado en el pazo de un directivo de la Adoración Nocturna Española cuando en el año jacobeo 2004 peregrinó a Santiago de Compostela.

Como se decía en un despacho de la agencia FARO en octubre de 2011, con ocasión de la beatificación de la religiosa carlista Ana María Janer Anglarill: «Lo mismo [ocultar su militancia carlista] se ha hecho y continúa haciendo con la Madre Joaquina Vedruna, con el carmelita Francisco Palau y Quer, con Luis de Trelles (fundador de la Adoración Nocturna), con el Padre Mañanet… 

Todos ellos carlistas convencidos, se les pretende convertir en una especie de “humanitarios solidarios” a la usanza neomodernista. Que no puede arrostrar un hecho sencillo: el liberalismo —de cuyo lado están ellos— no produce santos. El Carlismo sí, porque ser carlista es ser católico, a la española usanza, con todas las consecuencias; porque deben los cristianos prestar acatamiento al Rey legítimo, a la Ley de Dios y a las justas y prudentes leyes de sus antepasados».

Tomado de Carlismo.es, Portal de la Comunión Tradicionalista

1 comentario:

  1. Antaño los curas y la mayoría de los católicos, conocían, defendían y amaban la doctrina social de la Iglesia y eso les hacía estar próximos, simpatizar o directamente militar en el CARLISMO.

    Aunque ahora eso se quiera ocultar y se prefiera biografías POLÍTICO CORRECTAS.
    Algunos quieren hacernos creer que los santos, no ´´contaminaban su fe con ideas políticas´´ y esas simplezas gnósticas que tanto se llevan en algunas espiritualidades. Negando la dinámica inherente al cristianismo como religión de la Encarnación (entrada de Dios en la historia)que conlleva la permanente aspiración al Reinado Social de Cristo (en su ascepción tradicional).

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