jueves, 31 de marzo de 2016

Una mujer carlista: María Rosa Urraca Pastor (I)

El papel preponderante que la mujer ha tenido siempre dentro del carlismo no es más que una extensión de ese mismo protagonismo en la historia de España. La irrupción del carlismo en defensa de una legalidad que era legítima, la sucesión semisálica agnada (tradicional en la Corona de Aragón), no suponía relegar a la mujer a un papel subalterno. Por el contrario la niña Isabel y María Cristina siempre fueron marionetas en manos de poderes sinárquicos y oscuros, manejados totalmente por varones. Y ese fue el sino del liberalismo, que en su subversión del orden natural en el ámbito político, económico y social (y posteriormente en su secuencia religiosa) también desnaturalizaba, empequeñeciendo moral y materialmente a la mujer, hasta la actual secuencia de postmodernidad líquida con su absoluto embrutecimiento y encanallamiento.

Son muchas las mujeres que jalonan la historia del carlismo. Algunas como Agustina de Aragón se confunden con la historia grande de España. Otras, como la Princesa de Beira, asumieron las más altas cotas de responsabilidad institucional, salvando la dignidad de la Corona, como también hiciese Isabel de Castilla, la Católica, al afirmar su legitimismo cuando le correspondieron los Derechos al Trono de San Fernando. En el mundo de la cultura y las letras, se puede citar a la novelista gallega Emilia Pardo Bazán, carlista en su juventud.
Emilia Pardo Bazán,  la gran escritora gallega, fue carlista gran parte de su vida

Más cercana en el tiempo tenemos un ejemplo de mujer militante y activista en María Rosa Urraca Pastor. Nacida en Madrid el primer día del siglo XX, 1 de enero de 1900, en el seno de una familia militar su vida marcaría toda una época de activismo tradicionalista femenino. Por los destinos de su padre a los pocos años se trasladó a Burgos y, más tarde, a Bilbao, donde estudió la carrera de Magisterio en la Escuela Normal, graduándose en 1923, año en el que participó en la Semana Pedagógica de Bilbao. También, según propia confesión, realizó estudios de Filosofía y Letras, siendo alumna de Unamuno y Besteiro. Destacó desde muy joven por su sensibilidad ante los problemas sociales, comenzando a escribir sobre los mismos en diversos periódicos provinciales como El Nervión, La Gaceta del Norte, El Pueblo Vasco, así como en el madrileño La Nación. Esta preocupación social llegará a ser usada por sus adversarios conservadores, que la llegarán a calificar de socialista por denunciar los excesos y males el capitalismo liberal. Como ella misma reconocería, «desde los catorce años estaba convencida de que la mujer podía servir al país fuera de casa y era ferviente admiradora de Concepción Arenal»  De esta manera surge una primera referencia intelectual de la labor social de Urraca Pastor, lugar común al de otras militantes católicas. 
 La escritora Concepción Arenal

La trascendencia de las formulaciones de Concepción Arenal fue tal que todo el debate sobre la mujer que se realizó durante el primer tercio del siglo XX tuvo la obra de esta mujer como telón de fondo. Tanto escritoras como algunos sacerdotes católicos la tuvieron como referente en sus reflexiones sobre el papel de la mujer. Arenal denunció que la desigualdad reinante entre sexos estaba relacionada con la desigualdad de oportunidades; afirmó las diferentes naturalezas de los dos sexos y, por lo tanto, la distinción entre deberes y responsabilidades en función del género. Consideró a la mujer superior moralmente y defendió la notable influencia que estas, desde el ámbito doméstico y como madres, hijas y esposas, debían ejercer en la sociedad. A la mujer, por lo tanto, le resultaba necesario ejercitar virtudes sociales tanto por su propio bien como por el de la sociedad; por ello —rechazando el modelo decimonónico de «ángel del hogar»— se le debía reconocer su derecho a la educación y su derecho al trabajo.

Las principales líderes femeninas católicas realizaron una lectura cristiana de toda la obra de esta escritora, defendiendo la igualdad de sexos inherente en principios religiosos como la paridad ante el matrimonio («compañera te doy que no sierva») y su origen divino, ya que —al igual que el hombre— la mujer había sido creada por Dios y dotada de alma.
El padre Graciano Martínez

Una segunda referencia del pensamiento de Urraca Pastor fue la obra del padre Graciano Martínez (1868-1925), autor de El libro de la mujer española. Hacia un feminismo casi dogmático, publicado en 1921. Su pensamiento sobre la mujer se basó en el reconocimiento de su categoría como persona y su compaginación con la función de madre. La reflexión de este agustino fue un intento por debatir todos los pormenores de la cuestión femenina y por actualizar el pensamiento de la Iglesia española respecto al valor del feminismo y de la necesidad de asumir y dirigir acciones de defensa de los derechos de las mujeres. 

El 24 de marzo de 1919, en sesión celebrada en el palacio episcopal de Madrid, se creó la Acción Católica de la Mujer, con alcance nacional. En aquel momento, la asociación contaba con 300 socias, pero su crecimiento durante las décadas siguientes fue constante. Se constituyó con carácter nacional pero también federativo, buscando la adhesión de todas las asociaciones católicas femeninas existentes o que en adelante se fundasen, sin merma de sus particulares autonomías, pero con la obligación de contribuir a la obra común con medios adecuados a las necesidades de los tiempos, la primera de las cuales era el conocimiento del problema social y de las relaciones de los diversos elementos de la producción en los que intervenía la mujer, unas veces encargando el trabajo y otras realizándolo como obrera. Acción Católica de la Mujer tuvo por objetivo claro la defensa de los intereses femeninos en toda su amplitud y el ejercicio de la acción social de la mujer en toda su extensión. Meta excesivamente amplia que, sin embargo, fue recortada al separarse, más adelante, la acción propiamente social de la acción apostólica.

Urraca Pastor ingresó en ACM de Vizcaya, donde pronto se destacó como una enérgica y entregada propagandista. Era maestra, y fue profesora ayudante de la Escuela Normal de Bilbao, considerada la «Universidad femenina» de la ciudad, la alternativa más legitimada socialmente y más prestigiosa para una mujer joven y de clase media . De esta manera, frente al antiguo arquetipo de activista católica —madre, viuda y rica—, Urraca Pastor fue, junto a otras compañeras, bandera de un nuevo modelo: soltera, culta y joven, consciente de sus deberes naturales respecto a la Iglesia, la Familia y la Patria, pero también de su autonomía personal y de sus derechos. Siguiendo las indicaciones de la I Asamblea, denunció la inexistencia en Bilbao de sindicatos de obreras católicas, semejantes a los que había en Madrid, Cataluña, Asturias, Valencia, Andalucía y otras regiones. Abogó por la mejora de las condiciones de las obreras, especialmente de aquellas ligadas al sector textil, y por la igualdad de salarios . Directora, desde su fundación en 1925, del Boletín de la ACM de Vizcaya, escribió en el mismo diversos artículos al respecto:

«Y este trabajo que en oficinas, aulas, y toda clase de profesiones liberales, es nuevo, pues ha nacido en nuestro siglo, y constituye el mayor avance feminista, no puede calificarse de tal en la obrera que, en fábricas, talleres, almacenes, trabaja en iguales condiciones que el hombre, en cuanto a esfuerzo que se le exige, pero muy inferiores en cuanto al salario que se le paga».
La joven María Rosa Urraca Pastor

Como otras impulsoras de un feminismo social católico, Urraca Pastor potenció el trabajo asalariado y la profesionalización de las mujeres, no porque compartiera el ideal de liberación individual a partir de la independencia económica para la mujer, sino porque el trabajo era el bien que garantizaba el acceso a los medios de vida. La condición asalariada, entonces, era la única que permitía a la mayoría de las mujeres llevar una vida digna y honrada y, en muchas ocasiones, sacar adelante a sus familias. En 1922 se celebró en la capital de España la II Asamblea de ACM, donde se exigió la semana inglesa para las mujeres, así como la posibilidad de abandonar el trabajo una hora y media antes que los hombres, para poder atender con eficacia el hogar. También se acordó solicitar el establecimiento de un seguro de maternidad, el cual se haría realidad ocho años más tarde. María de Echarri presentó una ponencia sobre los problemas de las trabajadoras a domicilio; problema sangrante porque las mujeres eran explotadas sin ninguna protección legal. Cada día resultaba más urgente la mejora laboral bajo el amparo de la legislación, pero sin olvidar su singularidad. Como escribió Urraca Pastor, había que considerar a la obrera, ante todo y sobre todo, como mujer y en tal sentido debían estar inspiradas las leyes protectoras de su trabajo.

Siguiendo la estela de Concepción Arenal o del padre Graciano Martínez, Urraca Pastor defendió el establecimiento de leyes protectoras del trabajo femenino y la división del trabajo de hombres y mujeres en Vizcaya. Los tiempos en que se cuestionaba la incorporación de la mujer al trabajo asalariado habían sido superados. De esta manera, escribió en su artículo «Feminismo»:

«Mujer que gusta de los quehaceres domésticos sin hacerse esclava de ellos…Mujer que habiendo sido preparada para una de las más altas misiones, como es la maternidad, lo está también para aquella otra que a mi ver la iguala pero que es más personal y más altruista: la humanidad» .

En Acción Católica, María Rosa también conoció a numerosas tradicionalistas —lo cual sería importante en su futuro— como María Ortega de Pradera, esposa de Víctor Pradera, presidenta de la Junta Diocesana de ACM de San Sebastián. Debe tenerse en cuenta que a estas organizaciones católicas femeninas confluyeron numerosas esposas e hijas de familias carlistas, al tener las nacionalistas vascas sus propias organizaciones separadamente, no integradas en la ACM. Las asociaciones católicas femeninas vascas y catalanas, no vinculadas a posiciones políticas nacionalistas, se integraron en ACM, pero conservaron su identidad y carácter propio, lo que permitió—durante la II República— establecer sobre su base las secciones femeninas de la Lliga y de la Comunión Tradicionalista .
La Acción Católica de la Mujer

Los años veinte también fueron los de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Precisamente, el general reclamó el apoyo del movimiento católico para—a través de su apostolado social— conseguir la regeneración de España y la salvación de la Patria. El boletín de la ACM saludó con entusiasmo la llegada del régimen, en el convencimiento de que iba a ser favorable a las propuestas del catolicismo social, aunque posteriormente se quejó de que en los comités paritarios y en la organización corporativa, la dictadura favoreciera la presencia de sindicalistas socialistas en detrimento de los sindicatos católicos, de tal forma que en algunos casos aquellos ocuparon todos los puestos. Primo de Rivera intentó redefinir el papel de la mujer en la vida política y realizó un llamamiento para que participaran en los cauces que le ofrecía el nuevo régimen. Numerosas activistas católicas y feministas se mostraron muy receptivas a su discurso que redefinía el apostolado social desde una perspectiva nacional. María Rosa Urraca Pastor promovió campañas reformistas de la condición obrera, dirigió las escuelas bilbaínas del Ave María  y desempeñó, entre 1929 y 1932, el cargo de inspectora de trabajo en Vizcaya. Su misión, desarrollada con estricto celo y autoridad, consistió fundamentalmente en comprobar el cumplimiento de las leyes en los espacios laborales femeninos. Según afirmaría años más tarde, cuando enviaba un informe negativo a sus superiores se sentía escuchada como un varón, de tal manera que no sintió discriminación alguna al denunciar la indigna situación de numerosas obreras, las cuales ganaban un tercio de los sueldos masculinos y no tenían oportunidad de ascenso ni de promoción alguna. Por ello:

«…el general Primo de Rivera pulsó muchos intentos de avance, que nunca se han elogiado lo suficiente. Quiso imponer los descansos pagados para las embarazadas, las cajas de compensación familiar, parecidas a lo de los puntos de hoy. Todo ello estuvo ya en estudio y ensayo, y se hicieron muchos informes en los que tomé parte, pero cuando vino la República, todo quedó en suspenso».

Formó parte del Patronato de Previsión Social de Vizcaya y del Nacional de Recuperación de Inválidos para el Trabajo. Acudió como comisionada a Barcelona para estudiar las instituciones sociales y benéficas de la Caja de Pensiones para la Vejez que fundó Rafael Moragas. Pudo comprobar personalmente que los salarios femeninos eran mejores y, al regresar a Bilbao, publicó varios artículos en El Nervión, comparando la situación de las obreras catalanas y vascas. Urraca Pastor participó en el Congreso Femenino Hispanoamerican de Sevilla, que ACM organizó con ocasión de la celebración de la Exposición Internacional, en mayo de 1929. Por esas fechas, la ACM contaba con 118.000 socias activas y 235.000 adheridas y ascendía a 654 el número de juntas locales y delegaciones. Ella, al ser joven, maestra y activista, reunió las características para formar parte, junto a otras muchas como ella, del grupo de militantes más preciadas para intentar restaurar la hegemonía cultural del catolicismo, objetivo que, según Rebeca Arce, también se plantearon las organizaciones femeninas —durante esos años aparentemente triunfales— de Acción Católica .
María Rosa Urraca Pastor participando en un mitin de Comunión Tradicionalista en el Frontón Vitoriano. 16 de abril de 1933 

Su ingreso en el carlismo

La llegada de la Segunda República motivó un gran cambio en la vida de Urraca Pastor: su participación en ACM descendió ante el alcance insospechado de su salto a la escena política, iniciando una carrera en ese campo que fue ciertamente breve, pues persistió el tiempo de vida del régimen republicano, pero fue tan intensa como el tiempo que vivió. Antes de la llegada de la República, para los dirigentes masculinos de Acción Católica, la participación de las mujeres en la esfera pública debía ser solo una salida temporal. Un deber, no un derecho; consejo que siguieron muchas militantes de ACM. Sin embargo, la llegada del nuevo régimen hizo que las antiguas reticencias desaparecieran, los obstáculos se allanaran para que cumplieran con su deber y se favoreciese la movilización femenina ante las extraordinarias circunstancias que se vivían. Ante las elecciones del 12 de abril de 1931, Urraca Pastor participó en varios mítines y actos a favor de las candidaturas monárquicas alfonsinas en Vizcaya. Sin embargo, como a numerosas militantes católicas, los incendios de mayo, la expulsión del obispo de Vitoria y del cardenal Segura, los artículos anticlericales de la Constitución y la nueva política antirreligiosa de los aliados del 14 de abril, motivaron su salto al carlismo activo. Ella no provenía de familia legitimista, pero su padre —según confesión propia— la educó en el amor a la religión, a la institución monárquica y a la patria. Y sólo en el carlismo pudo encontrar la integridad de esos principios. Los tradicionalistas la atrajeron por su valentía y decisión, por su carácter social, «después, vi que mis ideales estaban allí. Me encontré allí. Hay mucha solera en el carlismo». 

lunes, 28 de marzo de 2016

Patria e Hispanidad según el tradicionalismo

El Tradicionalismo defiende la Unidad Católica de los pueblos hispánicos; defensa y armonización de las patrias históricas, grandes y chicas, luchando tanto contra el centralismo esterilizante como contra el nacionalismo disgregador. Contra el primero que defiende la unidad sin diversidad y al segundo que propone la diversidad sin unidad, sosteniendo la unidad en la diversidad. La restauración de los fueros, sociales y territoriales, defensa de la subsidiariedad evitando la esclavitud del Estado Nación moderno, el nuevo leviatán. Defendiendo la independencia auténtica de nuestra patria grande de los poderes ajenos, tanto económicos como extranjerizantes, incluyendo las organizaciones clandestinas con afanes de control mundial. Por una Confederación de Pueblos Hispánicos.

El Tradicionalismo es la continuidad venerable de la Tradición común de los pueblos hispánicos, esparcidos por los cinco continentes, el Carlismo ha venido a ser la prolongación de un modo de ser que sucesivamente han cancelado el absolutismo, el liberalismo y el socialismo. En este sentido profundo, como la vieja Cristiandad medieval se continuó durante el período de la Casa de Austria en el mundo hispánico, convertido en una suerte de Christianitas minor, el Carlismo es una suerte de reserva de esa Cristiandad menor. 

"Constituyendo una poderosísima confederación de los pueblos Hispano-Latinos de uno y otro hemisferio, se podrá así contrarrestar la pretensión absorbente de la raza sajona"
(Carlos VII)

“La fidelidad a su gran Tradición que reanuda y su carácter de defensor magnánimo de ideas religiosas y de valores y principios morales, así de formas de cultura y de civilización opuestas a la concepción materialista de la vida(...)su misión apostólica, civilizadora, católica y aventurera, su condición de nación cristiana, occidental y mediterránea, que afirmará con máximo fervor siempre(...) solidaridad y apoyo frente a las fuerzas secretas o públicas de la Revolución internacional (...) Protección decidida a la labor apostólica y cultural en servicio a la creencia única que forjó la unidad española y forjó la Hispanidad"
(Manifestación de los Ideales Tradicionalistas)

"La Hispanidad es hoy y siempre la misma cosa. Es como hablar de la "Romanidad". Yo diría que la Hispanidad es la última versión que los hombres dieron de un orden político acorde con la Tradición acotado a los tiempos modernos: fue la respuesta de la Inteligencia Católica frente a la ruptura del sistema religioso. Y si le cupo a España y ésta le dio el tinte de lo español, fue porque Dios así lo quiso y porque los reyes españoles respondieron "con honor (…) El amor a la patria es un sentimiento legítimo, es parte de nuestro "honor" y, como yo lo entiendo, está inscripto en el Cuarto Mandamiento: Honrar al padre y a la madre. La nación, la de cada uno de nosotros, es la tierra de nuestros mayores y tiene que ver con la piedad filial amarla y defenderla. Pero no es, en sí, un valor absoluto sino relativo. Las naciones surgen al abrigo y por impulso de la Civilización Cristiana que las ordena y armoniza por medio del Magisterio de la Iglesia, de tal manera que lo nacional y contingente se subordine a lo universal y católico. En este aspecto, España dio el ejemplo cuando, por un lado completó el Orbis Terrarum y lo conquistó bajo el signo de la Fe y, por otro, lideró la última cruzada contra el Islam, uniendo en una acción común a todas las naciones cristianas. Era obvio esperar que donde primero los estados se separaron de la Iglesia (Inglaterra y Alemania) la idea nacional se convirtiera en un valor absoluto. Posteriormente, por contagio y por abandono de los principios tradicionales, los estados y los hombres en general, le fueron dando a la idea de nación ese mismo valor absoluto aunque, diría yo, restringido, porque limitaron sus fines a sí misma y, en este sentido, la volvieron un principio instrumental. Hoy los nacionalismos se erigen como el "instrumento" contra la "globalización", con todos los riesgos y fracturas que esto implica; porque entiendo que es un riesgo y es en vano contestar una cosa "general" con otra "particular", aunque la general esté mal y la particular bien, pero cada una en su ámbito. La única manera de detener la globalización que se nos viene, es con argumentos" globalizantes", pero ciertos y buenos, como la filiación a la Iglesia Católica y a su Magisterio, sin perder la nacionalidad -porque de hecho no la ataca- pero subordinándola a ese valor supèrior y universal”
(Elena Calderón de Cuervo)

“Sin el sentimiento común en el presente y en el pasado que junte en una unidad corazones y conciencias, no hay Patria. Unidad de creencias y autoridad inmutable que las custodien; sólo eso constituye naciones y enciende patriotismos”
(Juan Vázquez de Mella)

"El pueblo decae y muere cuando su unidad interna, moral, se rompe, y aparece una generación entera, descreída, que se considera anillo roto en la cadena de los siglos, ignorando que sin la comunidad de tradición no hay Patria; que la Patria no la forma el suelo que pisamos, ni la atmósfera que respiramos, ni el sol que nos alumbra, sino aquel patrimonio espiritual que han fabricado para nosotros las generaciones anteriores durante siglos, y que tenemos el derecho de perfeccionar, de dilatar, de engrandecer; pero no de malbaratar, no de destruir, no de hacer que llegue mermado o que no llegue a las generaciones venideras ;que la tradición, en último análisis, se identifica con el progreso, y no hay progreso sin tradición, ni tradición verdadera sin progreso"
(Juan Vázquez de Mella)

"España fue una federación de repúblicas democráticas en los municipios y aristocrática, con aristocracia social, en las regiones; levantada sobre la monarquía natural de la familia y dirigida por la monarquía política del Estado"
(Juan Vázquez de Mella)

“La patria es espíritu. Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan”
(Ramiro de Maeztu)

"La Patria es cosa natural. Es la herencia de nuestros padres, el tesoro de nuestros hijos, la tierra donde hemos nacido, el hogar que ha sido testigo de nuestras alegrías y de nuestros dolores, es la lengua que hemos aprendido y con la cual nos expresamos fácilmente...Por ley de naturaleza estamos obligados a amarla y defenderla, de tal manera, que todo buen ciudadano ha de estar pronto a arrostrar la misma muerte por su Patria"
(Juan María Romá)

“Sin tradición no hay patria y los hombres sin patria viven en el mundo condenados al suplicio del Judío Errante; llevan consigo una espantosa maldición; son el grano de arena del desierto, que, abrasado por el simoun, se agita sin saber en donde parará y abrasa a su vez todo cuanto toca”
(Julio Nombela)

“El amor a la Patria es ese sentimiento indefinible que nos une al suelo que nos vio nacer, donde nuestra vida se desarrolla y donde esperamos y queremos que se abra nuestra tumba; es el amor al suelo donde viven las personas que nos son queridas dentro y fuera de la familia, donde descansan los huesos de nuestros padres, donde nacen esos seres que sólo a cada uno de nosotros es dado llamar con el nombre de nuestros hijos, donde habita esa familia inmensa a la que nos unen los vínculos del idioma, de la legislación, de las costumbres, de la historia, y como podía decirse hasta hace poco en España, los vínculos de una religión misma”
(Guillermo Estrada y Villaverde)

"La Patria es la historia de la patria. Si nos falsifican la historia, nos roban la Patria".
(Jordan B. Genta)

“Una Patria lo son los campos, los muros, las torres y las casas, los son los sepulcros y los altares; lo son los hombres vivos, padre, madre y hermanos, los niños que juegan en los jardines, los campesinos que cultivan el trigo, los comerciantes, los artesanos, los obreros, los soldados; no hay nada en el mundo más concreto”.
(Charles Maurras)
“Cuando la Patria no es el recinto de los templos y las tumbas, sino una suma de intereses, el patriotismo deshonra”.
(Nicolás Gómez Dávila)

"Al conjunto de las personas sometidas a la autoridad de un padre de familia se le llama familia. A partir del siglo X, al conjunto de las personas reunidas bajo la autoridad de un señor, jefe de una mesnada, se le llama familia. Al conjunto de las personas reunidas bajo la autoridad de un barón, jefe de un feudo, se le llama familia. Y más adelante veremos que el conjunto de las familias francesas fue gobernado como una familia. El territorio sobre el cual se ejercían esas diversas autoridades ya sea que se tratara de la de un jefe de familia, de la del jefe de mesnada, del barón feudal o del rey- es denominado uniformemente en los documentos como patria, el señorío del padre. "La patria, dice Frantz Funck-Brentano, era al principio el territorio de la familia, la tierra del padre. La palabra se extendió al señorío y a todo el reino, puesto que el rey era el padre del pueblo. El conjunto de los territorios sobre los que se ejercía la autoridad del rey se llamaba, por tanto, Patria"
(Henri Delassus)

miércoles, 23 de marzo de 2016

Las Líneas Rojas de Roma...en torno a la postura frente al laicismo

El carlismo preparó la insurrección en defensa de la Religión y la Patria

LAS LÍNEAS ROJAS DE ROMA
Estoy leyendo el libro de don Víctor Manuel Arbeloa, titulado “La Minoría Vasco-Navarra”, editado por el Gobierno de Navarra. Su seriedad y densidad documental podrían restarle amenidad. Pero no, porque la aportan las similitudes de aquellos años con los que nos esperan. Ya señalé en estas páginas que latía en su relato la disyuntiva de, o apostasía o Guerra Civil, que nos llevaba a buscar para el próximo futuro estrategias y tácticas contra la apostasía que no fueran sangrientas como la guerra. Formando parte todo eso de una movilización general de los católicos. Vid. SP’ del 16-1-2016, pág. 11. 
La Segunda Republica empezó desde el primer momento con una gran ofensiva política en el congreso y en todo el país a cargo de laicistas, ateos e izquierdistas, para redactar una nueva Constitución que fuera aconfesional y además disolviera las Órdenes Religiosas. Surgió entonces en el País Vasco y en Navarra una coalición para hacerles frente formada por diputados carlistas, foralistas y algún independiente, todos fervorosos católicos, que se llamó la ‘Minoría Vasco-Navarra’. Arbeloa recoge fragmentos de aquellos enfrentamientos dialécticos en el Congreso. Los católicos de la tal Minoría resistían y atacaban en los debates parlamentarios pero sin aludir explícitamente a que estaban dispuestos a llegar a empuñar las armas. No lo decían, pero estaba en el ambiente y todo el mundo lo pensaba. Los laicistas sí que lo dijeron con tonos de denuncia clara y explícitamente. Y reforzaban su oposición a una solución católica afirmando, con intención disuasoria, que la Santa Sede no apoyaría una acción guerrera de los vasconavarros. Transcribo literalmente de la página 81:

“Intervino el prestigioso jurista catalán Amadeo Hurtado. En términos velados comparó la actitud ante la Monarquía y la Dictadura de dos cardenales españoles tan distintos como Segura, desterrado de España y Vidal y Barraquer que no solo conoció a la Republica, sino que puso toda su influencia moral para conseguir que la Republica ya instaurada se afirmará y fuera respetada por todos sus fieles. (…) Se dirigió después a la Minoría Vasco Navarra, no para darles un consejo, sino solo una indicación: su integrismo católico y su deseo de mantener o de restaurar el principio de la unidad católica, que les haría negar las libertades de otros, no tendría la adhesión del Vaticano. (…) Por eso se permitía decirles a los vasconavarros que, si se les pasaba por la mente la idea de contestar la irreligiosidad de España con una Guerra Civil, -algo que se les achacaba-, tanto como la protesta del país liberal caería sobre sus cabezas la condenación del Romano Pontífice. (Rumores)”.

En el libro de Arbeloa hay varios párrafos análogos más, muy sabrosos, que siento no reproducir por falta de espacio. 
Libro imprescindible sobre los fundamentos de la  relación entre política y religión

Que los católicos no serían respaldados por la Santa Sede era una increíble paradoja, que puede volver en el futuro. Los católicos protagonistas directos de un futuro próximo deben meditar en esa posibilidad. Había antecedentes y después, confirmaciones. Antecedentes fueron los intentos del Papa León XIII de trasplantar su “ralliement” impuesto a los franceses a España. Después el abandono a los Cristeros mejicanos. Confirmaciones posteriores han sido el apoyo de muchos eclesiásticos (por no decir Iglesia) a las retiradas de la CEDA, el apoyo a los católicos franceses que ayudaban a los rojos y hoy a los del Partido Popular. En los albores del Concilio me contó Don José María Valiente, Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista, que había tenido un cambio de impresiones con un religioso famoso. Valiente se desahogó contándole que estaba atenazado porque unos carlistas estaban a favor y otros en contra de Franco. El religioso le contestó que no dudara en apoyar a Franco, “porque es el único que nos defiende del Vaticano”. ¡Sic!


La persecución empezará en cuanto se forme, al fin, un nuevo gobierno y se debata la reforma de la Constitución. Los católicos magnánimos que se enfrentaran decididamente al laicismo por todos los medios, “incluso los legales” (según la famosa broma de Maurras), verán que se forma un segundo frente de católicos cobardes que se escudarán para claudicar en las debilidades y tibiezas de Roma. Habrá que recordar que el magisterio papal se divide en infalible y ordinario y que de este último cabe discrepar respetuosamente después de maduro estudio. Ya el Papa Pío XII habló, aunque poco, de la legitimidad de una opinión publica dentro de la propia Iglesia.

Dios dirimirá la cuestión, no sabemos si como lo hizo el 18 de julio o de otra manera. En cualquier caso, nuestro deber es “velar y orar” con las botas puestas.
De SANTA CRUZ, Manuel. “LAS LÍNEAS ROJAS DE ROMA”. En Siempre P´alante 757 (2016), pág. 3.
Sobre el autor del libro comentado, Víctor Manuel Arbeloa, podemos señalar que se trata de un muy buen conocedor de la historia y la realidad del carlismo, la cual vivió muy desde dentro en su propio hogar. Nacido en Mañeru, “el pueblo más carlista de España”, su padre, requeté, perdió la vida en la guerra. Ordenado sacerdote desde su preocupación por los temas sociales se acercó al PSOE y a movimientos democráticos. Sufrió varias condenas, multas y detenciones por parte del Tribunal de Orden Público por sus artículos periodísticos y actividades sociales y políticas izquierdistas. Si hubiese creído que el carlismo podría asumir una escisión ideológica hacia el socialismo progresista, lo habría tenido muy fácil para militar en él, sin embargo, pese a sus muchos afectos hacia el carlismo entendió que la escisión de Carlos Hugo no pasaba de ser una torpe jugada política instrumentalizada por la izquierda y los nacionalistas. Arbeloa nunca quiso participar en esa instrumentalización y pese a las insistentes invitaciones de la camarilla de Carlos Hugo no quiso nunca acudir al Montejurra “progresista” ni jamás admitió en sus análisis históricos que la escisión ideológica de Carlos Hugo fuese apoyada por el pueblo carlista.

Políticamente militó en el PSN, al cual llevó a los mejores resultados de su historia, tras zafarse de la corriente pannacionalista que había dentro del mismo, y sólo la corrupción del caso Urralburu (que a él no le afectó personalmente) hizo que perdieran las mayorías.

Puso su prestigio como escritor y fino investigador en defensa de la Iglesia, el carlismo y los requetés en 1936 incluso en periódicos progresistas, con el valor añadido que su primera condena por el TOP le vino por la publicación de un artículo crítico con el bombardeo de Guernica. (Perdón por tanto silencio, Tribuna de El País, 23 de febrero de 2001 en el que ataca el cinismo de quienes quieren que la Iglesia pida perdón por su apoyo al alzamiento mientras compadrean con el terrorismo etarra).

Y además de artículos valientes contra ETA y su entorno el 25 de septiembre de 1984 escribió otro bello artículo en el mismo diario sobre la Dinastía legítima. Reyes carlistas en Trieste.

martes, 22 de marzo de 2016

SAR Don Sixto Enrique, Príncipe Legionario

S.A.R. DON SIXTO, PRINCIPE LEGIONARIO

El pasado 12 de marzo S.A.R. Don Sixto recibía en El Pardo un reconocimiento legionario más, con la imposición de la insignia de honor de la Hermandad de Caballeros Legionarios de Sevilla, de manos de una insigne familia carlista y legionaria, como tantas ha habido. Vale la pena recordar los pormenores de su paso por el Tercio.
La Familia Real se había destacado en los años sesenta del siglo pasado por un increíble activismo en acciones humanitarias. Para la familia rival el listón era demasiado alto: la Infanta María Francisca había servido en la Cruz Roja en auxilio de los húngaros durante la represión soviética de 1956; la entonces infanta María de las Nieves había realizado el Servicio Social en el Castillo de la Mota en Medina del Campo, y la entonces también infanta Cecilia se había volcado en intentar paliar el desastre humanitario de Biafra. En enero de 1964 José Arturo Márquez de Prado, jefe nacional adjunto del Requeté, impulsó el alistamiento en la Legión de S.A.R. Don Sixto. La iniciativa partía en gran parte de su hermano mayor Carlos Hugo y contaba con el apoyo entusiasta de Don Javier. En una operación totalmente reservada el Comandante Sixto Barranco, delegado del Estado Mayor de Requetés, jefe carlista de Melilla y del Banderín de Enganche de la Legión y el Capitán de la Legión Morán Carapeto –ambos habían combatido en la Cruzada en el Tercio de Requetés sevillano de Nuestra Señora de los Reyes y mantenían vivo el entusiasmo y los ideales de aquellos días-- realizaron las gestiones oportunas para el alistamiento de S.A.R. bajo el nombre supuesto de Enrique de Aranjuez. Dentro del estamento militar sólo ellos dos conocían su verdadera identidad, y nunca se le dispensó trato de favor alguno, realizando la instrucción como un soldado más. Junto a Don Sixto se alistó otro joven carlista bilbaíno, Juan Carlos García de Cortázar, que dejaba sus estudios de cuarto curso de la carrera de ingeniería industrial, para estar junto al Infante. Finalmente a finales de 1964 Don Sixto empieza su periodo de instrucción en Melilla, en el Tercio Gran Capitán, I de la Legión, jurando bandera en una fecha tan significativa como el 2 de mayo de 1965. A la jura acudieron varios carlistas andaluces y valencianos, manteniendo en secreto la identidad del Infante de España. El juramento a la bandera fue el siguiente:

·         ¿Juráis a Dios y prometéis a España, besando con unción su bandera, respetar y obedecer siempre a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y derramar, si es preciso, en defensa del honor e independencia de la Patria y del orden dentro de ella, hasta la última gota de vuestra sangres?

Enterados los juanistas de la presencia de Don Sixto en la Legión empezaron a presionar a los mandos más altos, más sensibles al poder constituido y algunos de ellos seguidores de la rama liberal alfonsina. Pero entre la oficialidad legionaria y el pueblo carlista la presencia de Don Sixto despertaba grandes simpatías.
La pretensión de Don Sixto era la de realizar sus tres años de servicio militar. Sin embargo la llamada Secretaría Técnica de Carlos Hugo entendió que era más propicio explotar publicitariamente su presencia, filtrándolo a los medios de comunicación y dedicando reportajes en la prensa carlista. El franquismo licenció anticipadamente al legionario Enrique de Aranjuez a los once meses e intentó amortiguar el impacto propagandístico de su presencia, que era todo un contraste con la de los miembros de la dinastía liberal (el llamado Conde de Barcelona sirvió bajo bandera enemiga en la Royal Navy y a Juan Carlos se le dispensó una instrucción entre algodones en las academias generales, con un expediente más que mediocre). Desde entonces Don Sixto ha mantenido una relación estrecha con la Legión, recibiendo reconocimientos por parte de diversas Hermandades y manifestando públicamente su disposición y espíritu legionario, como en aquel manifiesto “A los Navarros” de noviembre de 1977, que no puede estar más de actualidad:

·         (…) Yo pido a todos los navarros que por encima de actitudes partidistas y bajo la Bandera de España, que como soldados todos hemos jurado, en esta hora triste y de prueba en que parece que se quiere castigar a Navarra su glorioso sacrificio en la Cruzada del 36 y su valor —con los que logró para su Escudo, que con los de Castilla, León y Aragón forman el real y nacional de España, la Gran Cruz Laureada de San Fernando—, formen en derredor de sus Instituciones naturales para defender las legítimas libertades que constituyen sus Fueros.

Otro hecho destacado es que la República francesa reclamó a Don Sixto para la realización del servicio militar, como ya hiciera su hermano Carlos Hugo. Don Sixto había nacido en el exilio, en Pau, ciudad occitana, en puridad hispana, pero uncida a Francia. Sin embargo, como Infante de España, Don Sixto comprendió que no podía jurar la bandera de la Revolución francesa y no acudió a la llamada del servicio militar francés. Por este hecho fue condenado a un año de prisión por el Tribunal permanente de las Fuerzas Armadas, el cual dispuso asimismo el embargo de sus bienes.
Tras ser licenciado de la Legión contra su voluntad y contra derecho, Don Sixto pasó a Portugal, donde al amparo de amigos y parientes de la Familia Real estuvo en los principales ámbitos de la administración civil y también en el mundo de las finanzas junto a la familia Espíritu Santo. Visitó asimismo las provincias portuguesas de África, a cuyo servicio puso su instrucción militar.

domingo, 20 de marzo de 2016

Mártires de la Tradición 2016 en Albacete

 Albacete, marzo 2016, mes de San José. Los actos por los Mártires de la Tradición de este año en la ciudad de Albacete han tenido lugar este Domingo de Ramos, 20 de marzo. A las 12:00, en el Camposanto Virgen de los Llanos
 Ofrenda floral, seguida de un responso, intervenciones y canto del Oriamendi ante el Monumento a los Muertos de la Cruzada
 Acto organizado por el Círculo Carlista Marqués de Villores de Albacete, perteneciente a la Comunión Tradicionalista
 Victor Javier Ibañez, Presidente del Círculo 
 A continuación se ofreció un vino español en el Mesón Legionario

domingo, 13 de marzo de 2016

Mártires de la Tradición 2016 en Palencia

El pasado domingo 13 de marzo la Asociación Cultural Tradicionalista «Fernando III el Santo» de Palencia regresó a Ayuela de Valdavia, al paraje conocido como la Mata de los Carlistas, donde —con ocasión de la festividad de los Mártires de la Tradición— se colocó una placa conmemorativa junto a la Cruz de los Carlistas, recientemente restaurada por dicha asociación.
Se procedió a la bendición de la cruz y al rezo de un responso por los carlistas allí fallecidos en la Guerra de los Siete Años. El presidente de la ACT Fernando III el Santo, Luis Carlón Sjovall, pronunció un discurso, en el que entre otras cosas dijo:
«En el año 1895, el Rey Carlos VII instauró la festividad de los Mártires de la Tradición, con el objeto de honrar a todos los mártires fallecidos bajo la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, tanto en los campos de batalla como en el destierro; tanto en los calabozos como en los hospitales... Y designó el diez de marzo, aniversario de su abuelo Carlos V, como fecha indicada para tan justo homenaje.

Hoy, 121 años después, en esta España tan falta de memoria, aparentemente despojada de sus principios y tradiciones, nos reunimos junto a esta cruz, felizmente recuperada del olvido, para homenajear a los Mártires de la Tradición que en este lugar conocido popularmente como "Mata de los Carlistas" desde tiempo inmemorial, perecieron en leal cumplimiento de obediencia a Dios, a la Patria y al Rey.
La historia nos ha legado que en este lugar se encontraba refugiada una partida carlista al mando del Capitán Portillo en el ya lejano año de 1837, cuando se vieron sorprendidos por un contingente revolucionario muy superior. Los "cristinos", como era habitual en ellos, no hicieron prisioneros, y apenas el teniente y un joven combatiente carlista consiguieron escapar a la matanza. Cerca de aquí se encuentra la "Mata Portillo", donde el desafortunado teniente fue ejecutado tras ser capturado a la mañana siguiente; mientras el combatiente —desconocemos su nombre— consiguió escapar vivo con la ayuda de un pastor de la cercana localidad de Ayuela.

También nos ha legado la historia, que al poco tiempo de lo ocurrido, aquí mismo, sobre el lugar donde los cuerpos fueron enterrados por las gentes de la zona, se forjó una cruz similar a la actual, y que esa cruz fue mantenida por gentes anónimas de Ayuela de Valdavia hasta hace apenas unas décadas.

Ahora, desde la ACT Fernando III el Santo, y tras reconstruir la cruz, a la que acompañará una sencilla placa, queremos que de nuevo sean los habitantes de Ayuela los que nos ayuden a cuidar y mantener la reconstruida cruz, que ha de ser símbolo en nuestra tierra de los principios y tradiciones forjadoras de nuestra Patria».
Tras el discurso, se dijo la oración por los Mártires de la Tradición y se cantó el Oriamendi.
Ayuela de Valdavia (Palencia), Información Aquí

sábado, 12 de marzo de 2016

Don Sixto Enrique de Borbón en los Mártires de la Tradición 2016 en El Pardo

SAR Don Sixto Enrique presidió la Santa Misa por los Mártires de la Tradición celebrada (según el inmemorial rito romano) en la Iglesia del Cristo del Pardo, repleta de carlistas
Imposición de boina, por parte del Príncipe, a una joven carlista albaceteña
 Imposición de boinas a jóvenes carlistas
Don Sixto rodeado de leales de todos los rincones de las Españas
Al quedarse pequeño el Salón de Acto, unos grupos de carlistas han tenido que comer en el salón adyacente
 D. José de Armas
Paula Gambra habla en nombre de las Margaritas carlistas
Maurizio Di Giovine, delegado de la Comunión Tradicionalista en la Península Italiana
Intervención de don Miguel Ayuso Torres, Presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, frente cultural de la Comunión Tradicionalista
Finalmente dirigió unas breves palabras a los asistentes S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, agradeciendo la presencia y buen espíritu y dando razones para la confianza en la restauración de las Españas.
S.A.R don Sixto de Borbón Parma y el Padre García Gallardo, junto a varios miembros de la ACT Fernando III el Santo de Palencia