miércoles, 27 de enero de 2010

El Beato Josep Samsó: Otro carlista en los altares.

"...tanto el Párroco de Santa María como el Ecónomo de San José, a título meramente personal eran socios afiliados a la Comunión Tradicionalista de Mataró, tal como nos explica su antiguo directivo y hoy Párraco de Barcelona Dr. Antonio Llensa Borrás"

(El Dr. José Samsó Elías. Párraco-Mártir de Sta. Mª de Mataró- Barcelona y su tiempo. de Mn. Salvador Nonell i Bru. Página 79)

Mossén Josep Samsó Elías, mártir de la persecución religiosa (1936)

Beatificado el 23 de enero de 2010. Fusilado por los "tolerantes laicistas" en 1936.

domingo, 24 de enero de 2010

Contra el "pensamiento único" impuesto por el sistema: Atrévete a leer, atrévete a pensar.


Estanislao Cantero es un ilustre jurista y escritor, premiado en dos ocasiones por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Colaborador frecuente de la revista Verbo.

En su último libro, La contaminación ideológica de la historia, recién editado por LibrosLibres en colaboración con la Fundación Speiro, examina la manipulación de los hechos históricos, en buena parte merced al concurso de historiadores influyentes, a la que opone a través de un trabajo erudito y riguroso la recuperación de la verdad. De entre todos los temas tratados en las trescientas páginas, de la Revolución francesa a la unificación italiana y a la Guerra de España, quisiéramos destacar las páginas que dedica a la que titula "la extraña adhesión de los católicos [españoles] a la II República", donde analiza el "ralliement" que pretendió parte de la jerarquía eclesiástica y sobre todo Ángel Herrera Oria y sus empresas. Sobre éste recuerda Cantero un texto del mártir don Víctor Pradera, en 1936, que resume mejor que cualquier otra consideración su papel demoledor, gracias a Dios desmentido por los hechos, entre ellos las decenas de miles de voluntarios carlistas que se alzaron contra esa República que el abogado del Estado que luego sería cardenal quiso infructuosamente apuntalar: "El mal de hoy [...] se engendró ya en otro tiempo y lo engendraron tal doctrina, tal hecho y tal hombre [...], la doctrina, causa de nuestros males, es la del bien posible; el hecho, la separación de las fuerzas de derecha provocada por la CEDA para participar en el Gobierno como auténtico partido republicano, y el hombre, don Ángel Herrera" (pág. 33).

No se leerán sin provecho las páginas de este libro. (Recomendación de AGENCIA FARO)

Otros libros imprescindibles de la editorial Libros Libres

domingo, 17 de enero de 2010

La Cristiandad contra-revolucionaria: Andreas Hofer el "Chouan del Tirol".



EMOCIONANTE CANCIÓN DEL GRUPO ITALIANO CONTEA

Andreas Hofer es un héroe del Tirol contra-revolucionario. Combatió a los ejércitos de Napoleón durante la ocupación francesa del Tirol. Ferviente patriota y católico defendió su tierra y sus tradiciones hasta que traicionado fué capturado y fusilado en febrero de 1810.

Andreas Hofer, otro gran héroe anti-liberal."El chouan del Tirol".

viernes, 15 de enero de 2010

Liberalismo y democracia: El gran equívoco.


La verdadera democracia es jerárquica y antiliberal, y el verdadero liberalismo es inorgánico y antidemocrático

Ya he indicado anteriormente que es menester no confundir democracia y liberalismo. La primera es una forma legítima de gobierno y el segundo es una concepción del mundo que, aplicada al orden político, genera lo que se ha dado en llamar la «democracia liberal». Al percibir que esta mezcla constante o confusión de esencias diferentes se agrava la equivo-cidad del tema; Pío XII aprovechó la Navidad de 1944 para hacer valiosas precisiones. Por un lado, como suele ocurrir en la experiencia histórica, actualmente los pueblos parecen exigir «un sistema de gobierno» más compatible con la dignidad y libertad, y de ahí la «tendencia democrática» que se advierte (Benignitas et huma-nitas, nº 7 y 9, radiomensaje del 23-12-44: AAS, 37, 1945).

No dice el Papa, naturalmente, que la democracia sea la única forma legítima de gobierno, sino que los pueblos adoptan la que mejor les conviene según la marcha de los tiempos. Por eso advierte, citando la Libertas de León XIII, que, salvada la doctrina católica del origen del poder y ejercicio del poder público, no reprueba ningún régimen con tal que sea apto para orientar la sociedad al bien común (Benignitas et humanitas, nº 10; cf. León XIII, Libertas, nº 32).

Hecha esta aclaración y reconociendo que la democracia puede ser tomada en un sentido amplio y que, como tal, puede realizarse en cualquier régimen, lo que importa es determinar la democracia verdadera. Para ello, recordemos que el Estado democrático –como todos los demás– está investido de poder; pero éste debe reconocer aquel «orden absoluto de los seres y de los fines» y, por eso, el poder o autoridad «no puede tener otro origen que un Dios personal». Por eso, la dignidad del hombre reside en ser imagen de Dios y «la dignidad del Estado es la dignidad de la comunidad moral querida por Dios» (op. cit., nn. 20, 22). De donde se sigue que la autoridad política lo es por participación de la autoridad de Dios y debe reconocer «esta unión íntima e indisoluble», y debe reconocerla explícitamente el régimen democrático (op. cit., nº 23).

Observemos que la expresión unión íntima e indisoluble excluye aquella «separación» que caracteriza al liberalismo de tercer grado. La democracia verdadera es, pues, ésta no-emancipada del orden divino; en cambio no será verdadera sino falsa aquella que rechaza esta vinculación o más o menos la olvida; igualmente, «si no considera suficientemente esa relación y no ve en su cargo [el gobernante] la misión de realizar el orden querido por Dios…» Así, «una sana democracia [debe estar] fundada sobre los inmutables principios de la ley natural y de las verdades reveladas» (op. cit., nº 28).

El gobernante –sostiene Pío XII dentro del más riguroso ius naturalismo– debe saber que la majestad de la ley positiva de que está investido, «es inapelable únicamente cuando ese derecho se conforma… al orden absoluto establecido por el Creador e iluminado con una nueva luz por la revelación del Evangelio». Tal ha de ser «el criterio fundamental de toda sana forma de gobierno, incluida la democracia» (op. cit., nº 30).

Esta apelación a la «unión íntima e indisoluble», fundada en el orden absoluto de la creación e iluminación por el Evangelio, reitera una concepción de la democracia (y de todo otro régimen político) situada en las antípodas de la democracia «liberal». En este sentido, la «democracia liberal» no es verdadera sino falsa democracia.

(Alberto Caturelli. Liberalismo y apostasía. Fundación Gratis Date

Recomendamos leer este esclarecedor cuaderno en su totalidad. Se puede acceder en la web de Gratis Date: Liberalismo y apostasía

sábado, 9 de enero de 2010

Tradicionalismo o conservadurismo (I)


El liberalismo es absolutamente incompatible con el catolicismo…No es menester que el Papa y los Obispos lo declaren, se declara ello mismo. La lógica más elemental sobra para confirmarlo basta con poner frente a frente la negación del liberalismo lógico y la afirmación de la Iglesia, para que se vea que no pueden coexistir juntos, porque se destruyen mutuamente. Querer conciliarlos es intentar la identidad de los opuestos”.
(Juan Vázquez de Mella)

Hoy hay quien piensa que el catolicismo conservador es una suerte de catolicismo tradicional más moderado, pero en realidad es un liberalismo más moderado. El conservador condena los frutos más extremos del liberalismo, pero no quiere profundizar en sus raíces, en la incompatibilidad radical y esencial entre liberalismo y catolicismo. El conservadurismo actúa así de polo de atracción de los católicos con ganas de luchar contra el laicismo pero los neutraliza al mantenerlos dentro de la órbita del liberalismo. El conservador tiene, pues, un núcleo revolucionario y una apariencia contrarrevolucionaria.

El punto de tropiezo y de clarificación de campos entre los católicos tradicionales, que siguen la doctrina secular de la Iglesia y los conservadores que pretenden una conciliación del todo imposible como enseña la realidad histórica, es hoy la defensa de la Confesionalidad Católica del Estado. La pregunta para detectar a un conservador debe ser: ¿Esta usted por la recuperación de la Confesionalidad del Estado? SI o NO. Y la repuesta debe ser clara y concisa, sin pretender diluirla en palabrería confusa y evasiva.
Dentro del mundo conservador podemos encontrar dos tipos de actitudes frente a la renuncia a la confesionalidad: los que simplemente no la creen necesaria o incluso perjudicial para la Iglesia, y los que afirman que la querrían y esta sería buena, pero consideran que esta no es posible hoy en día y renuncian a su defensa pública. Esta última posición es incoherente a todas luces, porque al renunciar a su defensa renuncian de hecho a toda posibilidad de reconquistarla, y se sitúan de hecho al lado de los de la primera actitud.

Aquí encontramos por tanto el punto de separación de campos. Los conservadores consideran la política como “el arte de lo posible” y los tradicionalistas como “el arte de hacer posible lo necesario”. Es decir los conservadores son liberales y los tradicionalistas católicos. Como enseña Manuel de Santa Cruz: “el cambio de circunstancias no afecta al imperativo teológico inmutable del culto público y colectivo a Dios, establecido en las encíclicas “Vehementer Nos” y “Quas Primas” de Pío XI, con el componente esencial del –por ser Vos quien Sois- “ fundamento de la Realeza Social de Jesucristo. La renuncia conservadora tiene un detonante real inspirado en los respetos humanos y en complejos de inferioridad ante le mundo moderno sin entender que el signo de la doctrina social de la Iglesia es levantar una “contestación al mundo moderno” no la adaptación-rendición al mismo. José Miguel Gambra ha dejado escrito: “Nos dirán sin embargo, que a que sostener cosa tan ajena a lo alcanzable según cualquier previsión. A lo cual sólo podemos responder que el hombre, alma inmortal en cuerpo transitorio, tiende a eternizar el presente, sin darse cuenta de cuan rápidamente pueden cambiar las cosas. Y también contestaremos que lo que siempre puede hacerse es decir lo que debe hacerse, aunque no pueda hacerse. Y quien hace lo que puede, no esta obligado a mas”.

Podemos concluir:

1-La Tradición es un principio, el conservadurismo una actitud.
2-La Tradición es permanente, el conservadurismo evolutivo.
3-La Tradición es providencialista, el conservadurismo historicista.
4-La Tradición es católica, el conservadurismo liberal.
5-La Tradición es contra-revolucionaria, el conservadurismo revolucionario.
6-La Tradición es española, el conservadurismo es foráneo.

Y la forma de convertir a un tradicionalista en conservador es:

1-Excluyendo la religión de nuestro pensar político.
2-Hacernos defender tesis liberales creyéndolas católicas: democracia, derechos humanos, libertad religiosa, pacifismo etc.
3-Hacernos olvidar el fin de la historia, del hombre y del mundo: la gloria de Dios y la salvación de las almas.
4-Hacernos evolucionar “con los tiempos” sin arraigo ni permanencia en el espacio y en el tiempo.
5-En arrancarnos los principios para dejarnos en opiniones.

viernes, 8 de enero de 2010

LA MONARQUÍA TRADICIONAL de Francisco Elías de Tejada. Un clásico imprescindible.


LA MONARQUÍA TRADICIONAL, de Sr. Francisco Elías de Tejada.calidad 2, 1 t., 14,5x20, 174 pág. : 16 € Pedidos y Pagos

PÁGINA PRINCIPAL

Un estudio reposado de lo que fueron las vie­jas ordenaciones libres de nuestros pueblos y de lo que probablemente habrían sido a no mediar las desviaciones europeizadoras, he aquí el cuadro, a grandes brochazos, de la monarquía tradicional española, régimen que mi­ró a la defensa de los postulados fundamenta­les de la unidad de fe y de la lealtad a la Corona, sin mengua del fomento de las fecundas libertades concretas.

Así constituida, la acción de España pudo ahondar en las entrañas de la verdad católica para repre­sentar nada menos que la concepción católica de la vida en la más fecunda de sus maneras. Pero si la España tradicional fue una doctrina, la moderna se ha despedazado en dudas, y la contemporánea en negaciones, acabando su carrera alocada en la más absoluta indiferencia. Ante semejante abandono y delirio exclama el autor:

Cuando se vive entre muertos, estas ideas alcanzan a los ojos dimensión de exac­titud. Bien puedo desde mi retiro, arropado por el dulce silencio del ol­vido rumoroso, repetir las palabras de Quevedo:

»Retirado en la Paz de estos desiertos con pocos, pero doctos, libros juntos, vivo en conversación con los difuntos y escucho con mis voces a los muertos»
.”

Indice

I. EL MENÉNDEZPELAYISMO POLÍTICO
Actualidad del menéndezpelayismo 13
La estela política de Menéndez y Pelayo 15
Las limitaciones de una obra gigantesca 19
El auténtico menéndezpelayismo 24

II. LA TRADICIÓN DE LAS ESPAÑAS
Europa y las Españas 31
Europa 36
Las Españas 43
La europeización absolutista 52
La europeización liberal 60
El dilema presente 68

III. UNA TRADICIÓN VIVA: NAVARRA
Una tradición salvada del naufragio europeizante 71
La primera interpretación: Zuaznavar, el erudito 74
La interpretación sentimental: Olave 81
Marichalar o la interpretación técnica 89
Lo que observó Cánovas del Castillo 95
La lección política de Navarra 96

IV. LA TRADICIÓN
La revolución europea 109
La revolución disculpada 111
La revolución delante del pensamiento tradicional 115
La Tradición 118
Tradición y progreso 121
La Tradición de las Españas 122

V. LOS FUEROS, COMO SISTEMA DE LIBERTADES CONCRETAS
Los Fueros 127
Hombre abstracto y hombre concreto 128
Liberalismo y hombre abstracto 133
Totalitarismo y hombre abstracto 135
Tradición y hombre concreto 136
Entre libertades. Libertad e Igualdad 138
Los Fueros, barrera y cauce 147

VI. LA MONARQUÍA FEDERATIVA
La Sociedad, "corpus mysticum" 153
La realeza 159

VII. LA SECUELA INSTITUCIONAL
Cambio de frente 163
La Corona 165
El Consejo Real 168
El Consejo de Ministros 169
Las Cortes generales 171
El Consejo de Justicia 174
El Consejo de Guerra 175
El Consejo Social 176
El Consejo de Cultura y la Junta de Cultura 177
Colofón 179

LA FAMILIA Y EL MUNICIPIO COMO BASES DE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA.

martes, 5 de enero de 2010

ESCANDALOSO, BOCHORNOSO, INDIGNANTE: El modernismo religioso en la vanguardia contra la Civilización cristiana.


Un belén con seis minaretes se expone en la iglesia del Sagrado Corazón de Bellinzona, Suiza. La intención del pesebre es provocar reflexiones sobre la fraternidad y los derechos humanos, después de que más del 57 por ciento de los votantes suizos eligieran en el referendo popular del pasado 29 de noviembre apoyar una moción de la extrema derecha a favor de la prohibición de construir minaretes en las mezquitas.
A los pies del pesebre se ha colocado un libro que contiene versos de la Biblia y del Corán sobre el agua. El monje franciscano Callisto Caldelari ha sido el encargado de bendecir el belén. EFE/Karl Mathis.

Recomendamos la lectura del artículo del Padre Angel David Minaretes blasfemos en Suiza

Igualmente reproducimos al respecto el magnífico artículo publicado en el blog Lealtad


Cuando la oligarquía dominante recurre a instrumentos de verdadera democracia suele llevarse grandes disgustos. Suiza es una nación que mantiene muchos de estos mecanismos, no como innovación revolucionaria, sino como manifestación de sus tradiciones políticas seculares. El parlamentarismo suizo es débil y el sufragio universal no se estableció hasta 1971, de nuevo mediante grandes presiones externas.

Pese a la paulatina degradación de estos instrumentos tradicionales de verdadera democracia (en el sentido de forma de gobierno, no de ideología) en esta ocasión el pueblo suizo demostró su voluntad de no claudicar ante la imposición del dogma islamista. Los suizos han aprobado el domingo 28 de noviembre la iniciativa lanzada por el partido Union Démocratique Fédérale a fin de prohibir la construcción de minaretes en las mezquitas. El “sí” ha ganado con extraordinaria mayoría. El 57,5% de los votos, venciendo además en la mayoría de los 26 cantones de Suiza. Sólo se han manifestado en contra Ginebra, Vaud, Neuchâtel y Basilea-Ciudad. Es decir, en los territorios más calvinistas y protestantes. Es significativo que si se exceptúa el cantón montañés protestante de Glaris, sólo los cantones católicos han venido practicando con continuidad la democracia directa, la Landsgemeinde. Este resultado representa una sonora bofetada para el conjunto de la clase política suiza, la cual se había enfrentado de forma unánime al proyecto, respaldado por una iniciativa popular que había recogido 113.000 firmas.

Además hay que tener en cuenta las presiones de la casta política (tanto de derechas como de izquierdas, partido ecologista incluido), la enorme ofensiva emprendida por la práctica totalidad de los medios de comunicación, las imprecaciones lanzadas por la Conferencia Episcopal Suiza, las tergiversaciones lanzadas adrede por los institutos de sondeos, los cuales habían pronosticado una contundente derrota de una iniciativa popular, que sólo iba a obtener, según ellos un 37% de los votos. El poder ha entorpecido todo lo posible la propaganda favorable a la prohibición de los minaretes, mandando a la policía a requisar multitud de propagandas que se limitaban a reproducir textos del Corán bajo la excusa de que "resultaban discriminatorios". (Obviamente resultaban discriminatorios, pero para los no mahometanos). La actitud promahometana de la Conferencia Episcopal Suiza (¡cuanto defendió Mons. Lefebvre al Papado denunciando los males del colegialismo!) es coherente con sus múltiples heterodoxías. El futuro presidente de la misma, Norbert Brunner, ha señalado que el celibato de los curas católicos debería ser voluntario y que estaría dispuesto a ordenar a sacerdotes casados y a mujeres de presbíteros. Evidentemente los seguidores de un catolicismo consecuente, tradicional por tanto, no paran de crecer en Suiza. Que es uno de los puntales de la resistencia católica antimodernista. También los judíos apoyaron el "sí" a la construcción de minaretes a traves de un comunicado de la económicamente influyente "Federación Suiza de Comunidades Israelitas".

Pese a acoger muchas instituciones internacionales Suiza es una nación muy celosa de su independencia y soberanía. Suiza tiene uno de los sistemas de gobierno más antiguos, democráticos --no en el sentido ideológico, sino como forma de gobierno-- y equitativos del planeta. Además de una concepción confederal en las antípodas del centralismo, sin que haya habido nunca tentativas secesionistas pese a la heterogeneidad cultural de la misma. Su identidad política está muy definida y existe un enorme patriotismo, pese al carácter de confederación cantonal. Su ejército es una milicia de voluntarios, los profesionales no llegan al 7%. Han sido muchos los carlistas, los regionalistas partidarios de la reintegración foral o los simples estudiosos del derecho histórico español los que han trazado un paralelismo entre el sistema suizo y el tradicional hispánico. Las innovaciones liberal constitucionalistas siempre se han impuesto por la fuerza de las armas, primero con la invasión napoleónica y después con el desenlace de la Sonderbundskrieg. El gobierno de muchas aldeas y pueblos es lo más similar al concejo abierto hispánico (hoy día restringido y tutelado por poderes foráneos tras la constitución del 78) y el equilibrio entre los poderes cantonales y el confederal es admirable, y ello pese a la ausencia de una Monarquía que represente los principios de autoridad y totalidad, pudiendo ejercer de moderador.

Si Suiza ha votado no a los minaretes de acuerdo con su idiosincrasia lo más probable es que lo lleven adelante, dando al mundo una lección de no dejarse avasallar ni por la invasión islámica ni por las presiones mundialistas. No pesa ningún racismo ni xenofobia en esta votación. Desde siempre Suiza ha acogido a millones de inmigrantes (muchos españoles y portugueses, por cierto) desde hace cientos de años. Solo la llegada de indeseables hijos de la secta de Mahoma ha dado problemas. Los mismos ante los que el gobierno masónico de ocupación y su nefasto sistema constitucional-liberal nos pretende arrodillar.

lunes, 4 de enero de 2010

6 de Enero: FESTIVIDAD DE LA MONARQUÍA TRADICIONAL.


Si fuese verdad que se debe obediencia a todo gobierno establecido, aun cuando sea ilegítimo; si fuese verdad que no es lícito resistirle, sería también verdad que el gobierno ilegítimo tendría derecho a mandar; y, por tanto, el gobierno ilegítimo quedaría legitimado por el solo hecho de su existencia. Quedarían entonces legitimadas todas las usurpaciones, condenadas todas las resistencias más heroicas de los pueblos y abandonado el mundo al mero imperio de la fuerza. No, no es verdadera esa doctrina degradante, esa doctrina que decide la legitimidad por el resultado de la usurpación...Es menester repetirlo; el mero hecho no crea derecho, ni en el orden privado, ni en el público; el día, en que se reconociese este principio, aquel día desaparecerían del mundo las ideas de razón y de justicia...
La religión católica no prescribe la obediencia a los gobiernos de mero hecho, porque en el orden moral de mero hecho no es nada.

(Jaime Balmes. “ El protestantismo comparado con el catolicismo”)

Ni Isabel, ni los alfonsos fueron "Reyes" de España; Juan Carlos y Sofía tampoco. Y Felipito y Letizia no lo serán ni "de hecho".

El Racionalismo o la destrucción de la realidad: Las ideologías su brazo ejecutor.

La clave del racionalismo es la actitud ante la realidad implicita dentro del nuevo criterio de certeza. Conforme a él, la busqueda de un conocimiento cierto se convierte en búsqueda de verdades al alcance de la razón humana, que ella misma esté en condiciones de comprobar. Lo cual no conduce a una visión de la realidad tal como es y se presenta a la razón humana, sino a una visión de la realidad tal como la razón humana la concibe y se la representa por los medios de demostración a su alcance. Tal es la visión racionalista de la realidad, que no puede evitar alejarse cada vez más de la visión simplemente racional -o realista- de la realidad, hasta entonces dominante en el pensamiento europeo.

En efecto, para el racionalismo sólo es real lo concebible por la razón humana. Únicamente de esto cabe tener certeza. De lo demás no; y, por tanto, ni siquiera cabe afirmar que exista. Así, pues, dentro del horizonte mental del racionalismo no hay cabida para realidades que superen a la razón humana: ni para un Dios cuya grandeza sobrepase los límites del entendimiento humano, ni para un mundo cuya conplejidad sólo pueda ser plenamente conocida por un entendimiento divino. Por eso, los iniciadores del racionalismo en el siglo XVII, aunque sinceramente creyentes como lo fueron Grocio y Descartes, prescindieron, al menos hipotéticamente, de la Revelación y sus seguidores no pudieron menos que rechazarla en nombre de la razón, como lo hicieron los enciclopedistas del siglo XVIII, hasta terminar por proponer un sustituto racionalista de ella, como, de hecho, lo hicieron finalmente los creadores de los grandes sistemas de pensamiento racionalista del siglo XIX: Hegel, Comte y Marx.

El universo mental del racionalismo es pues, más estrecho que el universo mental simplemente racional. En lugar de contener todo lo inteligible en sí mismo, contiene tan sólo lo inteligible para la razón humana. En esta identificación de la realidad con lo inteligible para la razón humana se fundamenta la nueva actitud del racionalismo frente a la realidad: la afirmación del poder de la razón humana para trasmutar la realidad tal cual es, en otra distinta, tal cual ella misma dictamina que debe ser.

La raíz de esta actitud mental es clara. Desde que se hace coincidir la realidad con lo que la razón humana alcanza a comporbar por sí misma, los límites de la razón humana son también los límites de la realidad. De esta manera la razón humana deja de reconocerse limitada exteriormente por la realidad y pasa a eregirse a sí misma en medida de la realidad. En efecto, si la realidad no se extiende más allá de lo que cabe dentro de la razón humana, tampoco está la razón humana circunscrita por la realidad, inmersa dentro de un universo real, anterior y superior a ella, al cual le es imposible substraerse. Antes bien, nada le impide sobreponerse al mundo real y forjar otro distinto, conformado según sus propios dictados.

Esta actitud frente a la realidad diferencia netamente al racionalismo moderno de otras formas de pensamiento racional anteriores, como son la visión realista del mundo de raíz griega y la visión teologal del mundo de raíz cristiana. Una y otra coinciden en reconocer a la realidad como algo dado, que en todo caso supera a la razón humana, cuyas limitaciones le impiden abarcarla totalmente. Es decir, parten por reconocer una insalvable desproporción, que el racionalismo ignora, entre la realidad inteligible en sí misma y la realidad inteligible para la razón humana: lo concebible para el entendimiento humano es sólo una parte de lo inteligible en sí mismo. Según esto, los limites de la realidad distan mucho de coincidir con los de la razón humana, pues derivan de una razón superior, el entendimiento divino, único capaz de abarcar cuento es inteligible en sí mismo. En consecuencia, la realidad se impone a la razón humana como algo anterior y superior a ella, a lo cual ella misma no está en condiciones de substraerse. Tal es el punto de partida del realismo...

En cuanto el racionalismo se alza contra el mundo real, tal como es, en última instancia, según los dictados de la razón divina, para sustituirlo por un mundo irreal, tal como deber ser, según los dictados de la razón humana, no puede menos que alejarse cada vez más de esta cosmovisión realista y teologal que le precedió.

Este desenlace tiene mucho de inevitable. Desde que la búsqueda de la certeza en los conocimientos humanos, no responde al amor al saber, que dio su nombre a la filosofía, sino al afán de poder, que anima el intento de conformar la realidad a los dictados de la razón humana, se genera una situación violenta , que sólo puede sostenerse mediante la fuerza.

En una palabra, para el racionalismo es indigno del hombre, como sujeto racional, conformarse con aplicar la razón a entender la realidad -intus legere- y a jugar un papel dentro del universo, tal cual es, sin que él mismo haya intervenido en su diseño, limitándose a buscar la perfección y la justicia mediante una mera transformación de esa misma realidad , dentro de las limitaciones propias de su propia naturaleza y de la naturaleza de las cosas. En lugar de eso, sostiene que lo propio del hombre, como sujeto racional, es aplicar su razón ha hacer realidad un mundo ideal, más perfecto y más justo, diseñado por su razón, donde él mismo no estará sometido a otro poder que el de su propia razón. En el fondo el racionalismo rechaza la realidad, como algo anterior a la razón, imperfecto e injusto, que la razón está precisamente llamada a abolir y reemplazar.

(Bernardino Bravo Lira. Construcción y Desconstrucción. El sino del racionalismo moderno de la Ilustración a la postmodernidad).

sábado, 2 de enero de 2010

LA CRISIS ¿Sólo económica? La Europa que ha perdido el rumbo (III)

"Los pueblos, como los peces, empiezan a pudrirse por la cabeza" (Proverbio chino)

Un somero examen de la situación revela que estamos ante una pérdida del centro. Junto a un incremento sin precedentes de la prosperidad material, se produce una descristianización masiva, también sin precedentes. Se rompe así el equilibrio interior y exterior de la persona. Manifestaciones de ello son la vulgarización del lenguaje y las costumbres, del pensamiento y de la religiosidad. En una palabra, un rebajamiento de la persona. Correlato de él son, como señaló Sombart, la falta de aprecio por la vida y la baja de la natalidad, preludio de la extinción del mundo civilizado.

De hecho Europa pierde su preponderancia mundial. Superioridad espiritual, degenera en cultural y termina en meramente técnica. Entonces su relación con el resto del mundo se invierte. Si antes la emigración europea llevaba su espíritu a otros continentes, ahora no europeos afluyen por millones a Europa, turcos, árabes, chinos, marroquíes, tailandeses. Al mismo tiempo, Europa y los Estados Unidos imponen en el resto del mundo métodos destinados a frenar el crecimiento demográfico. Sin razones para vivir, tampoco las hay para perpetuarse en los hijos.

Lo singular de este hundimiento es que, al igual que el engrandecimiento viene de dentro y de arriba. Lo que evoca la deserción de los letrados denunciada por Julien Benda. Tiene su foco en los pueblos más avanzados y dentro de ellos, en los núcleos dirigentes. Los pueblos mas prósperos y poderosos, que se hallan a la cabeza de los adelantos científicos y técnicos se empobrecen moralmente y ejercen una influencia corrosiva sobre el resto del mundo. Esta decadencia no viene de abajo, de las grandes mayorías, menos cultas, marginales y menos acomodadas, sino de la propia minoría dirigente, del sector más cultivado de las urbes mundiales que, de este modo, arruina su prestigio y su papel rector.

El abandono de la fe, fenómeno aislado en el siglo XVIII, se tornó masivo en la Europa del siglo XX, comenzando en las capas cultas, descreídas, indiferentes moralmente, sin interés por la creación intelectual y artística, desarraigadas, sin más patria que sus inversiones ni más intereses que los económicos. El fenómeno no es desconocido. Al fin del mundo antiguo sucedió algo semejante, según pudo comprobar el ruso Rostovtzeff.

Esta deserción de los sectores dirigentes es perceptible al menos en tres círculos concéntricos: uno el más visible, la relación entre la técnica y el hombre, otro más profundo y ramificado, la relación entre medios de vida y razones para vivir y, en fin, uno de fondo, la relación entre Dios y el mundo.

(Bernardino Bravo Lira. Construcción y Desconstrucción. El sino del racionalismo moderno de la Ilustración a la postmodernidad)