Manuel de Santa Cruz,
protagonista, testigo autorizado y fedatario de la historia del Carlismo y de
su Guipúzcoa natal a través de su monumental obra "Apuntes y documentos
para la historia del Tradicionalismo Español". Pone el epílogo al libro “Una resistencia olvidada.Tradicionalistas mártires del terrorismo” (Ediciones Auzolan, 2017), de Víctor
Ibáñez Mancebo.
EXTRACTO DEL EPÍLOGO
(...) En cuanto se firmaron los
Acuerdos de España con Norteamérica en el verano de 1953, las Fuerzas Armadas
de las dos naciones empezaron a hacer ejercicios conjuntos. En uno de ellos,
los norteamericanos trajeron un ejército de catorce mil hombres con sus pertrechos
desde las costas de Florida a desembarcar en las playas de Huelva, sin repostar
ni escalas. Tuvieron catorce muertos. En una conferencia de prensa, al final,
un periodista español mostró alguna extrañeza por ese número de bajas. El
oficial norteamericano contesto que unas maniobras sin muertos no son
verdaderas maniobras militares; son otra cosa, llámenle como quieran, pero para
nosotros no tienen la consideración de verdaderas maniobras militares.
Extrapolando aquellos criterios vemos que la existencia de daños materiales y
de asesinatos atestiguan que el Carlismo se enfrentó decidida y valientemente a
los separatistas; su oposición no fue en unas apacibles tertulias de casino de
pueblo, sino un martirologio que es una gloria más de su historia. ¿Cómo
enjuiciaría aquel oficial norteamericano la oposición del Carlismo al
separatismo sin este libro? Pues como nosotros calificamos la conducta al
respecto de la clase política dirigente de Madrid, como una pamplina. Este
libro es una contribución notable a la salvación del honor del Carlismo, a
veces olvidado porque la enorme superioridad cuantitativa de la propaganda
enemiga de la España nacional.
¿Pudo el Carlismo haber hecho
más? ¿Por qué no hizo más? El autor de este libro contesta pero con menos de lo
mucho que sabe. Yo le tirare de la lengua para que extraiga más respuestas de
su gigantesco archivo. Entre otras causas menores, el Carlismo, que hizo mucho,
no hizo todavía más por las siguientes causas principales:
Porque había sido machacado
permanentemente y sin misericordia por el franquismo. La política de éste
respecto al Carlismo en general y sobretodo, en el País Vasco fue un enorme
disparate político porque el Carlismo al que estrangulaba era el contrapeso
natural del separatismo. Yo mismo se lo quise explicar a tiempo a Don Luis
Carrero, pero él zanjó la conversación en cuanto olfateó a donde iban los
tiros.
Por el menosprecio de la Iglesia,
ya antiguo, discreto y sutil pero eficacísimo. En los pueblos de Vascongadas y
de Navarra el señor cura era el notable natural que presidía pacíficamente
aquellas sociedades elementales. Sobre aquellos sacerdotes santos empezaron a
destilar su veneno, gota a gota el progresismo y el laicismo europeizantes no
detenidos ni por Roma ni por la Jerarquía en España y el Carlismo vio que se
esfumaba de manera misteriosa y alarmante uno de sus poderosos proveedores de
hombres y de recursos, el clero.
Porque las dos causas anteriores
afectaron también, además, al ambiente general de España y aún de Europa, que
respiraban, sin haber sido previamente inmunizados por una buena preparación
política, Don Carlos Hugo y su hermanita Doña María Teresa. Despechados por la
conducta de Franco, y no sin motivos, perdida toda esperanza en la carrera
dinástica, decidieron pasar a la oposición, pero no a la oposición domestica a
Franco desde la propia España nacional sino sumándose a la oposición roja
exterior, lo cual además de un disparate estratégico fue un gravísimo pecado
contra el primer mandamiento de la Ley de Dios.
Pero como anunció con genial
intuición el Rey Don Carlos VII en su testamento político, la dinastía de los
buenos españoles sobrevivirá. De nuestro desahogo de hoy, «¡Aún vive el
Carlismo!», pasaremos a cantar victorias cuando suene la hora de Dios en el
calendario de su Providencia. España, la cristiandad, están hoy tan mal, que no
puede estar lejos la salida de esta noche oscura. Entre los artífices de la resurrección
del Carlismo estará en primera fila Víctor Ibáñez y como libro de consulta,
este libro.
Manuel de Santa Cruz
El libro puede conseguirse en la
página habilitada por Ediciones Auzolan en Facebook PULSAR AQUÍ o en el correo
info@edicionesauzolan.net
interesante como toda la historia del Carlismo
ResponderEliminarCiertamente el franquismo con su política absolutamente anticarlista es una primera causa de la debilidad del tradicionalismo en el periodo de la Transición; primeramente expulsó de España a Don Javier y persiguió con saña al Jefe Delegado Fal Conde, impuso la forzosa y desastrosa Unificación con la falange, cerró y se incautó de los Círculos Carlistas que poblaban toda España, robó prácticamente todas las cabeceras de los periódicos y revistas carlistas. Alentó divisiones internas como la Octavista, alimentó una visión reduccionista, superficial, folclórica e historicista del Carlismo desde las Escuelas. Y lo redujo al silencio y al ostracismo político. Para finalmente instaurar la pseudo-monarquía liberal. Y con su política antiforal y centralista dio alas al nacionalismo.
ResponderEliminarLa segunda causa, el progresismo eclesiástico reinante de los 60 y 70 que segó los cimientos doctrinales de la Unidad Católica y del Orden Social Cristiano, desmovilizando a las masas católicas de la acción política, desnortándola hacia el progresismo y en muchos casos al nacionalismo.
La defección de Carlos Hugo fue la puntilla que desmotivó y desmovilizó al pueblo carlista tras su pretendida desnaturalización de los fines políticos y doctrinales del Carlismo.
Demasiados embates en tan poco periodo de tiempo, para que el Carlismo en los años 70 pudiera enfrentarse al separatismo. ETA se cebó cruelmente con el carlismo, debilitado profundamente por la traición política y doctrinal de Carlos Hugo. El carlismo se encontraba desmovilizado por la confusión total producida por Carlos Hugo; sus actos desnaturalizados, sus organizaciones antaño pujantes disueltas (Requeté, Margaritas etc). Las lealtades de años corrompidas. El Pueblo carlista desmotivado y desmovilizado por tanta confusión. ETA se encargó de destruir la posibilidad de reconstrucción tras la devastación de Carlos Hugo, asesinando y acosando a los tradicionalistas para evitar su reorganización.
La resistencia en ese contexto quedaba muy debilitada y aun así se dio de forma heroica y martirial. El libro de Víctor Ibáñez es el acto de justicia para con todas las víctimas de aquel proceso salvaje de imposición del nacionalismo y la sangre derramada por el carlismo en defensa de la Tradición y de España.