No es de extrañar que todo este
recorrido del pensamiento europeo a lo largo de la “Modernidad”, ya desde el
siglo XIV haya acabado culminando en una explosión que ha oscilado entre la
rebelión más absoluta y la desesperación, entre las aspiraciones más radicales
de una libertad sin límites y el sentimiento de angustia ante la realidad de la
libertad, entre la voluntad de crear un nuevo orden (la imaginación al poder) y
la sensación de la nada. Llegados a este punto, los hijos de la “Modernidad”,
del pensamiento que ha venido conformando la “Modernidad”, han terminado
proclamando el fin de esta y la inauguración de la “Postmodernidad”, en realidad
con bastantes pocas expectativas de verdad esperanzadoras para el hombre. El alejamiento
de Dios y la ruptura con las raíces culturales y espirituales de la Europa han
llevado inevitablemente al fracaso y la frustración, y por ende a la negación
del auténtico ser de Europa.
El profesor Eudaldo Forment ha
señalado siete características de la “Modernidad”: confianza ilimitada en la
razón, conciencia histórica (en cuanto llegada a la madurez de un progresivo
proceso universal), utopía del progreso, principio de inmanencia (la concepción
del hombre dentro de los límites de la naturaleza y de la sociedad),
reivindicación de la libertad, ateísmo (ya al final del proceso de la “Modernidad”,
llegando a un antiteísmo) y fin de la Metafísica.
En contraposición, caracteriza la
“Postmodernidad” por las siguientes peculiaridades: irracionalismo (primacía de
las apetencias y sentidos sobre la razón), fin de la Historia (no existe la
Historia como tal, sino que simplemente debe vivirse el presente como un acto
inmediato en su totalidad), politeísmo de valores (el único valor es el ser
nuevo y hay un progreso sin finalidad definida, de lo que se sigue un modelo de
heteromorfismo, disenso, localismo e inestabilidad, que implica la legitimación
de un pluralismo de valores), primacía de lo estético (consumación del
nihilismo, del sinsentido absoluto de la realidad, de la carencia de validez de
los valores supremos, y por eso la preocupación central ya no es el hombre,
sino la estética, orientado a lo difuso y la ruptura con la belleza), el fin de
la libertad (la única libertad posible es la de la disgregación, de la
diferenciación y de la desaparición), indiferentismo religioso y postmetafísica
( y se arriba así al “pensamiento débil”, el único posible en esta era
postmetafísica). Por lo tanto, “estos siete rasgos de la postmodernidad
representan una pérdida de confianza en la razón, en la realidad, en el hombre
y en Dios, y muestran que en el fondo de la postmodernidad se encuentra una
posición de inseguridad” (Lecciones de Metafísica. Madrid Rialp 1992).
En esta “Postmodernidad” es en la
que se halla inmersa la Europa actual que viene a convertirse así de lleno en
la negación de la verdadera Europa.
Tomado de: La Crisis de Occidente. Orígenes, Actualidad y Futuro, de Santiago Cantera Montenegro
Toda civilización tiene un cimiento religioso en su base y nace de un impulso igualmente religioso comunitario que crea instituciones y cultura, así han sido históricamente las grandes civilizaciones.
ResponderEliminarLa civilización occidental, se llamaba con toda justicia la CRISTIANDAD, al ser el cristianismo el elemento esencial que conjugaba otros tres elementos previos, el aporte griego de la razón natural, el jurídico romano, y los valores naturales del paganismo germánico. Cristiandad definida por cuatro elementos básicos: Visión transcendente de la vida y de la historia, teocentrismo-cristocéntrico, valoración del hombre como Persona creado a imagen y semejanza de Dios, y concepción de la sociedad como una realidad natural y orgánica.
La Modernidad es el intento de extirpar el catolicismo y sustituirlo por las nuevas religiones secularizadas de las diversas ideologías producto del racionalismo inmanentista y sus nuevos fundamentos: Visión inmanente de la vida y la historia, antropocentrismo, subjetivismo, y concepción voluntarista y constructivista de la sociedad.
Las ideologías no son más que eso, "religiones laicas sustitutorias" que responden a esa recreación subjetivista de la realidad. Por eso la Modernidad es una ruptura con la Tradición y su surgimiento con el protestantismo, separa dos realidades, la CRISTIANDAD y EUROPA. Europa sería así la creación de la modernidad modulada en el desarrollo de las tres grandes ideologías modernas enfrentadas: el liberalismo, el marxismo y el fascismo, de común fundamento moderno, que cristalizarían en la II Guerra Mundial. Su agotamiento letal abriría paso a esta etapa de disolución nihilista que llamamos postmodernidad.