Este
26 de febrero se cumplía 88 años del fallecimiento del Verbo de la Tradición,
don Juan Vázquez de Mella y Fanjul; voz
profética, que desde el carlismo ya denunció la nueva esclavitud social que
producía el liberalismo y la imposición de la plutocracia, que hoy seguimos
padeciendo.
LA IGLESIA Y EL PROBLEMA SOCIAL.
Juan Vázquez de Mella y Fanjul. (9 de noviembre de 1889)
... la economía individualista,
con tanto calor defendida y propagada por los doctores del liberalismo como la
panacea universal de los males sociales, ha venido de consecuencia en
consecuencia a entronizar de nuevo la esclavitud en los talleres y en las fábricas.
Incapaz de conocer el fin, y, por
lo tanto, la misión del Estado y la esfera de su acción, se alarma a la menor
tentativa encaminada a reglamentar el trabajo y a impedir la explotación
capitalista, como si viese aparecer el socialismo; y pide a los poderes
públicos que se crucen de brazos conforme lo establece la famosa fórmula
fisiocrática, y que dejen a las no menos famosas leyes naturales económicas el
encargo de hacer brotar las armonías.
Y esas armonías, engalanadas con
los ingeniosos sofismas de Bastiat, ya hemos visto de qué manera se convertían
en una guerra sorda y despiadada, cuando no estallaban en colisiones
sangrientas.
La economía liberal comenzó por
romper todo vínculo moral entre patronos y obreros, y, en vez de depurar y
perfeccionar las antiguas instituciones gremiales, las pulverizó, entregando a
los trabajadores el cetro de una libertad que ha concluido por convertirlos,
según la frase de Lasalle, en unos “esclavos blancos”.
Y así tenía que suceder; porque,
desde el momento en que las relaciones entre patronos y obreros se fijan
únicamente por la ley de la oferta y la demanda, el trabajo queda reducido a
una mercancía y la persona humana que le realiza a una máquina de producción;
es decir, a una cosa, lo mismo que en la sociedad pagana.
Así se cumple la regla de Cobden:
Si dos obreros van detrás de un patrono, el salario baja; si dos patronos van
detrás de un obrero, el salario sube. El contrato de trabajo se reduce a una
compraventa, y el obrero no es más que una cosa que se adjudica, en el mercado
de la libre concurrencia, al mejor postor. ¿Y en qué se diferencia esto de la
esclavitud? Esencialmente, en nada.
El liberalismo hace crecer la esclavitud bajo apariencia de libertad. Esclavitud social mediante su dictadura relativista que impide acceder a la Verdad y al bien, y esclavitud económica que convierte al 90% de las personas en meros asalariados de este Estado Servil que ya caracterizó Hiliare Belloc, donde la libertad política se convierte en un mito y queda reservada a las élites económicas de la plutocracia globalizante. El pensamiento único de este totalitarismo liberal debe ser contestado y combatido por la doctrina social católica de forma contundente, no hay nada más repugnante que un pretendido "catolicismo liberal" subproducto del protestantismo. En verdad que si...nostalgia de Vázquez de Mella.
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