miércoles, 11 de mayo de 2016

Don Francisco Javier de Borbón y Montejurra 1976


El apoyo de Don Francisco Javier de Borbón y de Doña Magdalena, últimos reyes legítimos del carlismo y de España, al Príncipe Sixto Enrique de Borbón, en los sucesos de Montejurra 1976 y en su intento de salvar al carlismo de la traición y devastación al que le había llevado la política de Carlos Hugo, tiene sus fuentes documentales, que dejan el hecho fuera de toda duda. En esta entrevista a  don José Arturo Márquez de Prado, antiguo Delegado Nacional de Requetés, nombrado por el mismo Don Javier de Borbón Parma en el año 1960, se detalla ese apoyo explícito de Don Javier al Príncipe Sixto Enrique. El contacto y colaboración, entre don José Arturo y el Infante Sixto, en vistas a la reorganización de la Comunión Tradicionalista, se produjo a instancias del propio Don Javier, que veía con honda preocupación la deriva demagógica de Carlos Hugo, que conllevaría finalmente a los sucesos de Montejurra 1976.

Documentos escritos y gráficos evidencian la falsedad de los que pretenden, contra toda lógica, ensuciar la memoria del viejo Rey de los carlistas, al presentarlo como colaborador de los desmanes de Carlos Hugo, en el intento de convertir el carlismo en un partido de ultraizquierda y de desnaturalizar Montejurra, despojándolo de su connotación reciamente española, católica y tradicionalista, para entregarlo, al nacionalismo y a la extrema izquierda.
En la fotografía de 1977, de izquierda a derecha: de pie, S.A.S. el Príncipe Eduardo de Lobkowicz y S.A.R. el Infante Don Sixto Enrique de Borbón; sentados, SS.MM.CC. los Reyes Doña Magdalena y Don Francisco Javier de Borbón

Foto de 1977, posterior, por tanto, a los sucesos de Montejurra 1976, que habla por sí sola.

(Fuente: La Actualidad Española, Número 1312, 21 – 27 de Febrero de 1977, Páginas 20 -25. Texto de Santiago Peláez y foto de Rogelio Leal)

“Luego (Don Sixto Enrique) nos invita a sentarnos para conversar, pero cuando estamos a punto de hacerlo se abre la puerta y aparecen ante nuestra sorpresa don Javier de Borbón y su esposa. Desean saludarnos amablemente y hablar de España. Además, parece previsto que quieren posar junto a su hijo don Sixto para nuestra revista. ¿Se trata de una fotografía histórica? Todo parece indicar que tiene un contenido especial, un significado claro, concreto. ¿Se pretende mostrar a través de esta fotografía lo que no estaría nunca dispuesto a declarar el jefe de la familia Borbón-Parma? ¿Acaso se halla don Javier, contra las opiniones que se han vertido en el tema, mucho más cerca de su hijo don Sixto que de su hijo don Carlos Hugo? ¿Son ciertos los rumores que se han producido respecto a una profunda escisión ideológica, aunque no familiar, en el seno de los Borbón-Parma? ¿Tal vez hay que pensar que no es don Sixto, sino más bien don Carlos Hugo, quien se halla verdaderamente marginado en estos momentos de la familia? Todo parece indicar que así es…”
El Rey Javier escribió en 1976, una carta a su hermana Doña Enriqueta, a propósito de los sucesos de Montejurra 1976 y afirma en ella: "que una vez más, como en 1936, los carlistas se enfrentaron con los revolucionarios". Los carlistas, estaba claro, eran los partidarios de Sixto Enrique; los revolucionarios los de Carlos Hugo

En marzo de 1977, Carlos Hugo denunció en la prensa española y europea, la infamia de que Don Sixto Enrique había secuestrado a su padre, Don Javier. El fin perseguido, de forma desesperada, era desacreditar el apoyo que Don Javier mostraba a la postura política del Infante Don Sixto Enrique, que culminó con la firma el 4 de marzo de una declaración política que reafirmaba los principios tradicionalistas del carlismo. Al respecto escribe el escritor Juan Balansó:

"En marzo de 1977 la prensa europea anunció que Sixto había secuestrado a su padre, según acusaba Carlos. No era cierto, y estoy en situación de afirmarlo. Lejos de mí querer tomar partido por una de las líneas beligerantes, pero lo que se puede demostrar, deber ser consignado. Cuando estudié esta página triste de la dinastía, se me ocurrió que lo más útil sería consultar la correspondencia de la princesa Enriqueta. Esta señora, hay que recordarlo, era la última hija del duque Roberto I; es decir, la hermana menor de don Javier. Un aya la dejó caer contra el suelo un salón de Piánore cuando sólo tenía unos meses, a consecuencia de lo cual, roto el oído, creció sordomuda. Javier quería mucho a esta hermana y, puesto que no podía comunicarse con ella por teléfono, solía escribirle a menudo dándole cuenta de sus peripecias. ¿Habría consignado Javier por escrito algo sobre su presunto secuestro? Ciertamente (...)

“8 de marzo. Te escribo estas líneas desde el Hospital Americano de París (...) Estuve en Solesmes a ver a las hermanas. Francisca está bien, aunque relativamente sorda. María Antonia, en cambio, muy cambiada. Esta visita mía a Solesmes ha creado gran confusión en los periódicos, que han contado que yo había desaparecido, secuestrado y encerrado quién sabe dónde. Cuando la verdad es que me había quedado en Solesmes con las hermanas. Estos periodistas, esparciendo noticias falsas, estropean la vida. Si los diarios italianos se hicieran eco de todo eso, ten en cuenta que es un montaje contra mí, a causa de los asuntos españoles. Es una historia inventada.” Archivo Borbónico de Parma, 248. (Fuente: “La familia rival”. Juan Balansó. Páginas 224-226)
En la imágen (1984), el féretro de Doña Magdalena sale del castillo de Lignières, acompañado por Don Sixto Enrique y su hermana Doña Francisca. En sus últimas voluntades Doña Magdalena prohibió la asistencia al sepelio y la entrada al castillo de Lignières, de Carlos Hugo y sus hijas María de las Nieves, María Teresa y María Cecilia, por su traición a la causa carlista. Tuvieron que permanecer, como muestra la foto, fuera de las verjas del castillo

El auténtico manipulador y secuestrador del Rey Javier de Borbón, no fue otro que el propio Carlos Hugo, en su intento de utilizar el prestigio de su padre entre los carlistas e intentar apuntalar su traición doctrinal. Lo denunció con toda rotundidad Doña Magdalena:

"Quiero expresar mi indignación por el hecho de que mi hijo Carlos Hugo haya sido capaz de acusar a su hermano Sixto Enrique de haber secuestrado a su padre, cuando precisamente esta mañana a las 7:30 horas y en contra de las consignas más estrictas de los médicos, nuestra hija Cecilia, de acuerdo con su hermano Carlos Hugo, se llevó a mi esposo fuera del Hospital Americano, centro en el que estaba hospitalizado desde hace ocho días, y donde yo he permanecido junto a él todo este tiempo, con el pretexto de acompañarlo a Misa. Quiero decir que además es imperdonable que Carlos Hugo no haya vacilado en arriesgarse a hacer salir del Hospital a su padre, sin ningún respeto a su edad ni a su estado de salud, para llevarle ante un notario desconocido a fin de obligar a mi esposo a hacer una declaración a favor de Carlos Hugo y contraria al auténtico Tradicionalismo.

Para conseguir que mi esposo firmara esa declaración, Carlos Hugo no ha dudado en emplear los chantajes y presiones más innobles, llegándole a decir que la vida de su hermano Sixto Enrique se vería amenazada si no firmaba esa declaración, sin haberle permitido regresar más que después de firmar ese texto. A última hora pudo llegar mi esposo al hospital, visiblemente afectado y trastornado por el hecho de haber sido obligado por su hijo a firmar un texto difundido en su nombre y tan contrario a sus ideas.

Hago constar que a partir de ahora estoy decidida a adoptar todos los recursos jurídicos que estén a mi alcance para preservar la salud de mi marido y el honor de mi familia"

S.A.R. la Duquesa de Parma. Declaración de Doña Magdalena de Borbón, 8 de Marzo de 1977 (reproducida en diversos periódicos franceses y españoles)
En mayo de 1978, ya fallecido, hacía un año, Don Javier, el diario El Alcazar, en su edición de 4 de mayo, daba cuenta de la prohibición por parte de la Reina viuda Doña Magdalena de Borbón de asistir a los actos de Montejurra convocados por el falso "Partido Carlista" para el 7 de mayo de 1978 en Montejurra, por ser contrarios al ideario del carlismo y resultar un "ultraje a la memoria de don Javier". El diario El País, titulaba su crónica, en su edición del 9 de mayo, “Reducida participación en el Montejurra-78” y reseñaba “Entre los participantes en el vía crucis se observó abundancia de ikurriñas” “Carlos Hugo fue recibido con gritos de Carlos Hugo, autogestión, y Nafarroa, Euskadi da (Navarra es Euskadi)” “Carlos Hugo inició su intervención pidiendo a los concentrados que gritasen Nafarroa Euskadi da". Todo ello, en las antípodas del pensamiento político consignado por S.M.C Don Francisco Javier.
DECLARACIÓN DE S.M.C. DON JAVIER DE BORBÓN (París, 4 de marzo de 1977)
Documento firmado ante notario y con la presencia de periodistas españoles, como Ignacio Amestoy, de la revista La Actualidad Española

Ante ciertos rumores relacionados con pretendidas declaraciones políticas que se me atribuyen, quiero, en este día, dar a conocer una declaración mía para disipar toda confusión o malentendido en cuanto a mi posición y forma de pensar, en lo que al Carlismo se refiere, en su permanente línea ideológica derivada de los grandes principios que la informan y constituyen su razón de ser. Debo, por tanto, afirmar, ante todo, que si siempre me he esforzado por mantener la unidad en el seno de mi familia, no puedo consentir que se utilice mi nombre, pese a lo que se intentó hacerme decir para justificar un gravísimo error doctrinal dentro del Carlismo, haciéndolo aparecer ante la opinión pública como partido socialista o aliado del marxismo o del separatismo, que son incompatibles con su propia naturaleza y contra los cuales el Carlismo ha luchado siempre con la mayor energía; de la misma manera que también ha luchado contra el capitalismo liberal materialista, que todavía trata de imponerse en nuestra patria como ya trató de hacerlo en el pasado.

Así, toda concomitancia de aquellos que se llaman a sí mismos carlistas con el separatismo o el socialismo, constituye una provocación evidente y una clara voluntad de engaño. No puede haber por tanto carlistas ni carlismo fuera de la plena aceptación de los principios fundamentales que son, quiero recordarlo:

La confesionalidad católica; es decir, la afirmación de nuestra condición católica como primera razón de nuestra causa: Dios.

El mantenimiento del principio indiscutible de la unidad nacional y del conjunto de tradiciones específicas de la naturaleza de la España de siempre y que dan su pleno sentido al concepto de Patria.

La defensa de los fueros, fórmula que no está en modo alguno en contradicción con el principio anterior, sino que lo complementa. Además de constituir unos derechos históricos indiscutibles, representan la libre y original evolución de cada región de España, y de los cuerpos intermedios, evitando así los graves inconvenientes del centralismo absorbente y paralizador.

La afirmación de la necesidad de la Monarquía para España que se basa en nuestra convicción de que es herencia permanente de autoridad, responsabilidad, independencia y continuidad.

Todo esto, lo sé, puede parecer una exposición de verdades elementales, pero creo que es oportuno recordarlas para terminar con ciertos falsos razonamientos que pretenden hacer que se puede ser carlista sin ser católico ni monárquico, patente traición a las convicciones de todos aquellos que, obedeciendo las órdenes que tuve el honor de firmar en nombre de mi augusto tío el Rey Don Alfonso Carlos, lucharon con valor y murieron gloriosamente por la religión y por la Patria.

Pido a Dios que el Carlismo, sin desviación alguna, siga fiel a sí mismo para el mejor servicio a España y la Cristiandad.

1 comentario:

  1. Al año siguiente, de aquellos gritos impulsados por Carlos Hugo, de "Nafarroa Euskadi da" en Montejurra. El partido carlista y Carlos Hugo fracasaron estrepitosamente, en su intento electoral de las elecciones de 1979. C. H no consiguió ser elegido diputado por Navarra con unos pobres resultados y en el resto de España, los resultados fueron ridículos. Colofón lógico de toda su trayectoria errática y aventurera. Navarra, España y el carlismo le habían vuelto la espalda y su partido carlista se volatilizó.

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