Cartel electoral de 1977, de la fracasada agrupación electoral impulsada por los seguidores de Carlos Hugo en Navarra
EL FRACASO DEL MITO HUGUISTA DE
MONTEJURRA EN LAS ELECCIONES DE 1977
La deformada mitología huguista
sobre la historia reciente del Carlismo es la que el sistema demoliberal ha
elevado a explicación canónica de los años de la nefasta transición. La bandera
política de dos muertes de activistas políticos ajenos al propio partido
huguista ha generado una explicación absolutamente descontextualizada de los
hechos, así como el ocultamiento de las muertes de carlistas en atentado
terrorista etarra subsiguientes a los mismos.
La mitología huguista tiende a
explicar sus estrepitosos fracasos en las elecciones liberales partitocráticas,
por las que tanto suspiró, como consecuencia de aquella jornada. Sin embargo
los huguistas encontraron precisamente en aquellos hechos un revulsivo que
intentaron aprovechar para intentar detener la decadencia en que estaban
instalados como consecuencia del apartamiento del pueblo carlista respecto de
los que traicionaron el ideal. Se intentó aprovechar esas dos muertes hasta lo
indecente para ganarse el voto de la izquierda.
La dinámica enloquecida de los
escindidos ideológicamente hizo que se asumiera toda la dialéctica marxista,
consagrando de ese modo definiciones de regusto materialista. Una de ellas fue
la definición del carlismo como “partido de masas y de clase” (en el nada
representativo II Congreso del pueblo carlista de 1971). La ideología se oponía
a la realidad. El carlismo sólo circunstancialmente fue partido, y nunca fue de
masas en el sentido informe y desalmado del término. Era un movimiento
tremendamente popular, que la escisión ideológica acabó reduciendo a unos pocos
ideólogos de salón. Carlos Hugo vivía de las rentas de la pujanza de un
tradicionalismo bien arraigado en muchas conciencias y que tuvo su punto más
álgido en las concentraciones carlistas de los sesenta del siglo pasado, de una
pureza doctrinal que si en algo se pudiese cuestionar sería en el acercamiento
del propio Carlos Hugo al franquismo.
Compárense estas dos crónicas de
los actos de Montejurra:
· El Vía Crucis de Montejurra
· LA VOZ DE ESPAÑA (San Sebastián). De
nuestro corresponsal Juan de Larrambebere. 05/05/1970. Página: 23.
· EL VIA CRUCIS DE MONTEJURRA
· Pamplona 3. De 75.000 a 80.000
personas han asistido a la histórica romería anual de ex combatientes de
tercios de requetés en la Cruzada de Liberación. Este contingente estaba
integrado por familiares de los caídos tradicionalistas y simpatizantes de casi
todas las regiones españolas, que así rindieron homenaje de cristiano cariño a
los que dieron sus vidas en la Cruzada y en las campañas carlistas por una
España mejor. Los mayores grupos los dieron: primero, Navarra, y después, las
provincias Vascongadas, Rioja, Aragón y Burgos. Asimismo hubo representaciones
de las regiones levantinas, andaluza, Cataluña, Madrid, Valladolid, Baleares,
etc
· A las nueve de la mañana toda la
llanura del monasterio de Irache, al pie de Montejurra, y sus alrededores se
hallaba cubierta. En la iglesia del monasterio se dijeron varias misas, una de
ellas aplicada por el eterno descanso de las almas de los generales Sanjurjo,
Varela y Mola, y la de las nueve y media por los abanderados del Carlismo. En
estas misas se distribuyeron millares de comuniones. A las diez y media se
inició, desde el mismo monasterio, el Vía Crucis penitencial, rezado ante las
cruces de piedra que ostentan los nombres de los tercios de requetés y que
jalonan la subida a la montaña. Al frente iban gran número de banderas y las
cruces de las unidades de voluntarios de requetés de la Cruzada, portadas por
ex combatientes, así como la banda de trompetas de Aldaya (Valencia).
· Al paso de la multitud ante las cruces
del camino rezando el Vía Crucis se depositaron coronas con cintas de los
colores nacionales por las madres y esposas de los caídos. Era cerca de la una
y media de la tarde cuando se llegó a la cumbre de Montejurra, que se vio
cubierta rápidamente. Gran número de romeros quedaron desparramados por otros
lugares.
· Seguidamente dio comienzo la misa de
campaña, que ofició el capellán de la Hermandad de Montejurra, don Joaquín
Vitrián, ante un altar presidida por el Cristo Negro de los requetés. En el
momento de la consagración, las bandas de música interpretaron el Himno
Nacional. La multitud entonó luego cantos eucarísticos que atronaban toda la
montaña, y, al final, se cantó un responso por los caídos. El capellán
pronunció una fervorosa homilía, en la que glosó el significado cristiano de
este acto.
· Terminada la ceremonia religiosa se
inició la bajada del monte, dirigiéndose el mayor de los contingentes a
Estella, para almorzar, y el resto lo hizo en las laderas. La jornada finalizó
con una salve de despedida a la Virgen del Puy, Patrona de Estella y un
responso por los generales fusilados por Maroto, precisamente en aquel mismo
lugar, emprendiéndose después en regreso de los expedicionarios a sus puntos de
origen, sin que se produjera incidente alguno.
Montejurra símbolo de españolidad, catolicismo y tradicionalismo, antes de la devastación de Carlos Hugo
· MONTEJURRA 1974
· Cinco mil personas asistieron al Vía
crucis de Montejurra
· LA VOZ DE ESPAÑA. 07/05/1974.
Página: 49. Páginas: 1. Párrafos: 3.
· CINCO MIL PERSONAS ASISTIERON AL VIA
CRUCIS DE MONTEJURRA
· Estella 5. Alrededor de 5.000 personas
han asistido al Vía Crucis de Montejurra. celebrado en memoria de quienes
dieron su vida por Dios y por España. A las diez de la mañana, los romeros se
concentraron en el monasterio de Irache, en las afueras de Estella. desde
donde, con paradas para rezar ante las cruces situadas en las faldas del monte,
continuaron el ascenso por el monte. Poco antes de las doce de mediodía los
romeros llegaron a la cima, donde, ante un altar portátil, oyeron la Santa
Misa.—Cifra.
Resulta significativo que en sólo
tres años se pase de convocar en Montejurra de entre 75.000 a 80.000 personas a
sólo 5.000. El de 1970 fue el último año en el que el grueso del pueblo
carlista aún acudía a Montejurra, pese a que la deriva ya se iba haciendo cada
vez más clara desde 1968, aprovechando las protestas contra la expulsión de la
familia Borbón-Parma para pretender usarlas como parte de la oposición
democrática, y desde mitad de los
sesenta ya eran notables las ausencias de destacados tradicionalistas.
Se ha pretendido abusar del
carácter espontáneo y sentimental del carlismo para hacer creer que se trataba
de una masa ciegamente fiel a sus príncipes. Los hechos de nuevo muestran lo
errado de esa apreciación y el profundo poso doctrinal que existía en el pueblo
carlista, por más que hasta el final hubiese casos concretos de carlistas que
aguantaron en la estructura huguista o determinadas confusiones puntuales.
Volveremos sobre ellas.
En cualquier caso el pueblo
carlista no era tonto ni un pelele. Era la encarnación popular de un postulado
político, que era el de la Tradición española. Que se sentía y vivía y también
se entendía. Por eso el pueblo carlista dejó sólo a Carlos Hugo en su
Montejurra desnaturalizado. Y por eso no arropó su aventura política
izquierdista.
Elecciones a Procuradores por el Tercio Familiar: Primer fracaso huguista
Elecciones a Procuradores por el Tercio Familiar: Primer fracaso huguista
En este sentido resulta de
particular importancia para entender el fracaso político de la escisión
izquierdista el análisis de las elecciones a Procuradores en las Cortes
Españolas por el Tercio Familiar. A las mismas concurrieron los carlistas,
movilizando todos sus resortes de influencia en Navarra y en otras
circunscripciones, demostrando que el carlismo no era una pura inercia, un
sentimiento o una nostalgia. Y en el contexto de la raquítica participación
política que permitía un régimen que además hizo todo lo posible para boicotear
las candidaturas carlistas estas triunfaron. En 1967 los representantes del
carlismo por Navarra José Ángel Zubiaur y Auxilio Goñi triunfaban claramente
con más de 45.000 votos cada uno frente a los candidatos oficialistas Jesús
Ezponda y Alfredo Les Floristán, apoyados por la las estructuras del Movimiento
y financiados por la oligarquía agraria de La Ribera, que se quedan en 29.000 y
28.000. Junto a los navarros Zubiaur y Goñi en las Cortes de 1967 fueron
elegidos como representantes del Tercio familiar los carlistas Antonio Arrue y
Manuel Escudero Rueda por Guipúzcoa y Baldomero García García por Jerez de la
Frontera. Todos realizaron un trabajo magnífico en las Cortes, muy bien acogido
por amplios sectores de la sociedad española. Zubiaur y Goñi se significaron
por la defensa en Madrid del régimen foral navarro. Desde su profundo foralismo
y navarrismo y con una atención preferente por la cuestión social y los
derechos de los obreros votaron NO ante Franco a la elevación de Juan Carlos a
la jefatura del Estado. Pero en 1971, contra el parecer de la Junta carlista de
Navarra, Carlos Hugo impuso la remoción de Zubiaur y de Goñi y la presentación
de miembros de su camarilla, que cosecharon un tremendo fracaso. Estos pierden
la mitad de los votos que habían tenido Zubiaur y Goñi, y quienes triunfan
entonces claramente son Ezponda y Les, oficialistas precisamente cuando el
oficialismo estaba socialmente más debilitado, obteniendo más de 46.000 votos.
Resulta demoledora la explicación de este periodo que realiza, transcribiendo
las impresiones de su padre, José Ángel Zubiaur Carreño:
· Mientras tanto, el Carlismo sufría la
deserción de su Dinastía, que renunciaba a su ideario y a su historia, olvidaba
la sangre derramada, abandonaba a sus leales y, aún peor, “utiliza la lealtad a
la Dinastía para proyectar su empuje contra el ideario”. Y digo peor, porque
“la legitimidad es una doctrina de exigencias muy serias, si se la profesa
conscientemente. La lealtad carlista no es una caprichosa adhesión, sino un
imperativo de conciencia”. El artífice de esta “demolición interior”, nunca
padecida por el Carlismo, no fue otro que don Carlos-Hugo de Borbón, quien con
sus “edecanes” —como los denomina mi padre— abandonaron al inicio de los 70 los
principios para moverse en el terreno de la praxis marxista. elecciones a
Procuradores Familiares en Navarra en 1971
José-Ángel Zubiaur Alegre,
José-Ángel Zubiaur Carreño APORTES , 79, año XXVII, (2/2012), pp. 147-167.
Leal al Rey Don Javier de Borbón,
José-Ángel Zubiaur Alegre, quedó, como tantos otros, sin rumbo político tras el
intento de destrucción del Carlismo por parte de Carlos Hugo
El artículo se puede consultar
íntegro en el siguiente enlace, y es muy interesante leerlo para comprobar el
talante dictatorial de quienes se llenaban la boca con la palabra democracia:
Este fracaso en las elecciones a
Procuradores por el Tercio Familiar suponía una nueva constatación empírica de
que la lealtad no iba a ser cautiva de virajes ni escisiones ideológicas.Y de
que el pueblo carlista custodiaba por encima de cualquier lealtad personal el
ideal de la Tradición española. Los dos candidatos fracasados, Mariano Zufia y José Angel Pérez Nievas, serían posteriormente destacados dirigentes del llamado partido carlista huguista. Otra consideración de más calado doctrinal sería
la ponderación de los cambios pastorales introducidos en la aplicación de los
documentos del Concilio Vaticano II, que han acabado a la larga produciendo la
trasmutación de muchos postulados de tradicionalistas de buena fe. Los propios
Zubiaur y Goñi no dejaban de ser presas de esas contradicciones. Aún así, pese
a no representar la más inflexible ortodoxia y estar abiertos y dispuestos a
actualizaciones por donde no podían pasar era por la completa escisión
ideológica huguista.
Radicalización izquierdista tras el primer fracaso
Radicalización izquierdista tras el primer fracaso
Llegados a 1971 con el tremendo
fracaso electoral el huguismo radicalizó el mensaje, por lo que la
instrumentalización de sus estructuras por la extrema izquierda y el
nacionalismo estaba servida. De hecho pese a acogerse a la denominación de
“`Partido Carlista” la voluntad de la junta huguista era la de disolverse en
los diversos frentes de oposición democrática y participar dentro de ellos como
un elemento más. En el manifiesto de Carlos Hugo de 6 de enero de 1976 se habla
de esa voluntad de integración con las fuerzas llamadas democráticas. El EKA hugista estuvo presente en
las cinco conversaciones de Chiberta en el Sur de Francia habidas entre abril y
mayo de 1977, impulsadas por Telesforo Monzón, declarado defensor del
terrorismo de ETA y futuro fundador de Herri Batasuna, y su asociación de ayuda
a los refugiados vascos Anai Artea,
con el fin de crear un Frente Nacional Vasco para las elecciones. En ellas
participaron quince fuerzas políticas desde el PNV por la derecha, hasta ETA y
ETA (PM) por la izquierda.
En esta línea se pronunciaba el
editorial de marzo de 1977 de Denok Bateak, órgano de EKA (acrónimo de Partido
Carlista de Euskadi):
· EKA se pronuncia en favor de la
constitución para Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya de un bloque electoral
que, dando preferencia a las fuerzas socialistas vascas, pueda comprender a
aquellos partidos, e incluso personas independientes, de claro signo
autonomista.
En Navarra concretamente su intención era presentarse dentro de la candidatura electoral nacida de la llamada Organización Popular Vasca, que agrupaba a toda la extrema izquierda nacionalista, incluida ETA-VI Asamblea, que posteriormente se constituiría en LCR.
En Navarra concretamente su intención era presentarse dentro de la candidatura electoral nacida de la llamada Organización Popular Vasca, que agrupaba a toda la extrema izquierda nacionalista, incluida ETA-VI Asamblea, que posteriormente se constituiría en LCR.
EKA, es decir EUSKADIKO KARLISTA
ALDERDIA- PARTIDO CARLISTA DE EUSKADI, aceptando y utilizando, el
anti-tradicional invento de Sabino Arana: la palabreja EUSKADI,con toda su
carga política. Toda una colonización ideológica por parte del nacionalismo del
partido de Carlos Hugo
En la OPV existían dos
corrientes, la de la alternativa KAS junto a formaciones socialistas
nacionalistas y maoístas. Finalmente estos últimos junto al Movimiento
Comunista de Euskadi, otra formación maoísta, forman Euzkadiko Ezkerra, como
coalición de izquierdas y nacionalista sin las exigencias de la alternativa
KAS. Por el poco peso del partido huguista este es finalmente apartado de ambas
corrientes, frustrándose su expectativa de ser partícipe de una coalición
electoral.
Es entonces cuando los huguistas
se aprestan a la legalización de su propia marca electoral. Sin embargo la
Comunión Tradicionalista se adelanta en 1977 a conseguir la legalización,
consignando en sus Estatutos que podría utilizar también la denominación Partido
Carlista. Esta brillante acción, unida a la dejación inicial de los huguistas
impidió que estos pudiesen acogerse a la denominación de carlistas, a la que no
tenían moralmente derecho. De cara a la opinión pública los medios de
comunicación de izquierdas no obstante mantienen la confusión, llamándoles
Partido Carlista. Carlos Hugo insiste en que él “no plantea ningún pleito
dinástico”, queriendo hacer entender que en ello residía la prohibición de su
inscripción; no era así, sino que el Derecho estaba de parte de la Comunión.
Posteriormente, pasadas las elecciones de 1977 sorprendentemente y contra la
lógica jurídica más elemental, se pasó a aceptar la inscripción del Partido
Carlista, con la consiguiente confusión, pues ya la Comunión tenía reconocido
el Derecho a usar tal denominación.
Sin embargo la no inscripción no
impidió que los huguistas participasen en las elecciones de 1977, una vez que
quedaron fuera de todas las coaliciones de izquierdas en las que aspiraban a
participar. En Navarra en concreto se acogieron a la denominación de Agrupación
Electoral Montejurra. Con la misma pretendían explotar las muertes de los dos
activistas políticos ajenos al propio partido huguista ocurridas en 1976, al
tiempo que usaban un símbolo histórico del carlismo.
Agrupación Montejurra: especulación política con un símbolo histórico del carlismo y de los sucesos de 1976
Agrupación Montejurra: especulación política con un símbolo histórico del carlismo y de los sucesos de 1976
Los huguistas se tomaron las
elecciones partitocráticas muy en serio. Instaron a las Juntas Electorales a
que imprimiese gran número de papeletas, hasta el punto que según se recoge en
informes oficiales fue la opción de las once que concurrieron en Navarra que
más papeletas imprimió, un total de 72.500. Asimismo aprovechándose de la
ocupación de círculos, archivos y estructuras del carlismo histórico se
lanzaron a una intensísima campaña electoral. Esta situación generó enorme
confusión. S. B. cuenta como a unos veteranos del Tercio de Requetés Montejurra
les persuadieron los huguistas de que esta agrupación electoral era plenamente
tradicionalista, no pudiendo saber si esa mentira causó efectos a la hora de la
votación, no obstante sí que fue consciente de cómo esta confusión alcanzó a
algunos familiares de don Policarpo Cia, a los que causó tremendo disgusto el error.
Asimismo está consignado como la
Agrupación Electoral Montejurra fue la formación que más actos públicos
desarrolló, un total de 121. Sin embargo en los mismos ya se constató el poco
interés que la misma despertaba. Los izquierdistas que durante años
aprovecharon para ocupar Montejurra con sus consignas ahora daban totalmente la
espalda a los actos de los huguistas. En localidades como Monreal, Beriáin,
Fontella, Lesaca o Larrainzar no fue nadie al mitin de campaña. Es significativo el caso de
Cascante, pues la solicitud de Montejurra situaba el mitin en la plaza de toros
—con capacidad para 2.400 asistentes—, y así lo comunicaba Junta Electoral al
Gobierno Civil y éste al Ministerio de la Gobernación. Sin embargo, el informe
policial recoge que el acto acabó celebrándose en el Cine parroquial con 50
asistentes.
Siguiendo el análisis de Capistegui:
Siguiendo el análisis de Capistegui:
La fidelidad dinástica venía a
ser el único asidero de algunos sectores claramente reacios a los
planteamientos ideológicos del Partido Carlista. En este sentido recoge una
entrevista a un votante de dicha agrupación contraria al planteamiento político
de la misma, y que así se lo hizo saber a Carlos Hugo. Su única explicación del
voto residía en la fidelidad dinástica.
Sin embargo la mayoría de los
carlistas no optaron en esas elecciones por dar el voto a dicha formación, por
mucho que especulase con un símbolo tan carlista como era Montejurra. La
Comunión Tradicionalista confluyó a la formación de Alianza Foral Navarra. Esta
se presentó en el castillo de Olite el 9 de abril de 1977, que se sustentaba
sobre doce puntos programáticos bien definidos: “Navarra foral, siempre
española. Justicia social. Lealtad a la tradición católica. Defensa de la
familia. Libertad de iniciativa privada al servicio del interés general. Ayuda
y atención prioritaria al campo. Trabajo digno. Sindicalismo libre, plural e
independiente. Paz. Orden. Fortalecimiento y autonomía de los municipios y
entes locales. Amejoramiento de las libertades forales”.
Noviembre de 1977, tras el
asesinato del Comandante Imaz, Jefe de la policía armada de orígenes carlistas,
los tradicionalistas se manifiestan. Navarra SI; Euskadi NO
Quienes pusieron en marcha este
nuevo partido político fueron cinco combatientes de tercios requetés: Javier
Nagore Yarnoz[1], Julio Iturralde Agorreta[2], Joaquín Abadía, Albito Viguria y
Carlos Larrainzar. Su presidente fue Amadeo Marco[3], que por entonces ocupaba
la vicepresidencia de la Diputación Foral. Fiel a la responsabilidad de su
posición institucional organizó Alianza Foral Navarra y la oposición al
proyecto estatutario autonómico de Euskadi. Con enorme dificultad la propaganda
navarrista intentaba abrirse paso en un contexto muy complejo, donde la
izquierda proetarra con los métodos más violentos pretendía adueñarse de las
calles. En Vizcaya o Guipúzcoa era prácticamente imposible tener presencia en
las calles por la presión de los simpatizantes del terrorismo. Álava también se
encontró condicionada, aunque en menor medida. Y Navarra pese a la mayoría no
nacionalista estuvo siempre en el centro de la estrategia nacionalista y
terrorista, con este fin las organizaciones nacionalistas de Vascongadas
destinaban ingentes cantidades de dinero para organizar allí el nacionalismo y
desplazaban a sus militantes. AFN estuvo en el punto de mira de los violentos.
El 2 de junio de 1977 por ejemplo un piquete de 400 violentos ocupa la Plaza de
los Fueros de Estella, e impide acceder a la misma a los que asistentes al
mitin que tenía proyectado AFN, teniendo que ser suspendido ante la inacción de
las Fuerzas de Orden Público, que tenían órdenes de no actuar contra los
provocadores e impidieron que el servicio de orden de AFN asegurase el acto. Su
sede pamplonesa de la Plaza del Castillo fue atacada con cocteles molotov y
piedras en al menos veinte ocasiones.
Propaganda de las Juventudes de
la Alianza Foral Navarra
AFN obtuvo 22.349 votos, un 8,47%
del total, siendo la cuarta más votada de las once formaciones que
concurrieron, superando a demócrata cristianos, comunistas, maoístas, social
populares o nacionalistas vascos. En municipios tradicionalmente carlistas y
vascoparlantes como Leiza o Baztan quedaba tercera, con el 10,60% y el 10,15%
de los votos respectivamente, superando en ambos al PSOE; o en Echarri-Aranaz
quedaba por encima de la media regional, con el 9,35% de los votos. En Ezcurra,
el pueblo navarro con mayor porcentaje de vascoparlantes es la segunda fuerza,
con el 21,62% de los votos.
Boletín editado por la A.J.T de
Navarra, en respuesta a la Marcha por la Libertad, de carácter nacionalista
Sin embargo no fue unánime la
concurrencia de los carlistas navarros en AFN, y algunos participaron en otras
formaciones foralistas más amplias, con concurrencia de otras sensibilidades
dentro del foralismo, como liberales o socialdemócratas. Su incidencia fue
menor, aunque destacaba sobre todo el prestigio del abogado y experto foralista
José Ángel Zubiaur, que participó en la formación del Frente Navarro
Independiente, con el también procurador carlista Auxilio Goñi Donázar. y
después también de Carlos Hugo, hasta su escisión ideológica, que nunca aceptó,
pese a que si transigió con algunos cambios en la doctrina tradicionalista a
raíz del Concilio Vaticano II. Pero la escisión ideológica de Carlos Hugo era demasiado
y políticamente se distanció por completo del ex príncipe. Su hijo, José Ángel
Zubiaur Carreño señala a este respecto:
· Carcomido el Carlismo, mi padre contó
con lealtades personales que serían largas de enumerar, a las que también fue leal.
Eran las de aquéllos que se mantuvieron fieles a una doctrina, que no es
precisamente la del inmovilismo, como afirman quienes ni la conocen ni la
quieren. Sobre todo contó con el carlismo valenciano, que ya nos había acogido
desde que —a fines de los sesenta— mi familia tomó la decisión de pasar largas
temporadas estivales y pascuales en el Faro de Cullera. Allí nos condujo ese
gran caballero de la Tradición que fue Pascual Agramunt Matutano, a quien mi
padre tuvo el honor de desagraviar años después, con el fervor que exigen la
justicia y la noble amistad, de las falsas imputaciones que se le harían,
precisamente por ofrecer resistencia a la desnaturalización del carlismo
valenciano. (…)Por aquél entonces estuvo también tras la formación en Aragón, La
Rioja y Valencia de asociaciones de carácter social y regionalista que pudieran
recoger las ruinas del Carlismo, con resultados desiguales[4].
En el ámbito estrictamente
navarro intentó que aquellas restos del carlismo colaborasen con el Frente
Navarro Independiente, que pretendía ser una coalición muy amplia de diversas
fuerzas para salvaguardar el régimen foral y adaptar al nuevo régimen político,
asumiendo los cambios y sin enfrentarse radicalmente a los mismos, pero
oponiéndose a la absorción de Navarra por Euskadi. Zubiaur utilizó su prestigio
dentro del carlismo para llevar a algunos carlistas a los mandos directivos del
FNI. Uno de sus principales impulsores fue Víctor Manuel Arbeloa, sacerdote e
historiador de Mañeru y de orígenes familiares carlistas, de ideas socialistas,
hacia el que finalmente avanzará siendo miembro del PSOE de Navarra y
presidente del parlamento y Senador por el mismo una vez renunció a su unión
con “Euskadi”. El FNI tuvo unos resultados discretos, obteniendo 10.606 votos
al Congreso de los Diputados, el 4,1% del total de Navarra, mejorando los
resultados en el Senado, donde Víctor Manuel Arbeloa obtuvo 25.618 votos.
También la UCD Navarra jugó un
papel de confusión en torno al voto foralista, levantando un bandera que luego
directamente Suárez traicionaba desde Madrid, pactando con el PNV la
Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución de 1978. Sin embargo el peso
del apellido de Jaime Ignacio del Burgo[5], como en el caso de los Oreja en
Guipúzcoa, así como su beligerancia frente al nacionalismo euzkadiano,
contribuyó a llevar a foralistas de buena fe a apoyar a la UCD en Navarra, que
resultó ser, como en casi todas las circunscripciones del resto de España, el
partido mayoritario, con el 29% de los sufragios, seguido por el PSOE. En la
línea de del Burgo también estuvo Jesús Aizpún, cuyo padre, Rafael, ya
participó junto a los carlistas Beunza y el Conde de Rodezno en la candidatura
católico-fuerista de 1931, siendo elegido diputado a Cortes por Navarra. Jesús
Aizpún en un acto de gran dignidad abandonó la UCD antes de la votación sobre
la Constitución. Ambos sufrieron una dura campaña de amenazas de los proetarras,
que durante mucho tiempo acosaron sus domicilios con la pintada “Del Burgo,
Aizpún, pim, pam, pum”. Incluso hay constancia de cómo destacados dirigentes de
la UCD visitaban a los carlistas de Navarra intentando atraer voluntades
asegurando que UCD era la mejor opción para salvar el régimen foral y que la
constitución que se iba a votar iba a ser confesionalmente católica[6]. Con
esos argumentos UCD se impone en la que fuese la capital histórica del carlismo
navarro, Estella.
Un análisis publicado en Diario de Navarra tres días antes de las elecciones situaba a Montejurra a la izquierda del Partido Comunista. Esta posición, además, provocaba "en el posible electorado la contradicción de que esos postulados chocan con la doctrina tradicional del carlismo". El informe del Gobierno Civil posterior a las elecciones señalaba: "Por sus ideas izquierdistas, marxistas, vasquistas, nacionalistas, etc., ha ido perdiendo poco a poco parte del fervor popular de que gozaban".
Un análisis publicado en Diario de Navarra tres días antes de las elecciones situaba a Montejurra a la izquierda del Partido Comunista. Esta posición, además, provocaba "en el posible electorado la contradicción de que esos postulados chocan con la doctrina tradicional del carlismo". El informe del Gobierno Civil posterior a las elecciones señalaba: "Por sus ideas izquierdistas, marxistas, vasquistas, nacionalistas, etc., ha ido perdiendo poco a poco parte del fervor popular de que gozaban".
La agrupación Montejurra finalmente
quedó en novena posición, tercera por la cola, con un 3,2% de los votos y únicamente 8.461 votos. Esos
pocos votos procedían en su mayoría de un respeto reverencial a lo que
representaba en sí misma la institución monárquica, y no a la escisión
ideológica que lamentablemente protagonizaba por parte de una minoría de
carlistas. Un ejemplificativo análisis de la sociología de Navarra y del
carlismo en aquellos años nos lo brinda el pueblo de Mañeru, que siempre tuvo a
gala decirse “el más carlista de España”. Y razón no le faltaba. Se trataba de
un pueblo pequeño, que nunca pasó de los mil habitantes y con el éxodo rural de
mitad del siglo XX perdió la mitad de su población; de la Merindad de Estella,
no vascoparlante, y que constituyó una pequeña civilización tradicional en el
que la riqueza se hallaba equitativamente repartida y sus gentes estaban
arraigadas a unas costumbres y leyes inmemoriales que el liberalismo pretendió
violentar con sus leyes impías y capitalistas. Fue un pueblo del que siempre
salieron voluntarios carlistas en todas sus guerras[7] y se cultivó un ambiente
de fidelidad a los reyes de la dinastía legítima que se heredaba de generación
en generación. Y que alcanzó su momento más álgido durante la II República,
donde hasta el 90% de los votos iban para las candidaturas carlistas que
concurrían con el lema “Religión, Orden y Fueros”. Se opuso muy violentamente a
todos las leyes laicistas de la misma (especialmente dura fue su oposición a la
retirada de los crucifijos y a la educación laicista), y requetés y margaritas
organizaron la insurrección contra la misma, encuadrándose todos los mozos del
pueblo en el Requeté, con actuaciones destacadísimos, como la del sargento José
Iturgaiz. Tras la guerra Mañeru fue ferviente seguidora de Don Javier, lo que
costó no pocas persecuciones a muchos de sus vecinos, que seguían en el más
puro tradicionalismo. En este ambiente de pueblo pequeño en el que la lealtad
hacía los Reyes era algo prácticamente genético y metarracional la Agrupación
Montejurra es la más votada, quedando en segundo lugar Alianza Foral Navarra.
Entre las dos tenían el 60% de los votos. Eran los restos del carlismo
sociológico que no renegaba del Dios, Patria, Rey, uno más puramente afectivo,
que por amor a la Dinastía incurría en esa contradicción y otro más intelectual
que sabía discernir cuando la legitimidad de ejercicio se imponía a la de
origen. Una vez Carlos Hugo abandonó ese proyecto los que bajo la sigla de
“Partido Carlista” querían seguir perpetuando esa escisión ideológica no
pasaban de dos votos en Mañeru. Fuera de Mañeru siempre quedó muy por debajo de
AFN en otros pueblos de tradición
carlista. En Corella por ejemplo, que le sextuplicaba en población, AFN es la
tercera fuerza política con el 16% de los votos mientras que MFA no llega al 1%.
Carlos Carnicero, secretario de
organización del partido carlista, número dos de la coalición Frente
Autonomista Aragonés en 1977. Coalición con el maoísta Movimiento Comunista
Paupérrrimos resultados en el resto de España
Fuera de Navarra, los resultados del partido de Carlos Hugo fueron, si cabe, más esperpénticos. En Valladolid la candidatura Agrupación de Electores Carlistas con 542 votos y el 0,22%, ocupó el último lugar; en
Palencia, con la misma denominación, el resultado fue de 396 votos con el
0,39%, también quedando en último lugar de todas las candidaturas presentadas.
En Castellón se impulsó la candidatura de Electors Carlins del País Valencià con 2.252 votos y el 0,95%,
quedando en décimo lugar de catorce candidaturas. En Zaragoza, el partido
carlista se presentó dentro de la coalición Frente Autonomista Aragonés, con
los maoístas del Movimiento Comunista de España. Carlos Carnicero su Secretario
Federal de Organización ocupó el segundo lugar de la lista, los
resultados fueron también escasos, 4.791 votos, con el 1,1%. En Barcelona, los
huguistas también optaron por presentarse en común con los maoístas del
Movimiento Comunista, recibiendo el apoyo del Moviment d'Unificació Marxista,
del PSAN y del PSAN-Provisional (formaciones marxistas e independentistas
catalanas) y un puñado de independientes ligados al independentismo catalán. La coalición se denominó Candidatura d'Unitat Popular pel Socialisme. Los resultados fueron mediocres, 12.040 votos, con el 0,51%. En otros lugares de España, se apoyaron candidaturas de signo claramente marxista, con el mismo desastroso resultado.
Los análisis tras las elecciones, realizados por el mismo partido carlista no dejan margen a la duda sobre la causa de este desastre. En El Informe sobre las elecciones legislativas del 15/6/1977 del partido carlista elaborado por Miguel Álvarez Bonald, responsable de la Comisión Federal electoral, se dice textualmente:
Los análisis tras las elecciones, realizados por el mismo partido carlista no dejan margen a la duda sobre la causa de este desastre. En El Informe sobre las elecciones legislativas del 15/6/1977 del partido carlista elaborado por Miguel Álvarez Bonald, responsable de la Comisión Federal electoral, se dice textualmente:
“Es preciso resaltar que un
descalabro electoral no es consecuencia directa o exclusiva de una campaña
electoral o de la existencia de serios condicionamientos provenientes del
exterior, sino que sus causas arrancan de atrás. Las elecciones sólo hacen que
emerjan todas las contradicciones que el partido lleva implícitas en su organización.
No querer aceptarlo así, es muestra de una soberbia o miopía de tal magnitud y
trascendencia, que sofocarían inexorablemente a la extinción del partido, allí
donde existieran.”
"Ha habido regiones en las
que hemos acudido en alianzas dentro de candidaturas independientes con la
O.I.C, L.C.R y O.P.I (después P.C.T), mientras en otras el término
"comunista" despierta en nuestra gente auténtica animadversión. Ha
habido pueblos donde se nos ha preguntado qué quedaba de nuestro tradicional cuatrilema
(...) se manifiestan también en el seno de los propios militantes tendencias
encontradas. Desde los que proclaman que nuestra línea debe de estar en la más
pura ortodoxia marxista, y que el partido es el único que en España puede
llevar a cabo lo que Mao realizó en China, hasta los que -sin haber entendido
casi nada- siguen por una devoción ciega"
El partido carlista huguista de
Cataluña en coalición con los maoístas y el marxismo independentista en las
elecciones de 1977. La Candidatura d'Unitat Popular
pel Socialisme
En otro Informe a los carlistas
de abril de 1978, un sector crítico del partido carlista radicado especialmente
en Valladolid y Madrid, acusaba directamente de la debacle a la dirección del
partido, especialmente a su secretario general José María de Zavala al que
acusaban de ocultar a Carlos Hugo, que todavía estaba en el exilio, la
situación real del partido, que a su juicio era desastrosa, con gran pérdida de
militantes desde que Zavala había asumido el cargo en 1967. La imagen de la
realidad del partido que presentan es desoladora. Al menos dos de sus firmantes
fueron expulsados del partido por firmar dicho informe, Salvador Gómez de
Arteche y Eufemio Díaz Molsalve, secretario político de Valladolid y secretario
general del partido carlista de castilla-León, respectivamente. Desde entonces,
las purgas, expulsiones, peleas y enfrentamientos fueron cotidianos en los
restos náufragos del partido de Carlos Hugo, hasta que el mismo abandonara su
invento, certificando su liquidación.
[1] Notario y Doctor en Derecho,
es uno de los mayores expertos en el régimen foral navarro. Hizo la guerra en
Radio Requeté de Campaña. Destacado escritor ha sido uno de los más señeros
difusores de la gesta de los Tercios Requetés a través de diversas
publicaciones como “Luchábamos sin odio”, “”En la primera de Navarra”,
“Espíritu y vida de los Tercios Requetés”, “¡Cantan siempre al avanzar!
(Historia breve de los tercios de Lácar y Montejurra)”. Sobre los fueros
navarros y su ataque por los nacionalistas y constitucionalistas escribió
“Defensa de la navarridad” e “Historia de una dejación (La Cruz Laureada de San
Fernando en el escudo de Navarra)”. Fue Consejero Nacional de la Comunión
Tradicionalista Carlista y asiduo montañero aún hoy en día.
[2] Combatiente del Tercio de
Roncesvalles fue jugador de fútbol profesional, entre otros en el C.A. Osasuna,
del que también fue directivo durante la presidencia de Antonio Lizarza
Iribarren, organizador del levantamiento de los carlistas navarros.
Farmacéutico de profesión fue elegido concejal y posteriormente alcalde de
Baztán, además de diputado foral. Con el régimen constitucional volvió a la
escena municipal, al crear la agrupación electoral Unión Baztanesa-Baztango
Elkartea en 1983, con la que se impuso en las elecciones de mayo de aquel año
al obtener 2.532 votos y ocho concejales, logrando la mayoría absoluta en el
consistorio y ser elegido alcalde de Baztán. Cuatro años más tarde, revalidaba
aquel triunfo electoral, consiguiendo 240 votos más que en los anteriores
comicios, por lo que fue nuevamente elegido alcalde.
[3] Amadeo Marco Ilincheta.
Licenciado en Derecho, Magisterio y Comercio en Zaragoza y Madrid también
realizó estudios de Medicina y Náutica. Durante la II República Amadeo Marco ya
fue alcalde de su pueblo, Navascués, desde donde se opuso tajantemente a la
legislación laicista de la II República y en la guerra alcanzó el grado de
Capitán de Requetés. Marco obtuvo su primera acta de diputado foral por la
merindad de Sangüesa en 1931, pero renunció al cargo por desacuerdo con la
actuación de la corporación republicana que denegó una subvención para el
seminario de Pamplona, entonces en construcción. Fue nombrado diputado foral
por el Consejo foral (1941) y ganó la reelección por la merindad de Sangüesa en
cinco ocasiones (1949, 1955, 1961, 1967, 1974). Ocupó la Vicepresidencia de la
Diputación foral desde 1971, a la muerte de Félix Huarte, y la presidencia en
1978. Bernardo Estornés Lasa señala en la Enciclopedia Auñamendi:
· Amadeo Marco, de carácter íntegro y de
fuerte personalidad, dejó la política en 1979 después de una etapa de gran
actividad. Retirado a su casa de Navascués y habiéndose hallado algún tiempo
internado en el monasterio de la Oliva[3] murió el 13 de abril de 1987.
· (…) gracias a Amadeo Marco y al
párroco de Navascués no fue asesinado ni fusilado ningún vecino de Navascués ya
señalados de antemano para ello por los represores que recorrían Navarra[3].
Su navarrismo, como buen
tradicionalista, no era incompatible con una profunda identificación de lo
vasco en Navarra. Su oposición iba contra el ente panseparatista de Euskadi,
fundado sobre los mitos nacionalistas de Sabino Arana. En Diario de Navarra
declaraba:
· No me parece mal que las tres
provincias vascas se unan a su madre, a Navarra, y que juntas integren el Reyno
de Navarra. Ah, claro, así no lo quieren. Pues en esa solución, Navarra no
perdería nada. Y que nadie diga que reniego de mi origen vasco-navarro. Soy de
Roncal, en vasco hablaban mis antepasados. Y ya se sabe, quien a sus
antepasados parece, honra merece[3].
Cuando falleció en 1987 el
gobierno navarro, por aquel entonces dirigido por los socialistas, acudió en
pleno a sus funerales[3]. Y fue unánime su consideración como político austero
tanto en lo personal como en la administración de recursos públicos, que
siempre los gestionó con exquisita trasparencia. Se cuenta la anécdota de que
el propio Marco se encargaba de comprobar que estaban apagadas todas las luces
de las habitaciones del Palacio de la Diputación Foral. Y ello gozando la
Diputación Foral de unos presupuestos, derivados de una hacienda foral que se
nutría de cargas impositivas muy nimias, que estaban muy por encima de
cualquier otra Diputación del resto de España o de cualquier institución
estatal en Navarra. Por ello gozó de grandes reconocimientos cuando abandonó la
política, ya en un periodo democrático con el que no estaba de acuerdo.
[4] Elecciones a procuradores
familiares en Navarra en 1971
José-Ángel Zubiaur Alegre
José-Ángel Zubiaur Carreño APORTES , 79, año XXVII, (2/2012), pp. 147-167.
[5] Jaime Ignacio del Burgo,
fundador del Partido Social Demócrata Foral y posteriormente integrado en la
UCD, es hijo de Jaime del Burgo Torres, destacado carlista pamplonés desde los
años de la II República en los que sobresalió su valor al combatir a comunistas
y socialistas en las calles. En la guerra ascendió a Capitán de Requetés,
tomando al mando del Tercio de Begoña, donde fue célebre su decisión de rodear
el árbol de Guernica, donde los Reyes de España, Señores de Vizcaya, juran los
Fueros del Señorío, con una guardia de requetés armados para protegerlo de
cualquier tentativa de dañarlo. Notable historiador y escritor sobre la cultura
navarra, su nombre fue toda una referencia moral en la defensa de la foralidad
de Navarra.
[6] Se puede recordar como el
argumento de mayor peso que esgrimió Adolfo Suárez en su última mensaje
electoral antes de las elecciones de 1979, cuando la UCD sufría su enésima crisis
interna y su gobierno sufría el desgaste de la crisis económica, la inflación y
los problemas sociales fue que el PSOE iba a traer el aborto, y al mismo se iba
a oponer UCD. Ese argumento fue definitivo para volver a ganar unas elecciones
que daban por perdidas. Pese a que el comportamiento posterior de las gentes de
UCD en torno al aborto fuese diverso dice mucho en torno a la sociología del
pueblo español de entonces.
[7] En Mañeru, en la tercera
guerra carlista en la acción de Santa Bárbara de Mañeru una columna liberal,
mandada por el general Primo de Rivera fue obligada a retirarse por las tropas
carlistas en un duro combate a bayoneta.
Viendo, con toda evidencia, que Navarra y el tradicional pueblo carlista le habían dado completamente la espalda en las elecciones de 1977 a su proyecto aberzale, el propio Carlos Hugo intentó un viraje a la desesperada en las siguientes elecciones de 1979, donde el mismo se presentaba como candidato. En primer lugar en la propaganda electoral se obvió las siglas EKA, que venían utilizando en Navarra como en el País Vasco, utilizando el más clásico de partido carlista, sin la referencia a Euskadi ni utilizar el euskera. Seguidamente el lema fue un intento de navarrizar tanto dislate pro-nacionalista "Por Navarratoda". Igualmente Carlos Hugo también quiso dar un tono de moderación a su proyecto después de las disparatadas alianzas ultraizquierdistas de 1977, con la previa aceptación de la constitución de 1978, con lo que pretendía aparecer con un rostro más moderado. No le sirvió de nada, el daño ya estaba hecho y la estructura política huguista absolutamente dañada y desprestigiada. Mejoraron algo los resultados, pero Carlos Hugo no resultó elegido y fracaso en su intento electoral. Fue el final de su errática y aventurera trayectoria que tanto daño ha hecho al carlismo.
ResponderEliminarDeleznable el intento de Carlos Hugo de utlizar el prestigio del tradicional y masivo acto de Montejurra para su proyecto político ultraizquierdista en las antípodas de lo que siempre representó para Navarra y para España el Monte sagrado del Carlismo. Su estrepitoso fracaso es el fracaso del mito del nuevo Montejurra travestido e inventado por Carlos Hugo para engañar y confundir a los carlistas, y llevarlos tras su aventura demagógica. El fracaso rotundo de esa candidatura anti-carlista de Montejurra-Federalismo-Autogestión creada por los huguistas es toda una prueba histórica.
ResponderEliminarLa locura política de Carlos Hugo y sus seguidores, con su confusión, a parte de causar grave daño personal a las conciencias de miles de carlistas, evitó que el carlismo tradicional se consolidara como una alternativa política de peso en Navarra, el país Vasco, que pudiera haber plantado cara al nacionalismo que los ha devastado, y en toda España al proceso neo-liberal partitocrático que hoy padece nuestra Patria. Que Dios lo haya perdonado, el carlismo no puede hacerlo.
ResponderEliminar¿Juventudes Navarras no son las juventudes de UPN?
ResponderEliminarEse adhesivo es de la transición, anterior a la creación de UPN. Juventudes Navarras se llamaban las juventudes de AFN, antes de UPN.
ResponderEliminaren varios sitios ponen ese adhesivo como de las juventudes de UPN
ResponderEliminarEl Partido Carlista de Andalucía (huguista) también participó en la candidatura del Bloque Andaluz de Izquierdas en la provincia de Málaga en 1977, con el “gran” resultado de 226 votos y el último lugar de todas las listas presentadas. Candidatura impulsada por el maoísta Movimiento Comunista y el Partido Comunista de los Trabajadores. En muchas otras provincias los huguistas también apoyaron las listas presentadas por los maoístas del MCE, en coalición con los prosovieticos del PCT.
ResponderEliminarEn un llamado Informe para militantes del partido carlista, de uso interno de 1976, los huguistas reconocen su impresión de que los sucesos de Montejurra 1976 han sido positivos para su imagen y su estrategia, se decía textualmente:
ResponderEliminar"Desde el comienzo de la apertura de la prensa hasta hoy, la imagen del partido en la opinión pública ha sufrido una transformación extraordinaria. De la ignorancia total y absoluta en la prensa general, salvo excepciones, a una valoración positiva. Han sido dos los sucesos fundamentales de este salto de aparición pública del partido, el intento de retorno de Don Carlos en marzo de 1976 y los sangrientos sucesos de Montejurra. Estos dos sucesos y la actividad política del partido han sido el pasaporte para entrar a ser considerados como partido socialista, con una realidad. A partir de esto la presencia del partido en la opinión pública ha sido importante, pero no suficiente"
Es decir los huguistas creyeron que los sucesos de Montejurra 76 les iba a dar rédito electoral, esa fue la razón de la utilización de la marca MONTEJURRA como etiqueta electoral. Su fracaso no está ligada a aquellos sucesos sino al total abandono del ideario tradicionalista que conllevó que todo el pueblo carlista tradicional les diera la espalda.