viernes, 20 de mayo de 2016

El fracaso del mito huguista de Montejurra en las elecciones de 1977

Cartel electoral de 1977, de la  fracasada agrupación electoral impulsada por los seguidores de Carlos Hugo en Navarra

EL FRACASO DEL MITO HUGUISTA DE MONTEJURRA EN LAS ELECCIONES DE 1977 
       
La deformada mitología huguista sobre la historia reciente del Carlismo es la que el sistema demoliberal ha elevado a explicación canónica de los años de la nefasta transición. La bandera política de dos muertes de activistas políticos ajenos al propio partido huguista ha generado una explicación absolutamente descontextualizada de los hechos, así como el ocultamiento de las muertes de carlistas en atentado terrorista etarra subsiguientes a los mismos.

La mitología huguista tiende a explicar sus estrepitosos fracasos en las elecciones liberales partitocráticas, por las que tanto suspiró, como consecuencia de aquella jornada. Sin embargo los huguistas encontraron precisamente en aquellos hechos un revulsivo que intentaron aprovechar para intentar detener la decadencia en que estaban instalados como consecuencia del apartamiento del pueblo carlista respecto de los que traicionaron el ideal. Se intentó aprovechar esas dos muertes hasta lo indecente para ganarse el voto de la izquierda.

La dinámica enloquecida de los escindidos ideológicamente hizo que se asumiera toda la dialéctica marxista, consagrando de ese modo definiciones de regusto materialista. Una de ellas fue la definición del carlismo como “partido de masas y de clase” (en el nada representativo II Congreso del pueblo carlista de 1971). La ideología se oponía a la realidad. El carlismo sólo circunstancialmente fue partido, y nunca fue de masas en el sentido informe y desalmado del término. Era un movimiento tremendamente popular, que la escisión ideológica acabó reduciendo a unos pocos ideólogos de salón. Carlos Hugo vivía de las rentas de la pujanza de un tradicionalismo bien arraigado en muchas conciencias y que tuvo su punto más álgido en las concentraciones carlistas de los sesenta del siglo pasado, de una pureza doctrinal que si en algo se pudiese cuestionar sería en el acercamiento del propio Carlos Hugo al franquismo.
Compárense estas dos crónicas de los actos de Montejurra:

·         El Vía Crucis de Montejurra    
·         LA VOZ DE ESPAÑA (San Sebastián). De nuestro corresponsal Juan de Larrambebere. 05/05/1970.  Página: 23.
·         EL VIA CRUCIS DE MONTEJURRA

·         Pamplona 3. De 75.000 a 80.000 personas han asistido a la histórica romería anual de ex combatientes de tercios de requetés en la Cruzada de Liberación. Este contingente estaba integrado por familiares de los caídos tradicionalistas y simpatizantes de casi todas las regiones españolas, que así rindieron homenaje de cristiano cariño a los que dieron sus vidas en la Cruzada y en las campañas carlistas por una España mejor. Los mayores grupos los dieron: primero, Navarra, y después, las provincias Vascongadas, Rioja, Aragón y Burgos. Asimismo hubo representaciones de las regiones levantinas, andaluza, Cataluña, Madrid, Valladolid, Baleares, etc

·         A las nueve de la mañana toda la llanura del monasterio de Irache, al pie de Montejurra, y sus alrededores se hallaba cubierta. En la iglesia del monasterio se dijeron varias misas, una de ellas aplicada por el eterno descanso de las almas de los generales Sanjurjo, Varela y Mola, y la de las nueve y media por los abanderados del Carlismo. En estas misas se distribuyeron millares de comuniones. A las diez y media se inició, desde el mismo monasterio, el Vía Crucis penitencial, rezado ante las cruces de piedra que ostentan los nombres de los tercios de requetés y que jalonan la subida a la montaña. Al frente iban gran número de banderas y las cruces de las unidades de voluntarios de requetés de la Cruzada, portadas por ex combatientes, así como la banda de trompetas de Aldaya (Valencia).

·         Al paso de la multitud ante las cruces del camino rezando el Vía Crucis se depositaron coronas con cintas de los colores nacionales por las madres y esposas de los caídos. Era cerca de la una y media de la tarde cuando se llegó a la cumbre de Montejurra, que se vio cubierta rápidamente. Gran número de romeros quedaron desparramados por otros lugares.

·         Seguidamente dio comienzo la misa de campaña, que ofició el capellán de la Hermandad de Montejurra, don Joaquín Vitrián, ante un altar presidida por el Cristo Negro de los requetés. En el momento de la consagración, las bandas de música interpretaron el Himno Nacional. La multitud entonó luego cantos eucarísticos que atronaban toda la montaña, y, al final, se cantó un responso por los caídos. El capellán pronunció una fervorosa homilía, en la que glosó el significado cristiano de este acto.

·         Terminada la ceremonia religiosa se inició la bajada del monte, dirigiéndose el mayor de los contingentes a Estella, para almorzar, y el resto lo hizo en las laderas. La jornada finalizó con una salve de despedida a la Virgen del Puy, Patrona de Estella y un responso por los generales fusilados por Maroto, precisamente en aquel mismo lugar, emprendiéndose después en regreso de los expedicionarios a sus puntos de origen, sin que se produjera incidente alguno.
Montejurra símbolo de españolidad, catolicismo y tradicionalismo, antes de la devastación de Carlos Hugo

·         MONTEJURRA 1974
·         Cinco mil personas asistieron al Vía crucis de Montejurra    
·         LA VOZ DE ESPAÑA.    07/05/1974.  Página: 49. Páginas: 1. Párrafos: 3.
·         CINCO MIL PERSONAS ASISTIERON AL VIA CRUCIS DE MONTEJURRA

·         Estella 5. Alrededor de 5.000 personas han asistido al Vía Crucis de Montejurra. celebrado en memoria de quienes dieron su vida por Dios y por España. A las diez de la mañana, los romeros se concentraron en el monasterio de Irache, en las afueras de Estella. desde donde, con paradas para rezar ante las cruces situadas en las faldas del monte, continuaron el ascenso por el monte. Poco antes de las doce de mediodía los romeros llegaron a la cima, donde, ante un altar portátil, oyeron la Santa Misa.—Cifra.

Resulta significativo que en sólo tres años se pase de convocar en Montejurra de entre 75.000 a 80.000 personas a sólo 5.000. El de 1970 fue el último año en el que el grueso del pueblo carlista aún acudía a Montejurra, pese a que la deriva ya se iba haciendo cada vez más clara desde 1968, aprovechando las protestas contra la expulsión de la familia Borbón-Parma para pretender usarlas como parte de la oposición democrática, y desde mitad de los  sesenta ya eran notables las ausencias de destacados tradicionalistas.

Se ha pretendido abusar del carácter espontáneo y sentimental del carlismo para hacer creer que se trataba de una masa ciegamente fiel a sus príncipes. Los hechos de nuevo muestran lo errado de esa apreciación y el profundo poso doctrinal que existía en el pueblo carlista, por más que hasta el final hubiese casos concretos de carlistas que aguantaron en la estructura huguista o determinadas confusiones puntuales. Volveremos sobre ellas.

En cualquier caso el pueblo carlista no era tonto ni un pelele. Era la encarnación popular de un postulado político, que era el de la Tradición española. Que se sentía y vivía y también se entendía. Por eso el pueblo carlista dejó sólo a Carlos Hugo en su Montejurra desnaturalizado. Y por eso no arropó su aventura política izquierdista.

Elecciones a Procuradores por el Tercio Familiar: Primer fracaso huguista

En este sentido resulta de particular importancia para entender el fracaso político de la escisión izquierdista el análisis de las elecciones a Procuradores en las Cortes Españolas por el Tercio Familiar. A las mismas concurrieron los carlistas, movilizando todos sus resortes de influencia en Navarra y en otras circunscripciones, demostrando que el carlismo no era una pura inercia, un sentimiento o una nostalgia. Y en el contexto de la raquítica participación política que permitía un régimen que además hizo todo lo posible para boicotear las candidaturas carlistas estas triunfaron. En 1967 los representantes del carlismo por Navarra José Ángel Zubiaur y Auxilio Goñi triunfaban claramente con más de 45.000 votos cada uno frente a los candidatos oficialistas Jesús Ezponda y Alfredo Les Floristán, apoyados por la las estructuras del Movimiento y financiados por la oligarquía agraria de La Ribera, que se quedan en 29.000 y 28.000. Junto a los navarros Zubiaur y Goñi en las Cortes de 1967 fueron elegidos como representantes del Tercio familiar los carlistas Antonio Arrue y Manuel Escudero Rueda por Guipúzcoa y Baldomero García García por Jerez de la Frontera. Todos realizaron un trabajo magnífico en las Cortes, muy bien acogido por amplios sectores de la sociedad española. Zubiaur y Goñi se significaron por la defensa en Madrid del régimen foral navarro. Desde su profundo foralismo y navarrismo y con una atención preferente por la cuestión social y los derechos de los obreros votaron NO ante Franco a la elevación de Juan Carlos a la jefatura del Estado. Pero en 1971, contra el parecer de la Junta carlista de Navarra, Carlos Hugo impuso la remoción de Zubiaur y de Goñi y la presentación de miembros de su camarilla, que cosecharon un tremendo fracaso. Estos pierden la mitad de los votos que habían tenido Zubiaur y Goñi, y quienes triunfan entonces claramente son Ezponda y Les, oficialistas precisamente cuando el oficialismo estaba socialmente más debilitado, obteniendo más de 46.000 votos. Resulta demoledora la explicación de este periodo que realiza, transcribiendo las impresiones de su padre, José Ángel Zubiaur Carreño:

·         Mientras tanto, el Carlismo sufría la deserción de su Dinastía, que renunciaba a su ideario y a su historia, olvidaba la sangre derramada, abandonaba a sus leales y, aún peor, “utiliza la lealtad a la Dinastía para proyectar su empuje contra el ideario”. Y digo peor, porque “la legitimidad es una doctrina de exigencias muy serias, si se la profesa conscientemente. La lealtad carlista no es una caprichosa adhesión, sino un imperativo de conciencia”. El artífice de esta “demolición interior”, nunca padecida por el Carlismo, no fue otro que don Carlos-Hugo de Borbón, quien con sus “edecanes” —como los denomina mi padre— abandonaron al inicio de los 70 los principios para moverse en el terreno de la praxis marxista. elecciones a Procuradores Familiares en Navarra en 1971
José-Ángel Zubiaur Alegre, José-Ángel Zubiaur Carreño APORTES , 79, año XXVII, (2/2012), pp. 147-167.
Leal al Rey Don Javier de Borbón, José-Ángel Zubiaur Alegre, quedó, como tantos otros, sin rumbo político tras el intento de destrucción del Carlismo por parte de Carlos Hugo

El artículo se puede consultar íntegro en el siguiente enlace, y es muy interesante leerlo para comprobar el talante dictatorial de quienes se llenaban la boca con la palabra democracia:


Este fracaso en las elecciones a Procuradores por el Tercio Familiar suponía una nueva constatación empírica de que la lealtad no iba a ser cautiva de virajes ni escisiones ideológicas.Y de que el pueblo carlista custodiaba por encima de cualquier lealtad personal el ideal de la Tradición española. Los dos candidatos fracasados, Mariano Zufia y José Angel Pérez Nievas, serían posteriormente destacados dirigentes del llamado partido carlista huguista. Otra consideración de más calado doctrinal sería la ponderación de los cambios pastorales introducidos en la aplicación de los documentos del Concilio Vaticano II, que han acabado a la larga produciendo la trasmutación de muchos postulados de tradicionalistas de buena fe. Los propios Zubiaur y Goñi no dejaban de ser presas de esas contradicciones. Aún así, pese a no representar la más inflexible ortodoxia y estar abiertos y dispuestos a actualizaciones por donde no podían pasar era por la completa escisión ideológica huguista.

Radicalización izquierdista tras el primer fracaso

Llegados a 1971 con el tremendo fracaso electoral el huguismo radicalizó el mensaje, por lo que la instrumentalización de sus estructuras por la extrema izquierda y el nacionalismo estaba servida. De hecho pese a acogerse a la denominación de “`Partido Carlista” la voluntad de la junta huguista era la de disolverse en los diversos frentes de oposición democrática y participar dentro de ellos como un elemento más. En el manifiesto de Carlos Hugo de 6 de enero de 1976 se habla de esa voluntad de integración con las fuerzas llamadas democráticas. El EKA hugista estuvo presente en las cinco conversaciones de Chiberta en el Sur de Francia habidas entre abril y mayo de 1977, impulsadas por Telesforo Monzón, declarado defensor del terrorismo de ETA y futuro fundador de Herri Batasuna, y su asociación de ayuda a los refugiados vascos Anai Artea, con el fin de crear un Frente Nacional Vasco para las elecciones. En ellas participaron quince fuerzas políticas desde el PNV por la derecha, hasta ETA y ETA (PM) por la izquierda. 

En esta línea se pronunciaba el editorial de marzo de 1977 de Denok Bateak, órgano de EKA (acrónimo de Partido Carlista de Euskadi):

·         EKA se pronuncia en favor de la constitución para Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya de un bloque electoral que, dando preferencia a las fuerzas socialistas vascas, pueda comprender a aquellos partidos, e incluso personas independientes, de claro signo autonomista.

En Navarra concretamente su intención era presentarse dentro de la candidatura electoral nacida de la llamada Organización Popular Vasca, que agrupaba a toda la extrema izquierda nacionalista, incluida ETA-VI Asamblea, que posteriormente se constituiría en LCR.
EKA, es decir EUSKADIKO KARLISTA ALDERDIA- PARTIDO CARLISTA DE EUSKADI, aceptando y utilizando, el anti-tradicional invento de Sabino Arana: la palabreja EUSKADI,con toda su carga política. Toda una colonización ideológica por parte del nacionalismo del partido de Carlos Hugo

En la OPV existían dos corrientes, la de la alternativa KAS junto a formaciones socialistas nacionalistas y maoístas. Finalmente estos últimos junto al Movimiento Comunista de Euskadi, otra formación maoísta, forman Euzkadiko Ezkerra, como coalición de izquierdas y nacionalista sin las exigencias de la alternativa KAS. Por el poco peso del partido huguista este es finalmente apartado de ambas corrientes, frustrándose su expectativa de ser partícipe de una coalición electoral.

Es entonces cuando los huguistas se aprestan a la legalización de su propia marca electoral. Sin embargo la Comunión Tradicionalista se adelanta en 1977 a conseguir la legalización, consignando en sus Estatutos que podría utilizar también la denominación Partido Carlista. Esta brillante acción, unida a la dejación inicial de los huguistas impidió que estos pudiesen acogerse a la denominación de carlistas, a la que no tenían moralmente derecho. De cara a la opinión pública los medios de comunicación de izquierdas no obstante mantienen la confusión, llamándoles Partido Carlista. Carlos Hugo insiste en que él “no plantea ningún pleito dinástico”, queriendo hacer entender que en ello residía la prohibición de su inscripción; no era así, sino que el Derecho estaba de parte de la Comunión. Posteriormente, pasadas las elecciones de 1977 sorprendentemente y contra la lógica jurídica más elemental, se pasó a aceptar la inscripción del Partido Carlista, con la consiguiente confusión, pues ya la Comunión tenía reconocido el Derecho a usar tal denominación.

Sin embargo la no inscripción no impidió que los huguistas participasen en las elecciones de 1977, una vez que quedaron fuera de todas las coaliciones de izquierdas en las que aspiraban a participar. En Navarra en concreto se acogieron a la denominación de Agrupación Electoral Montejurra. Con la misma pretendían explotar las muertes de los dos activistas políticos ajenos al propio partido huguista ocurridas en 1976, al tiempo que usaban un símbolo histórico del carlismo.

Agrupación Montejurra: especulación política con un símbolo histórico del carlismo y de los sucesos de 1976

Los huguistas se tomaron las elecciones partitocráticas muy en serio. Instaron a las Juntas Electorales a que imprimiese gran número de papeletas, hasta el punto que según se recoge en informes oficiales fue la opción de las once que concurrieron en Navarra que más papeletas imprimió, un total de 72.500. Asimismo aprovechándose de la ocupación de círculos, archivos y estructuras del carlismo histórico se lanzaron a una intensísima campaña electoral. Esta situación generó enorme confusión. S. B. cuenta como a unos veteranos del Tercio de Requetés Montejurra les persuadieron los huguistas de que esta agrupación electoral era plenamente tradicionalista, no pudiendo saber si esa mentira causó efectos a la hora de la votación, no obstante sí que fue consciente de cómo esta confusión alcanzó a algunos familiares de don Policarpo Cia, a los que causó tremendo disgusto el error.

Asimismo está consignado como la Agrupación Electoral Montejurra fue la formación que más actos públicos desarrolló, un total de 121. Sin embargo en los mismos ya se constató el poco interés que la misma despertaba. Los izquierdistas que durante años aprovecharon para ocupar Montejurra con sus consignas ahora daban totalmente la espalda a los actos de los huguistas. En localidades como Monreal, Beriáin, Fontella, Lesaca o Larrainzar no fue nadie al mitin de campaña. Es significativo el caso de Cascante, pues la solicitud de Montejurra situaba el mitin en la plaza de toros —con capacidad para 2.400 asistentes—, y así lo comunicaba Junta Electoral al Gobierno Civil y éste al Ministerio de la Gobernación. Sin embargo, el informe policial recoge que el acto acabó celebrándose en el Cine parroquial con 50 asistentes.

 Siguiendo el análisis de Capistegui:

La fidelidad dinástica venía a ser el único asidero de algunos sectores claramente reacios a los planteamientos ideológicos del Partido Carlista. En este sentido recoge una entrevista a un votante de dicha agrupación contraria al planteamiento político de la misma, y que así se lo hizo saber a Carlos Hugo. Su única explicación del voto residía en la fidelidad dinástica.

Sin embargo la mayoría de los carlistas no optaron en esas elecciones por dar el voto a dicha formación, por mucho que especulase con un símbolo tan carlista como era Montejurra. La Comunión Tradicionalista confluyó a la formación de Alianza Foral Navarra. Esta se presentó en el castillo de Olite el 9 de abril de 1977, que se sustentaba sobre doce puntos programáticos bien definidos: “Navarra foral, siempre española. Justicia social. Lealtad a la tradición católica. Defensa de la familia. Libertad de iniciativa privada al servicio del interés general. Ayuda y atención prioritaria al campo. Trabajo digno. Sindicalismo libre, plural e independiente. Paz. Orden. Fortalecimiento y autonomía de los municipios y entes locales. Amejoramiento de las libertades forales”.
Noviembre de 1977, tras el asesinato del Comandante Imaz, Jefe de la policía armada de orígenes carlistas, los tradicionalistas se manifiestan. Navarra SI;  Euskadi NO

Quienes pusieron en marcha este nuevo partido político fueron cinco combatientes de tercios requetés: Javier Nagore Yarnoz[1], Julio Iturralde Agorreta[2], Joaquín Abadía, Albito Viguria y Carlos Larrainzar. Su presidente fue Amadeo Marco[3], que por entonces ocupaba la vicepresidencia de la Diputación Foral. Fiel a la responsabilidad de su posición institucional organizó Alianza Foral Navarra y la oposición al proyecto estatutario autonómico de Euskadi. Con enorme dificultad la propaganda navarrista intentaba abrirse paso en un contexto muy complejo, donde la izquierda proetarra con los métodos más violentos pretendía adueñarse de las calles. En Vizcaya o Guipúzcoa era prácticamente imposible tener presencia en las calles por la presión de los simpatizantes del terrorismo. Álava también se encontró condicionada, aunque en menor medida. Y Navarra pese a la mayoría no nacionalista estuvo siempre en el centro de la estrategia nacionalista y terrorista, con este fin las organizaciones nacionalistas de Vascongadas destinaban ingentes cantidades de dinero para organizar allí el nacionalismo y desplazaban a sus militantes. AFN estuvo en el punto de mira de los violentos. El 2 de junio de 1977 por ejemplo un piquete de 400 violentos ocupa la Plaza de los Fueros de Estella, e impide acceder a la misma a los que asistentes al mitin que tenía proyectado AFN, teniendo que ser suspendido ante la inacción de las Fuerzas de Orden Público, que tenían órdenes de no actuar contra los provocadores e impidieron que el servicio de orden de AFN asegurase el acto. Su sede pamplonesa de la Plaza del Castillo fue atacada con cocteles molotov y piedras en al menos veinte ocasiones.
Propaganda de las Juventudes de la Alianza Foral Navarra

AFN obtuvo 22.349 votos, un 8,47% del total, siendo la cuarta más votada de las once formaciones que concurrieron, superando a demócrata cristianos, comunistas, maoístas, social populares o nacionalistas vascos. En municipios tradicionalmente carlistas y vascoparlantes como Leiza o Baztan quedaba tercera, con el 10,60% y el 10,15% de los votos respectivamente, superando en ambos al PSOE; o en Echarri-Aranaz quedaba por encima de la media regional, con el 9,35% de los votos. En Ezcurra, el pueblo navarro con mayor porcentaje de vascoparlantes es la segunda fuerza, con el 21,62% de los votos.
Boletín editado por la A.J.T de Navarra, en respuesta a la Marcha por la Libertad, de carácter nacionalista

Sin embargo no fue unánime la concurrencia de los carlistas navarros en AFN, y algunos participaron en otras formaciones foralistas más amplias, con concurrencia de otras sensibilidades dentro del foralismo, como liberales o socialdemócratas. Su incidencia fue menor, aunque destacaba sobre todo el prestigio del abogado y experto foralista José Ángel Zubiaur, que participó en la formación del Frente Navarro Independiente, con el también procurador carlista Auxilio Goñi Donázar. y después también de Carlos Hugo, hasta su escisión ideológica, que nunca aceptó, pese a que si transigió con algunos cambios en la doctrina tradicionalista a raíz del Concilio Vaticano II. Pero la escisión ideológica de Carlos Hugo era demasiado y políticamente se distanció por completo del ex príncipe. Su hijo, José Ángel Zubiaur Carreño señala a este respecto:

·         Carcomido el Carlismo, mi padre contó con lealtades personales que serían largas de enumerar, a las que también fue leal. Eran las de aquéllos que se mantuvieron fieles a una doctrina, que no es precisamente la del inmovilismo, como afirman quienes ni la conocen ni la quieren. Sobre todo contó con el carlismo valenciano, que ya nos había acogido desde que —a fines de los sesenta— mi familia tomó la decisión de pasar largas temporadas estivales y pascuales en el Faro de Cullera. Allí nos condujo ese gran caballero de la Tradición que fue Pascual Agramunt Matutano, a quien mi padre tuvo el honor de desagraviar años después, con el fervor que exigen la justicia y la noble amistad, de las falsas imputaciones que se le harían, precisamente por ofrecer resistencia a la desnaturalización del carlismo valenciano. (…)Por aquél entonces estuvo también tras la formación en Aragón, La Rioja y Valencia de asociaciones de carácter social y regionalista que pudieran recoger las ruinas del Carlismo, con resultados desiguales[4].

En el ámbito estrictamente navarro intentó que aquellas restos del carlismo colaborasen con el Frente Navarro Independiente, que pretendía ser una coalición muy amplia de diversas fuerzas para salvaguardar el régimen foral y adaptar al nuevo régimen político, asumiendo los cambios y sin enfrentarse radicalmente a los mismos, pero oponiéndose a la absorción de Navarra por Euskadi. Zubiaur utilizó su prestigio dentro del carlismo para llevar a algunos carlistas a los mandos directivos del FNI. Uno de sus principales impulsores fue Víctor Manuel Arbeloa, sacerdote e historiador de Mañeru y de orígenes familiares carlistas, de ideas socialistas, hacia el que finalmente avanzará siendo miembro del PSOE de Navarra y presidente del parlamento y Senador por el mismo una vez renunció a su unión con “Euskadi”. El FNI tuvo unos resultados discretos, obteniendo 10.606 votos al Congreso de los Diputados, el 4,1% del total de Navarra, mejorando los resultados en el Senado, donde Víctor Manuel Arbeloa obtuvo 25.618 votos.
También la UCD Navarra jugó un papel de confusión en torno al voto foralista, levantando un bandera que luego directamente Suárez traicionaba desde Madrid, pactando con el PNV la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución de 1978. Sin embargo el peso del apellido de Jaime Ignacio del Burgo[5], como en el caso de los Oreja en Guipúzcoa, así como su beligerancia frente al nacionalismo euzkadiano, contribuyó a llevar a foralistas de buena fe a apoyar a la UCD en Navarra, que resultó ser, como en casi todas las circunscripciones del resto de España, el partido mayoritario, con el 29% de los sufragios, seguido por el PSOE. En la línea de del Burgo también estuvo Jesús Aizpún, cuyo padre, Rafael, ya participó junto a los carlistas Beunza y el Conde de Rodezno en la candidatura católico-fuerista de 1931, siendo elegido diputado a Cortes por Navarra. Jesús Aizpún en un acto de gran dignidad abandonó la UCD antes de la votación sobre la Constitución. Ambos sufrieron una dura campaña de amenazas de los proetarras, que durante mucho tiempo acosaron sus domicilios con la pintada “Del Burgo, Aizpún, pim, pam, pum”. Incluso hay constancia de cómo destacados dirigentes de la UCD visitaban a los carlistas de Navarra intentando atraer voluntades asegurando que UCD era la mejor opción para salvar el régimen foral y que la constitución que se iba a votar iba a ser confesionalmente católica[6]. Con esos argumentos UCD se impone en la que fuese la capital histórica del carlismo navarro, Estella.

Un análisis publicado en Diario de Navarra tres días antes de las elecciones situaba a Montejurra a la izquierda del Partido Comunista. Esta posición, además, provocaba "en el posible electorado la contradicción de que esos postulados chocan con la doctrina tradicional del carlismo". El informe del Gobierno Civil posterior a las elecciones señalaba: "Por sus ideas izquierdistas, marxistas, vasquistas, nacionalistas, etc., ha ido perdiendo poco a poco parte del fervor popular de que gozaban".

La agrupación Montejurra finalmente quedó en novena posición, tercera por la cola, con un 3,2% de los votos y únicamente 8.461 votos. Esos pocos votos procedían en su mayoría de un respeto reverencial a lo que representaba en sí misma la institución monárquica, y no a la escisión ideológica que lamentablemente protagonizaba por parte de una minoría de carlistas. Un ejemplificativo análisis de la sociología de Navarra y del carlismo en aquellos años nos lo brinda el pueblo de Mañeru, que siempre tuvo a gala decirse “el más carlista de España”. Y razón no le faltaba. Se trataba de un pueblo pequeño, que nunca pasó de los mil habitantes y con el éxodo rural de mitad del siglo XX perdió la mitad de su población; de la Merindad de Estella, no vascoparlante, y que constituyó una pequeña civilización tradicional en el que la riqueza se hallaba equitativamente repartida y sus gentes estaban arraigadas a unas costumbres y leyes inmemoriales que el liberalismo pretendió violentar con sus leyes impías y capitalistas. Fue un pueblo del que siempre salieron voluntarios carlistas en todas sus guerras[7] y se cultivó un ambiente de fidelidad a los reyes de la dinastía legítima que se heredaba de generación en generación. Y que alcanzó su momento más álgido durante la II República, donde hasta el 90% de los votos iban para las candidaturas carlistas que concurrían con el lema “Religión, Orden y Fueros”. Se opuso muy violentamente a todos las leyes laicistas de la misma (especialmente dura fue su oposición a la retirada de los crucifijos y a la educación laicista), y requetés y margaritas organizaron la insurrección contra la misma, encuadrándose todos los mozos del pueblo en el Requeté, con actuaciones destacadísimos, como la del sargento José Iturgaiz. Tras la guerra Mañeru fue ferviente seguidora de Don Javier, lo que costó no pocas persecuciones a muchos de sus vecinos, que seguían en el más puro tradicionalismo. En este ambiente de pueblo pequeño en el que la lealtad hacía los Reyes era algo prácticamente genético y metarracional la Agrupación Montejurra es la más votada, quedando en segundo lugar Alianza Foral Navarra. Entre las dos tenían el 60% de los votos. Eran los restos del carlismo sociológico que no renegaba del Dios, Patria, Rey, uno más puramente afectivo, que por amor a la Dinastía incurría en esa contradicción y otro más intelectual que sabía discernir cuando la legitimidad de ejercicio se imponía a la de origen. Una vez Carlos Hugo abandonó ese proyecto los que bajo la sigla de “Partido Carlista” querían seguir perpetuando esa escisión ideológica no pasaban de dos votos en Mañeru. Fuera de Mañeru siempre quedó muy por debajo de AFN en otros pueblos de tradición carlista. En Corella por ejemplo, que le sextuplicaba en población, AFN es la tercera fuerza política con el 16% de los votos mientras que MFA no llega al 1%.
Carlos Carnicero, secretario de organización del partido carlista, número dos de la coalición Frente Autonomista Aragonés en 1977. Coalición con el maoísta Movimiento Comunista

Paupérrrimos resultados en el resto de España

Fuera de Navarra, los resultados del partido de Carlos Hugo fueron, si cabe, más esperpénticos. En Valladolid la candidatura Agrupación de Electores Carlistas con 542 votos y el 0,22%, ocupó el último lugar; en Palencia, con la misma denominación, el resultado fue de 396 votos con el 0,39%, también quedando en último lugar de todas las candidaturas presentadas. En Castellón se impulsó la candidatura de Electors Carlins del País Valencià con 2.252 votos y el 0,95%, quedando en décimo lugar de catorce candidaturas. En Zaragoza, el partido carlista se presentó dentro de la coalición Frente Autonomista Aragonés, con los maoístas del Movimiento Comunista de España. Carlos Carnicero su Secretario Federal de Organización ocupó el segundo lugar de la lista, los resultados fueron también escasos, 4.791 votos, con el 1,1%. En Barcelona, los huguistas también optaron por presentarse en común con los maoístas del Movimiento Comunista, recibiendo el apoyo del Moviment d'Unificació Marxista, del PSAN y del PSAN-Provisional (formaciones marxistas e independentistas catalanas) y un puñado de independientes ligados al independentismo catalán. La coalición se denominó Candidatura d'Unitat Popular pel Socialisme. Los resultados fueron mediocres, 12.040 votos, con el 0,51%. En otros lugares de España, se apoyaron candidaturas de signo claramente marxista, con el mismo desastroso resultado.

Los análisis tras las elecciones, realizados por el mismo partido carlista no dejan margen a la duda sobre la causa de este desastre. En El Informe sobre las elecciones legislativas del 15/6/1977 del partido carlista elaborado por Miguel Álvarez Bonald, responsable de la Comisión Federal electoral, se dice textualmente:

“Es preciso resaltar que un descalabro electoral no es consecuencia directa o exclusiva de una campaña electoral o de la existencia de serios condicionamientos provenientes del exterior, sino que sus causas arrancan de atrás. Las elecciones sólo hacen que emerjan todas las contradicciones que el partido lleva implícitas en su organización. No querer aceptarlo así, es muestra de una soberbia o miopía de tal magnitud y trascendencia, que sofocarían inexorablemente a la extinción del partido, allí donde existieran.”

"Ha habido regiones en las que hemos acudido en alianzas dentro de candidaturas independientes con la O.I.C, L.C.R y O.P.I (después P.C.T), mientras en otras el término "comunista" despierta en nuestra gente auténtica animadversión. Ha habido pueblos donde se nos ha preguntado qué quedaba de nuestro tradicional cuatrilema (...) se manifiestan también en el seno de los propios militantes tendencias encontradas. Desde los que proclaman que nuestra línea debe de estar en la más pura ortodoxia marxista, y que el partido es el único que en España puede llevar a cabo lo que Mao realizó en China, hasta los que -sin haber entendido casi nada- siguen por una devoción ciega"
El partido carlista huguista de Cataluña en coalición con los maoístas y el marxismo independentista en las elecciones de 1977. La Candidatura d'Unitat Popular pel Socialisme

En otro Informe a los carlistas de abril de 1978, un sector crítico del partido carlista radicado especialmente en Valladolid y Madrid, acusaba directamente de la debacle a la dirección del partido, especialmente a su secretario general José María de Zavala al que acusaban de ocultar a Carlos Hugo, que todavía estaba en el exilio, la situación real del partido, que a su juicio era desastrosa, con gran pérdida de militantes desde que Zavala había asumido el cargo en 1967. La imagen de la realidad del partido que presentan es desoladora. Al menos dos de sus firmantes fueron expulsados del partido por firmar dicho informe, Salvador Gómez de Arteche y Eufemio Díaz Molsalve, secretario político de Valladolid y secretario general del partido carlista de castilla-León, respectivamente. Desde entonces, las purgas, expulsiones, peleas y enfrentamientos fueron cotidianos en los restos náufragos del partido de Carlos Hugo, hasta que el mismo abandonara su invento, certificando su liquidación. 

  [1] Notario y Doctor en Derecho, es uno de los mayores expertos en el régimen foral navarro. Hizo la guerra en Radio Requeté de Campaña. Destacado escritor ha sido uno de los más señeros difusores de la gesta de los Tercios Requetés a través de diversas publicaciones como “Luchábamos sin odio”, “”En la primera de Navarra”, “Espíritu y vida de los Tercios Requetés”, “¡Cantan siempre al avanzar! (Historia breve de los tercios de Lácar y Montejurra)”. Sobre los fueros navarros y su ataque por los nacionalistas y constitucionalistas escribió “Defensa de la navarridad” e “Historia de una dejación (La Cruz Laureada de San Fernando en el escudo de Navarra)”. Fue Consejero Nacional de la Comunión Tradicionalista Carlista y asiduo montañero aún hoy en día.
[2] Combatiente del Tercio de Roncesvalles fue jugador de fútbol profesional, entre otros en el C.A. Osasuna, del que también fue directivo durante la presidencia de Antonio Lizarza Iribarren, organizador del levantamiento de los carlistas navarros. Farmacéutico de profesión fue elegido concejal y posteriormente alcalde de Baztán, además de diputado foral. Con el régimen constitucional volvió a la escena municipal, al crear la agrupación electoral Unión Baztanesa-Baztango Elkartea en 1983, con la que se impuso en las elecciones de mayo de aquel año al obtener 2.532 votos y ocho concejales, logrando la mayoría absoluta en el consistorio y ser elegido alcalde de Baztán. Cuatro años más tarde, revalidaba aquel triunfo electoral, consiguiendo 240 votos más que en los anteriores comicios, por lo que fue nuevamente elegido alcalde.
[3] Amadeo Marco Ilincheta. Licenciado en Derecho, Magisterio y Comercio en Zaragoza y Madrid también realizó estudios de Medicina y Náutica. Durante la II República Amadeo Marco ya fue alcalde de su pueblo, Navascués, desde donde se opuso tajantemente a la legislación laicista de la II República y en la guerra alcanzó el grado de Capitán de Requetés. Marco obtuvo su primera acta de diputado foral por la merindad de Sangüesa en 1931, pero renunció al cargo por desacuerdo con la actuación de la corporación republicana que denegó una subvención para el seminario de Pamplona, entonces en construcción. Fue nombrado diputado foral por el Consejo foral (1941) y ganó la reelección por la merindad de Sangüesa en cinco ocasiones (1949, 1955, 1961, 1967, 1974). Ocupó la Vicepresidencia de la Diputación foral desde 1971, a la muerte de Félix Huarte, y la presidencia en 1978. Bernardo Estornés Lasa señala en la Enciclopedia Auñamendi:
·         Amadeo Marco, de carácter íntegro y de fuerte personalidad, dejó la política en 1979 después de una etapa de gran actividad. Retirado a su casa de Navascués y habiéndose hallado algún tiempo internado en el monasterio de la Oliva[3] murió el 13 de abril de 1987.
·         (…) gracias a Amadeo Marco y al párroco de Navascués no fue asesinado ni fusilado ningún vecino de Navascués ya señalados de antemano para ello por los represores que recorrían Navarra[3].
Su navarrismo, como buen tradicionalista, no era incompatible con una profunda identificación de lo vasco en Navarra. Su oposición iba contra el ente panseparatista de Euskadi, fundado sobre los mitos nacionalistas de Sabino Arana. En Diario de Navarra declaraba:
·         No me parece mal que las tres provincias vascas se unan a su madre, a Navarra, y que juntas integren el Reyno de Navarra. Ah, claro, así no lo quieren. Pues en esa solución, Navarra no perdería nada. Y que nadie diga que reniego de mi origen vasco-navarro. Soy de Roncal, en vasco hablaban mis antepasados. Y ya se sabe, quien a sus antepasados parece, honra merece[3].
Cuando falleció en 1987 el gobierno navarro, por aquel entonces dirigido por los socialistas, acudió en pleno a sus funerales[3]. Y fue unánime su consideración como político austero tanto en lo personal como en la administración de recursos públicos, que siempre los gestionó con exquisita trasparencia. Se cuenta la anécdota de que el propio Marco se encargaba de comprobar que estaban apagadas todas las luces de las habitaciones del Palacio de la Diputación Foral. Y ello gozando la Diputación Foral de unos presupuestos, derivados de una hacienda foral que se nutría de cargas impositivas muy nimias, que estaban muy por encima de cualquier otra Diputación del resto de España o de cualquier institución estatal en Navarra. Por ello gozó de grandes reconocimientos cuando abandonó la política, ya en un periodo democrático con el que no estaba de acuerdo.
[4] Elecciones a procuradores familiares en Navarra en 1971
José-Ángel Zubiaur Alegre José-Ángel Zubiaur Carreño APORTES , 79, año XXVII, (2/2012), pp. 147-167.
[5] Jaime Ignacio del Burgo, fundador del Partido Social Demócrata Foral y posteriormente integrado en la UCD, es hijo de Jaime del Burgo Torres, destacado carlista pamplonés desde los años de la II República en los que sobresalió su valor al combatir a comunistas y socialistas en las calles. En la guerra ascendió a Capitán de Requetés, tomando al mando del Tercio de Begoña, donde fue célebre su decisión de rodear el árbol de Guernica, donde los Reyes de España, Señores de Vizcaya, juran los Fueros del Señorío, con una guardia de requetés armados para protegerlo de cualquier tentativa de dañarlo. Notable historiador y escritor sobre la cultura navarra, su nombre fue toda una referencia moral en la defensa de la foralidad de Navarra.
[6] Se puede recordar como el argumento de mayor peso que esgrimió Adolfo Suárez en su última mensaje electoral antes de las elecciones de 1979, cuando la UCD sufría su enésima crisis interna y su gobierno sufría el desgaste de la crisis económica, la inflación y los problemas sociales fue que el PSOE iba a traer el aborto, y al mismo se iba a oponer UCD. Ese argumento fue definitivo para volver a ganar unas elecciones que daban por perdidas. Pese a que el comportamiento posterior de las gentes de UCD en torno al aborto fuese diverso dice mucho en torno a la sociología del pueblo español de entonces.
[7] En Mañeru, en la tercera guerra carlista en la acción de Santa Bárbara de Mañeru una columna liberal, mandada por el general Primo de Rivera fue obligada a retirarse por las tropas carlistas en un duro combate a bayoneta.

8 comentarios:

  1. Viendo, con toda evidencia, que Navarra y el tradicional pueblo carlista le habían dado completamente la espalda en las elecciones de 1977 a su proyecto aberzale, el propio Carlos Hugo intentó un viraje a la desesperada en las siguientes elecciones de 1979, donde el mismo se presentaba como candidato. En primer lugar en la propaganda electoral se obvió las siglas EKA, que venían utilizando en Navarra como en el País Vasco, utilizando el más clásico de partido carlista, sin la referencia a Euskadi ni utilizar el euskera. Seguidamente el lema fue un intento de navarrizar tanto dislate pro-nacionalista "Por Navarratoda". Igualmente Carlos Hugo también quiso dar un tono de moderación a su proyecto después de las disparatadas alianzas ultraizquierdistas de 1977, con la previa aceptación de la constitución de 1978, con lo que pretendía aparecer con un rostro más moderado. No le sirvió de nada, el daño ya estaba hecho y la estructura política huguista absolutamente dañada y desprestigiada. Mejoraron algo los resultados, pero Carlos Hugo no resultó elegido y fracaso en su intento electoral. Fue el final de su errática y aventurera trayectoria que tanto daño ha hecho al carlismo.

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  2. Deleznable el intento de Carlos Hugo de utlizar el prestigio del tradicional y masivo acto de Montejurra para su proyecto político ultraizquierdista en las antípodas de lo que siempre representó para Navarra y para España el Monte sagrado del Carlismo. Su estrepitoso fracaso es el fracaso del mito del nuevo Montejurra travestido e inventado por Carlos Hugo para engañar y confundir a los carlistas, y llevarlos tras su aventura demagógica. El fracaso rotundo de esa candidatura anti-carlista de Montejurra-Federalismo-Autogestión creada por los huguistas es toda una prueba histórica.

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  3. La locura política de Carlos Hugo y sus seguidores, con su confusión, a parte de causar grave daño personal a las conciencias de miles de carlistas, evitó que el carlismo tradicional se consolidara como una alternativa política de peso en Navarra, el país Vasco, que pudiera haber plantado cara al nacionalismo que los ha devastado, y en toda España al proceso neo-liberal partitocrático que hoy padece nuestra Patria. Que Dios lo haya perdonado, el carlismo no puede hacerlo.

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  4. ¿Juventudes Navarras no son las juventudes de UPN?

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  5. Ese adhesivo es de la transición, anterior a la creación de UPN. Juventudes Navarras se llamaban las juventudes de AFN, antes de UPN.

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  6. en varios sitios ponen ese adhesivo como de las juventudes de UPN

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  7. El Partido Carlista de Andalucía (huguista) también participó en la candidatura del Bloque Andaluz de Izquierdas en la provincia de Málaga en 1977, con el “gran” resultado de 226 votos y el último lugar de todas las listas presentadas. Candidatura impulsada por el maoísta Movimiento Comunista y el Partido Comunista de los Trabajadores. En muchas otras provincias los huguistas también apoyaron las listas presentadas por los maoístas del MCE, en coalición con los prosovieticos del PCT.

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  8. En un llamado Informe para militantes del partido carlista, de uso interno de 1976, los huguistas reconocen su impresión de que los sucesos de Montejurra 1976 han sido positivos para su imagen y su estrategia, se decía textualmente:

    "Desde el comienzo de la apertura de la prensa hasta hoy, la imagen del partido en la opinión pública ha sufrido una transformación extraordinaria. De la ignorancia total y absoluta en la prensa general, salvo excepciones, a una valoración positiva. Han sido dos los sucesos fundamentales de este salto de aparición pública del partido, el intento de retorno de Don Carlos en marzo de 1976 y los sangrientos sucesos de Montejurra. Estos dos sucesos y la actividad política del partido han sido el pasaporte para entrar a ser considerados como partido socialista, con una realidad. A partir de esto la presencia del partido en la opinión pública ha sido importante, pero no suficiente"

    Es decir los huguistas creyeron que los sucesos de Montejurra 76 les iba a dar rédito electoral, esa fue la razón de la utilización de la marca MONTEJURRA como etiqueta electoral. Su fracaso no está ligada a aquellos sucesos sino al total abandono del ideario tradicionalista que conllevó que todo el pueblo carlista tradicional les diera la espalda.

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