jueves, 17 de noviembre de 2016

La destrucción del Monumento a los muertos de la Cruzada o la obligación de quemar incienso al César (o Gran Oriente)

La execrable profanación de cadáveres realizada por el alcalde etarra de Pamplona y tolerada por el Arzobispo se ha amparado sobre una tremenda campaña de intoxicación informativa.

La Hermandad Canónica de Caballeros de la Santa Cruz es una selectísima hermandad fundada por carlistas voluntarios de la Cruzada y encargada de velar y mantener el espíritu de Cruzada en Navarra. Así su regla primera señalaba: El de mantener íntegramente y con agresividad si fuera preciso, el espíritu que llevó a Navarra a la Cruzada por Dios y por España, haciendo que no se desvirtúen estos ideales, los más caros, por serlo en sí y estar mantenidos a costa de la vida de los mártires y de nuestro sacrificio.

Esta “agresividad” de la que habla la regla primera quedó manifestada en innumerables defensas radicales del carácter de Cruzada de la contienda 1936-1939, incluso contra los sectores más oficiales del régimen de Franco y posteriormente contra los desmayos eclesiásticos. Para no abundar demasiado baste recordar la célebre polémica de la Hermandad contra el (entonces) falangista Laín Entralgo:
CARTA ABIERTA A D. PEDRO LAÍN ENTRALGO.
Sr. D. Pedro Laín Entralgo.
Subdirector de la Revista “ESCORIAL”.
Estamos enterados de su trabajo publicado en la Revista “ESCORIAL”, y conocemos su insistencia en querer demostrar “con buenas razones” que la guerra de España no ha sido una Cruzada. No tenemos porqué detenernos en refutar a V. semejante despropósito, que no se explica ni aún recordando que a pesar de su edad no pisó el frente. Más el agravio que su actitud “literaria” supone para nuestros hermanos Mártires, para España y para nosotros, nos hace salir al paso de V. y en V. a todos cuantos vienen incurriendo en ese mismo delito de lesa Religión y Patria, para advertirle, con toda la autoridad moral que supone nuestra actuación en la CRUZADA, que no estamos dispuestos a tolerar que se desvirtúe su espíritu y que “no consentiremos se traicione la sangre de los Mártires y Héroes”, porque así lo hemos jurado.
No queremos enemiga, pero si V. y otros como V. buscan a España, nos encontrarán en el camino y sepan que nuestra “literatura” es la de la acción.

AVE CRUX – SPES UNICA

Por la HERMANDAD DE CABALLEROS VOLUNTARIOS DE LA CRUZ y su CAPITULO SUPREMO.
EL CABALLERO PRIOR
Firmado: Narciso Ripa
                                 
La Hermandad Canónica tuvo un gran protagonismo en Navarra, estando siempre dirigida por carlistas voluntarios en la Cruzada o por descendientes de los mismos. Las autoridades franquistas siempre la vieron con cierto recelo, no es de extrañar que durante los sucesos del 3 de diciembre de 1945 en que los carlistas se enfrentaron a tiros a la policía armada la mayoría de los más de 200 carlistas detenidos fuesen miembros de la Hermandad. El prestigio moral de la misma, y la decidida intervención del Arzobispo, hizo que la represión contra los carlistas se matizara. Dicha Hermandad fue además la iniciadora de las peregrinaciones al castillo de Javier, en honor a uno de los santos patrones del Reino de Navarra, San Francisco Javier. Estas famosas Javieradas se continúan realizando hoy día con gran fervor religioso del pueblo navarro. La primera tuvo lugar el día de los mártires de la Tradición, 10 de marzo, de 1940, donde cinco mil peregrinos recorrieron el camino entre Pamplona y Javier con el propósito de “perpetuar el espíritu de Cruzada” con la bendición del Arzobispo de Pamplona Don Marcelino Olaechea.

Sus actuaciones han sido circunscritas al ámbito religioso y sus miembros personalidades admirables de Navarra. Quizás por ello la banda terrorista ETA atentó mortalmente contra dos de sus hermanos: Alberto Toca Echeverría y Jesús Alcocer Jiménez. Los mismos etarras que volaron en 1972 el monumento a uno de los más ilustres hijos de Navarra, el General Sanjurjo. Monumento erigido no por el franquismo, sino a fines de la década de los veinte del siglo pasado por suscripción popular de los pamploneses, como homenaje a su labor como pacificador de Marruecos y el África española.
Seguramente su único error haya el sido aferrarse al contexto inicial de su fundación. Cuando el Arzobispo defendía la libertad de la Iglesia y no tenía miedo a enfrentarse a un poder político entonces autoritario. Desde entonces mucho han cambiado las cosas. Empezando por la Iglesia, en su vertiente temporal y humana, que quebró en el Concilio Vaticano II los fundamentos doctrinales que empujaron al pueblo navarro a tomar las armas por los más excelsos ideales. Y a los combatientes a mantenerlos tras el desenlace de la misma frente a la tendencia fascistizante de quienes gestionaron la Victoria. Aquella libertad religiosa, que ponía en pie de igualdad la verdad y el error, tenía incoada la deriva más totalitaria y proféticamente quedó denunciada. Esa derivada ha terminado por dejar presa a la Iglesia de un poder político declarada y descaradamente anticristiano. Al Arzobispo molestaba la libertad de la doctrina católica que custodia la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz. Aunque su actividad se limite a actos privados y de carácter interno que ya no congregan las multitudes de décadas pasadas. Profanando los cadáveres se proscribe la doctrina católica sobre la obligación de acatamiento a los poderes constituidos y se nos obliga a quemar incienso al césar de turno, reducido a un alcalducho etarra títere del gran oriente de turno.


Tirad, pero tirad sin odio. La lucha de los Requetés fue una Cruzada


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